Huracán es finalista del Apertura, con un plan cumplido a la perfección y efectividad en los penales

Huracán dio otro campanazo. Otra vez fuera de su casa, y en esta ocasión por la mínima ventaja de un penal en la emocionante tanda que resolvió el 0 a 0 de los 90 minutos, pero también con el indudable mérito de un equipo que supo llevar adelante a la perfección el plan que había trazado antes de pisar el césped del Bochini. Se quedó Independiente a las puertas de una final a la que quizás mereció llegar por su andar durante todo el torneo Apertura. Se mantuvo fiel al libreto que lo había depositado en la instancia previa, pero le faltó a su ataque la dosis de inventiva indispensable que, simplemente, se tiene o no se tiene.
No hay semifinal sin tensión ni incertidumbre. En el fútbol argentino, y en cualquier competición deportiva que se precie. Tampoco suele haberla sin altas dosis de cuidados y prevenciones. En un tiempo en el que resulta casi imposible esconder cartas ganadoras debajo de las mangas, el Rojo y el Globo no hicieron más que cumplir con la norma.
Si el primer mandamiento es no cometer errores groseros en defensa, el partido tuvo un desarrollo al gusto de los directores técnicos. Salvo una pérdida de Federico Vera en la salida a los 6 minutos que resolvió Rodrigo Rey tapándole un centro a Walter Mazzantti, todo fue un seguimiento estricto del guión imaginable.
En ese sentido, Huracán aprovechó la única ventaja que tiene ser visitante en este desparejo sistema de definición que pergeñó la AFA. “Sabemos que tenemos todo en contra”, había dicho el Colorado Leonardo Gil en la conferencia conjunta del viernes. Olvidó un detalle: la obligación de salir al ataque le cabe al local, y si el visitante sabe agruparse en su campo y cerrar las líneas de pase una vez que el rival supera la primera franja de presión, no solo reduce el nivel de riesgos en el área propia sino que además abre espacios libres cuando ocasionalmente logra robar y salir con velocidad en contragolpe.
Hasta este partido, el entrenador Frank Kudelka se había enfrentado tres veces con su colega Julio Vaccari y mantenía intacto su legajo (dos triunfos y un empate). Se puede decir que le tenía tomada la mano. Volvió a mostrarlo, para dar lugar a un encuentro parejo, luchado, trabado y por momentos exageradamente conversado (pecado que le cabe a Hernán Mastrángelo, correcto en líneas generales pero demasiado celoso con las pequeñeces, más allá de no conceder un penal por infracción contra Diego Tarzia que pidió la hinchada local).
Armó parejas en el medio el DT del Globo y con ello le quitó fluidez a la circulación del Rojo. El inteligente Matko Miljevic se ocupaba de tapar el punto de arranque encima de Iván Marcone; el pibe Leonel Pérez, figura de la noche, obligaba a Luciano Cabral a bajar muchos metros para manejar la pelota, y Gil opacaba la habitual eficiencia de Felipe Loyola. Como además la amenazante presencia del veloz Mazzantti frenaba las incursiones ofensivas de Álvaro Angulo, Independiente se quedó con pocas herramientas para arrimar peligro al seguro Galíndez.
Nadie puede reprocharle a Vaccari que no buscara variantes para quebrar el cerco que tenía montado enfrente. Dejó que Loyola apareciera ocasionalmente por la izquierda, incorporó a Santiago Hidalgo para que intentara los ingresos en diagonal desde esa banda, probó en el último cuarto de hora con el ingreso de Lautaro Millán. Pero todos los intentos fueron infructuosos, y apenas logró desordenar en un par de ocasiones la firme defensa de Huracán.
El equilibrio en el juego fue casi absoluto, y se puede reconocer leves diferencias solamente si mide el nivel de actividad y de dificultad que debieron resolver los arqueros. Y en ese sentido Rey fue más trascendente que Galíndez, con un par de atajadas notables ante cabezazos de Mazzantti y Fabio Pereyra. Del otro lado, el número 1 del Globo tuvo también algunos aciertos –siempre menos complicados–, aunque la más clara del Rojo, un disparo mordido de Cabral, se escapó besando un palo a los 33 minutos de la segunda parte.
Los penales ratificaron esa levísima ventaja que había marcado el Globo en el juego. Falló el primero de su equipo Gabriel Ávalos, que, resentido de su lesión, había ingresado poco antes del cierre para ejecutarlo (travesaño y pique afuera). Recuperó la desventaja Rodrigo Rey atajando el disparo de Gil. Y en el decimocuarto lanzamiento el anunciado disparo de Hidalgo decretó el ganador y el perdedor.
Compacto de Independiente 0 (5) vs. Huracán 0 (6)
Huracán quebró una larga racha de resultados desfavorables contra el Rojo en partidos decisivos y es justo finalista, y Kudelka mantuvo su supremacía sobre Vaccari. Se fue entre aplausos Independiente, que sigue sin caer en su casa, pero esta vez no le alcanzó el empate. El fútbol vivió otra noche de tensión, como corresponde a una semifinal, acá y en cualquier otro deporte competitivo del planeta.
