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lunes, junio 2, 2025
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Lois Boisson, de no debutar en Roland Garros por una grave lesión de rodilla a ser la única francesa

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PARÍS (Enviado especial).- Lois Boisson tiene 22 años. Es hija de Yann Boisson, un exbasquetbolista francés de la década del ‘80. Nació en Dijon, una comuna de Borgoña, región de importantes rutas comerciales y riqueza gastronómica. Tenista, con edad de junior (16 años) comenzó a construir su carrera profesional, en torneos ITF. El año pasado se destacó al ganar el WTA 125 (una categoría equiparable al Challenger Tour) en Saint Malo y encadenó 18 victorias en ITF, que la impulsaron a su mejor ranking: 152°, en mayo. Ya se sentía preparada para debutar en el cuadro principal de Roland Garros (iba a recibir una invitación para evitar la qualy), pero antes de ir al Bois de Boulogne se anotó en otro WTA 125 en París y el destino le provocó un gran disgusto.

En la primera ronda, Boisson se enfrentó con su compatriota Fiona Ferro. Llegaron al tercer set y… le ocurrió una desgracia. La pierna izquierda le falló, sintió un crujido en la rodilla y quedó tendida sobre el polvo de ladrillo. Abandonó, lógicamente. Los estudios fueron un cimbronazo: rotura de meniscos y del ligamento cruzado anterior de la pierna izquierda, una lesión sumamente severa que no es tan usual en el tenis. “En una semana pasé de ‘colapsar’ en el sueño, por la alegría de ganar mi primer título WTA, a ‘colapsar’ en el suelo porque mi rodilla se rindió y el dolor es inmenso. El shock es intenso”, escribió en su cuenta de Instagram, acompañado por una foto en la que estaba acostada en una cama de hospital. Recién volvió a competir en febrero de este año, luego de nueve meses de angustiante inactividad.

Poco a poco empezó a amigarse con el tenis, a competir. En abril pasado jugó un torneo WTA en Rouen, en el que apenas llegó a la segunda ronda. Pero una acción periférica al juego le dio notoriedad, a ella y a su rival, la británica Harriet Dart, que antes de perder 6-0 y 6-3 le pidió a la jueza de silla respecto de la francesa: “¿Puedes decirle que se ponga desodorante?“. Desde luego, no hubo respuesta positiva por parte de la umpire. Tras el partido, Boisson se tomó en forma simpática la situación y posteó una foto en la que se la veía con un desodorante de una reconocida marca de cosméticos. Arrobó a esta empresa y escribió, con emojis de risas: “Parece que necesito una colaboración”.

Boisson, actual 361° del mundo, debió haber debutado en el segundo Grand Slam de la temporada en 2024. Pero finalmente lo hizo en esta edición, recibiendo un wild card. Y vaya si lo aprovechó: ya tiene un lugar asegurado en los octavos de final, tras vencer, en este orden, a Elise Mertens (24°, Bélgica), Anhelina Kalinina (113°, Ucrania) y, este sábado, a su compatriota Elsa Jacquemot (138°) por 6-3, 0-6 y 7-5. Su próxima rival será la estadounidense Jessica Pegula, número 3 del mundo. La europea ya se aseguró un premio de 265.000, cuando en toda su carrera llevaba ganados… US$ 148.000.

Una vez que se actualice el ranking, mínimamente subirá 191 posiciones, hasta el escalón 170°. Este sábado enfrentó la prensa y escuchó una pregunta sobre aquella situación en Rouen, de la que se enteró luego del partido, ya que en el momento no se dio cuenta: “Ella cometió un error y yo bromeé al respecto, nada más. No me importó. Fue simplemente gracioso. Lo tomé con pinzas”.

En el tenis actual, se dice, la diferencia está en los detalles. Además de cuidar su cuerpo (fortaleciendo la rodilla operada) y ensayar la técnica, Boisson realiza un entrenamiento neurovisual desarrollado por su preparador físico, Sebastien Durand, que la ayuda a enfocarse. “Es difícil de explicar. Se trata de lo visual y hacemos ejercicios diferentes. Intentamos conectar el cerebro con el juego y así podemos acelerar nuestro tenis. Es muy bueno para este deporte. Empecé a utilizarlo después de la cirugía y me ayudó a recuperarme más rápido; el cerebro, simplemente, va más rápido”, apuntó la única singlista francesa entre las dieciséis mejores de Roland Garros y una de las dos que no es preclasificada (la otra es Hailey Baptiste, de EE.UU., 70°). No quiere que nada ni nadie la detenga. Ya esperó suficiente tiempo para cumplir con sus sueños.

