Delante de Javier Milei, el arzobispo García Cuerva cuestionó “la difamación constante en las redes sociales”

Durante el tradicional Tedeum por el 25 de Mayo, el arzobispo de Buenos Aires, Jorge García Cuerva, dio un fuerte mensaje de unidad y pidió dejar de la lado el odio. Específicamente, delante del presidente Javier Milei, cuestionó “la difamación constante en las redes sociales”.
Minutos antes, el primer mandatario les había negado el saludo al jefe de Gobierno porteño, Jorge Macri, y a la vicepresidenta Victoria Villarruel.
El Presidente realizó la tradicional caminata de poco más de 300 metros desde la Casa Rosada hasta la Catedral acompañado de su hermana Karina, los ministros que conforman su Gabinete y algunos de los principales colaboradores del Gobierno. Villarruel -que fue invitada por el Arzobispado porteño e irá en representación del Poder Legislativo- fue directo hacia allí, sin el grupo.
La celebración religiosa, que será la primera desde la muerte del papa Francisco, comenzó apenas antes de las 9 de la mañana. El Presidente ingresó a la Catedral Metropolitana y fue recibido en persona por el arzobispo de Buenos Aires, Jorge García Cuerva. Tras saludar a varias personas, el jefe de Estado protagonizó un incómodo momento al ignorar el apretón de manos que le ofreció el jefe de Gobierno porteño, Jorge Macri, y tampoco cruzó palabra con su vice.
Poco después de las 8 de la mañana, Macri participó del izamiento de la bandera que conmemora el 215° aniversario acompañado de su Gabinete y de su esposa, la periodista María Belén Ludueña. Tras el breve acto, ambos ingresaron en la Catedral para asistir al Tedeum.
El festejo de este año estará particularmente marcado por el fallecimiento de Jorge Bergoglio, el primer sumo pontífice argentino y ex arzobispo de Buenos Aires. Por eso había grandes expectativas sobre el mensaje que iba a dar el arzobispo García Cuerva, que suele brindar una mirada sobre el rumbo del país. Durante el último Tedeum había dedicado parte de su tradicional oración a pedir por los pobres y los más desprotegidos: “En el contexto actual, y con mucha humildad, quisiera pedir a todos que sintamos también hoy sobre nosotros la mirada fuerte de Jesús que nos interpela, que nos cuestiona, que nos alerta sobre nuestra insensibilidad con los más desprotegidos, que nos reclama mayor compromiso y cercanía con los que sufren”.
En esta oportunidad, García Cuerva recordó al fallecido líder de la Iglesia Católica y resaltó la importancia de “mantener el diálogo” y de tener un “papel activo en la construcción de una sociedad integrada y reconciliada”. “Esta cultura es posible si todos participamos en su elaboración y construcción. La situación actual no permite meros observadores de las luchas ajenas. Al contrario, es un firme llamado a la responsabilidad personal y social”, enunció.
También lamentó la situación en la que se encuentran los jubilados en la Argentina y se refirió a la actualidad social del país. “Nuestro país también sangra: tantos hermanos que sufren la marginalidad y la exclusión; tantos adolescentes y jóvenes víctimas del narcotráfico que en algunos barrios es un estado paralelo; tantas personas que están en situación de calle; las familias que sufrieron las inundaciones; las personas con discapacidad; tantas madres que ya no saben qué hacer y cómo evitar que sus hijos caigan en las garras de la droga y el juego”, dijo y remarcó: “Los jubilados que merecen una vida digna, con acceso a los remedios y a la alimentación; herida esta que sigue abierta y sangra hace años, pero que como sociedad tenemos que curarla pronto. Muchos podrán ser los responsables de esta triste situación, pero la oportunidad que tenemos nosotros de resolverla es hoy, ¿cuántas generaciones más y hasta cuándo deberán reclamar por jubilaciones dignas?“.
El año pasado, el Presidente y su vicepresidenta hicieron las cuadras que separan Balcarce 30 de la Catedral Metropolitana agarrados del brazo. Este año no se repitió la foto de ambas figuras, ya que el “desgaste” en el vínculo es un hecho reconocido públicamente por ambas partes. Durante el festejo de 2024, el Gabinete se hizo presente en la Catedral Metropolitana y luego partió con destino a la provincia de Córdoba, en donde el Presidente habló en el Cabildo, anunció la creación del Consejo de Mayo y reivindicó su gestión económica. Este año el viaje no se repetirá y solo se limitarán a la asistencia a la sede porteña.
