Ningún chico empequeñeció a tantos grandes: Platense se hizo gigante y jugará la final con Huracán
Ningún club chico empequeñeció a tantos grandes en un par de semanas. En el día de su cumpleaños N° 120, Platense se dio un regalo que le llena el alma, que lo encuentra más vital que nunca, pletórico. Fue sorpresa contra Racing, titánico frente a River y un señor equipo ante San Lorenzo para llegar a la final del Torneo Apertura, en la que el próximo domingo enfrentará a Huracán, en Santiago del Estero. Es histórico este momento de Platense, de una magnitud superior a lo conseguido en diciembre de 2023, cuando también fue finalista y cayó ante Rosario Central, pero sin mostrar esta robustez colectiva ni dejando atrás a tantos adversarios pesados. Y a los tres los dejó masticando bronca en sus propias casas, procesando fastidio ante la mirada incrédula de sus hinchas.
Los hinchas de San Lorenzo no necesitaron que les bajara la decepción y tener la cabeza fría para repartir reconocimientos y señalar culpables. Aplausos para un equipo voluntarioso, de escasas luces, que nunca supo resolver el enigma táctico y físico que le opuso Platense. Incluso los hinchas locales tuvieron la hidalguía de batir palmas para saludar el encomiable esfuerzo de Platense. Los insultos fueron para el expresidente Marcelo Moretti, cuyo nombre cubre los amplios paredones de la Avenida Perito Moreno, antes de llegar al estadio, con pintadas de “corrupto” y pedidos de “renuncia”. Trascendió que Moretti, protegido con cinco guardaespaldas, llegó al Nuevo Gasómetro e intentó ingresar al palco cuando se disputaba el primer cuarto de hora, pero los dirigentes le negaron el acceso.
San Lorenzo se quedó sin final y habrá que ver hasta cuándo tiene director técnico, si es que Boca avanza con la posibilidad de contratar a Miguel Ángel Russo, que evadió el tema en la conferencia de prensa.
Desde su vuelta a primera, Platense solo no le había podido ganar a San Lorenzo entre los cuatro grandes, contemplando como una victoria la eliminación de River por penales. Y el Ciclón había sido el único que en este torneo le convirtió más de un gol, con los dos penales de Vombergar en la derrota por 2-1. También se sacó esa espina el Calamar con su solvencia defensiva y arrojo para arriesgar en momentos puntuales. Platense resuelve muy bien la ecuación defensa-ataque.
Un desarrollo previsible en el primer tiempo, lo que cualquiera podía imaginar de acuerdo con los antecedentes recientes de los dos equipos. Ambos son más reactivos que propositivos, prefieren especular con el adelantamiento del rival que generar espacios a partir de la elaboración del juego. Llevar la iniciativa no está entre las prioridades, se inclinan más por el zarpazo que por el ataque sostenido.
Casi espejados en la actitud, San Lorenzo no se dejó empujar por la multitud que cubrió hasta el último lugar del Nuevo Gasómetro. Fue lento y previsible el Ciclón en los primeros 45 minutos. Dos déficits que restan todo tipo de posibilidades frente a este Platense granítico, que se plantó sin complejos, con la personalidad creciente que cultivó en el Cilindro de Avellaneda y en el Monumental. Con sus armas, no se siente chico en ningún contexto.
Lo mejor del partido
Entre varias interrupciones, la que más preocupó a San Lorenzo fue la que se llevó la atención médica de Cerrutti, que fue reemplazado entre lágrimas, presumiendo otra grave lesión en una rodilla. Ingresó Reali por el carril derecho, sector por el que San Lorenzo orientó la mayoría de los ataques en la primera etapa. No funcionaba la usina del medio entre Perruzzi y Tripichio, con Muniain desactivado por el trabajo de pinzas entre Herrera y Picco. Por la izquierda, Braida quedaba a la sombra de Saborido. A San Lorenzo no le quedaba otro recurso que tirarle pelotazos a Vombergar, que no la tenía para nada sencillo con dos cancerberos como Vázquez y Salomón.
El partido era chato, gris, solo sostenido por la tensión de la disputa del pasaje a una final. Dentro de la escasez de fútbol, Platense se juntaba mejor para dar pases, triangulaba con un poco más de criterio que el rival. Platense siempre termina dando más de lo que aparenta. Inclusive en el capítulo individual, con un Ronaldo Martínez que se impone en el juego aéreo sin llegar al 1,80m de altura, gracias a su timming y elasticidad para el salto.
No hubo situaciones de gol en el primer período y apenas si se contabilizaron remates al arco. Uno de Saborido y otro de Lotti, ambos controlados por Gill, y una chilena de Martínez que se fue alta. Cozzani solo tuvo que exigirse para cortar centros. La orfandad ofensiva de San Lorenzo era ostensible.
Platense ponía pierna, orden y también la palabra en alto para protestar todo. A Taborda se le fue la boca con el juez asistente y fue amonestado. Platense hacía de cada movimiento y acción una profesión de fe, dejaba todo. Y también está tocado por los dioses. Hacía segundos que Zapiola había ingresado cuando generó el córner y puso el 1-0 tras un despeje fallido de Gill y la falta de reacción de Báez.
Quedaba poco más de un cuarto de hora y San Lorenzo no ofrecía más que barullo ante un Platense que armó una línea de cinco con la entrada de Elizalde. Salvo por un remate cruzado de Cuello y unas ansías tumultuosas, el Ciclón no creó condiciones para empatar. Desde abajo, Platense se hizo gigante.
