El avance del discurso anticiencia en la era Milei: las narrativas y quiénes las difunden

En la Argentina de Javier Milei, la ciencia y el ambiente no solo enfrentan recortes presupuestarios: también se ven envueltos en una ola creciente de desinformación. Circulan con fuerza distintas narrativas que rechazan, niegan o distorsionan el conocimiento científico: desde discursos oficiales que cuestionan el cambio climático hasta influencers financieros que promocionan pseudoterapias.
Aunque la desinformación sobre ciencia no es algo nuevo, el crecimiento de las redes sociales hizo que se propague mucho más rápido. Varias investigaciones señalan que los partidos de extrema derecha son más propensos a difundir desinformación que los partidos tradicionales.
¿Cuáles son las principales desinformaciones sobre ciencia que circulan en la Argentina? ¿Quiénes las difunden? ¿Qué podemos hacer para contrarrestarlas? Te lo contamos en esta investigación.
Las 5 principales narrativas anticiencia
Negacionismo climático y agujero de ozono
Muchos de los contenidos anticiencia que circulan en redes sociales son promovidos desde la Casa Rosada y niegan el cambio climático o aseguran que es “un ciclo natural”. Pero la evidencia científica es contundente: el calentamiento es un hecho y es producto de la actividad humana. Si bien las temperaturas han aumentado y disminuido durante períodos prolongados, el calentamiento experimentado durante el último siglo no tiene precedentes.
Que dicen Trump y Milei sobre el cambio climático
Durante los últimos meses también circularon contenidos que tergiversaron las conclusiones de la NASA sobre la recuperación de la capa de ozono, señalando que el agujero de ozono “no existe más” y que “es un fraude como el cambio climático”. Lo cierto es que el agujero de ozono se abre y se cierra todos los años y que la capa de ozono recién podría recuperarse completamente para 2066 gracias al Pacto de Montreal que en 1989 decretó la eliminación progresiva en el mundo de casi 100 sustancias químicas.
Proyecto HAARP, chemtrails y geoingeniería
También circulan teorías conspirativas que niegan o minimizan la responsabilidad de las actividades humanas como causa del cambio climático y, en cambio, afirman que el clima está siendo manipulado deliberadamente mediante supuestas tecnologías secretas y geoingeniería.
Por ejemplo, en las últimas semanas circularon publicaciones que señalaban que las inundación en Bahía Blanca del 7 de marzo fue causada por los “chemtrails”. Esta teoría sostiene que las estelas dejadas por los aviones contienen productos químicos destinados a modificar el clima. Sin embargo, las investigaciones científicas han demostrado que estas estelas son simplemente vapor de agua condensado.
Algunos conspiracionistas afirman también que el Proyecto HAARP (Programa de Investigación de Aurora Activa de Alta Frecuencia en español) puede controlar el clima o provocar desastres naturales. En realidad, HAARP es un proyecto de investigación científica de la Universidad de Alaska Fairbanks (en Estados Unidos) que estudia la ionosfera -la capa más externa de la atmósfera- y que no tiene la capacidad de alterar el clima.
Narrativas que atacan al Conicet
En los últimos meses, el Conicet -el principal organismo de la Argentina dedicado a la promoción de la ciencia y la tecnología- se ha convertido en blanco de diversas narrativas que buscan deslegitimar su labor. Estas narrativas, difundidas principalmente a través de redes sociales, apelan a argumentos simplificados y, en muchos casos, desinformantes.
Por ejemplo, algunas narrativas sostienen que “es un gasto innecesario”. Se compara su tamaño con el de otras instituciones internacionales, como la NASA, para argumentar que está sobredimensionado. Sin embargo, estas comparaciones suelen omitir las diferencias en funciones, contextos y objetivos de las instituciones mencionadas.
Otra narrativa cuestiona la relevancia de las investigaciones realizadas, sugiriendo que son abstractas o desconectadas de las necesidades del país. Esta visión ignora los numerosos aportes del Conicet en áreas como salud, biotecnología y ambiente.
