Proponen tirar 400 toneladas de hormigón al fondo del mar por un curioso motivo

A simple vista, sumergir esferas gigantescas de concreto en el fondo del océano puede generar inquietudes ambientales. Sin embargo, en Alemania, esta propuesta está despertando interés entre la comunidad científica y organizaciones ambientalistas. El motivo: estas estructuras no solo son seguras, sino que permitirían generar y almacenar energía limpia, y así, contribuyen a la transformación del sistema energético global.
Un sistema que aprovecha la presión del mar
El proyecto, denominado StEnSea —acrónimo de Stored Energy in the Sea—, es impulsado por el Instituto Fraunhofer IEE en colaboración con la empresa Pleuger. Recibe apoyo financiero tanto del gobierno alemán como de inversores privados y lleva más de una década en desarrollo.
El principio detrás de esta tecnología es similar al de las centrales hidroeléctricas de bombeo. La diferencia es que, en lugar de ubicarse en montañas o valles, se instala en el lecho marino. Allí, las condiciones naturales del océano, especialmente la presión a grandes profundidades, permiten replicar el almacenamiento y liberación de energía de forma eficiente.
¿Cómo funcionan las esferas submarinas?
Cada unidad consiste en una esfera de hormigón de nueve metros de ancho, hueca por dentro, que se instala a profundidades de hasta 800 metros. Estas bolas se conectan en red y pueden operar de forma sincronizada para abastecer a miles de hogares.
Durante las horas de menor consumo energético, las bombas situadas en el interior de las esferas expulsan el agua marina, lo cual consume energía eléctrica sobrante. Esa energía queda almacenada como potencial, lista para ser liberada cuando la demanda lo requiera. Al aumentar el consumo, las válvulas se abren y el agua del mar entra a gran presión en el interior de las esferas. Esta entrada de agua acciona turbinas internas, generando energía de inmediato. El sistema convierte así el fondo del océano en una especie de batería natural.
Impacto ambiental y durabilidad
Una de las características destacadas del proyecto es su sostenibilidad. Las esferas están construidas con materiales que no contaminan el entorno, y su operación no implica la emisión de gases, producción de residuos ni afectación a la fauna marina.
Cada una de estas esferas puede operar durante aproximadamente seis décadas y almacenar hasta 820.000 gigavatios (hora de energía), señalaron sus desarrolladores, quienes consideran que esta cifra representa una alternativa relevante frente a otras formas de almacenamiento energético.
Aplicaciones más allá del mar
Aunque el diseño fue pensado para el océano, el concepto puede adaptarse a otros entornos acuáticos. Según los impulsores de StEnSea, estas esferas podrían instalarse también en lagos profundos, ya sean naturales o artificiales. De igual forma, el sistema es compatible con fuentes renovables como la energía eólica o solar, ampliando sus posibilidades de uso.
Este nivel de adaptabilidad convierte al modelo en una opción viable para distintos contextos geográficos, especialmente en países que cuentan con cuerpos de agua significativos, pero carecen de infraestructura energética flexible.
Primeras pruebas en Estados Unidos
Actualmente, se evalúan diversos puntos del planeta para su instalación. Las costas de Noruega, Portugal, Brasil, Japón y Estados Unidos figuran como candidatos ideales por su profundidad y condiciones técnicas. En particular, se espera que las primeras unidades sean sumergidas antes de 2026 en las aguas de Long Beach, California. Esta etapa representa un paso crucial para validar el sistema en entornos reales y avanzar hacia una implementación masiva.
Un camino hacia el almacenamiento renovable
El almacenamiento de energía es uno de los principales retos de las fuentes renovables. Proyectos como StEnSea ofrecen una solución que se apoya en los principios físicos del entorno natural y evita depender de tecnologías contaminantes o costosas.
La posibilidad de contar con una red de esferas submarinas conectadas, capaces de operar de forma estable durante décadas, representa una apuesta a largo plazo por la seguridad energética sin comprometer el medio ambiente.