El discurso completo de García Cuerva
“El mensaje que compartiré quiere ser un aporte, a la luz de la Palabra de Dios, para la reflexión de todos los actores de la sociedad argentina, convencido de que entre todos construimos la Patria, más allá de saber que, luego, algunas frases puedan ser tomadas de manera aislada para querer alimentar la fragmentación.
El jefe de la sinagoga, Jairo, le ruega a Jesús con insistencia por la salud de su hija, y Jesús lo escucha, se conmueve y se moviliza. No se queda impávido frente a tanto dolor, el dolor de un padre que ve que su hija se está muriendo. Él quiere que su hija se cure y viva.
Nosotros también venimos a pedirle a Dios que nuestra Argentina se cure y viva. Experimentamos que se está muriendo la fraternidad, se está muriendo la tolerancia, se está muriendo el respeto; y si se mueren esos valores, se muere un poco el futuro, se mueren las esperanzas de forjar una Argentina unida, una Patria de hermanos.
En el camino a la casa de Jairo, aparece una mujer que padecía hemorragias hacía doce años. El evangelio dice que ‘había sufrido mucho en manos de numerosos médicos y gastado todos sus bienes sin resultado’. ¡Cuántas promesas incumplidas! ¡Cuántas veces se habrá sentido engañada, y estafada!; habrá experimentado bronca, apatía, desazón. Nosotros también, años de promesas incumplidas y estafas electorales que nos hicieron perder las ganas de participar, nos hicieron perder el entusiasmo de involucrarnos, hasta de cumplir con el deber ciudadano de ir a votar, porque pensamos: ‘otra vez lo mismo’, ‘nada va a cambiar’; sentimientos e ideas que afloran cuando se experimenta que nos mintieron muchas veces.
Esa mujer padecía hemorragias, se estaba desangrando. Nuestro país también sangra: tantos hermanos que sufren la marginalidad y la exclusión; tantos adolescentes y jóvenes víctimas del narcotráfico que en algunos barrios es un estado paralelo; tantas personas que están en situación de calle; las familias que sufrieron las inundaciones; las personas con discapacidad; tantas madres que ya no saben qué hacer y cómo evitar que sus hijos caigan en las garras de la droga y el juego; los jubilados que merecen una vida digna, con acceso a los remedios y a la alimentación; herida esta que sigue abierta y sangra hace años, pero que como sociedad tenemos que curarla pronto. Muchos podrán ser los responsables de esta triste situación, pero la oportunidad que tenemos nosotros de resolverla es hoy, ¿cuántas generaciones más y hasta cuándo deberán reclamar por jubilaciones dignas?
Argentina sangra en la inequidad entre los que se laburan todo, y los que han vivido de privilegios que los alejó de la calle, de los medios de transporte público, de saber cuánto valen las cosas en un supermercado; alejados de la gente de a pie, no sienten su dolor, ni sus frustraciones, pero tampoco se emocionan con sus esperanzas y su esfuerzo diario por salir adelante.
Y ante el dolor, a veces, como aquellas personas de la casa del jefe de la sinagoga, bajamos los brazos y decimos como ellos ‘ya murió’, ya no hay nada que hacer, transformándonos en agoreros de malas noticias, en profetas de calamidades, incluso escuchando todo el tiempo a los que envenenan el alma remarcando siempre lo que está mal, lo que falta.
El evangelio detalla que Jesús no tiene en cuenta esas palabras, sino al contrario anima en la esperanza: ‘No temas, basta que creas’; nos invita a seguir adelante, a no desesperarnos, a confiar en Él, en nuestras capacidades como pueblo, y en nuestras raíces, haciendo memoria agradecida por tantos que hicieron grande a la Argentina.
Pero a pesar de que Jesús da la buena noticia de que la niña no está muerta, sino que duerme, a pesar que hoy también a nosotros nos dice que Argentina no está muerta, sino que a veces estamos adormecidos por la indiferencia y el individualismo, hay quienes se burlan de Jesús. Son los haters de aquélla época, los que difaman, desprecian o critican destructivamente a una persona, a una entidad, o una obra; los que odian y justifican su desprecio; el terrorismo de las redes, como decía el Papa Francisco . Hemos pasado todos los límites, la descalificación, la agresión 1 constante, el destrato, la difamación, parecen moneda corriente. El Santo Padre León XIV decía a los representantes de los medios de comunicación hace unos días: ‘La paz comienza por cada uno de nosotros, por el modo en el que miramos a los demás, escuchamos a los demás, hablamos de los demás; y, en este sentido, el modo en que comunicamos tiene una importancia fundamental; debemos decir “no” a la guerra de las palabras y de las imágenes’.