Desconfianza en las vacunas y pseudoterapias
Aunque la pandemia de Covid-19 quedó atrás, las vacunas continúan siendo objeto de desinformación y teorías conspirativas: desde los supuestos efectos adversos mortales hasta la ampliamente refutada presencia de microchips.
Incluso, con el nombramiento por parte de Donald Trump de Robert Kennedy Jr -quien ya difundió desinformaciones sobre la pandemia- como secretario de Salud y Servicios Humanos de los Estados Unidos, volvió al centro de la escena la narrativa falsa que vincula a las vacunas con el autismo.
También se promocionan en redes sociales diferentes pseudoterapias, lo que implica un riesgo para la salud pública. Por ejemplo, videos sobre los supuestos beneficios de tomar agua de mar “para desintoxicarse”, algo desaconsejado por los especialistas. También circuló que la ivermectina o el fenbendazol curan el cáncer, cuando no hay evidencia científica que respalde el uso de estos antiparasitarios contra la enfermedad. Y se viralizaron falsas curas contra el dengue: desde la vitamina D hasta la hoja de papaya.
La Antártida como “muralla de hielo” y el terraplanismo
La idea de que la Antártida es una “muralla de hielo” que rodea la Tierra es una de las afirmaciones centrales del terraplanismo. Según esta teoría conspirativa que se viralizó en redes, la Tierra es un disco plano y la Antártida actúa como un muro de hielo que impide que los océanos se derramen. Además, se sostiene que esta barrera está custodiada por una coalición de gobiernos que ocultan la “verdadera” forma del planeta.
Sin embargo, esta afirmación carece de fundamento científico. Se sabe que la Tierra es esférica desde hace más de 2000 años. Las imágenes satelitales y las expediciones han demostrado que la Antártida es un continente en el hemisferio sur, con una geografía bien documentada. Además, científicos han explicado que la idea de una “muralla de hielo” no es realista desde el punto de vista estructural.
Quiénes desinforman sobre ciencia
El presidente Milei (La Libertad Avanza) aseguró en varias oportunidades que el cambio climático es una mentira, que no es culpa del ser humano y que es un ciclo natural. Chequeado consultó al área de Comunicación de Presidencia de la Nación por este tema y no obtuvo respuesta.
Otros miembros de su espacio político también han propagado desinformaciones de este tipo: la diputada nacional Lilia Lemoine, sobre la esfericidad de la Tierra -aunque luego aclaró que sus dichos fueron en el marco de un programa piloto de televisión- , y el diputado provincial Agustín Romo, sobre el cambio climático. El legislador fue contactado por este medio sobre sus dichos pero no respondió a la consulta.
El rol de los políticos como difusores de desinformación no es nuevo. Por ejemplo, en la pandemia de Covid-19, el entonces presidente Alberto Fernández (Frente de Todos) recomendó consumir bebidas calientes porque “el calor mata el virus” y en 2013 la primer mandataria Cristina Fernandez de Kirchner (Frente para la Victoria) dijo que “la diabetes era una enfermedad de ricos”.
Sin embargo, recientemente la atención académica ha comenzado a centrarse en la relación entre la política partidaria y la desinformación. Varias investigaciones sugieren (ver acá y acá) que los partidos de extrema derecha son más propensos a difundir desinformación que los partidos tradicionales.
De hecho, un informe de la empresa de análisis de redes sociales Graphika halló que uno de los actores principales que difunde desinformación sobre el cambio climático a las comunidades de habla hispana de todo el mundo es el portal de noticias argentino La Derecha Diario. Se trata de una de las cuentas favoritas de X de Milei. Su dueño, Javier Negre, fue contactado por la misma red social para esta nota pero no respondió la consulta.
