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jueves, mayo 22, 2025
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¿Sembrarán más? Los productores le responden al Gobierno qué harán tras la continuidad de la baja de las retenciones en trigo y en cebada

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Después de que el Gobierno decidiera extender la baja temporal de las retenciones para el trigo y la cebada —cuyo esquema actual vence el 30 de junio próximo—, y en plena etapa de planificación de la campaña fina, desde el campo reconocieron que la continuidad de la alícuota reducida del 9,5% (frente al 12% que no regresará) “impacta positivamente”, pero advirtieron que no es suficiente para modificar la intención de siembra, es decir que se haga más cultivos de lo previsto. Explicaron que los márgenes siguen siendo muy ajustados, que la rentabilidad del trigo es limitada cuando se lo analiza de manera aislada y que la verdadera ecuación económica se define en función del doble cultivo con la soja. Por eso alertaron que, sin una reducción en las retenciones para la oleaginosa —que tributa el 26% hasta junio y volverá al 33% después—, la rentabilidad del sistema productivo se diluye.

Vale recordar que la Bolsa de Comercio de Rosario (BCR) proyectó, en el caso del trigo, una superficie de 7,2 millones de hectáreas, unas 300.000 hectáreas más que el ciclo agrícola pasado. Sería la mayor área de los últimos 15 años.

“La medida impacta positivamente. Hoy leo los márgenes con esta prórroga ya cargada en el mercado, y el número da fino, pero da”, explicó Alejandro Acerbo, productor agropecuario y asesor de la zona de Junín. Aun así, aclaró que no habrá una expansión del área sembrada: “Es mantener, porque el número del trigo está muy fino. Nos mejora el número que no haya tantas retenciones, pero no tanto como para salir a hacer todo trigo. La mayor ganancia está con la soja que viene después”, explicó.

Ese razonamiento se repitió entre muchos productores que no piensan al trigo como cultivo individual, sino como parte de una estrategia de rotación. “Eso debería cambiar también [por las retenciones a la soja]. Si realmente se busca una producción sustentable, habría que igualar las condiciones para todos los cultivos”, sostuvo Acerbo.

Están en un valle soñado: tres lugares combinan con éxito producción y turismo rural abiertos al público

Desde Tandil, el productor Daniel Barcelonna compartió una visión similar: “La baja de retenciones ayuda, pero no alcanza. Lo que hoy necesitamos es negociar una baja importante en los quintales de soja que pagamos de alquiler. Si no conseguimos eso, los números no cierran”. Según contó, en su zona las renovaciones de campos se están definiendo ahora y los contratos siguen atados a valores muy altos medidos en soja.

Barcelonna también señaló que, aunque la baja de retenciones suma, hay otros factores más determinantes, como el precio de los insumos. “Hubo una baja importante en herbicidas y fertilizantes, sobre todo en la urea. Eso ayuda. Pero no es que por la baja de retenciones vamos a duplicar la superficie de trigo. Hay que poner todo en la balanza”, dijo.

Un análisis realizado por el productor Néstor Roulet refuerza esa idea. Evaluó los márgenes proyectados para la campaña 2025/26 bajo el nuevo esquema fiscal, comparando dos escenarios: uno con un 9,5% de retención para el trigo y un 26% para la soja (vigente hasta junio), y otro con el mismo 9,5% para el trigo, pero con un 33% para la soja. En ambos casos, el trigo mejora levemente su rendimiento de indiferencia que es clave para no perder plata. En este caso baja de 38,1 a 36,8 quintales por hectárea, debido a una reducción en el valor de alquiler considerado.

Sin embargo, la soja necesita rendir más: el rinde de indiferencia sube de 23,8 a 25 quintales por hectárea, producto de la mayor presión fiscal. Al trasladar esas diferencias a precios de mercado, Roulet concluyó que “se perderían US$5 por hectárea en el cultivo trigo/soja en la campaña 2025/26”, una cifra que refleja el deterioro de la rentabilidad del sistema por el nuevo régimen. La pérdida surge de restar los US$26 por hectárea que se “ahorran” en trigo, frente a los US$31,20 que se “pierden” en soja, por el aumento del rinde necesario.

A eso se suma el contexto de costos. El informe “Monitor Insumo-Producto” de Coninagro, correspondiente a mayo 2025, señaló que, pese a algunas mejoras puntuales, el poder de compra de los granos sigue en niveles bajos. “Los granos no mostraron mejoras significativas y continúan perdiendo poder adquisitivo frente a la mayoría de los insumos”, alertó el relevamiento. Solo muestran algo de ventaja respecto a fertilizantes, semillas y camionetas, pero siguen en desventaja frente a inmuebles rurales, construcción y maquinaria.

