Carrie Bradshaw y sus amigas vuelven para la tercera vuelta de la serie And Just Like That…

“¿Te podés sacar los tacos?”, le preguntan a Carrie Bradshaw que después de 94 episodios de Sex and The City, dos largometrajes y un par de temporadas de la secuela And Just Like That…, evolucionó en muchos sentidos y, sin embargo, bajarse de sus calzados de taco alto no es uno de ellos. En la nueva temporada de la serie que se estrena hoy en MAX, el personaje interpretado por Sarah Jessica Parker atraviesa por muchos cambios, pero su predilección —¿adicción?— por circular por la vida siempre a diez centímetros del suelo permanece inalterable. Y está bien que así sea. Ningún espectador recurre a esta ficción por sus consejos sobre la moda accesible o cómoda y mucho menos por su realismo.
Después de dos décadas, ni Carrie ni sus amigas Charlotte (Kristin Davis) y Miranda (Cynthia Nixon) y mucho menos la ciudad de Nueva York que tanto aman es la que era, pero tampoco lo es el público que las sigue desde siempre en sus aspiracionales aventuras en Manhattan. Que en la tercera temporada de And Just Like That… parecen haber encontrado el equilibrio justo entre la vieja serie y la sensibilidad actual. Y, lo más importante, se deshizo del lastre de tener a uno de los peores personajes de la ficción televisiva de los últimos años: Che Díaz (Sara Ramirez). La comediante que compartía la conducción de un ridículo podcast con Carrie y mantenía una relación con Miranda, ya no forma parte de la trama de la que también fue desterrada Nya Wallace (Karen Pittman), la profesora de leyes que se había sumado al grupo. El compromiso con la diversidad —parece haber concluido los productores del programa— no vale la indignación que los nuevos personajes generaron en los fanáticos de la serie.
Qué pasó en la segunda temporada
Antes de empezar a ver los nuevos 12 episodios conviene recordar cómo quedaron los personajes al cierre de la segunda temporada. A saber: Carrie por fin vendió su querido departamento y se mudó a la despampanante mansión en Gramercy Park, lo suficientemente espaciosa como para recibir a su novio Aidan (John Corbett) y a sus tres hijos. El problema es que ante una emergencia familiar, Adian debe volver a su hogar en Virginia y le pide distancia para lidiar con lo que lo espera allí. Y hasta le pone un plazo de cinco años para retomar la relación. Charlotte, por su lado, volvió a trabajar en una galería de arte años después de haber dejado la fuerza laboral para dedicarse a ser madre y esposa, y Miranda terminó su relación con Che mucho más segura con su identidad sexual. Seema (Sarita Choudhury) y Lisa Todd Wexley (Nicole Ari Parker), las dos nuevas integrantes del círculo de amigas que lograron sobrevivir para la nueva temporada, terminaron la anterior enamoradísima de su nuevo novio productor en el caso de Seema y decidida a dedicarse de lleno a su proyecto artístico, por el lado de Lisa.
Nuevo, pero no tanto
En la búsqueda de mantener la magia que atrapó a los espectadores allá y hace tiempo, los episodios de esta temporada repiten el mismo formato de siempre al repartir sus escenas entre las experiencias de Carrie y sus amigas. Con el personaje de Parker en el centro, pero sin olvidar a los demás, los primeros episodios se parecen en tono y ritmo a las primeras temporadas de Sex and the City. Así, mientras Carrie busca entender los límites de su relación con Aidan al tiempo que se acostumbra a vivir en su nueva mansión; Miranda sigue en busca de una relación y Charlotte intenta seguirle el tren a sus jóvenes compañeras de trabajo sin descuidar a su familia. Seema, lo más parecido a una Samantha que la serie pudo conseguir, acepta la ayuda de una casamentera y Lisa experimenta lo que ella llama “un metejón laboral”.
Sexo en la granja
Aunque Manhattan es el escenario principal y necesario de la ficción, esta temporada Carrie se tomará un descanso de la ciudad para aventurarse a Virginia, en donde Aidan la recibe con amor y más problemas de los que la escritora había anticipado. Las escenas de Parker recorriendo el campo a bordo de un cuatriciclo resultan ajenas para el programa, aunque no tanto como la madurez con la que su personaje aborda su cambiante vida sentimental. Y su evolución también repercute en su vida profesional. O lo que en la serie se interpreta como tal. La columnista y autora de libros de memorias comienza a experimentar con sus textos y abre una nueva etapa como escritora de ficción. “Ya tengo el título: ‘Sexo y el caldero’”, bromea Carrie cuando su editora le sugiere que la romantasy (subgénero que combina las historias de romance con los relatos fantásticos) está de moda.
