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domingo, junio 1, 2025
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Las oportunidades están a la vista: solo hace falta aprovecharlas

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El maíz fue protagonista. El Congreso de Maizar, que se celebró el miércoles pasado en Buenos Aires, volvió a poner el foco sobre la necesidad de impulsar la competitividad del cultivo y toda su cadena.

“Volví por amor”: es hija del creador de un oasis único y dejó un rol importante como escribana para continuar un legado

No por casualidad el lema del encuentro fue “Más Valor”. En otras palabras, se insistió en la necesidad de incrementar el grado de elaboración del grano en todos los usos posibles: proteína animal, biocombustible, energía, plásticos y otros productos industrializados. La base para esa propuesta es que la Argentina, a diferencia de otros grandes países productores como Brasil o Estados Unidos, exporta el mayor volumen de su cosecha, un 65%, en forma de grano. ¿Está mal exportar grano? Sin duda que no: el grano de maíz contiene un altísimo valor agregado por el desarrollo genético de los híbridos, la fertilización y el desarrollo de la maquinaria agrícola utilizada en todo el proceso del cultivo.

Pero la idea detrás del “agregado de valor”, en rigor de elaboración, lo que busca impulsar es el desarrollo allí donde se necesita: en los pueblos y las provincias más alejados de las grandes ciudades. Entre los innumerables paneles del Congreso, se destacaron, por ejemplo, los dedicados al etanol. Allí, por ejemplo, se dijo que productores de General Villegas tienen listo un proyecto para construir una planta del biocombustible. ¿Qué los frena? La indefinición política sobre cuál será el corte que tendrá el etanol con las naftas. Actualmente está establecido en 12% y los proyectos de ley presentados en el Congreso, que cuentan con el apoyo de las provincias productoras, buscan llevarlo como mínimo al 15%. En el Congreso, además, se dijo claramente que la Argentina podría tener un criterio más audaz y llevarlo al 27% como en Brasil, donde el biocombustible convive y compite con la oferta de la industria petrolera y de la industria azucarera. Y donde la poderosa industria automotriz, a diferencia de la Argentina, no traba su desarrollo.

Pese a las dificultades, el panorama del maíz es auspicioso. Según los datos presentados por Gustavo López, analista del mercado de granos, el cereal es el único que presenta márgenes positivos en casi todas las regiones agrícolas del país. De acuerdo a su proyección, el área sembrada se incrementará en 400.000 hectáreas en la campaña 2025/26. ¿Podrá ser más? Todo indica que la respuesta es positiva si el Gobierno da marcha atrás con sus anuncios respecto de que a partir del 1° de julio próximo, los Derechos de Exportación (DEX) del cereal volverán a incrementarse de 9,5% a 12%.

Aunque los especialistas y no pocos productores creen que la administración Milei hará con el maíz y la soja lo mismo que hizo con el trigo y la cebada, postergar la baja, lo cierto es que los funcionarios que repiten que los DEX volverán a subir, no hacen otra cosa de poner un horizonte de achatamiento productivo al cereal.

Al respecto, Ramiro Costa, economista jefe de la Bolsa de Cereales de Buenos Aires, emitió una luz de alarma sobre lo que sucede con el cereal: la producción está estancada. Sin contar el golpe por la sequía y por la chicharrita, a la cosecha le cuesta superar el promedio de los 50 millones de toneladas. Y aportó otro dato que debería inquietar: aunque el maíz es el cultivo que tiene una mayor proporción de nivel tecnológico alto, 34%, respecto del resto (girasol, 29%, soja, 24%) este segmento viene en constante retroceso desde hace siete campañas: en el ciclo 207/18, el nivel tecnológico alto correspondía al 55% de la producción, según el Relevamiento de Tecnología Agrícola Aplicada (Retaa), de la entidad porteña.

La evidencia disponible demuestra que esa merma de la tecnología es por la vigencia de las retenciones. ¿Qué podría pasar si se eligiera el camino inverso? Según datos presentados por Costa, sin los DEX, la Argentina podría incrementar su volumen de producción de maíz en 14 millones de toneladas, es decir, llegar a los 64 millones de toneladas. En un ejercicio realizado con inteligencia artificial, el trabajo presentado por el economista da cuenta que se podrían generar 28.000 puestos de trabajo con el impulso al maíz.

“El costo fiscal de llevar las retenciones a cero es apenas del 0,11% de la recaudación, unos US$700 millones”, explicó Costa. Fácilmente podría ser equiparado con un mayor aporte del impuesto a las Ganancias o al IVA, por ejemplo. El Gobierno argumenta que necesita afianzar el superávit fiscal antes de reducir impuestos para no tener que bajar retenciones y volver a subirlas. Puede entrar en ese juego, pero en el mediano y largo plazo, el desarrollo que aporta la agricultura quedará limitado.

