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sábado, mayo 24, 2025
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Cómo es el trabajo diario de los periodistas en la Casa Rosada que el gobierno quiere limitar

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El trabajo de los periodistas acreditados en la Casa Rosada consta de retratar al gobierno, explicar las medidas de interés público, preguntar y pedir explicaciones a los funcionarios por las decisiones que toman a diario. Se busca, naturalmente, la primicia de impacto y la repercusión de los eventos trascendentes gracias a la relativa cercanía física con el poder de turno. En definitiva, se trata de contar quiénes son, qué hacen y cómo piensan los que nos gobiernan, mandato tras mandato.

Pero los periodistas acreditados en la sede de Balcarce 50, aunque así lo quisieran, no son moscas que se inmiscuyen en las reuniones de los funcionarios donde se definen los destinos del país. Las medidas económicas, los cambios de gabinete, las candidaturas en años impares son activos informativos difíciles de conseguir. En la gestión actual, como en las anteriores, no es posible verlo todo: el Presidente y sus funcionarios pueden moverse por el edificio sin cruzarse con ningún cronista.

Así sucede actualmente con Javier y Karina Milei, pero también con el jefe de Gabinete, Guillermo Francos; el vicejefe de Interior, Lisandro Catalán; o el poderoso asesor presidencial, Santiago Caputo, solo por citar algunas de las figuras con despacho en la Casa Rosada. Lo mismo pasaba con Alberto Fernández, con Mauricio Macri o con Cristina Kirchner y los suyos.

Hace poco, Milei, muy enojado con la prensa, solicitó que una fila de nueve granaderos se interpusiera ante la mirada de los cronistas para impedir que se viera su ingreso a la sede de gobierno por la explanada de la calle Rivadavia. Salvo que el Presidente decida voluntariamente hablar con los periodistas, los cronistas habitualmente no se llevan de esa escena más que un saludo con la mano y la certeza de que el jefe de Estado está en la casa.

Sí hay algunas herramientas que permiten obtener indicios de lo que está pasando. Hacia afuera, lo visible (porque se transmite) es lo que se pregunta y se responde en las conferencias de prensa.

La gestión actual primero las hacía de forma diaria y luego las espació a una vez por semana. También hay instancias para anuncios especiales, como el del jueves, vinculado a los “dólares del colchón”.

Antes, hubo gobiernos que ni siquiera daban conferencias de prensa.

Pero en el trabajo diario, para el periodista, estar en el lugar y en el momento justo de la Casa Rosada es clave. Captar el ingreso de un importante empresario, un dirigente opositor, un legislador, un juez o un gremialista permite inferir que algo importante está por pasar. Cualquier reunión política en un despacho de la Casa Rosada puede implicar un vuelco en el curso de las cosas.

La acreditación en Casa Rosada permite muchas veces reconstruir esas reuniones, que en general revisten interés general para la población: cualquier audiencia oficial de cualquier funcionario público debe plasmarse en el Registro de Audiencias de Casa Rosada. Para eso también es fundamental contar con la libertad suficiente para ejercer, siempre con respeto, el periodismo en la Casa Rosada.

De ahí, el sentido de las largas guardias periodísticas para hacer preguntas a los protagonistas del día, o el intercambio off the record con algún funcionario o colaborador bien predispuesto para reconstruir lo que está pasando.

La presencia de Miguel Pichetto antes de que Macri anunciara que conformaría con él la fórmula presidencial en 2019 o una visita de Cristina Kirchner en la época de Alberto Fernández, podía ser un evento crucial. Más recientemente, la llegada a Balcarce 50 de referentes de Pro como Cristian Ritondo o Diego Santilli fue vital para comenzar a retratar la negociación electoral que comenzó a enhebrar el Gobierno con sus socios ¿Cómo no prestar atención a visitantes llamativos como Hayden Davis, punta del ovillo para entender la trama detrás del caso $LIBRA? ¿Cómo no narrar corridas de jornadas clave, como la salida del cepo?

En definitiva, cómo no retratar los momentos de gloria o de crisis de los gobiernos. O, lo que es más grave, las etapas de quietud e inactividad gubernamental.

Las nuevas reglas

De ahí el interés de todos los medios de comunicación por estar representados en la Sala de Periodistas de la Casa Rosada.

Actualmente, en los papeles, hay unos 90 periodistas acreditados en la sede de gobierno, de acuerdo a un informe de gestión de la Jefatura de Gabinete presentado en el Congreso. De ellos, 54 asisten de forma permanente en distintos turnos, que abarcan desde las 6 hasta las 22, según la requisitoria de cada medio.