Autopista para ratas
En su camino por acostumbrarse a su nueva casa, que la inspira en su búsqueda literaria, Carrie encuentra un obstáculo muy real. Su bella y antigua mansión es también el hogar de las ratas que transforman su paradisíaco jardín en una autopista para roedores. La experiencia traumática termina bien cuando Carrie contrata a Adam (Logan Marshall-Green), un apuesto paisajista que diseñará el espacio al tiempo que llamará la atención del grupo de amigas. A él se sumará luego Duncan (Jonathan Cake), un escritor británico y en principio malhumorado, que integrará la larga lista de potenciales candidatos románticos de la serie. En ese grupo también estará Joy (Dolly Wells), la productora de la BBC que ya había aparecido en la segunda temporada en el radar de Miranda.
Marca del tiempo
Más allá de las historias románticas y los conflictos personales de las protagonistas, en la base del éxito de Sex and the City y su secuela está el vestuario de sus personajes centrales. Un elemento que con el paso de las temporadas y los años fue alejándose del realismo hasta convertirse en una suerte de muestrario de marcas conocidas y de combinaciones estrambóticas que influyeron en la moda de las últimas dos décadas. En la nueva temporada las aventuras sartoriales de Carrie la llevan a usar una gorra extra maximalista con destino de meme, a desfilar un calzado más caro y extravagante que el otro, pero también incluye una pincelada de actualidad y realidad. En una escena de los primeros episodios, las hijas de Charlotte discuten sobre fast fashion mientras doblan una caja de Shein, la empresa de e-commerce que domina ese mercado. El momento, aunque efímero, confirma que los guionistas de la serie son conscientes de lo que sucede en el mundo real, aunque en la ficción cuando de moda se trata prefieren seguir manteniendo la fantasía.
“¿Te podés sacar los tacos?”, le preguntan a Carrie Bradshaw que después de 94 episodios de Sex and The City, dos largometrajes y un par de temporadas de la secuela And Just Like That…, evolucionó en muchos sentidos y, sin embargo, bajarse de sus calzados de taco alto no es uno de ellos. En la nueva temporada de la serie que se estrena hoy en MAX, el personaje interpretado por Sarah Jessica Parker atraviesa por muchos cambios, pero su predilección —¿adicción?— por circular por la vida siempre a diez centímetros del suelo permanece inalterable. Y está bien que así sea. Ningún espectador recurre a esta ficción por sus consejos sobre la moda accesible o cómoda y mucho menos por su realismo.
Después de dos décadas, ni Carrie ni sus amigas Charlotte (Kristin Davis) y Miranda (Cynthia Nixon) y mucho menos la ciudad de Nueva York que tanto aman es la que era, pero tampoco lo es el público que las sigue desde siempre en sus aspiracionales aventuras en Manhattan. Que en la tercera temporada de And Just Like That… parecen haber encontrado el equilibrio justo entre la vieja serie y la sensibilidad actual. Y, lo más importante, se deshizo del lastre de tener a uno de los peores personajes de la ficción televisiva de los últimos años: Che Díaz (Sara Ramirez). La comediante que compartía la conducción de un ridículo podcast con Carrie y mantenía una relación con Miranda, ya no forma parte de la trama de la que también fue desterrada Nya Wallace (Karen Pittman), la profesora de leyes que se había sumado al grupo. El compromiso con la diversidad —parece haber concluido los productores del programa— no vale la indignación que los nuevos personajes generaron en los fanáticos de la serie.