Tenemos necesidad de diálogo, de forjar la cultura del encuentro, de frenar urgentemente el odio. Démonos otra oportunidad, no podemos construir una Nación desde la guerra entre nosotros. Todo acto de violencia es condenable, y quiebra el tejido social.
Continúa el evangelio diciendo que Jesús tomó de la mano a la niña postrada. Quizás es lo que nos falta como pueblo argentino, tomarnos de la mano y tirar para adelante reconociendo que el que tengo a mi lado es un hermano, no un enemigo o un ser despreciable a vencer.
Tal vez, y como decía el escritor Elie Wiesel, Premio Nobel de la Paz y sobreviviente de los campos de exterminio nazis, es imprescindible realizar una transfusión de memoria. Porque la memoria no sólo nos permitirá que no se cometan los mismos errores del pasado, sino que nos dará acceso a aquellos logros que ayudaron a nuestro pueblo a superar las encrucijadas históricas que fue encontrando.
Por eso vuelvo a invitarlos a prestar atención a la escena del frontispicio de esta catedral, esculpido en 1862, elegida con la intención de perpetuar a través del arte, la reconciliación nacional. Allí está representado el episodio bíblico del Antiguo Testamento del encuentro del patriarca Jacob con su hijo José. Buenos Aires venía a reconciliarse con la Confederación Argentina en fraterno pacto de unión rubricado en San José de Flores, en 1859. Luego de enfrentarse por años y desangrarse en luchas fratricidas, los argentinos dijeron basta y se abrazaron. Hoy quisiera que volvamos allí nuestra mirada e imaginemos el abrazo que nos debemos los argentinos, el abrazo que negamos al que piensa distinto, o al que tiene otras costumbres o modo de vivir, el abrazo que no compartimos con los que sufren, incluso los abrazos que no nos pudimos dar durante la pandemia. Usemos las manos para acariciar el dolor y las heridas de tantos que la están pasando mal; ‘manos a la obra entonces’, pero unidos, como pueblo, más allá de las legítimas diferencias.
Y luego dijo Jesús: ‘Niña, yo te lo ordeno, levántate’; Argentina, levantate, ponete de pie, vos podés, basta de arrastrarnos en el barro de las descalificaciones y la violencia, basta de vivir paralizados en el odio y el pasado, basta de estar con la esperanza por el suelo; es hora de ponerse de pie, unidos, no a los empujones en un “sálvese quien pueda”, no a costa de los demás, o dejando a muchos al costado del camino de la vida. Es con todos, mirándonos a la cara, porque nuestras decisiones y políticas públicas tienen que tener rostros concretos, historias reales que nos tienen que conmover como hoy Jesús se conmovió ante tanto dolor.
Después Jesús dijo ‘que le dieran de comer’. Muchos hermanos tienen hambre de pan, revuelven basura buscando qué comer, pero todos tenemos hambre de sentido de vida, hambre de Dios. Nos hemos acostumbrado a comer el pan duro de la desinformación; el pan viejo de la indiferencia y la insensibilidad; estamos empachados de panes sin sabor, fruto de la intolerancia; el pan agrietado por el odio y la descalificación.
Tenemos hambre de solidaridad capaz de abrir nuestros encierros y soledades. Tenemos hambre, de fraternidad para que la indiferencia, el descrédito y la descalificación no llenen nuestras mesas y no tomen el primer puesto en nuestro hogar. Tenemos hambre de esperanza capaz de despertar la ternura y sensibilizar el corazón abriendo caminos de transformación y conversión.
El recordado y querido papa Francisco decía hace varios años: ‘El diálogo, y todo lo que este implica, nos recuerda que nadie puede limitarse a ser un espectador ni un mero observador. Todos, desde el más pequeño al más grande, tienen un papel activo en la construcción de una sociedad integrada y reconciliada. Esta cultura es posible si todos participamos en su elaboración y construcción. La situación actual no permite meros observadores de las luchas ajenas. Al contrario, es un firme llamado a la responsabilidad personal y social’.
Como aquella niña curada por Jesús, comencemos a caminar unidos, a caminar dialogando, a caminar hermanados, a caminar con esperanza; las nuevas generaciones y nuestros hijos, se merecen que les dejemos un país curado, un país reconciliado, un país de pie y con horizontes; no los defraudemos“.