En el caso del trigo, por ejemplo, se necesitan 2,4 kilos para comprar un kilo de urea, un 12% menos que el año pasado, lo que implica una leve mejora. Pero cuando se observa el costo del flete, el panorama es más complejo: se requieren 172,1 kilos de trigo por tonelada transportada a 300 kilómetros, un incremento del 41% respecto al promedio de los últimos cinco años. También se encareció el gasoil en términos relativos: 5,6 kilos de trigo por litro, un 30% más que el promedio histórico.

En este marco, Alejandro Vejrup, gerente de la Cooperativa Alfa de Tres Arroyos, compartió información que resume el margen bruto actual en la zona para distintos cultivos de invierno. A valores de mercado (trigo a US$200 y cebada forrajera a US$170), y considerando un alquiler equivalente a 8 o 9 quintales de soja, el resultado para el trigo es negativo en US$72 por hectárea y para la cebada forrajera, de US$83 negativos. Solo la cebada tipo Quilmes y la de exportación muestra cifras levemente positivas.

“Tanto trigo como cebada forrajera dan negativo con rindes de 4500 y 5000 kg. Por eso digo que por subir o bajar dos puntos y medio las retenciones, no va a cambiar la expectativa de siembra. Lo que más define es la rotación tradicional y el clima. Este año llovió bien, hay buenas reservas. Eso sí ayuda a tomar la decisión”, aseguró Vejrup.

Según su mirada, la medida oficial sirve para confirmar decisiones que ya estaban tomadas, pero no genera un cambio estructural en las rotaciones. “No tiene impacto en esta zona. La intención de siembra ya estaba definida por otros factores”, dijo.

Desde el sudeste bonaerense, el productor Esteban Bilbao también expresó su escepticismo. “Las retenciones son una quita de poder adquisitivo muy importante, que no resulta justa si se considera la carga fiscal total que ya afronta el productor. Además, este impuesto no distingue si se gana, se empata o se pierde. En sí, es un tributo injusto”, sostuvo.

En su zona, el trigo y la cebada ya ocupan entre el 30% y el 40% de la superficie sembrada, por lo que la medida no tendrá impacto en la expansión del área. “No hay mucho margen para crecer sin forzar el manejo técnico y agronómico”, explicó. No obstante, aclaró que la decisión del Gobierno se valora.

Bilbao también advirtió sobre la falta de incentivos a la diversificación: “Que haya cultivos como la soja, que prácticamente no se pueden hacer de primera por los números, reduce la agrodiversidad. Eso es malo para el suelo, para el productor y para la sociedad, porque genera más riesgo y menos trabajo distribuido en el tiempo”, planteó.

No obstante, en esta campaña las proyecciones siguen siendo optimistas. El último informe de CREA indicó que la intención de siembra de cultivos de invierno para la campaña 2025/26 alcanzó su nivel más alto desde 2012, con un 33% de participación prevista en los planes de siembra de las empresas relevadas. Ese repunte responde, principalmente, a la mejora en las condiciones climáticas, pero desde CREA dijeron que los excesos hídricos posteriores y el bajo nivel de precios podrían obstaculizar la concreción efectiva de esa intención.

Señaló que la permanencia de los derechos de exportación compromete la viabilidad económica del trigo y la cebada en buena parte del área productiva. En cambio, su eliminación permitiría mejorar la fertilización, aumentar la producción de trigo en un 2,7% y sumar US$112 millones en exportaciones adicionales. CREA alertó que, en el actual contexto de tipo de cambio apreciado y precios internacionales deprimidos, los derechos de exportación resultan particularmente distorsivos. “Sus efectos negativos hoy son insostenibles”, sostuvo en el informe.

Desde AZ-Group, el analista Jeremías Battistoni coincidió en que la prórroga del 9,5% en las retenciones al trigo fue una decisión “necesaria y esperada” y la calificó como “una bocanada de aire fresco para los productores”. Sin embargo, advirtió que el trigo sigue siendo un cultivo caro y que los márgenes son ajustados por el encarecimiento de los insumos, especialmente los fertilizantes y servicios. “No alcanza con prorrogar la alícuota. Para que el cultivo gane competitividad real, se necesita eliminar completamente las retenciones en el mediano plazo”, sostuvo.

En su análisis Battistoni estimó que el precio del trigo podría mejorar hasta US$26 por tonelada si se eliminaran por completo los derechos de exportación, alcanzando un valor de US$226 por tonelada frente a los US$200 por tonelada actuales. También destacó que, para la campaña 2025/26, el precio de cosecha podría subir de 202 a 216 US$/t sin retenciones, lo que significaría una mejora directa para el productor. Según sus cálculos, con un volumen exportable de 12 millones de toneladas, el Estado recaudaría US$256,5 millones manteniendo el esquema actual.