Hay periodistas de radio, de televisión, de gráfica, de streaming. Hay periodistas de medios tradicionales y de medios digitales nuevos. Hay periodistas que trabajan de esto hace más de 40 años -los decanos- otros que llegaron el año pasado con Milei.

Algunos se fueron y volvieron. En conjunto representan a un crisol de medios de todas las orientaciones periodísticas.

Preguntas sin respuesta

Aún no queda en claro -nadie lo explicó más allá de lo que está escrito en el papel- cómo se van a implementar en la práctica las nuevas reglas para los acreditados en la Casa Rosada.

El secretario de Comunicación y Medios, Manuel Adorni, publicó los “lineamientos” y “procedimientos” esta mañana en el Boletín Oficial. El subsecretario de Prensa, Javier Lanari (que podría reemplazar a Adorni cuando él asuma como legislador porteño), será la autoridad de aplicación.

En principio, genera preocupación la limitación de la Sala de Periodistas (ubicada en el corazón del primer piso de la Casa Rosada) a 25 puestos. A las conferencias de prensa solo podrán asistir de forma eventual 36 profesionales.

La otra inquietud es qué medios podrán continuar con la cobertura y cuáles se quedarán afuera. En los requisitos para tramitar las acreditaciones se detalla que “se ponderarán aspectos como el alcance territorial del medio, la audiencia acreditada mediante métricas verificables, la pertinencia temática y la trayectoria profesional del solicitante”. ¿Puede haber medios alternativos que pierdan la cobertura? ¿Podrá el Gobierno quitarle la prerrogativa al medio a la hora de elegir al periodista que puede ingresar a la Casa Rosada? ¿Qué lugar se les dará a los influencers afines al Gobierno que esta gestión dijo querer incorporar?

Control de movimientos

Respecto a la dinámica diaria, la nueva resolución oficial señala que “se autoriza únicamente la circulación transitoria por las áreas comunes que sean estrictamente necesarias e indispensables, con el solo fin de trasladarse desde el ingreso hasta los espacios habilitados para las actividades periodísticas”. Y se agrega: “La permanencia y circulación en pasillos, oficinas, despachos u otras zonas de la Casa de Gobierno que no estén explícitamente autorizadas se encuentra prohibida”.

Si se controlan todos los movimientos en los espacios comunes -donde en general los altos funcionarios no circulan- se afectarán las guardias periodísticas. Encontrar la novedad, la primicia o contar aquello que el Gobierno preferiría que no se sepa, se hará más difícil.

Respecto a las conferencias de prensa, el reglamento indica que los periodistas “deberán conservar distancia y evitar acercarse al área donde se ubique el conferencista”.

Habitualmente, los cronistas buscan, cuando se apagan las cámaras, tener intercambios off the record para profundizar sobre algún tema o comprender el trasfondo de los anuncios. Es decisión del funcionario habilitar ese espacio o no.

Por último, la normativa indica que “se facilitará un micrófono a efectos de formular la pregunta el cual deberá ser devuelto concluida la formulación de la misma” y que “ en el supuesto de habilitarse una nueva intervención, el micrófono será entregado nuevamente” al periodista. Así quedará en manos de los funcionarios habilitar o no una herramienta clave para ejercer el oficio: la repregunta.

El trabajo de los periodistas acreditados en la Casa Rosada consta de retratar al gobierno, explicar las medidas de interés público, preguntar y pedir explicaciones a los funcionarios por las decisiones que toman a diario. Se busca, naturalmente, la primicia de impacto y la repercusión de los eventos trascendentes gracias a la relativa cercanía física con el poder de turno. En definitiva, se trata de contar quiénes son, qué hacen y cómo piensan los que nos gobiernan, mandato tras mandato.

Pero los periodistas acreditados en la sede de Balcarce 50, aunque así lo quisieran, no son moscas que se inmiscuyen en las reuniones de los funcionarios donde se definen los destinos del país. Las medidas económicas, los cambios de gabinete, las candidaturas en años impares son activos informativos difíciles de conseguir. En la gestión actual, como en las anteriores, no es posible verlo todo: el Presidente y sus funcionarios pueden moverse por el edificio sin cruzarse con ningún cronista.

Así sucede actualmente con Javier y Karina Milei, pero también con el jefe de Gabinete, Guillermo Francos; el vicejefe de Interior, Lisandro Catalán; o el poderoso asesor presidencial, Santiago Caputo, solo por citar algunas de las figuras con despacho en la Casa Rosada. Lo mismo pasaba con Alberto Fernández, con Mauricio Macri o con Cristina Kirchner y los suyos.

