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miércoles, abril 30, 2025
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En su casa del Cerro Catedral, charlamos con Minnie Firpo, uno de los grandes motores de la decoración argentina

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“Yo quería ser cirujana. Cuando se lo conté a mi padre, me dijo: ‘¿Y vos vas a estar en la sala de guardia, con los médicos? Ah, no. De ninguna manera, mi querida‘. (Corrían los años 50, me acababa de recibir de bachiller y ya vivía en Buenos Aires, mientras mi madre seguía en el campo con mis cuatro hermanos menores). ‘Tenés que seguir Electricidad y Física’, fue su sugerencia insólita. Así que tomé un curso por correspondencia y al mes ya había hecho una radio”, empieza Minnie Firpo un relato que es pura peripecia.

Al año siguiente, cumplidos los 17, fui en secreto con mi amiga María Estrada y nos anotamos en el Hospital Ramos Mejía para estudiar Instrumentación. Para ese entonces, todos estábamos instalados en el edificio de la calle Esmeralda que mi tío Miguel Devoto había construido para la familia extendida. Y yo me iba… Mi padre me preguntaba: ‘¿Adónde vas?‘. Y yo: ‘¡Ay, papá! Me anoté en unos cursos’. Recién al tiempo le conté”. Para muestra, vale un botón.

De la Instrumentación a la Decoración

Con María hicimos un recorrido de vida juntas. Estudiamos, nos recibimos y trabajamos con capos de la Sala 7 del Ramos Mejía, como Pavlovsky, Sánchez Zinny o Gaetani. Después, lo hicimos en clínicas y sanatorios. Vivíamos a la vuelta, nuestros hijos se hicieron amigos y nuestros maridos, también (ella se casó con el doctor Carlos María Taquini, y yo con Patricio Peralta Ramos). Éramos las únicas entre nuestras amigas que trabajábamos; encima, en una profesión brava: a las 6 en el quirófano; tenías que saberte la operación de memoria antes que el cirujano (te faltaba un instrumento y sonaba todo); los médicos te podían tutear, pero vos no, etc., etc. ‘María, estoy harta de instrumentar’, le dije un día. Y lo que menos me imaginé es que me iba a contestar: ’¡Yo también!’. Así arrancamos con la decoración.

“Un día fuimos a ver al doctor Quesada (que estaba por lanzar la prepaga TIM) a su consultorio. No hay nada más feo que un consultorio; el suyo no era la excepción. Y se lo dijimos. ‘Y bueno, arréglenlo’, retrucó. El resultado fue un éxito total, aunque no sacamos propaganda de ahí. Pero cuando TIM compró la Clínica del Sol, nos llamaron, y empezó el trabajo fuerte de nuestro estudio, que llamamos Reforma. En la Clínica del Sol Arenales, que era una maternidad, cada cuarto tenía una ambientación distinta, por ejemplo”.

“Me encanta venir acá, me gusta el clima frío. Pero, por sobre todo, tengo miles de amigos y muy lindos recuerdos con Patricio, mi marido. Amo esta casa”.

De FOA a DArA

En 1985, a instancias de Mercedes Malbrán de Campos, se hizo la primera Casa FOA en una casona de estilo francés sobre la calle Quintana. El objetivo, desde entonces, fue recaudar fondos para la Fundación Oftalmológica Argentina, fundada por Enrique Malbrán, en 1964. “Mechita, que era un sol, nos invitó a esa primera edición, donde hicimos una sala de música. En el resto de los espacios había diseñadores como Alfred Fellinger, Rafael Cash y Diego Achával, para darte una idea”, enumera.

Cuando vimos la magnitud que tomó la muestra, enseguida nos dimos cuenta de que, si no nos juntábamos, FOA nos iba a comer, y empezamos a juntarnos con Juan Azcue y Celina Arauz de Pirovano en lo de Natasha Quiroga para pensar una solución. Así se fundó DArA”, recuerda Minnie, sin decir que, además de socia fundadora, también fue presidenta de Diseñadores de Interiores Argentinos Asociados.