Más allá de los políticos, en redes sociales la desinformación sobre ciencia y salud encuentra eco en viejos conocidos de la pandemia. Es el caso de Julio Razona, quien se define en su cuenta de X como un “abogado out sider” y “biologicista, antivacunas y desobediente” y Leonardo González Bayona, integrante de la agrupación Médicos por la Verdad y quien se ha manifestado en contra de todos los gobiernos.
A los actores tradicionales se suman nuevos, como los influencers de redes sociales. Es el caso del joven “gurú” financiero Matías Cardozo, con más de 200.000 seguidores en Instagram, quien dijo que el cáncer se podía prevenir o curar “con solo sentirse bien”, o Tati Restovich (más de 60.000 seguidores), quien ha viralizado diversos contenidos falsos o engañosos sobre los chemtrails, el cambio climático, la Agenda 2030 y la vacunación.
El terraplanismo también tiene su pata local. Uno de sus referentes en el país es el platense Iru Landucci, quien fue expositor en el “Encuentro Internacional ‘Tierra Plana’” que tuvo lugar en Entre Ríos en 2019, junto con asistentes de Paraguay y España. Además, en Facebook e Instagram también existen varios grupos públicos en los que se intercambian videos sobre diversas teorías conspirativas, como “Cielos Tóxicos” (cuyos seguidos son Bayona y Restovich), “Argentinos Terraplanistas”, “La verdad censurada”, “Datos inexplicables”, “Te ocultan todo” y “elproblemofficial”.
Chequeado contactó a estas cuentas, pero no tuvo respuesta hasta la publicación de esta nota.
Por qué se dan estas narrativas y cómo contrarrestarlas
“Los discursos de desconfianza en la ciencia autorizada no son nuevos, son tan viejos como la ciencia misma. Pero con la proliferación de las redes sociales hay una especie de desjerarquización de la autoridad científica; los espacios de autoridad están cada vez más corroídos. Empezaron a proliferar discursos de hace mucho tiempo, pero que tienen más visibilidad, como el terraplanismo”, explicó a Chequeado Nicolás Viotti, antropólogo, investigador del Conicet y docente en la Universidad Nacional de San Martín (UNSAM).
Según el especialista, la gente no cree menos en la ciencia pero estos grupos son minorías activas en redes sociales que difunden mensajes que tienen mucha repercusión y que son muy identitarios: se oponen al Estado, a las corporaciones, a Bill Gates, a la OMS, a todo. Por otro lado, hay una reivindicación del concepto de libertad. “Hay una especie de configuración new age, de teorías de autocuración, de estar bien con vos mismo, en contra de los saberes jerarquizados”, sostuvo Viotti.
Para Sergio Visacovsky, investigador del Centro de Investigaciones Sociales e Instituto de Desarrollo Económico, “los discursos anticientíficos hoy pretenden ‘despertar’ a la población del sueño en el que están sumidos. Se organizan a través de (o toman la forma de) movimientos que tienen o siguen una causa. Si bien tienen antecedentes lejanos, hoy han asumido un protagonismo muy especial, porque tienen la posibilidad de difundir sus perspectivas a través de las redes sociales, plataformas o sistemas de mensajería”.
¿Qué hacer frente a la desinformación sobre ciencia y las teorías conspirativas? Hay varios enfoques que pueden funcionar: por ejemplo, contrarrestar la información errónea con mensajes basados en datos científicos de calidad, o “inocular” a las personas preparándolas para detectar las falacias antes de que se expongan a la desinformación. Pero investigaciones recientes también muestran que es clave fomentar diálogos significativos entre grupos escépticos, referentes comunitarios y científicos, como así también la alfabetización mediática e informacional para fortalecer el pensamiento crítico.
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Esta nota forma parte del proyecto de Chequeado “Desinformación sobre ciencia en la Argentina y en América Latina”, que cuenta con el apoyo del Pulitzer Center.