Hace poco, Milei, muy enojado con la prensa, solicitó que una fila de nueve granaderos se interpusiera ante la mirada de los cronistas para impedir que se viera su ingreso a la sede de gobierno por la explanada de la calle Rivadavia. Salvo que el Presidente decida voluntariamente hablar con los periodistas, los cronistas habitualmente no se llevan de esa escena más que un saludo con la mano y la certeza de que el jefe de Estado está en la casa.

Sí hay algunas herramientas que permiten obtener indicios de lo que está pasando. Hacia afuera, lo visible (porque se transmite) es lo que se pregunta y se responde en las conferencias de prensa.

La gestión actual primero las hacía de forma diaria y luego las espació a una vez por semana. También hay instancias para anuncios especiales, como el del jueves, vinculado a los “dólares del colchón”.

Antes, hubo gobiernos que ni siquiera daban conferencias de prensa.

Pero en el trabajo diario, para el periodista, estar en el lugar y en el momento justo de la Casa Rosada es clave. Captar el ingreso de un importante empresario, un dirigente opositor, un legislador, un juez o un gremialista permite inferir que algo importante está por pasar. Cualquier reunión política en un despacho de la Casa Rosada puede implicar un vuelco en el curso de las cosas.

La acreditación en Casa Rosada permite muchas veces reconstruir esas reuniones, que en general revisten interés general para la población: cualquier audiencia oficial de cualquier funcionario público debe plasmarse en el Registro de Audiencias de Casa Rosada. Para eso también es fundamental contar con la libertad suficiente para ejercer, siempre con respeto, el periodismo en la Casa Rosada.

De ahí, el sentido de las largas guardias periodísticas para hacer preguntas a los protagonistas del día, o el intercambio off the record con algún funcionario o colaborador bien predispuesto para reconstruir lo que está pasando.

La presencia de Miguel Pichetto antes de que Macri anunciara que conformaría con él la fórmula presidencial en 2019 o una visita de Cristina Kirchner en la época de Alberto Fernández, podía ser un evento crucial. Más recientemente, la llegada a Balcarce 50 de referentes de Pro como Cristian Ritondo o Diego Santilli fue vital para comenzar a retratar la negociación electoral que comenzó a enhebrar el Gobierno con sus socios ¿Cómo no prestar atención a visitantes llamativos como Hayden Davis, punta del ovillo para entender la trama detrás del caso $LIBRA? ¿Cómo no narrar corridas de jornadas clave, como la salida del cepo?

En definitiva, cómo no retratar los momentos de gloria o de crisis de los gobiernos. O, lo que es más grave, las etapas de quietud e inactividad gubernamental.

Las nuevas reglas

De ahí el interés de todos los medios de comunicación por estar representados en la Sala de Periodistas de la Casa Rosada.

Actualmente, en los papeles, hay unos 90 periodistas acreditados en la sede de gobierno, de acuerdo a un informe de gestión de la Jefatura de Gabinete presentado en el Congreso. De ellos, 54 asisten de forma permanente en distintos turnos, que abarcan desde las 6 hasta las 22, según la requisitoria de cada medio.

Hay periodistas de radio, de televisión, de gráfica, de streaming. Hay periodistas de medios tradicionales y de medios digitales nuevos. Hay periodistas que trabajan de esto hace más de 40 años -los decanos- otros que llegaron el año pasado con Milei.

Algunos se fueron y volvieron. En conjunto representan a un crisol de medios de todas las orientaciones periodísticas.

Preguntas sin respuesta

Aún no queda en claro -nadie lo explicó más allá de lo que está escrito en el papel- cómo se van a implementar en la práctica las nuevas reglas para los acreditados en la Casa Rosada.

El secretario de Comunicación y Medios, Manuel Adorni, publicó los “lineamientos” y “procedimientos” esta mañana en el Boletín Oficial. El subsecretario de Prensa, Javier Lanari (que podría reemplazar a Adorni cuando él asuma como legislador porteño), será la autoridad de aplicación.

En principio, genera preocupación la limitación de la Sala de Periodistas (ubicada en el corazón del primer piso de la Casa Rosada) a 25 puestos. A las conferencias de prensa solo podrán asistir de forma eventual 36 profesionales.

La otra inquietud es qué medios podrán continuar con la cobertura y cuáles se quedarán afuera. En los requisitos para tramitar las acreditaciones se detalla que “se ponderarán aspectos como el alcance territorial del medio, la audiencia acreditada mediante métricas verificables, la pertinencia temática y la trayectoria profesional del solicitante”. ¿Puede haber medios alternativos que pierdan la cobertura? ¿Podrá el Gobierno quitarle la prerrogativa al medio a la hora de elegir al periodista que puede ingresar a la Casa Rosada? ¿Qué lugar se les dará a los influencers afines al Gobierno que esta gestión dijo querer incorporar?

