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jueves, mayo 22, 2025
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Competencia de monedas: de qué se trata el proceso que busca Milei con los anuncios sobre los dólares “en el colchón”

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El Gobierno prepara el escenario para incentivar que los argentinos usen los “dólares del colchón”. El anuncio, postergado desde la semana antes de las elecciones, tiene un objetivo central: que esos fondos que atesoran los argentinos fuera del sistema financiero se vuelquen a la economía y sostengan el crecimiento de la actividad.

Funcionarios como el ministro de Economía Luis Caputo o el director del Banco Central, entre otros, ya hablaron de la idea y justificaron su apuesta por la necesidad de “remonetizar” la economía.

En otras palabras: con un crecimiento del nivel de actividad tras el piso de la recesión en el primer cuatrimestre de 2024, y la intención oficial de contener la emisión de pesos por temores a que eso alimente la inflación (bajarla es la prioridad central del Gobierno hoy), lo que se busca es que esos dólares ingresen al sistema para seguir sosteniendo el crecimiento.

Años de inflación alta y recesiones, con más de una década de estancamiento de la economía, erosionaron la capacidad del peso como instrumento de ahorro y llevaron a quienes tuvieron un excedente de sus ingresos a refugiarse en el dólar. Además, la historia reciente del país, con confiscaciones de depósitos, corralito y pesificaciones, también generaron desconfianza sobre el sistema financiero local, y alimentaron una salida de divisas hacia cajas de seguridad, cuentas en el exterior o “el colchón”.

Se trata de una dinámica que cruzó diferentes gestiones y en las últimas décadas solo creció. De acuerdo con estimaciones oficiales del Indec, el stock de ahorro fuera del sistema (en dólares u otras monedas) era superior a los US$270.000 millones, una cifra que, por ejemplo, es siete veces mayor a las reservas brutas que hoy tiene el Banco Central (US$38.176 millones).

La búsqueda del Gobierno es habilitar mecanismos para que esos dólares circulen en el país, tanto para concretar transacciones (compras de autos, motos, propiedades, electrónica, viajes, entre otros) como para que, al estar depositados en los bancos, puedan ser usados para préstamos, cuya demanda retomó impulso en las últimas semanas.

“Hoy la economía crece al 6% anual y para darle nafta hay que remonetizarla. Necesitamos más nafta y ahí entran los dólares del colchón, para sostener crecimiento con baja de la inflación. Eso ayuda al crecimiento manteniendo el fortalecimiento de la moneda”, sostuvo días atrás Furiase.

Es, en definitiva, un paso que legitima o busca formalizar la “competencia de monedas” y la economía “bimonetaria”, antes que una ‘dolarización endógena’. Este último paso, sobre el que insiste Milei, implicaría eliminar el peso y que los argentinos por su propia iniciativa adopten el dólar como moneda para todas sus transacciones. Tanto el equipo económico como el FMI en su staff report insisten en mantener y “fortalecer” al peso.

Los cuestionamientos a esta medida tienen que ver con el origen de los fondos, y la posibilidad de que ese dinero “en el colchón” provenga de la evasión impositiva o de actividades ilícitas (narcotráfico, lavado de dinero, negocios informales, etc.). “No tiene nada que ver con un blanqueo”, dijo Milei días atrás, ante los cuestionamientos recibidos por una iniciativa que, en la práctica, habilita a que los ciudadanos usen dinero cuya procedencia podría ser cuestionada por organismos regulatorios o los entes que recaudan impuestos.

De hecho, una de las luces amarillas que se encendieron al conocerse este plan del Gobierno estuvo asociado con la evaluación del país del GAFI (Grupo de Acción Financiera Internacional) u organismos como el FMI, que suelen castigar a países cuya regulación o marco económico no avanza con controles o mecanismos restrictivos sobre actividad como el terrorismo o el lavado de activos.

Más allá de los detalles concretos de las medidas, de fondo subyace la recurrente necesidad de la economía argentina por divisas y la debilidad del esquema actual en el sector externo. “Es una tendencia del Gobierno de salir a buscar dólares a diferentes lugares, como fue el blanqueo o el FMI. Ahora son los dólares que acumularon las familias. La señal es que el sistema económico no genera los dólares suficientes, y por eso siempre hay que ir a lugares donde hay un stock acumulado para seguir sosteniendo este régimen y este tipo de cambio tan bajo. Hoy somos muy caros en dólares”, resume Guido Zack, director de Economía en el think tank Fundar.