Ningún club chico empequeñeció a tantos grandes en un par de semanas. En el día de su cumpleaños N° 120, Platense se dio un regalo que le llena el alma, que lo encuentra más vital que nunca, pletórico. Fue sorpresa contra Racing, titánico frente a River y un señor equipo ante San Lorenzo para llegar a la final del Torneo Apertura, en la que el próximo domingo enfrentará a Huracán, en Santiago del Estero. Es histórico este momento de Platense, de una magnitud superior a lo conseguido en diciembre de 2023, cuando también fue finalista y cayó ante Rosario Central, pero sin mostrar esta robustez colectiva ni dejando atrás a tantos adversarios pesados. Y a los tres los dejó masticando bronca en sus propias casas, procesando fastidio ante la mirada incrédula de sus hinchas.
Los hinchas de San Lorenzo no necesitaron que les bajara la decepción y tener la cabeza fría para repartir reconocimientos y señalar culpables. Aplausos para un equipo voluntarioso, de escasas luces, que nunca supo resolver el enigma táctico y físico que le opuso Platense. Incluso los hinchas locales tuvieron la hidalguía de batir palmas para saludar el encomiable esfuerzo de Platense. Los insultos fueron para el expresidente Marcelo Moretti, cuyo nombre cubre los amplios paredones de la Avenida Perito Moreno, antes de llegar al estadio, con pintadas de “corrupto” y pedidos de “renuncia”. Trascendió que Moretti, protegido con cinco guardaespaldas, llegó al Nuevo Gasómetro e intentó ingresar al palco cuando se disputaba el primer cuarto de hora, pero los dirigentes le negaron el acceso.
San Lorenzo se quedó sin final y habrá que ver hasta cuándo tiene director técnico, si es que Boca avanza con la posibilidad de contratar a Miguel Ángel Russo, que evadió el tema en la conferencia de prensa.
Desde su vuelta a primera, Platense solo no le había podido ganar a San Lorenzo entre los cuatro grandes, contemplando como una victoria la eliminación de River por penales. Y el Ciclón había sido el único que en este torneo le convirtió más de un gol, con los dos penales de Vombergar en la derrota por 2-1. También se sacó esa espina el Calamar con su solvencia defensiva y arrojo para arriesgar en momentos puntuales. Platense resuelve muy bien la ecuación defensa-ataque.
Un desarrollo previsible en el primer tiempo, lo que cualquiera podía imaginar de acuerdo con los antecedentes recientes de los dos equipos. Ambos son más reactivos que propositivos, prefieren especular con el adelantamiento del rival que generar espacios a partir de la elaboración del juego. Llevar la iniciativa no está entre las prioridades, se inclinan más por el zarpazo que por el ataque sostenido.
Casi espejados en la actitud, San Lorenzo no se dejó empujar por la multitud que cubrió hasta el último lugar del Nuevo Gasómetro. Fue lento y previsible el Ciclón en los primeros 45 minutos. Dos déficits que restan todo tipo de posibilidades frente a este Platense granítico, que se plantó sin complejos, con la personalidad creciente que cultivó en el Cilindro de Avellaneda y en el Monumental. Con sus armas, no se siente chico en ningún contexto.
Lo mejor del partido
Entre varias interrupciones, la que más preocupó a San Lorenzo fue la que se llevó la atención médica de Cerrutti, que fue reemplazado entre lágrimas, presumiendo otra grave lesión en una rodilla. Ingresó Reali por el carril derecho, sector por el que San Lorenzo orientó la mayoría de los ataques en la primera etapa. No funcionaba la usina del medio entre Perruzzi y Tripichio, con Muniain desactivado por el trabajo de pinzas entre Herrera y Picco. Por la izquierda, Braida quedaba a la sombra de Saborido. A San Lorenzo no le quedaba otro recurso que tirarle pelotazos a Vombergar, que no la tenía para nada sencillo con dos cancerberos como Vázquez y Salomón.
El partido era chato, gris, solo sostenido por la tensión de la disputa del pasaje a una final. Dentro de la escasez de fútbol, Platense se juntaba mejor para dar pases, triangulaba con un poco más de criterio que el rival. Platense siempre termina dando más de lo que aparenta. Inclusive en el capítulo individual, con un Ronaldo Martínez que se impone en el juego aéreo sin llegar al 1,80m de altura, gracias a su timming y elasticidad para el salto.
No hubo situaciones de gol en el primer período y apenas si se contabilizaron remates al arco. Uno de Saborido y otro de Lotti, ambos controlados por Gill, y una chilena de Martínez que se fue alta. Cozzani solo tuvo que exigirse para cortar centros. La orfandad ofensiva de San Lorenzo era ostensible.
Platense ponía pierna, orden y también la palabra en alto para protestar todo. A Taborda se le fue la boca con el juez asistente y fue amonestado. Platense hacía de cada movimiento y acción una profesión de fe, dejaba todo. Y también está tocado por los dioses. Hacía segundos que Zapiola había ingresado cuando generó el córner y puso el 1-0 tras un despeje fallido de Gill y la falta de reacción de Báez.
Quedaba poco más de un cuarto de hora y San Lorenzo no ofrecía más que barullo ante un Platense que armó una línea de cinco con la entrada de Elizalde. Salvo por un remate cruzado de Cuello y unas ansías tumultuosas, el Ciclón no creó condiciones para empatar. Desde abajo, Platense se hizo gigante.
Fue sorpresa contra Racing, titánico frente a River y un señor equipo ante San Lorenzo para llegar al partido decisivo del Torneo Apertura LA NACION