Qué pasó en la segunda temporada
Antes de empezar a ver los nuevos 12 episodios conviene recordar cómo quedaron los personajes al cierre de la segunda temporada. A saber: Carrie por fin vendió su querido departamento y se mudó a la despampanante mansión en Gramercy Park, lo suficientemente espaciosa como para recibir a su novio Aidan (John Corbett) y a sus tres hijos. El problema es que ante una emergencia familiar, Adian debe volver a su hogar en Virginia y le pide distancia para lidiar con lo que lo espera allí. Y hasta le pone un plazo de cinco años para retomar la relación. Charlotte, por su lado, volvió a trabajar en una galería de arte años después de haber dejado la fuerza laboral para dedicarse a ser madre y esposa, y Miranda terminó su relación con Che mucho más segura con su identidad sexual. Seema (Sarita Choudhury) y Lisa Todd Wexley (Nicole Ari Parker), las dos nuevas integrantes del círculo de amigas que lograron sobrevivir para la nueva temporada, terminaron la anterior enamoradísima de su nuevo novio productor en el caso de Seema y decidida a dedicarse de lleno a su proyecto artístico, por el lado de Lisa.
Nuevo, pero no tanto
En la búsqueda de mantener la magia que atrapó a los espectadores allá y hace tiempo, los episodios de esta temporada repiten el mismo formato de siempre al repartir sus escenas entre las experiencias de Carrie y sus amigas. Con el personaje de Parker en el centro, pero sin olvidar a los demás, los primeros episodios se parecen en tono y ritmo a las primeras temporadas de Sex and the City. Así, mientras Carrie busca entender los límites de su relación con Aidan al tiempo que se acostumbra a vivir en su nueva mansión; Miranda sigue en busca de una relación y Charlotte intenta seguirle el tren a sus jóvenes compañeras de trabajo sin descuidar a su familia. Seema, lo más parecido a una Samantha que la serie pudo conseguir, acepta la ayuda de una casamentera y Lisa experimenta lo que ella llama “un metejón laboral”.
Sexo en la granja
Aunque Manhattan es el escenario principal y necesario de la ficción, esta temporada Carrie se tomará un descanso de la ciudad para aventurarse a Virginia, en donde Aidan la recibe con amor y más problemas de los que la escritora había anticipado. Las escenas de Parker recorriendo el campo a bordo de un cuatriciclo resultan ajenas para el programa, aunque no tanto como la madurez con la que su personaje aborda su cambiante vida sentimental. Y su evolución también repercute en su vida profesional. O lo que en la serie se interpreta como tal. La columnista y autora de libros de memorias comienza a experimentar con sus textos y abre una nueva etapa como escritora de ficción. “Ya tengo el título: ‘Sexo y el caldero’”, bromea Carrie cuando su editora le sugiere que la romantasy (subgénero que combina las historias de romance con los relatos fantásticos) está de moda.
Autopista para ratas
En su camino por acostumbrarse a su nueva casa, que la inspira en su búsqueda literaria, Carrie encuentra un obstáculo muy real. Su bella y antigua mansión es también el hogar de las ratas que transforman su paradisíaco jardín en una autopista para roedores. La experiencia traumática termina bien cuando Carrie contrata a Adam (Logan Marshall-Green), un apuesto paisajista que diseñará el espacio al tiempo que llamará la atención del grupo de amigas. A él se sumará luego Duncan (Jonathan Cake), un escritor británico y en principio malhumorado, que integrará la larga lista de potenciales candidatos románticos de la serie. En ese grupo también estará Joy (Dolly Wells), la productora de la BBC que ya había aparecido en la segunda temporada en el radar de Miranda.
Marca del tiempo
Más allá de las historias románticas y los conflictos personales de las protagonistas, en la base del éxito de Sex and the City y su secuela está el vestuario de sus personajes centrales. Un elemento que con el paso de las temporadas y los años fue alejándose del realismo hasta convertirse en una suerte de muestrario de marcas conocidas y de combinaciones estrambóticas que influyeron en la moda de las últimas dos décadas. En la nueva temporada las aventuras sartoriales de Carrie la llevan a usar una gorra extra maximalista con destino de meme, a desfilar un calzado más caro y extravagante que el otro, pero también incluye una pincelada de actualidad y realidad. En una escena de los primeros episodios, las hijas de Charlotte discuten sobre fast fashion mientras doblan una caja de Shein, la empresa de e-commerce que domina ese mercado. El momento, aunque efímero, confirma que los guionistas de la serie son conscientes de lo que sucede en el mundo real, aunque en la ficción cuando de moda se trata prefieren seguir manteniendo la fantasía.
La nueva temporada de la secuela de Sex and the City se estrena este jueves por Max LA NACION