PARÍS (Enviado especial).- Lois Boisson tiene 22 años. Es hija de Yann Boisson, un exbasquetbolista francés de la década del ‘80. Nació en Dijon, una comuna de Borgoña, región de importantes rutas comerciales y riqueza gastronómica. Tenista, con edad de junior (16 años) comenzó a construir su carrera profesional, en torneos ITF. El año pasado se destacó al ganar el WTA 125 (una categoría equiparable al Challenger Tour) en Saint Malo y encadenó 18 victorias en ITF, que la impulsaron a su mejor ranking: 152°, en mayo. Ya se sentía preparada para debutar en el cuadro principal de Roland Garros (iba a recibir una invitación para evitar la qualy), pero antes de ir al Bois de Boulogne se anotó en otro WTA 125 en París y el destino le provocó un gran disgusto.

En la primera ronda, Boisson se enfrentó con su compatriota Fiona Ferro. Llegaron al tercer set y… le ocurrió una desgracia. La pierna izquierda le falló, sintió un crujido en la rodilla y quedó tendida sobre el polvo de ladrillo. Abandonó, lógicamente. Los estudios fueron un cimbronazo: rotura de meniscos y del ligamento cruzado anterior de la pierna izquierda, una lesión sumamente severa que no es tan usual en el tenis. “En una semana pasé de ‘colapsar’ en el sueño, por la alegría de ganar mi primer título WTA, a ‘colapsar’ en el suelo porque mi rodilla se rindió y el dolor es inmenso. El shock es intenso”, escribió en su cuenta de Instagram, acompañado por una foto en la que estaba acostada en una cama de hospital. Recién volvió a competir en febrero de este año, luego de nueve meses de angustiante inactividad.

Poco a poco empezó a amigarse con el tenis, a competir. En abril pasado jugó un torneo WTA en Rouen, en el que apenas llegó a la segunda ronda. Pero una acción periférica al juego le dio notoriedad, a ella y a su rival, la británica Harriet Dart, que antes de perder 6-0 y 6-3 le pidió a la jueza de silla respecto de la francesa: “¿Puedes decirle que se ponga desodorante?“. Desde luego, no hubo respuesta positiva por parte de la umpire. Tras el partido, Boisson se tomó en forma simpática la situación y posteó una foto en la que se la veía con un desodorante de una reconocida marca de cosméticos. Arrobó a esta empresa y escribió, con emojis de risas: “Parece que necesito una colaboración”.

Boisson, actual 361° del mundo, debió haber debutado en el segundo Grand Slam de la temporada en 2024. Pero finalmente lo hizo en esta edición, recibiendo un wild card. Y vaya si lo aprovechó: ya tiene un lugar asegurado en los octavos de final, tras vencer, en este orden, a Elise Mertens (24°, Bélgica), Anhelina Kalinina (113°, Ucrania) y, este sábado, a su compatriota Elsa Jacquemot (138°) por 6-3, 0-6 y 7-5. Su próxima rival será la estadounidense Jessica Pegula, número 3 del mundo. La europea ya se aseguró un premio de 265.000, cuando en toda su carrera llevaba ganados… US$ 148.000.

Una vez que se actualice el ranking, mínimamente subirá 191 posiciones, hasta el escalón 170°. Este sábado enfrentó la prensa y escuchó una pregunta sobre aquella situación en Rouen, de la que se enteró luego del partido, ya que en el momento no se dio cuenta: “Ella cometió un error y yo bromeé al respecto, nada más. No me importó. Fue simplemente gracioso. Lo tomé con pinzas”.

En el tenis actual, se dice, la diferencia está en los detalles. Además de cuidar su cuerpo (fortaleciendo la rodilla operada) y ensayar la técnica, Boisson realiza un entrenamiento neurovisual desarrollado por su preparador físico, Sebastien Durand, que la ayuda a enfocarse. “Es difícil de explicar. Se trata de lo visual y hacemos ejercicios diferentes. Intentamos conectar el cerebro con el juego y así podemos acelerar nuestro tenis. Es muy bueno para este deporte. Empecé a utilizarlo después de la cirugía y me ayudó a recuperarme más rápido; el cerebro, simplemente, va más rápido”, apuntó la única singlista francesa entre las dieciséis mejores de Roland Garros y una de las dos que no es preclasificada (la otra es Hailey Baptiste, de EE.UU., 70°). No quiere que nada ni nadie la detenga. Ya esperó suficiente tiempo para cumplir con sus sueños.

 La tenista de 22 años debió presentarse el año pasado en París, pero padeció un “colapso” pocos días antes al lesionarse; hoy vive un sueño y es la única local en los 8vos de final  LA NACION