Edición: Matías Di Santi y Franco Piccato
En la Argentina de Javier Milei, la ciencia y el ambiente no solo enfrentan recortes presupuestarios: también se ven envueltos en una ola creciente de desinformación. Circulan con fuerza distintas narrativas que rechazan, niegan o distorsionan el conocimiento científico: desde discursos oficiales que cuestionan el cambio climático hasta influencers financieros que promocionan pseudoterapias.
Aunque la desinformación sobre ciencia no es algo nuevo, el crecimiento de las redes sociales hizo que se propague mucho más rápido. Varias investigaciones señalan que los partidos de extrema derecha son más propensos a difundir desinformación que los partidos tradicionales.
¿Cuáles son las principales desinformaciones sobre ciencia que circulan en la Argentina? ¿Quiénes las difunden? ¿Qué podemos hacer para contrarrestarlas? Te lo contamos en esta investigación.
Las 5 principales narrativas anticiencia
Negacionismo climático y agujero de ozono
Muchos de los contenidos anticiencia que circulan en redes sociales son promovidos desde la Casa Rosada y niegan el cambio climático o aseguran que es “un ciclo natural”. Pero la evidencia científica es contundente: el calentamiento es un hecho y es producto de la actividad humana. Si bien las temperaturas han aumentado y disminuido durante períodos prolongados, el calentamiento experimentado durante el último siglo no tiene precedentes.
Que dicen Trump y Milei sobre el cambio climático
Durante los últimos meses también circularon contenidos que tergiversaron las conclusiones de la NASA sobre la recuperación de la capa de ozono, señalando que el agujero de ozono “no existe más” y que “es un fraude como el cambio climático”. Lo cierto es que el agujero de ozono se abre y se cierra todos los años y que la capa de ozono recién podría recuperarse completamente para 2066 gracias al Pacto de Montreal que en 1989 decretó la eliminación progresiva en el mundo de casi 100 sustancias químicas.
Proyecto HAARP, chemtrails y geoingeniería
También circulan teorías conspirativas que niegan o minimizan la responsabilidad de las actividades humanas como causa del cambio climático y, en cambio, afirman que el clima está siendo manipulado deliberadamente mediante supuestas tecnologías secretas y geoingeniería.
Por ejemplo, en las últimas semanas circularon publicaciones que señalaban que las inundación en Bahía Blanca del 7 de marzo fue causada por los “chemtrails”. Esta teoría sostiene que las estelas dejadas por los aviones contienen productos químicos destinados a modificar el clima. Sin embargo, las investigaciones científicas han demostrado que estas estelas son simplemente vapor de agua condensado.
Algunos conspiracionistas afirman también que el Proyecto HAARP (Programa de Investigación de Aurora Activa de Alta Frecuencia en español) puede controlar el clima o provocar desastres naturales. En realidad, HAARP es un proyecto de investigación científica de la Universidad de Alaska Fairbanks (en Estados Unidos) que estudia la ionosfera -la capa más externa de la atmósfera- y que no tiene la capacidad de alterar el clima.
Narrativas que atacan al Conicet
En los últimos meses, el Conicet -el principal organismo de la Argentina dedicado a la promoción de la ciencia y la tecnología- se ha convertido en blanco de diversas narrativas que buscan deslegitimar su labor. Estas narrativas, difundidas principalmente a través de redes sociales, apelan a argumentos simplificados y, en muchos casos, desinformantes.
Por ejemplo, algunas narrativas sostienen que “es un gasto innecesario”. Se compara su tamaño con el de otras instituciones internacionales, como la NASA, para argumentar que está sobredimensionado. Sin embargo, estas comparaciones suelen omitir las diferencias en funciones, contextos y objetivos de las instituciones mencionadas.
Otra narrativa cuestiona la relevancia de las investigaciones realizadas, sugiriendo que son abstractas o desconectadas de las necesidades del país. Esta visión ignora los numerosos aportes del Conicet en áreas como salud, biotecnología y ambiente.