Después de que el Gobierno decidiera extender la baja temporal de las retenciones para el trigo y la cebada —cuyo esquema actual vence el 30 de junio próximo—, y en plena etapa de planificación de la campaña fina, desde el campo reconocieron que la continuidad de la alícuota reducida del 9,5% (frente al 12% que no regresará) “impacta positivamente”, pero advirtieron que no es suficiente para modificar la intención de siembra, es decir que se haga más cultivos de lo previsto. Explicaron que los márgenes siguen siendo muy ajustados, que la rentabilidad del trigo es limitada cuando se lo analiza de manera aislada y que la verdadera ecuación económica se define en función del doble cultivo con la soja. Por eso alertaron que, sin una reducción en las retenciones para la oleaginosa —que tributa el 26% hasta junio y volverá al 33% después—, la rentabilidad del sistema productivo se diluye.

Vale recordar que la Bolsa de Comercio de Rosario (BCR) proyectó, en el caso del trigo, una superficie de 7,2 millones de hectáreas, unas 300.000 hectáreas más que el ciclo agrícola pasado. Sería la mayor área de los últimos 15 años.

“La medida impacta positivamente. Hoy leo los márgenes con esta prórroga ya cargada en el mercado, y el número da fino, pero da”, explicó Alejandro Acerbo, productor agropecuario y asesor de la zona de Junín. Aun así, aclaró que no habrá una expansión del área sembrada: “Es mantener, porque el número del trigo está muy fino. Nos mejora el número que no haya tantas retenciones, pero no tanto como para salir a hacer todo trigo. La mayor ganancia está con la soja que viene después”, explicó.

Ese razonamiento se repitió entre muchos productores que no piensan al trigo como cultivo individual, sino como parte de una estrategia de rotación. “Eso debería cambiar también [por las retenciones a la soja]. Si realmente se busca una producción sustentable, habría que igualar las condiciones para todos los cultivos”, sostuvo Acerbo.

Están en un valle soñado: tres lugares combinan con éxito producción y turismo rural abiertos al público

Desde Tandil, el productor Daniel Barcelonna compartió una visión similar: “La baja de retenciones ayuda, pero no alcanza. Lo que hoy necesitamos es negociar una baja importante en los quintales de soja que pagamos de alquiler. Si no conseguimos eso, los números no cierran”. Según contó, en su zona las renovaciones de campos se están definiendo ahora y los contratos siguen atados a valores muy altos medidos en soja.

Barcelonna también señaló que, aunque la baja de retenciones suma, hay otros factores más determinantes, como el precio de los insumos. “Hubo una baja importante en herbicidas y fertilizantes, sobre todo en la urea. Eso ayuda. Pero no es que por la baja de retenciones vamos a duplicar la superficie de trigo. Hay que poner todo en la balanza”, dijo.

Un análisis realizado por el productor Néstor Roulet refuerza esa idea. Evaluó los márgenes proyectados para la campaña 2025/26 bajo el nuevo esquema fiscal, comparando dos escenarios: uno con un 9,5% de retención para el trigo y un 26% para la soja (vigente hasta junio), y otro con el mismo 9,5% para el trigo, pero con un 33% para la soja. En ambos casos, el trigo mejora levemente su rendimiento de indiferencia que es clave para no perder plata. En este caso baja de 38,1 a 36,8 quintales por hectárea, debido a una reducción en el valor de alquiler considerado.

Sin embargo, la soja necesita rendir más: el rinde de indiferencia sube de 23,8 a 25 quintales por hectárea, producto de la mayor presión fiscal. Al trasladar esas diferencias a precios de mercado, Roulet concluyó que “se perderían US$5 por hectárea en el cultivo trigo/soja en la campaña 2025/26”, una cifra que refleja el deterioro de la rentabilidad del sistema por el nuevo régimen. La pérdida surge de restar los US$26 por hectárea que se “ahorran” en trigo, frente a los US$31,20 que se “pierden” en soja, por el aumento del rinde necesario.

A eso se suma el contexto de costos. El informe “Monitor Insumo-Producto” de Coninagro, correspondiente a mayo 2025, señaló que, pese a algunas mejoras puntuales, el poder de compra de los granos sigue en niveles bajos. “Los granos no mostraron mejoras significativas y continúan perdiendo poder adquisitivo frente a la mayoría de los insumos”, alertó el relevamiento. Solo muestran algo de ventaja respecto a fertilizantes, semillas y camionetas, pero siguen en desventaja frente a inmuebles rurales, construcción y maquinaria.