*Por Elim Johana Alonso Dorado
A simple vista, sumergir esferas gigantescas de concreto en el fondo del océano puede generar inquietudes ambientales. Sin embargo, en Alemania, esta propuesta está despertando interés entre la comunidad científica y organizaciones ambientalistas. El motivo: estas estructuras no solo son seguras, sino que permitirían generar y almacenar energía limpia, y así, contribuyen a la transformación del sistema energético global.
Un sistema que aprovecha la presión del mar
El proyecto, denominado StEnSea —acrónimo de Stored Energy in the Sea—, es impulsado por el Instituto Fraunhofer IEE en colaboración con la empresa Pleuger. Recibe apoyo financiero tanto del gobierno alemán como de inversores privados y lleva más de una década en desarrollo.
El principio detrás de esta tecnología es similar al de las centrales hidroeléctricas de bombeo. La diferencia es que, en lugar de ubicarse en montañas o valles, se instala en el lecho marino. Allí, las condiciones naturales del océano, especialmente la presión a grandes profundidades, permiten replicar el almacenamiento y liberación de energía de forma eficiente.
¿Cómo funcionan las esferas submarinas?
Cada unidad consiste en una esfera de hormigón de nueve metros de ancho, hueca por dentro, que se instala a profundidades de hasta 800 metros. Estas bolas se conectan en red y pueden operar de forma sincronizada para abastecer a miles de hogares.
Durante las horas de menor consumo energético, las bombas situadas en el interior de las esferas expulsan el agua marina, lo cual consume energía eléctrica sobrante. Esa energía queda almacenada como potencial, lista para ser liberada cuando la demanda lo requiera. Al aumentar el consumo, las válvulas se abren y el agua del mar entra a gran presión en el interior de las esferas. Esta entrada de agua acciona turbinas internas, generando energía de inmediato. El sistema convierte así el fondo del océano en una especie de batería natural.
Impacto ambiental y durabilidad
Una de las características destacadas del proyecto es su sostenibilidad. Las esferas están construidas con materiales que no contaminan el entorno, y su operación no implica la emisión de gases, producción de residuos ni afectación a la fauna marina.
Cada una de estas esferas puede operar durante aproximadamente seis décadas y almacenar hasta 820.000 gigavatios (hora de energía), señalaron sus desarrolladores, quienes consideran que esta cifra representa una alternativa relevante frente a otras formas de almacenamiento energético.
Aplicaciones más allá del mar
Aunque el diseño fue pensado para el océano, el concepto puede adaptarse a otros entornos acuáticos. Según los impulsores de StEnSea, estas esferas podrían instalarse también en lagos profundos, ya sean naturales o artificiales. De igual forma, el sistema es compatible con fuentes renovables como la energía eólica o solar, ampliando sus posibilidades de uso.
Este nivel de adaptabilidad convierte al modelo en una opción viable para distintos contextos geográficos, especialmente en países que cuentan con cuerpos de agua significativos, pero carecen de infraestructura energética flexible.
Primeras pruebas en Estados Unidos
Actualmente, se evalúan diversos puntos del planeta para su instalación. Las costas de Noruega, Portugal, Brasil, Japón y Estados Unidos figuran como candidatos ideales por su profundidad y condiciones técnicas. En particular, se espera que las primeras unidades sean sumergidas antes de 2026 en las aguas de Long Beach, California. Esta etapa representa un paso crucial para validar el sistema en entornos reales y avanzar hacia una implementación masiva.
Un camino hacia el almacenamiento renovable
El almacenamiento de energía es uno de los principales retos de las fuentes renovables. Proyectos como StEnSea ofrecen una solución que se apoya en los principios físicos del entorno natural y evita depender de tecnologías contaminantes o costosas.
La posibilidad de contar con una red de esferas submarinas conectadas, capaces de operar de forma estable durante décadas, representa una apuesta a largo plazo por la seguridad energética sin comprometer el medio ambiente.
*Por Elim Johana Alonso Dorado
Se trata de un proyecto presentado por científicos con el objetivo de que funcione como una central hidroeléctrica de bombeo LA NACION