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domingo, mayo 18, 2025
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Pierce Brosnan cumple 72: un galán inoxidable y resiliente que encontró en la pintura su otra gran pasión

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El encanto de Pierce Brosnan es inmune al tiempo. “Tiene mucha suerte en el departamento de genética”, bromeó Tom Hardy hace poco en el estreno de MobLand, la serie de Paramount+ que hoy los tiene a ambos como protagonistas. Su porte de lord -ese mismo que lo convirtió en uno de los más recordados James Bond en la historia de la saga– no es, sin embargo, el único fuerte del célebre actor que está festejando sus 72 años: más allá de su etiqueta de galán hay un actor audaz, un hombre resiliente, un compañero fiel, un padre amoroso y una pasión por la pintura que lo llevó a convertirse en un prolífico y talentoso pintor.

Un abandono temprano

Pierce Brendan Brosnan nació el 16 de mayo de 1953 en Drogheda, Condado de Louth, en la costa este de Irlanda. Hijo único de Thomas Brosnan y su esposa May, el primer gran golpe de su vida lo vivió cuando su papá abandonó para siempre la familia. Sin recursos para poder mantener al pequeño, su mamá se mudó a Londres para trabajar como enfermera, y regresaba para visitar a su hijo una o dos veces al año. Pierce tenía cuatro años.

Luego de varias temporadas al cuidado de sus abuelos y de sus tíos, el futuro actor se reencontró con su madre y su nuevo esposo y se trasladaron todos juntos a Escocia. Allí, Pierce decidió, a los 16 años, abandonar el colegio para dedicarse a la pintura. Con la idea de convertirse en artista gráfico, se anotó en la Saint Martin’s School of Art de Londres para estudiar ilustración comercial y planeaba convertirse en artista gráfico. Pero la actuación se cruzó en su camino.

“Cuando dejé el colegio no tenía nada más que una carpeta de cartón con dibujos y pinturas”, reveló en una oportunidad sobre aquella época. “Conseguí un trabajo y quería ser artista gráfico, Pero descubrí la actuación a los tres años de trabajar y eso fue todo: los objetivos cambiaron”. Con el futuro redefinido, Brosnan estudió tres años en el Drama Centre de Londres y empezó, en 1975, su carrera profesional en el teatro. Muy pronto llegaría la gran pantalla y la etiqueta de galán de Hollywood.

“Nadie me dio la confianza en mí mismo, tuve que encontrarla yo mismo. A veces surge de la falta de confianza. De la inseguridad de no ser lo suficientemente bueno, de no tener la educación suficiente, de no saber la respuesta correcta o de no poder expresar mis sentimientos”, expresó hace unos años en una entrevista que le concedió a la revista inglesa Gentleman’s Journal y desnudó el impacto que su primera infancia tuvo en su vida.

De las tablas inglesas a las grandes ligas

El desembarco de Brosnan en los Estados Unidos se dio en 1981 con la miniserie The Manions of America. Cuatro años después recibió su primera nominación al Globo de Oro por su interpretación del socialité Robert Gould Shaw II en la miniserie británica Nancy Astor. La serie romántica de detectives de la NBC Remington Steele que se estrenó en la televisión en 1982 le dio la visibilidad que necesitaba para seguir creciendo. Él mismo lo contó en una entrevista con Route Magazine. “Remington Steele me dio alas para volar y me aferré con ambas manos”, explicó.

Antes de darle vida a uno de los más queridos James Bond de la historia, Brosnan participó en películas como El cuarto protocolo (1987) y Papá por siempre (1993). El traje del famoso agente del Servicio Secreto británico se lo puso en 1995 con GoldenEye y lo volvió a lucir en tres películas más: El mañana nunca muere (1997), 007: el mundo no basta (1999) y Otro día para morir (2002). “Como actor, tenés un trabajo personal que afrontar al intentar interpretar a este hombre”, comentó sobre su más aclamado personaje en una charla con GQ. Cuando le preguntaron si le gustaría volver a interpretar al agente 007, Brosnan fue categórico. “¿Cómo no me va a interesar? Pero es una situación delicada. Creo que es mejor dejar las cosas como están… Creo que es mejor dejarlo en manos de otro. Sangre fresca”, aclaró.

De amores, tragedias y resiliencia

Brosnan conoció a su primera mujer, la actriz australiana Cassandra Harris, al poco tiempo de graduarse del Drama Centre. El flechazo fue inmediato y luego de pasar por el altar, en 1980, le dieron la bienvenida a Sean. El actor, además, adoptó a Charlotte y Chris, los dos hijos de Harris, cuando su padre falleció. Pero el cuento de hadas duró poco: en 1987, a Harris le diagnosticaron un cáncer de ovario y cuatro años después, el 28 de diciembre de 1991, murió.

“Cargué con el peso, el dolor y el miedo de esa enfermedad. Saqué las pinturas y empecé a pintar otra vez. Con los dedos, con mis manos, en realidad. Cassie era muy positiva en la vida. Tenía una energía y una visión de la vida increíbles. Fue y es una pérdida terrible”, compartió el actor sobre aquel trágico momento. En 1992, en una charla con People, explicó el papel que tuvo Harris en su vida. “Ella me convirtió en el hombre que soy, el actor que soy, el padre que soy. Está grabada para siempre en cada fibra de mi ser. Está conmigo todos los días. Fue una gran bendición haber conocido a alguien así”.