El maíz fue protagonista. El Congreso de Maizar, que se celebró el miércoles pasado en Buenos Aires, volvió a poner el foco sobre la necesidad de impulsar la competitividad del cultivo y toda su cadena.

“Volví por amor”: es hija del creador de un oasis único y dejó un rol importante como escribana para continuar un legado

No por casualidad el lema del encuentro fue “Más Valor”. En otras palabras, se insistió en la necesidad de incrementar el grado de elaboración del grano en todos los usos posibles: proteína animal, biocombustible, energía, plásticos y otros productos industrializados. La base para esa propuesta es que la Argentina, a diferencia de otros grandes países productores como Brasil o Estados Unidos, exporta el mayor volumen de su cosecha, un 65%, en forma de grano. ¿Está mal exportar grano? Sin duda que no: el grano de maíz contiene un altísimo valor agregado por el desarrollo genético de los híbridos, la fertilización y el desarrollo de la maquinaria agrícola utilizada en todo el proceso del cultivo.

Pero la idea detrás del “agregado de valor”, en rigor de elaboración, lo que busca impulsar es el desarrollo allí donde se necesita: en los pueblos y las provincias más alejados de las grandes ciudades. Entre los innumerables paneles del Congreso, se destacaron, por ejemplo, los dedicados al etanol. Allí, por ejemplo, se dijo que productores de General Villegas tienen listo un proyecto para construir una planta del biocombustible. ¿Qué los frena? La indefinición política sobre cuál será el corte que tendrá el etanol con las naftas. Actualmente está establecido en 12% y los proyectos de ley presentados en el Congreso, que cuentan con el apoyo de las provincias productoras, buscan llevarlo como mínimo al 15%. En el Congreso, además, se dijo claramente que la Argentina podría tener un criterio más audaz y llevarlo al 27% como en Brasil, donde el biocombustible convive y compite con la oferta de la industria petrolera y de la industria azucarera. Y donde la poderosa industria automotriz, a diferencia de la Argentina, no traba su desarrollo.

Pese a las dificultades, el panorama del maíz es auspicioso. Según los datos presentados por Gustavo López, analista del mercado de granos, el cereal es el único que presenta márgenes positivos en casi todas las regiones agrícolas del país. De acuerdo a su proyección, el área sembrada se incrementará en 400.000 hectáreas en la campaña 2025/26. ¿Podrá ser más? Todo indica que la respuesta es positiva si el Gobierno da marcha atrás con sus anuncios respecto de que a partir del 1° de julio próximo, los Derechos de Exportación (DEX) del cereal volverán a incrementarse de 9,5% a 12%.

Aunque los especialistas y no pocos productores creen que la administración Milei hará con el maíz y la soja lo mismo que hizo con el trigo y la cebada, postergar la baja, lo cierto es que los funcionarios que repiten que los DEX volverán a subir, no hacen otra cosa de poner un horizonte de achatamiento productivo al cereal.

Al respecto, Ramiro Costa, economista jefe de la Bolsa de Cereales de Buenos Aires, emitió una luz de alarma sobre lo que sucede con el cereal: la producción está estancada. Sin contar el golpe por la sequía y por la chicharrita, a la cosecha le cuesta superar el promedio de los 50 millones de toneladas. Y aportó otro dato que debería inquietar: aunque el maíz es el cultivo que tiene una mayor proporción de nivel tecnológico alto, 34%, respecto del resto (girasol, 29%, soja, 24%) este segmento viene en constante retroceso desde hace siete campañas: en el ciclo 207/18, el nivel tecnológico alto correspondía al 55% de la producción, según el Relevamiento de Tecnología Agrícola Aplicada (Retaa), de la entidad porteña.

La evidencia disponible demuestra que esa merma de la tecnología es por la vigencia de las retenciones. ¿Qué podría pasar si se eligiera el camino inverso? Según datos presentados por Costa, sin los DEX, la Argentina podría incrementar su volumen de producción de maíz en 14 millones de toneladas, es decir, llegar a los 64 millones de toneladas. En un ejercicio realizado con inteligencia artificial, el trabajo presentado por el economista da cuenta que se podrían generar 28.000 puestos de trabajo con el impulso al maíz.

“El costo fiscal de llevar las retenciones a cero es apenas del 0,11% de la recaudación, unos US$700 millones”, explicó Costa. Fácilmente podría ser equiparado con un mayor aporte del impuesto a las Ganancias o al IVA, por ejemplo. El Gobierno argumenta que necesita afianzar el superávit fiscal antes de reducir impuestos para no tener que bajar retenciones y volver a subirlas. Puede entrar en ese juego, pero en el mediano y largo plazo, el desarrollo que aporta la agricultura quedará limitado.

 El desarrollo del maíz con un mayor grado de elaboración puede atraer inversiones y generar empleo  LA NACION