De familia

“Mi abuelo vino de Italia con su madre y su hermanito, y los mandaron a Rosario, donde se casó con una uruguaya de posición acomodada. Era un hombre muy hábil para los negocios, que se dedicó al mercado de los cereales: antes de los 30 años, tenía cinco hijos y cinco campos (en cinco provincias distintas, por la reforma agraria)”, nos explica.

“Aunque vivíamos en el campo, mamamos arte y buen gusto. A la casa la había diseñado mi tío Miguel Devoto (que también hizo La Esmeraldita, premiada), y mamá era una decoradora nata. Todos los días ponía la mesa para doce (éramos 9 hermanos), impecable. Pero si preguntabas qué había de comer, te contestaba: ‘Comida’. No éramos gourmet ni mucho menos. Todo venía de la quinta, del tambo y de la chatita que traía el pan”.

Tus hermanas ¿eran emprendedoras como vos?

Sí. Martita fundó Gimo’s, la famosa marca de ropa para chicos. María Carmen fue muy buena también en diseño interior. Maleli y Mariana trabajaron en la revista D&D muchísimos años. Es más, Maleli y María Carmen siguen haciendo decoración. Yo sigo trabajando al día de hoy. ¡Y además les decoro la casa a todas mis nueras!“.

LLegando al Sur

“Mientras trabajaba en Ford, a mi marido (que era economista) lo mandaron como representante a Bariloche, y empezó a viajar mucho. Llegamos a tener un campo en El Bolsón, con una casa rectangular con lugar para 21 camas. Después llego esta, que le encargamos a una italiana que hacía todas las casas de Parques Nacionales en madera. ‘Quiero una casa de 3×7, modelo Parques Nacionales, con tres cuartos y dos baños’. ‘Ok, tengo una así, pero viene con el garage al lado’“. Cerramos en el acto. Así surgió la casa en el Cerro Catedral”.

Las decisiones rápidas y acertadas (la prueba es que duran en el tiempo) son otro rasgo de esta gran figura de la decoración contemporánea argentina. Y siempre envueltas en una narración que subyuga. A esta charla, de ninguna manera quisimos hacerla corta.

“Yo quería ser cirujana. Cuando se lo conté a mi padre, me dijo: ‘¿Y vos vas a estar en la sala de guardia, con los médicos? Ah, no. De ninguna manera, mi querida‘. (Corrían los años 50, me acababa de recibir de bachiller y ya vivía en Buenos Aires, mientras mi madre seguía en el campo con mis cuatro hermanos menores). ‘Tenés que seguir Electricidad y Física’, fue su sugerencia insólita. Así que tomé un curso por correspondencia y al mes ya había hecho una radio”, empieza Minnie Firpo un relato que es pura peripecia.

Al año siguiente, cumplidos los 17, fui en secreto con mi amiga María Estrada y nos anotamos en el Hospital Ramos Mejía para estudiar Instrumentación. Para ese entonces, todos estábamos instalados en el edificio de la calle Esmeralda que mi tío Miguel Devoto había construido para la familia extendida. Y yo me iba… Mi padre me preguntaba: ‘¿Adónde vas?‘. Y yo: ‘¡Ay, papá! Me anoté en unos cursos’. Recién al tiempo le conté”. Para muestra, vale un botón.

De la Instrumentación a la Decoración

Con María hicimos un recorrido de vida juntas. Estudiamos, nos recibimos y trabajamos con capos de la Sala 7 del Ramos Mejía, como Pavlovsky, Sánchez Zinny o Gaetani. Después, lo hicimos en clínicas y sanatorios. Vivíamos a la vuelta, nuestros hijos se hicieron amigos y nuestros maridos, también (ella se casó con el doctor Carlos María Taquini, y yo con Patricio Peralta Ramos). Éramos las únicas entre nuestras amigas que trabajábamos; encima, en una profesión brava: a las 6 en el quirófano; tenías que saberte la operación de memoria antes que el cirujano (te faltaba un instrumento y sonaba todo); los médicos te podían tutear, pero vos no, etc., etc. ‘María, estoy harta de instrumentar’, le dije un día. Y lo que menos me imaginé es que me iba a contestar: ’¡Yo también!’. Así arrancamos con la decoración.