Desconfianza en las vacunas y pseudoterapias
Aunque la pandemia de Covid-19 quedó atrás, las vacunas continúan siendo objeto de desinformación y teorías conspirativas: desde los supuestos efectos adversos mortales hasta la ampliamente refutada presencia de microchips.
Incluso, con el nombramiento por parte de Donald Trump de Robert Kennedy Jr -quien ya difundió desinformaciones sobre la pandemia- como secretario de Salud y Servicios Humanos de los Estados Unidos, volvió al centro de la escena la narrativa falsa que vincula a las vacunas con el autismo.
También se promocionan en redes sociales diferentes pseudoterapias, lo que implica un riesgo para la salud pública. Por ejemplo, videos sobre los supuestos beneficios de tomar agua de mar “para desintoxicarse”, algo desaconsejado por los especialistas. También circuló que la ivermectina o el fenbendazol curan el cáncer, cuando no hay evidencia científica que respalde el uso de estos antiparasitarios contra la enfermedad. Y se viralizaron falsas curas contra el dengue: desde la vitamina D hasta la hoja de papaya.
La Antártida como “muralla de hielo” y el terraplanismo
La idea de que la Antártida es una “muralla de hielo” que rodea la Tierra es una de las afirmaciones centrales del terraplanismo. Según esta teoría conspirativa que se viralizó en redes, la Tierra es un disco plano y la Antártida actúa como un muro de hielo que impide que los océanos se derramen. Además, se sostiene que esta barrera está custodiada por una coalición de gobiernos que ocultan la “verdadera” forma del planeta.
Sin embargo, esta afirmación carece de fundamento científico. Se sabe que la Tierra es esférica desde hace más de 2000 años. Las imágenes satelitales y las expediciones han demostrado que la Antártida es un continente en el hemisferio sur, con una geografía bien documentada. Además, científicos han explicado que la idea de una “muralla de hielo” no es realista desde el punto de vista estructural.
Quiénes desinforman sobre ciencia
El presidente Milei (La Libertad Avanza) aseguró en varias oportunidades que el cambio climático es una mentira, que no es culpa del ser humano y que es un ciclo natural. Chequeado consultó al área de Comunicación de Presidencia de la Nación por este tema y no obtuvo respuesta.
Otros miembros de su espacio político también han propagado desinformaciones de este tipo: la diputada nacional Lilia Lemoine, sobre la esfericidad de la Tierra -aunque luego aclaró que sus dichos fueron en el marco de un programa piloto de televisión- , y el diputado provincial Agustín Romo, sobre el cambio climático. El legislador fue contactado por este medio sobre sus dichos pero no respondió a la consulta.
El rol de los políticos como difusores de desinformación no es nuevo. Por ejemplo, en la pandemia de Covid-19, el entonces presidente Alberto Fernández (Frente de Todos) recomendó consumir bebidas calientes porque “el calor mata el virus” y en 2013 la primer mandataria Cristina Fernandez de Kirchner (Frente para la Victoria) dijo que “la diabetes era una enfermedad de ricos”.
Sin embargo, recientemente la atención académica ha comenzado a centrarse en la relación entre la política partidaria y la desinformación. Varias investigaciones sugieren (ver acá y acá) que los partidos de extrema derecha son más propensos a difundir desinformación que los partidos tradicionales.
De hecho, un informe de la empresa de análisis de redes sociales Graphika halló que uno de los actores principales que difunde desinformación sobre el cambio climático a las comunidades de habla hispana de todo el mundo es el portal de noticias argentino La Derecha Diario. Se trata de una de las cuentas favoritas de X de Milei. Su dueño, Javier Negre, fue contactado por la misma red social para esta nota pero no respondió la consulta.
Más allá de los políticos, en redes sociales la desinformación sobre ciencia y salud encuentra eco en viejos conocidos de la pandemia. Es el caso de Julio Razona, quien se define en su cuenta de X como un “abogado out sider” y “biologicista, antivacunas y desobediente” y Leonardo González Bayona, integrante de la agrupación Médicos por la Verdad y quien se ha manifestado en contra de todos los gobiernos.