Durante el tradicional Tedeum por el 25 de Mayo, el arzobispo de Buenos Aires, Jorge García Cuerva, dio un fuerte mensaje de unidad y pidió dejar de la lado el odio. Específicamente, delante del presidente Javier Milei, cuestionó “la difamación constante en las redes sociales”.
Minutos antes, el primer mandatario les había negado el saludo al jefe de Gobierno porteño, Jorge Macri, y a la vicepresidenta Victoria Villarruel.
El Presidente realizó la tradicional caminata de poco más de 300 metros desde la Casa Rosada hasta la Catedral acompañado de su hermana Karina, los ministros que conforman su Gabinete y algunos de los principales colaboradores del Gobierno. Villarruel -que fue invitada por el Arzobispado porteño e irá en representación del Poder Legislativo- fue directo hacia allí, sin el grupo.
La celebración religiosa, que será la primera desde la muerte del papa Francisco, comenzó apenas antes de las 9 de la mañana. El Presidente ingresó a la Catedral Metropolitana y fue recibido en persona por el arzobispo de Buenos Aires, Jorge García Cuerva. Tras saludar a varias personas, el jefe de Estado protagonizó un incómodo momento al ignorar el apretón de manos que le ofreció el jefe de Gobierno porteño, Jorge Macri, y tampoco cruzó palabra con su vice.
Poco después de las 8 de la mañana, Macri participó del izamiento de la bandera que conmemora el 215° aniversario acompañado de su Gabinete y de su esposa, la periodista María Belén Ludueña. Tras el breve acto, ambos ingresaron en la Catedral para asistir al Tedeum.
El festejo de este año estará particularmente marcado por el fallecimiento de Jorge Bergoglio, el primer sumo pontífice argentino y ex arzobispo de Buenos Aires. Por eso había grandes expectativas sobre el mensaje que iba a dar el arzobispo García Cuerva, que suele brindar una mirada sobre el rumbo del país. Durante el último Tedeum había dedicado parte de su tradicional oración a pedir por los pobres y los más desprotegidos: “En el contexto actual, y con mucha humildad, quisiera pedir a todos que sintamos también hoy sobre nosotros la mirada fuerte de Jesús que nos interpela, que nos cuestiona, que nos alerta sobre nuestra insensibilidad con los más desprotegidos, que nos reclama mayor compromiso y cercanía con los que sufren”.
En esta oportunidad, García Cuerva recordó al fallecido líder de la Iglesia Católica y resaltó la importancia de “mantener el diálogo” y de tener un “papel activo en la construcción de una sociedad integrada y reconciliada”. “Esta cultura es posible si todos participamos en su elaboración y construcción. La situación actual no permite meros observadores de las luchas ajenas. Al contrario, es un firme llamado a la responsabilidad personal y social”, enunció.
También lamentó la situación en la que se encuentran los jubilados en la Argentina y se refirió a la actualidad social del país. “Nuestro país también sangra: tantos hermanos que sufren la marginalidad y la exclusión; tantos adolescentes y jóvenes víctimas del narcotráfico que en algunos barrios es un estado paralelo; tantas personas que están en situación de calle; las familias que sufrieron las inundaciones; las personas con discapacidad; tantas madres que ya no saben qué hacer y cómo evitar que sus hijos caigan en las garras de la droga y el juego”, dijo y remarcó: “Los jubilados que merecen una vida digna, con acceso a los remedios y a la alimentación; herida esta que sigue abierta y sangra hace años, pero que como sociedad tenemos que curarla pronto. Muchos podrán ser los responsables de esta triste situación, pero la oportunidad que tenemos nosotros de resolverla es hoy, ¿cuántas generaciones más y hasta cuándo deberán reclamar por jubilaciones dignas?“.
El año pasado, el Presidente y su vicepresidenta hicieron las cuadras que separan Balcarce 30 de la Catedral Metropolitana agarrados del brazo. Este año no se repitió la foto de ambas figuras, ya que el “desgaste” en el vínculo es un hecho reconocido públicamente por ambas partes. Durante el festejo de 2024, el Gabinete se hizo presente en la Catedral Metropolitana y luego partió con destino a la provincia de Córdoba, en donde el Presidente habló en el Cabildo, anunció la creación del Consejo de Mayo y reivindicó su gestión económica. Este año el viaje no se repetirá y solo se limitarán a la asistencia a la sede porteña.