Control de movimientos

Respecto a la dinámica diaria, la nueva resolución oficial señala que “se autoriza únicamente la circulación transitoria por las áreas comunes que sean estrictamente necesarias e indispensables, con el solo fin de trasladarse desde el ingreso hasta los espacios habilitados para las actividades periodísticas”. Y se agrega: “La permanencia y circulación en pasillos, oficinas, despachos u otras zonas de la Casa de Gobierno que no estén explícitamente autorizadas se encuentra prohibida”.

Si se controlan todos los movimientos en los espacios comunes -donde en general los altos funcionarios no circulan- se afectarán las guardias periodísticas. Encontrar la novedad, la primicia o contar aquello que el Gobierno preferiría que no se sepa, se hará más difícil.

Respecto a las conferencias de prensa, el reglamento indica que los periodistas “deberán conservar distancia y evitar acercarse al área donde se ubique el conferencista”.

Habitualmente, los cronistas buscan, cuando se apagan las cámaras, tener intercambios off the record para profundizar sobre algún tema o comprender el trasfondo de los anuncios. Es decisión del funcionario habilitar ese espacio o no.

Por último, la normativa indica que “se facilitará un micrófono a efectos de formular la pregunta el cual deberá ser devuelto concluida la formulación de la misma” y que “ en el supuesto de habilitarse una nueva intervención, el micrófono será entregado nuevamente” al periodista. Así quedará en manos de los funcionarios habilitar o no una herramienta clave para ejercer el oficio: la repregunta.