A los actores tradicionales se suman nuevos, como los influencers de redes sociales. Es el caso del joven “gurú” financiero Matías Cardozo, con más de 200.000 seguidores en Instagram, quien dijo que el cáncer se podía prevenir o curar “con solo sentirse bien”, o Tati Restovich (más de 60.000 seguidores), quien ha viralizado diversos contenidos falsos o engañosos sobre los chemtrails, el cambio climático, la Agenda 2030 y la vacunación.
El terraplanismo también tiene su pata local. Uno de sus referentes en el país es el platense Iru Landucci, quien fue expositor en el “Encuentro Internacional ‘Tierra Plana’” que tuvo lugar en Entre Ríos en 2019, junto con asistentes de Paraguay y España. Además, en Facebook e Instagram también existen varios grupos públicos en los que se intercambian videos sobre diversas teorías conspirativas, como “Cielos Tóxicos” (cuyos seguidos son Bayona y Restovich), “Argentinos Terraplanistas”, “La verdad censurada”, “Datos inexplicables”, “Te ocultan todo” y “elproblemofficial”.
Chequeado contactó a estas cuentas, pero no tuvo respuesta hasta la publicación de esta nota.
Por qué se dan estas narrativas y cómo contrarrestarlas
“Los discursos de desconfianza en la ciencia autorizada no son nuevos, son tan viejos como la ciencia misma. Pero con la proliferación de las redes sociales hay una especie de desjerarquización de la autoridad científica; los espacios de autoridad están cada vez más corroídos. Empezaron a proliferar discursos de hace mucho tiempo, pero que tienen más visibilidad, como el terraplanismo”, explicó a Chequeado Nicolás Viotti, antropólogo, investigador del Conicet y docente en la Universidad Nacional de San Martín (UNSAM).
Según el especialista, la gente no cree menos en la ciencia pero estos grupos son minorías activas en redes sociales que difunden mensajes que tienen mucha repercusión y que son muy identitarios: se oponen al Estado, a las corporaciones, a Bill Gates, a la OMS, a todo. Por otro lado, hay una reivindicación del concepto de libertad. “Hay una especie de configuración new age, de teorías de autocuración, de estar bien con vos mismo, en contra de los saberes jerarquizados”, sostuvo Viotti.
Para Sergio Visacovsky, investigador del Centro de Investigaciones Sociales e Instituto de Desarrollo Económico, “los discursos anticientíficos hoy pretenden ‘despertar’ a la población del sueño en el que están sumidos. Se organizan a través de (o toman la forma de) movimientos que tienen o siguen una causa. Si bien tienen antecedentes lejanos, hoy han asumido un protagonismo muy especial, porque tienen la posibilidad de difundir sus perspectivas a través de las redes sociales, plataformas o sistemas de mensajería”.
¿Qué hacer frente a la desinformación sobre ciencia y las teorías conspirativas? Hay varios enfoques que pueden funcionar: por ejemplo, contrarrestar la información errónea con mensajes basados en datos científicos de calidad, o “inocular” a las personas preparándolas para detectar las falacias antes de que se expongan a la desinformación. Pero investigaciones recientes también muestran que es clave fomentar diálogos significativos entre grupos escépticos, referentes comunitarios y científicos, como así también la alfabetización mediática e informacional para fortalecer el pensamiento crítico.
________
Esta nota forma parte del proyecto de Chequeado “Desinformación sobre ciencia en la Argentina y en América Latina”, que cuenta con el apoyo del Pulitzer Center.
Edición: Matías Di Santi y Franco Piccato
Circulan con fuerza relatos que rechazan, niegan o distorsionan el conocimiento científico; especialistas advierten sobre los riesgos que se potencian por influencia de las redes sociales LA NACION