“Un día fuimos a ver al doctor Quesada (que estaba por lanzar la prepaga TIM) a su consultorio. No hay nada más feo que un consultorio; el suyo no era la excepción. Y se lo dijimos. ‘Y bueno, arréglenlo’, retrucó. El resultado fue un éxito total, aunque no sacamos propaganda de ahí. Pero cuando TIM compró la Clínica del Sol, nos llamaron, y empezó el trabajo fuerte de nuestro estudio, que llamamos Reforma. En la Clínica del Sol Arenales, que era una maternidad, cada cuarto tenía una ambientación distinta, por ejemplo”.

“Me encanta venir acá, me gusta el clima frío. Pero, por sobre todo, tengo miles de amigos y muy lindos recuerdos con Patricio, mi marido. Amo esta casa”.

De FOA a DArA

En 1985, a instancias de Mercedes Malbrán de Campos, se hizo la primera Casa FOA en una casona de estilo francés sobre la calle Quintana. El objetivo, desde entonces, fue recaudar fondos para la Fundación Oftalmológica Argentina, fundada por Enrique Malbrán, en 1964. “Mechita, que era un sol, nos invitó a esa primera edición, donde hicimos una sala de música. En el resto de los espacios había diseñadores como Alfred Fellinger, Rafael Cash y Diego Achával, para darte una idea”, enumera.

Cuando vimos la magnitud que tomó la muestra, enseguida nos dimos cuenta de que, si no nos juntábamos, FOA nos iba a comer, y empezamos a juntarnos con Juan Azcue y Celina Arauz de Pirovano en lo de Natasha Quiroga para pensar una solución. Así se fundó DArA”, recuerda Minnie, sin decir que, además de socia fundadora, también fue presidenta de Diseñadores de Interiores Argentinos Asociados.

De familia

“Mi abuelo vino de Italia con su madre y su hermanito, y los mandaron a Rosario, donde se casó con una uruguaya de posición acomodada. Era un hombre muy hábil para los negocios, que se dedicó al mercado de los cereales: antes de los 30 años, tenía cinco hijos y cinco campos (en cinco provincias distintas, por la reforma agraria)”, nos explica.

“Aunque vivíamos en el campo, mamamos arte y buen gusto. A la casa la había diseñado mi tío Miguel Devoto (que también hizo La Esmeraldita, premiada), y mamá era una decoradora nata. Todos los días ponía la mesa para doce (éramos 9 hermanos), impecable. Pero si preguntabas qué había de comer, te contestaba: ‘Comida’. No éramos gourmet ni mucho menos. Todo venía de la quinta, del tambo y de la chatita que traía el pan”.

Tus hermanas ¿eran emprendedoras como vos?

Sí. Martita fundó Gimo’s, la famosa marca de ropa para chicos. María Carmen fue muy buena también en diseño interior. Maleli y Mariana trabajaron en la revista D&D muchísimos años. Es más, Maleli y María Carmen siguen haciendo decoración. Yo sigo trabajando al día de hoy. ¡Y además les decoro la casa a todas mis nueras!“.

LLegando al Sur

“Mientras trabajaba en Ford, a mi marido (que era economista) lo mandaron como representante a Bariloche, y empezó a viajar mucho. Llegamos a tener un campo en El Bolsón, con una casa rectangular con lugar para 21 camas. Después llego esta, que le encargamos a una italiana que hacía todas las casas de Parques Nacionales en madera. ‘Quiero una casa de 3×7, modelo Parques Nacionales, con tres cuartos y dos baños’. ‘Ok, tengo una así, pero viene con el garage al lado’“. Cerramos en el acto. Así surgió la casa en el Cerro Catedral”.

Las decisiones rápidas y acertadas (la prueba es que duran en el tiempo) son otro rasgo de esta gran figura de la decoración contemporánea argentina. Y siempre envueltas en una narración que subyuga. A esta charla, de ninguna manera quisimos hacerla corta.

 Viajamos a Bariloche para visitarla en su casa y, de paso, conocer en profundidad cómo se convirtió en una de las figuras de la decoración argentina contemporánea.  LA NACION