El discurso completo de García Cuerva
“El mensaje que compartiré quiere ser un aporte, a la luz de la Palabra de Dios, para la reflexión de todos los actores de la sociedad argentina, convencido de que entre todos construimos la Patria, más allá de saber que, luego, algunas frases puedan ser tomadas de manera aislada para querer alimentar la fragmentación.
El jefe de la sinagoga, Jairo, le ruega a Jesús con insistencia por la salud de su hija, y Jesús lo escucha, se conmueve y se moviliza. No se queda impávido frente a tanto dolor, el dolor de un padre que ve que su hija se está muriendo. Él quiere que su hija se cure y viva.
Nosotros también venimos a pedirle a Dios que nuestra Argentina se cure y viva. Experimentamos que se está muriendo la fraternidad, se está muriendo la tolerancia, se está muriendo el respeto; y si se mueren esos valores, se muere un poco el futuro, se mueren las esperanzas de forjar una Argentina unida, una Patria de hermanos.
En el camino a la casa de Jairo, aparece una mujer que padecía hemorragias hacía doce años. El evangelio dice que ‘había sufrido mucho en manos de numerosos médicos y gastado todos sus bienes sin resultado’. ¡Cuántas promesas incumplidas! ¡Cuántas veces se habrá sentido engañada, y estafada!; habrá experimentado bronca, apatía, desazón. Nosotros también, años de promesas incumplidas y estafas electorales que nos hicieron perder las ganas de participar, nos hicieron perder el entusiasmo de involucrarnos, hasta de cumplir con el deber ciudadano de ir a votar, porque pensamos: ‘otra vez lo mismo’, ‘nada va a cambiar’; sentimientos e ideas que afloran cuando se experimenta que nos mintieron muchas veces.
Esa mujer padecía hemorragias, se estaba desangrando. Nuestro país también sangra: tantos hermanos que sufren la marginalidad y la exclusión; tantos adolescentes y jóvenes víctimas del narcotráfico que en algunos barrios es un estado paralelo; tantas personas que están en situación de calle; las familias que sufrieron las inundaciones; las personas con discapacidad; tantas madres que ya no saben qué hacer y cómo evitar que sus hijos caigan en las garras de la droga y el juego; los jubilados que merecen una vida digna, con acceso a los remedios y a la alimentación; herida esta que sigue abierta y sangra hace años, pero que como sociedad tenemos que curarla pronto. Muchos podrán ser los responsables de esta triste situación, pero la oportunidad que tenemos nosotros de resolverla es hoy, ¿cuántas generaciones más y hasta cuándo deberán reclamar por jubilaciones dignas?
Argentina sangra en la inequidad entre los que se laburan todo, y los que han vivido de privilegios que los alejó de la calle, de los medios de transporte público, de saber cuánto valen las cosas en un supermercado; alejados de la gente de a pie, no sienten su dolor, ni sus frustraciones, pero tampoco se emocionan con sus esperanzas y su esfuerzo diario por salir adelante.
Y ante el dolor, a veces, como aquellas personas de la casa del jefe de la sinagoga, bajamos los brazos y decimos como ellos ‘ya murió’, ya no hay nada que hacer, transformándonos en agoreros de malas noticias, en profetas de calamidades, incluso escuchando todo el tiempo a los que envenenan el alma remarcando siempre lo que está mal, lo que falta.
El evangelio detalla que Jesús no tiene en cuenta esas palabras, sino al contrario anima en la esperanza: ‘No temas, basta que creas’; nos invita a seguir adelante, a no desesperarnos, a confiar en Él, en nuestras capacidades como pueblo, y en nuestras raíces, haciendo memoria agradecida por tantos que hicieron grande a la Argentina.
Pero a pesar de que Jesús da la buena noticia de que la niña no está muerta, sino que duerme, a pesar que hoy también a nosotros nos dice que Argentina no está muerta, sino que a veces estamos adormecidos por la indiferencia y el individualismo, hay quienes se burlan de Jesús. Son los haters de aquélla época, los que difaman, desprecian o critican destructivamente a una persona, a una entidad, o una obra; los que odian y justifican su desprecio; el terrorismo de las redes, como decía el Papa Francisco . Hemos pasado todos los límites, la descalificación, la agresión 1 constante, el destrato, la difamación, parecen moneda corriente. El Santo Padre León XIV decía a los representantes de los medios de comunicación hace unos días: ‘La paz comienza por cada uno de nosotros, por el modo en el que miramos a los demás, escuchamos a los demás, hablamos de los demás; y, en este sentido, el modo en que comunicamos tiene una importancia fundamental; debemos decir “no” a la guerra de las palabras y de las imágenes’.