Gracias a la pintura, a sus hijos y a su gran capacidad de resiliencia, Brosnan pudo seguir adelante con su vida. En 1994 se volvió a enamorar, sin buscarlo y de casualidad: conoció a la periodista Keely Shaye Smith en Cabo San Lucas, México, y como ella no pudo dar con Ted Danson, a quien quería entrevistar, lo abordó a él para no volver con las manos vacías.

Brosnan y Smith se casaron en 2001 y tuvieron dos hijos: Dylan y Paris. Hoy, la pareja divide su tiempo entre Hawaii, Malibú y Dublín. “Ver a alguien crecer y envejecer contigo es un viaje muy espiritual”, aseguró Brosnan en relación con su compañera de vida en diálogo con Fox News en 2023. “Me permite adentrarme en la inmensidad del universo y hacer lo que hago como hombre y como actor. Keely es periodista, reportera. Es una artista por derecho propio. Y como mujer, ha formado una familia para nuestros hijos”, completó.

El arte como pasión y como exorcismo

Si bien para el gran público Brosnan se centró en su carrera como actor, en su mundo el arte mantuvo un rol principal. De su prolífico pincel nacieron cientos de pinturas, muchas de las cuales expuso en distintas muestras. Su primera exposición individual llevó el título de “Tantos sueños” y se realizó en 2023. En ese momento compartió con la revista Vanity Fair algunos detalles de su camino como artista. “Llevo pintando desde el año 1987 y para mí es muy terapéutico”, explicó el día de la inauguración de la exposición en Los Ángeles. “Pintar me ha ayudado a encontrar mi camino en la vida. Cuando me siento angustiado, me voy al lienzo. Me reconforta y me hace feliz”.

Las formas y los colores fueron, en varios momentos de su vida, la vía de escape para superar las tragedias: primero la muerte de Cassie, luego la de su hija adoptiva Charlotte, quien falleció a fines de mayo de 2013 como consecuencia, también, de un cáncer de ovario. Hoy son su nuevo norte: además de compartir con su hija Paris la pasión y largas veladas de pintura – “Me llena del mayor orgullo, orgullo paternal, estar pintando a su lado”, confesó en una nota a GQ-, es una meta certera para cuando se retire de la actuación: mudarse a París y ser aprendiz de algún reconocido artista en su taller.

El encanto de Pierce Brosnan es inmune al tiempo. “Tiene mucha suerte en el departamento de genética”, bromeó Tom Hardy hace poco en el estreno de MobLand, la serie de Paramount+ que hoy los tiene a ambos como protagonistas. Su porte de lord -ese mismo que lo convirtió en uno de los más recordados James Bond en la historia de la saga– no es, sin embargo, el único fuerte del célebre actor que está festejando sus 72 años: más allá de su etiqueta de galán hay un actor audaz, un hombre resiliente, un compañero fiel, un padre amoroso y una pasión por la pintura que lo llevó a convertirse en un prolífico y talentoso pintor.

Un abandono temprano

Pierce Brendan Brosnan nació el 16 de mayo de 1953 en Drogheda, Condado de Louth, en la costa este de Irlanda. Hijo único de Thomas Brosnan y su esposa May, el primer gran golpe de su vida lo vivió cuando su papá abandonó para siempre la familia. Sin recursos para poder mantener al pequeño, su mamá se mudó a Londres para trabajar como enfermera, y regresaba para visitar a su hijo una o dos veces al año. Pierce tenía cuatro años.

Luego de varias temporadas al cuidado de sus abuelos y de sus tíos, el futuro actor se reencontró con su madre y su nuevo esposo y se trasladaron todos juntos a Escocia. Allí, Pierce decidió, a los 16 años, abandonar el colegio para dedicarse a la pintura. Con la idea de convertirse en artista gráfico, se anotó en la Saint Martin’s School of Art de Londres para estudiar ilustración comercial y planeaba convertirse en artista gráfico. Pero la actuación se cruzó en su camino.

“Cuando dejé el colegio no tenía nada más que una carpeta de cartón con dibujos y pinturas”, reveló en una oportunidad sobre aquella época. “Conseguí un trabajo y quería ser artista gráfico, Pero descubrí la actuación a los tres años de trabajar y eso fue todo: los objetivos cambiaron”. Con el futuro redefinido, Brosnan estudió tres años en el Drama Centre de Londres y empezó, en 1975, su carrera profesional en el teatro. Muy pronto llegaría la gran pantalla y la etiqueta de galán de Hollywood.

“Nadie me dio la confianza en mí mismo, tuve que encontrarla yo mismo. A veces surge de la falta de confianza. De la inseguridad de no ser lo suficientemente bueno, de no tener la educación suficiente, de no saber la respuesta correcta o de no poder expresar mis sentimientos”, expresó hace unos años en una entrevista que le concedió a la revista inglesa Gentleman’s Journal y desnudó el impacto que su primera infancia tuvo en su vida.