Huracán dio otro campanazo. Otra vez fuera de su casa, y en esta ocasión por la mínima ventaja de un penal en la emocionante tanda que resolvió el 0 a 0 de los 90 minutos, pero también con el indudable mérito de un equipo que supo llevar adelante a la perfección el plan que había trazado antes de pisar el césped del Bochini. Se quedó Independiente a las puertas de una final a la que quizás mereció llegar por su andar durante todo el torneo Apertura. Se mantuvo fiel al libreto que lo había depositado en la instancia previa, pero le faltó a su ataque la dosis de inventiva indispensable que, simplemente, se tiene o no se tiene.
No hay semifinal sin tensión ni incertidumbre. En el fútbol argentino, y en cualquier competición deportiva que se precie. Tampoco suele haberla sin altas dosis de cuidados y prevenciones. En un tiempo en el que resulta casi imposible esconder cartas ganadoras debajo de las mangas, el Rojo y el Globo no hicieron más que cumplir con la norma.
Si el primer mandamiento es no cometer errores groseros en defensa, el partido tuvo un desarrollo al gusto de los directores técnicos. Salvo una pérdida de Federico Vera en la salida a los 6 minutos que resolvió Rodrigo Rey tapándole un centro a Walter Mazzantti, todo fue un seguimiento estricto del guión imaginable.
En ese sentido, Huracán aprovechó la única ventaja que tiene ser visitante en este desparejo sistema de definición que pergeñó la AFA. “Sabemos que tenemos todo en contra”, había dicho el Colorado Leonardo Gil en la conferencia conjunta del viernes. Olvidó un detalle: la obligación de salir al ataque le cabe al local, y si el visitante sabe agruparse en su campo y cerrar las líneas de pase una vez que el rival supera la primera franja de presión, no solo reduce el nivel de riesgos en el área propia sino que además abre espacios libres cuando ocasionalmente logra robar y salir con velocidad en contragolpe.
Hasta este partido, el entrenador Frank Kudelka se había enfrentado tres veces con su colega Julio Vaccari y mantenía intacto su legajo (dos triunfos y un empate). Se puede decir que le tenía tomada la mano. Volvió a mostrarlo, para dar lugar a un encuentro parejo, luchado, trabado y por momentos exageradamente conversado (pecado que le cabe a Hernán Mastrángelo, correcto en líneas generales pero demasiado celoso con las pequeñeces, más allá de no conceder un penal por infracción contra Diego Tarzia que pidió la hinchada local).
Armó parejas en el medio el DT del Globo y con ello le quitó fluidez a la circulación del Rojo. El inteligente Matko Miljevic se ocupaba de tapar el punto de arranque encima de Iván Marcone; el pibe Leonel Pérez, figura de la noche, obligaba a Luciano Cabral a bajar muchos metros para manejar la pelota, y Gil opacaba la habitual eficiencia de Felipe Loyola. Como además la amenazante presencia del veloz Mazzantti frenaba las incursiones ofensivas de Álvaro Angulo, Independiente se quedó con pocas herramientas para arrimar peligro al seguro Galíndez.
Nadie puede reprocharle a Vaccari que no buscara variantes para quebrar el cerco que tenía montado enfrente. Dejó que Loyola apareciera ocasionalmente por la izquierda, incorporó a Santiago Hidalgo para que intentara los ingresos en diagonal desde esa banda, probó en el último cuarto de hora con el ingreso de Lautaro Millán. Pero todos los intentos fueron infructuosos, y apenas logró desordenar en un par de ocasiones la firme defensa de Huracán.
El equilibrio en el juego fue casi absoluto, y se puede reconocer leves diferencias solamente si mide el nivel de actividad y de dificultad que debieron resolver los arqueros. Y en ese sentido Rey fue más trascendente que Galíndez, con un par de atajadas notables ante cabezazos de Mazzantti y Fabio Pereyra. Del otro lado, el número 1 del Globo tuvo también algunos aciertos –siempre menos complicados–, aunque la más clara del Rojo, un disparo mordido de Cabral, se escapó besando un palo a los 33 minutos de la segunda parte.
Los penales ratificaron esa levísima ventaja que había marcado el Globo en el juego. Falló el primero de su equipo Gabriel Ávalos, que, resentido de su lesión, había ingresado poco antes del cierre para ejecutarlo (travesaño y pique afuera). Recuperó la desventaja Rodrigo Rey atajando el disparo de Gil. Y en el decimocuarto lanzamiento el anunciado disparo de Hidalgo decretó el ganador y el perdedor.
Compacto de Independiente 0 (5) vs. Huracán 0 (6)
Huracán quebró una larga racha de resultados desfavorables contra el Rojo en partidos decisivos y es justo finalista, y Kudelka mantuvo su supremacía sobre Vaccari. Se fue entre aplausos Independiente, que sigue sin caer en su casa, pero esta vez no le alcanzó el empate. El fútbol vivió otra noche de tensión, como corresponde a una semifinal, acá y en cualquier otro deporte competitivo del planeta.
El Globo eliminó a Independiente en Avellaneda, mientras avanza por la Copa Sudamericana; su adversario será San Lorenzo o Platense LA NACION