En el caso del trigo, por ejemplo, se necesitan 2,4 kilos para comprar un kilo de urea, un 12% menos que el año pasado, lo que implica una leve mejora. Pero cuando se observa el costo del flete, el panorama es más complejo: se requieren 172,1 kilos de trigo por tonelada transportada a 300 kilómetros, un incremento del 41% respecto al promedio de los últimos cinco años. También se encareció el gasoil en términos relativos: 5,6 kilos de trigo por litro, un 30% más que el promedio histórico.

En este marco, Alejandro Vejrup, gerente de la Cooperativa Alfa de Tres Arroyos, compartió información que resume el margen bruto actual en la zona para distintos cultivos de invierno. A valores de mercado (trigo a US$200 y cebada forrajera a US$170), y considerando un alquiler equivalente a 8 o 9 quintales de soja, el resultado para el trigo es negativo en US$72 por hectárea y para la cebada forrajera, de US$83 negativos. Solo la cebada tipo Quilmes y la de exportación muestra cifras levemente positivas.

“Tanto trigo como cebada forrajera dan negativo con rindes de 4500 y 5000 kg. Por eso digo que por subir o bajar dos puntos y medio las retenciones, no va a cambiar la expectativa de siembra. Lo que más define es la rotación tradicional y el clima. Este año llovió bien, hay buenas reservas. Eso sí ayuda a tomar la decisión”, aseguró Vejrup.

Según su mirada, la medida oficial sirve para confirmar decisiones que ya estaban tomadas, pero no genera un cambio estructural en las rotaciones. “No tiene impacto en esta zona. La intención de siembra ya estaba definida por otros factores”, dijo.

Desde el sudeste bonaerense, el productor Esteban Bilbao también expresó su escepticismo. “Las retenciones son una quita de poder adquisitivo muy importante, que no resulta justa si se considera la carga fiscal total que ya afronta el productor. Además, este impuesto no distingue si se gana, se empata o se pierde. En sí, es un tributo injusto”, sostuvo.

En su zona, el trigo y la cebada ya ocupan entre el 30% y el 40% de la superficie sembrada, por lo que la medida no tendrá impacto en la expansión del área. “No hay mucho margen para crecer sin forzar el manejo técnico y agronómico”, explicó. No obstante, aclaró que la decisión del Gobierno se valora.

Bilbao también advirtió sobre la falta de incentivos a la diversificación: “Que haya cultivos como la soja, que prácticamente no se pueden hacer de primera por los números, reduce la agrodiversidad. Eso es malo para el suelo, para el productor y para la sociedad, porque genera más riesgo y menos trabajo distribuido en el tiempo”, planteó.

No obstante, en esta campaña las proyecciones siguen siendo optimistas. El último informe de CREA indicó que la intención de siembra de cultivos de invierno para la campaña 2025/26 alcanzó su nivel más alto desde 2012, con un 33% de participación prevista en los planes de siembra de las empresas relevadas. Ese repunte responde, principalmente, a la mejora en las condiciones climáticas, pero desde CREA dijeron que los excesos hídricos posteriores y el bajo nivel de precios podrían obstaculizar la concreción efectiva de esa intención.

Señaló que la permanencia de los derechos de exportación compromete la viabilidad económica del trigo y la cebada en buena parte del área productiva. En cambio, su eliminación permitiría mejorar la fertilización, aumentar la producción de trigo en un 2,7% y sumar US$112 millones en exportaciones adicionales. CREA alertó que, en el actual contexto de tipo de cambio apreciado y precios internacionales deprimidos, los derechos de exportación resultan particularmente distorsivos. “Sus efectos negativos hoy son insostenibles”, sostuvo en el informe.

Desde AZ-Group, el analista Jeremías Battistoni coincidió en que la prórroga del 9,5% en las retenciones al trigo fue una decisión “necesaria y esperada” y la calificó como “una bocanada de aire fresco para los productores”. Sin embargo, advirtió que el trigo sigue siendo un cultivo caro y que los márgenes son ajustados por el encarecimiento de los insumos, especialmente los fertilizantes y servicios. “No alcanza con prorrogar la alícuota. Para que el cultivo gane competitividad real, se necesita eliminar completamente las retenciones en el mediano plazo”, sostuvo.

En su análisis Battistoni estimó que el precio del trigo podría mejorar hasta US$26 por tonelada si se eliminaran por completo los derechos de exportación, alcanzando un valor de US$226 por tonelada frente a los US$200 por tonelada actuales. También destacó que, para la campaña 2025/26, el precio de cosecha podría subir de 202 a 216 US$/t sin retenciones, lo que significaría una mejora directa para el productor. Según sus cálculos, con un volumen exportable de 12 millones de toneladas, el Estado recaudaría US$256,5 millones manteniendo el esquema actual.

 Según un relevamiento de LA NACION, la decisión es mantener los planes iniciales, con mayor área, pero sin un incremento extra por la medida; los motivos de la decisión  LA NACION