De las tablas inglesas a las grandes ligas

El desembarco de Brosnan en los Estados Unidos se dio en 1981 con la miniserie The Manions of America. Cuatro años después recibió su primera nominación al Globo de Oro por su interpretación del socialité Robert Gould Shaw II en la miniserie británica Nancy Astor. La serie romántica de detectives de la NBC Remington Steele que se estrenó en la televisión en 1982 le dio la visibilidad que necesitaba para seguir creciendo. Él mismo lo contó en una entrevista con Route Magazine. “Remington Steele me dio alas para volar y me aferré con ambas manos”, explicó.

Antes de darle vida a uno de los más queridos James Bond de la historia, Brosnan participó en películas como El cuarto protocolo (1987) y Papá por siempre (1993). El traje del famoso agente del Servicio Secreto británico se lo puso en 1995 con GoldenEye y lo volvió a lucir en tres películas más: El mañana nunca muere (1997), 007: el mundo no basta (1999) y Otro día para morir (2002). “Como actor, tenés un trabajo personal que afrontar al intentar interpretar a este hombre”, comentó sobre su más aclamado personaje en una charla con GQ. Cuando le preguntaron si le gustaría volver a interpretar al agente 007, Brosnan fue categórico. “¿Cómo no me va a interesar? Pero es una situación delicada. Creo que es mejor dejar las cosas como están… Creo que es mejor dejarlo en manos de otro. Sangre fresca”, aclaró.

De amores, tragedias y resiliencia

Brosnan conoció a su primera mujer, la actriz australiana Cassandra Harris, al poco tiempo de graduarse del Drama Centre. El flechazo fue inmediato y luego de pasar por el altar, en 1980, le dieron la bienvenida a Sean. El actor, además, adoptó a Charlotte y Chris, los dos hijos de Harris, cuando su padre falleció. Pero el cuento de hadas duró poco: en 1987, a Harris le diagnosticaron un cáncer de ovario y cuatro años después, el 28 de diciembre de 1991, murió.

“Cargué con el peso, el dolor y el miedo de esa enfermedad. Saqué las pinturas y empecé a pintar otra vez. Con los dedos, con mis manos, en realidad. Cassie era muy positiva en la vida. Tenía una energía y una visión de la vida increíbles. Fue y es una pérdida terrible”, compartió el actor sobre aquel trágico momento. En 1992, en una charla con People, explicó el papel que tuvo Harris en su vida. “Ella me convirtió en el hombre que soy, el actor que soy, el padre que soy. Está grabada para siempre en cada fibra de mi ser. Está conmigo todos los días. Fue una gran bendición haber conocido a alguien así”.

Gracias a la pintura, a sus hijos y a su gran capacidad de resiliencia, Brosnan pudo seguir adelante con su vida. En 1994 se volvió a enamorar, sin buscarlo y de casualidad: conoció a la periodista Keely Shaye Smith en Cabo San Lucas, México, y como ella no pudo dar con Ted Danson, a quien quería entrevistar, lo abordó a él para no volver con las manos vacías.

Brosnan y Smith se casaron en 2001 y tuvieron dos hijos: Dylan y Paris. Hoy, la pareja divide su tiempo entre Hawaii, Malibú y Dublín. “Ver a alguien crecer y envejecer contigo es un viaje muy espiritual”, aseguró Brosnan en relación con su compañera de vida en diálogo con Fox News en 2023. “Me permite adentrarme en la inmensidad del universo y hacer lo que hago como hombre y como actor. Keely es periodista, reportera. Es una artista por derecho propio. Y como mujer, ha formado una familia para nuestros hijos”, completó.

El arte como pasión y como exorcismo

Si bien para el gran público Brosnan se centró en su carrera como actor, en su mundo el arte mantuvo un rol principal. De su prolífico pincel nacieron cientos de pinturas, muchas de las cuales expuso en distintas muestras. Su primera exposición individual llevó el título de “Tantos sueños” y se realizó en 2023. En ese momento compartió con la revista Vanity Fair algunos detalles de su camino como artista. “Llevo pintando desde el año 1987 y para mí es muy terapéutico”, explicó el día de la inauguración de la exposición en Los Ángeles. “Pintar me ha ayudado a encontrar mi camino en la vida. Cuando me siento angustiado, me voy al lienzo. Me reconforta y me hace feliz”.

Las formas y los colores fueron, en varios momentos de su vida, la vía de escape para superar las tragedias: primero la muerte de Cassie, luego la de su hija adoptiva Charlotte, quien falleció a fines de mayo de 2013 como consecuencia, también, de un cáncer de ovario. Hoy son su nuevo norte: además de compartir con su hija Paris la pasión y largas veladas de pintura – “Me llena del mayor orgullo, orgullo paternal, estar pintando a su lado”, confesó en una nota a GQ-, es una meta certera para cuando se retire de la actuación: mudarse a París y ser aprendiz de algún reconocido artista en su taller.

 Le dio vida a uno de los más queridos James Bond y su encanto lo llevó a construir una extensa carrera. Hoy es feliz en el set, pero también en las galerías de arte  LA NACION