Tenemos necesidad de diálogo, de forjar la cultura del encuentro, de frenar urgentemente el odio. Démonos otra oportunidad, no podemos construir una Nación desde la guerra entre nosotros. Todo acto de violencia es condenable, y quiebra el tejido social.
Continúa el evangelio diciendo que Jesús tomó de la mano a la niña postrada. Quizás es lo que nos falta como pueblo argentino, tomarnos de la mano y tirar para adelante reconociendo que el que tengo a mi lado es un hermano, no un enemigo o un ser despreciable a vencer.
Tal vez, y como decía el escritor Elie Wiesel, Premio Nobel de la Paz y sobreviviente de los campos de exterminio nazis, es imprescindible realizar una transfusión de memoria. Porque la memoria no sólo nos permitirá que no se cometan los mismos errores del pasado, sino que nos dará acceso a aquellos logros que ayudaron a nuestro pueblo a superar las encrucijadas históricas que fue encontrando.
Por eso vuelvo a invitarlos a prestar atención a la escena del frontispicio de esta catedral, esculpido en 1862, elegida con la intención de perpetuar a través del arte, la reconciliación nacional. Allí está representado el episodio bíblico del Antiguo Testamento del encuentro del patriarca Jacob con su hijo José. Buenos Aires venía a reconciliarse con la Confederación Argentina en fraterno pacto de unión rubricado en San José de Flores, en 1859. Luego de enfrentarse por años y desangrarse en luchas fratricidas, los argentinos dijeron basta y se abrazaron. Hoy quisiera que volvamos allí nuestra mirada e imaginemos el abrazo que nos debemos los argentinos, el abrazo que negamos al que piensa distinto, o al que tiene otras costumbres o modo de vivir, el abrazo que no compartimos con los que sufren, incluso los abrazos que no nos pudimos dar durante la pandemia. Usemos las manos para acariciar el dolor y las heridas de tantos que la están pasando mal; ‘manos a la obra entonces’, pero unidos, como pueblo, más allá de las legítimas diferencias.
Y luego dijo Jesús: ‘Niña, yo te lo ordeno, levántate’; Argentina, levantate, ponete de pie, vos podés, basta de arrastrarnos en el barro de las descalificaciones y la violencia, basta de vivir paralizados en el odio y el pasado, basta de estar con la esperanza por el suelo; es hora de ponerse de pie, unidos, no a los empujones en un “sálvese quien pueda”, no a costa de los demás, o dejando a muchos al costado del camino de la vida. Es con todos, mirándonos a la cara, porque nuestras decisiones y políticas públicas tienen que tener rostros concretos, historias reales que nos tienen que conmover como hoy Jesús se conmovió ante tanto dolor.
Después Jesús dijo ‘que le dieran de comer’. Muchos hermanos tienen hambre de pan, revuelven basura buscando qué comer, pero todos tenemos hambre de sentido de vida, hambre de Dios. Nos hemos acostumbrado a comer el pan duro de la desinformación; el pan viejo de la indiferencia y la insensibilidad; estamos empachados de panes sin sabor, fruto de la intolerancia; el pan agrietado por el odio y la descalificación.
Tenemos hambre de solidaridad capaz de abrir nuestros encierros y soledades. Tenemos hambre, de fraternidad para que la indiferencia, el descrédito y la descalificación no llenen nuestras mesas y no tomen el primer puesto en nuestro hogar. Tenemos hambre de esperanza capaz de despertar la ternura y sensibilizar el corazón abriendo caminos de transformación y conversión.
El recordado y querido papa Francisco decía hace varios años: ‘El diálogo, y todo lo que este implica, nos recuerda que nadie puede limitarse a ser un espectador ni un mero observador. Todos, desde el más pequeño al más grande, tienen un papel activo en la construcción de una sociedad integrada y reconciliada. Esta cultura es posible si todos participamos en su elaboración y construcción. La situación actual no permite meros observadores de las luchas ajenas. Al contrario, es un firme llamado a la responsabilidad personal y social’.
Como aquella niña curada por Jesús, comencemos a caminar unidos, a caminar dialogando, a caminar hermanados, a caminar con esperanza; las nuevas generaciones y nuestros hijos, se merecen que les dejemos un país curado, un país reconciliado, un país de pie y con horizontes; no los defraudemos“.
Fue durante el tradicional Tedeum en la Catedral por el 25 de Mayo; minutos antes del discurso, el Presidente les negó el saludo a Jorge Macri y a Victoria Villarruel LA NACION