 El trabajo de los periodistas acreditados en la Casa Rosada consta de retratar al gobierno, explicar las medidas de interés público, preguntar y pedir explicaciones a los funcionarios por las decisiones que toman a diario. Se busca, naturalmente, la primicia de impacto y la repercusión de los eventos trascendentes gracias a la relativa cercanía física con el poder de turno. En definitiva, se trata de contar quiénes son, qué hacen y cómo piensan los que nos gobiernan, mandato tras mandato. Pero los periodistas acreditados en la sede de Balcarce 50, aunque así lo quisieran, no son moscas que se inmiscuyen en las reuniones de los funcionarios donde se definen los destinos del país. Las medidas económicas, los cambios de gabinete, las candidaturas en años impares son activos informativos difíciles de conseguir. En la gestión actual, como en las anteriores, no es posible verlo todo: el Presidente y sus funcionarios pueden moverse por el edificio sin cruzarse con ningún cronista. Así sucede actualmente con Javier y Karina Milei, pero también con el jefe de Gabinete, Guillermo Francos; el vicejefe de Interior, Lisandro Catalán; o el poderoso asesor presidencial, Santiago Caputo, solo por citar algunas de las figuras con despacho en la Casa Rosada. Lo mismo pasaba con Alberto Fernández, con Mauricio Macri o con Cristina Kirchner y los suyos. Hace poco, Milei, muy enojado con la prensa, solicitó que una fila de nueve granaderos se interpusiera ante la mirada de los cronistas para impedir que se viera su ingreso a la sede de gobierno por la explanada de la calle Rivadavia. Salvo que el Presidente decida voluntariamente hablar con los periodistas, los cronistas habitualmente no se llevan de esa escena más que un saludo con la mano y la certeza de que el jefe de Estado está en la casa. Sí hay algunas herramientas que permiten obtener indicios de lo que está pasando. Hacia afuera, lo visible (porque se transmite) es lo que se pregunta y se responde en las conferencias de prensa. La gestión actual primero las hacía de forma diaria y luego las espació a una vez por semana. También hay instancias para anuncios especiales, como el del jueves, vinculado a los “dólares del colchón”. Antes, hubo gobiernos que ni siquiera daban conferencias de prensa.Pero en el trabajo diario, para el periodista, estar en el lugar y en el momento justo de la Casa Rosada es clave. Captar el ingreso de un importante empresario, un dirigente opositor, un legislador, un juez o un gremialista permite inferir que algo importante está por pasar. Cualquier reunión política en un despacho de la Casa Rosada puede implicar un vuelco en el curso de las cosas. La acreditación en Casa Rosada permite muchas veces reconstruir esas reuniones, que en general revisten interés general para la población: cualquier audiencia oficial de cualquier funcionario público debe plasmarse en el Registro de Audiencias de Casa Rosada. Para eso también es fundamental contar con la libertad suficiente para ejercer, siempre con respeto, el periodismo en la Casa Rosada. De ahí, el sentido de las largas guardias periodísticas para hacer preguntas a los protagonistas del día, o el intercambio off the record con algún funcionario o colaborador bien predispuesto para reconstruir lo que está pasando. La presencia de Miguel Pichetto antes de que Macri anunciara que conformaría con él la fórmula presidencial en 2019 o una visita de Cristina Kirchner en la época de Alberto Fernández, podía ser un evento crucial. Más recientemente, la llegada a Balcarce 50 de referentes de Pro como Cristian Ritondo o Diego Santilli fue vital para comenzar a retratar la negociación electoral que comenzó a enhebrar el Gobierno con sus socios ¿Cómo no prestar atención a visitantes llamativos como Hayden Davis, punta del ovillo para entender la trama detrás del caso $LIBRA? ¿Cómo no narrar corridas de jornadas clave, como la salida del cepo?En definitiva, cómo no retratar los momentos de gloria o de crisis de los gobiernos. O, lo que es más grave, las etapas de quietud e inactividad gubernamental. Las nuevas reglasDe ahí el interés de todos los medios de comunicación por estar representados en la Sala de Periodistas de la Casa Rosada. Actualmente, en los papeles, hay unos 90 periodistas acreditados en la sede de gobierno, de acuerdo a un informe de gestión de la Jefatura de Gabinete presentado en el Congreso. De ellos, 54 asisten de forma permanente en distintos turnos, que abarcan desde las 6 hasta las 22, según la requisitoria de cada medio. Hay periodistas de radio, de televisión, de gráfica, de streaming. Hay periodistas de medios tradicionales y de medios digitales nuevos. Hay periodistas que trabajan de esto hace más de 40 años -los decanos- otros que llegaron el año pasado con Milei. Algunos se fueron y volvieron. En conjunto representan a un crisol de medios de todas las orientaciones periodísticas. Preguntas sin respuestaAún no queda en claro -nadie lo explicó más allá de lo que está escrito en el papel- cómo se van a implementar en la práctica las nuevas reglas para los acreditados en la Casa Rosada. El secretario de Comunicación y Medios, Manuel Adorni, publicó los “lineamientos” y “procedimientos” esta mañana en el Boletín Oficial. El subsecretario de Prensa, Javier Lanari (que podría reemplazar a Adorni cuando él asuma como legislador porteño), será la autoridad de aplicación. En principio, genera preocupación la limitación de la Sala de Periodistas (ubicada en el corazón del primer piso de la Casa Rosada) a 25 puestos. A las conferencias de prensa solo podrán asistir de forma eventual 36 profesionales. La otra inquietud es qué medios podrán continuar con la cobertura y cuáles se quedarán afuera. En los requisitos para tramitar las acreditaciones se detalla que “se ponderarán aspectos como el alcance territorial del medio, la audiencia acreditada mediante métricas verificables, la pertinencia temática y la trayectoria profesional del solicitante”. ¿Puede haber medios alternativos que pierdan la cobertura? ¿Podrá el Gobierno quitarle la prerrogativa al medio a la hora de elegir al periodista que puede ingresar a la Casa Rosada? ¿Qué lugar se les dará a los influencers afines al Gobierno que esta gestión dijo querer incorporar?Control de movimientosRespecto a la dinámica diaria, la nueva resolución oficial señala que “se autoriza únicamente la circulación transitoria por las áreas comunes que sean estrictamente necesarias e indispensables, con el solo fin de trasladarse desde el ingreso hasta los espacios habilitados para las actividades periodísticas”. Y se agrega: “La permanencia y circulación en pasillos, oficinas, despachos u otras zonas de la Casa de Gobierno que no estén explícitamente autorizadas se encuentra prohibida”. Si se controlan todos los movimientos en los espacios comunes -donde en general los altos funcionarios no circulan- se afectarán las guardias periodísticas. Encontrar la novedad, la primicia o contar aquello que el Gobierno preferiría que no se sepa, se hará más difícil. Respecto a las conferencias de prensa, el reglamento indica que los periodistas “deberán conservar distancia y evitar acercarse al área donde se ubique el conferencista”. Habitualmente, los cronistas buscan, cuando se apagan las cámaras, tener intercambios off the record para profundizar sobre algún tema o comprender el trasfondo de los anuncios. Es decisión del funcionario habilitar ese espacio o no. Por último, la normativa indica que “se facilitará un micrófono a efectos de formular la pregunta el cual deberá ser devuelto concluida la formulación de la misma” y que “ en el supuesto de habilitarse una nueva intervención, el micrófono será entregado nuevamente” al periodista. Así quedará en manos de los funcionarios habilitar o no una herramienta clave para ejercer el oficio: la repregunta.  LA NACION