El Gobierno prepara el escenario para incentivar que los argentinos usen los “dólares del colchón”. El anuncio, postergado desde la semana antes de las elecciones, tiene un objetivo central: que esos fondos que atesoran los argentinos fuera del sistema financiero se vuelquen a la economía y sostengan el crecimiento de la actividad.

Funcionarios como el ministro de Economía Luis Caputo o el director del Banco Central, entre otros, ya hablaron de la idea y justificaron su apuesta por la necesidad de “remonetizar” la economía.

En otras palabras: con un crecimiento del nivel de actividad tras el piso de la recesión en el primer cuatrimestre de 2024, y la intención oficial de contener la emisión de pesos por temores a que eso alimente la inflación (bajarla es la prioridad central del Gobierno hoy), lo que se busca es que esos dólares ingresen al sistema para seguir sosteniendo el crecimiento.

Años de inflación alta y recesiones, con más de una década de estancamiento de la economía, erosionaron la capacidad del peso como instrumento de ahorro y llevaron a quienes tuvieron un excedente de sus ingresos a refugiarse en el dólar. Además, la historia reciente del país, con confiscaciones de depósitos, corralito y pesificaciones, también generaron desconfianza sobre el sistema financiero local, y alimentaron una salida de divisas hacia cajas de seguridad, cuentas en el exterior o “el colchón”.

Se trata de una dinámica que cruzó diferentes gestiones y en las últimas décadas solo creció. De acuerdo con estimaciones oficiales del Indec, el stock de ahorro fuera del sistema (en dólares u otras monedas) era superior a los US$270.000 millones, una cifra que, por ejemplo, es siete veces mayor a las reservas brutas que hoy tiene el Banco Central (US$38.176 millones).

La búsqueda del Gobierno es habilitar mecanismos para que esos dólares circulen en el país, tanto para concretar transacciones (compras de autos, motos, propiedades, electrónica, viajes, entre otros) como para que, al estar depositados en los bancos, puedan ser usados para préstamos, cuya demanda retomó impulso en las últimas semanas.

“Hoy la economía crece al 6% anual y para darle nafta hay que remonetizarla. Necesitamos más nafta y ahí entran los dólares del colchón, para sostener crecimiento con baja de la inflación. Eso ayuda al crecimiento manteniendo el fortalecimiento de la moneda”, sostuvo días atrás Furiase.

Es, en definitiva, un paso que legitima o busca formalizar la “competencia de monedas” y la economía “bimonetaria”, antes que una ‘dolarización endógena’. Este último paso, sobre el que insiste Milei, implicaría eliminar el peso y que los argentinos por su propia iniciativa adopten el dólar como moneda para todas sus transacciones. Tanto el equipo económico como el FMI en su staff report insisten en mantener y “fortalecer” al peso.

Los cuestionamientos a esta medida tienen que ver con el origen de los fondos, y la posibilidad de que ese dinero “en el colchón” provenga de la evasión impositiva o de actividades ilícitas (narcotráfico, lavado de dinero, negocios informales, etc.). “No tiene nada que ver con un blanqueo”, dijo Milei días atrás, ante los cuestionamientos recibidos por una iniciativa que, en la práctica, habilita a que los ciudadanos usen dinero cuya procedencia podría ser cuestionada por organismos regulatorios o los entes que recaudan impuestos.

De hecho, una de las luces amarillas que se encendieron al conocerse este plan del Gobierno estuvo asociado con la evaluación del país del GAFI (Grupo de Acción Financiera Internacional) u organismos como el FMI, que suelen castigar a países cuya regulación o marco económico no avanza con controles o mecanismos restrictivos sobre actividad como el terrorismo o el lavado de activos.

Más allá de los detalles concretos de las medidas, de fondo subyace la recurrente necesidad de la economía argentina por divisas y la debilidad del esquema actual en el sector externo. “Es una tendencia del Gobierno de salir a buscar dólares a diferentes lugares, como fue el blanqueo o el FMI. Ahora son los dólares que acumularon las familias. La señal es que el sistema económico no genera los dólares suficientes, y por eso siempre hay que ir a lugares donde hay un stock acumulado para seguir sosteniendo este régimen y este tipo de cambio tan bajo. Hoy somos muy caros en dólares”, resume Guido Zack, director de Economía en el think tank Fundar.

 Según estimaciones del Indec, los argentinos guardan más de US$270.000 millones fuera del sistema  LA NACION