Platense inolvidable: le ganó a Huracán con un golazo y salió campeón por primera vez en la historia

SANTIAGO DEL ESTERO (Enviado especial).- Los aplausos son de los hinchas de Huracán. Reflejan el reconocimiento, la hidalguía, un sentimiento que seguramente recorre el fútbol argentino. Platense emociona a todos. ¡Platense campeón del fútbol argentino! Así, de corrido y para siempre. Para toda la vida.
Los aplausos son quemeros (el Globo cayó de pie), las lágrimas son del Calamar. De los hinchas, sobre todo: una espera de 120 años. Nunca antes: el más chico de los chicos, una tarde de Santiago del Estero, se impuso por 1 a 0 con una obra de arte y consiguió el torneo Apertura. Lloran el Negro Gómez y el Pelado Orsi, los creadores de un culto al colectivismo.
Hacha, corazón y mente fría. El laboratorio, conducción. La magia de Taborda (el torneo de la consagración), el golazo de Mainero, Nacho Vázquez con todas las señales de un gran capitán y un ejército de valientes. Todos para uno.
Que a veces hacen tiempo. Que de vez en cuando juegan sucio. Que desprecian el concepto de ”el valor de los recursos utilizados”. Cabeza levantada, va, mete, corre, juega en equipo. ¡En equipo! En el Cilindro, en el Monumental, en el Nuevo Gasómetro. En Santiago del Estero. En todos lados.
Lo mejor del partido para la historia
Antes, claro, hubo un partido. Un zurdazo de Urzi, la primera aproximación en un contexto de fricciones, presiones y temores. La conexión Miljevic-Mazzantti, del centro hacia la derecha, fue la mejor carta en el mazo de Huracán, que llevó la formalidad del desarrollo bajo su ala.
Un tiro libre de Taborda, que pasó cerca, resultó la consecuencia de los veloces avances de Platense, a campo abierto, tan peligrosos como esporádicos. Cuando se lo propone, el Calamar tiene fortaleza ofensiva, una pena que lo haga tan poco.
Y además suele excederse en las faltas tácticas, que provocaron la cólera hasta de Frank Kudelka, al límite del campo de juego, desatado y protestón. No siempre el exceso de adrenalina es castigado como debe ser en el fútbol argentino, más allá del caso Facundo Tello.
El Calamar, además, hace todo un arte de la pelota detenida, como en el triunfo sobre San Lorenzo en el Nuevo Gasómetro. Galíndez voló para evitar el grito de Picco, protagonista de un cabezazo demoledor.
El más picante era Mazzantti, dentro de un contexto tan monótono como impenetrable. El delantero fue cómplice del reemplazo de Silva, su marcador, con amarilla y algo confundido tácticamente. Antes y después, hubo más cambios, ingresos con el crédito de quebrar una resistencia que parecía una misión imposible. Entre ellos, Sequeira, Alanis y Schor.
Hasta que a la salida de un tiro libre, Taborda marca registrada, Mainero inventó la volea de su vida. De zurda, arriba, cerca del ángulo imposible de alcanzar para Galíndez. Vázquez (siempre Vázquez, el capitán, bravo y sólido), había bajado el balón. Una obra maestra del delantero cordobés, que nunca pudo condensar su habilidad en el transcurrir del tiempo.
Quedaban 25 minutos. Al Globo no le quedaba otra que atacar más y mejor, el teorema de Mazzantti por derecha había quedado estancado en el tiempo, ahora con el uruguayo Edgar Elizalde como fiel escudero. El Calamar se tomaba su tiempo, con la complicidad de Tello y de un estilo que ya es su sello distintivo. Cozzani, Vázquez, se iban turnando.
Y se agigantaron todos. Taborda, como conductor y cerebro, manejó los tiempos. Tac, tac, tac, en un equipo diseñado para otro asunto, aunque con Schor como ladero, valió la pena. Mainero empezó a jugar con el 7 de espadas sobre el lomo; el 5, Rodrigo Herrera, creía que estaba jugando la final de la Champions League. Así, con la disciplina táctica de siempre, personalidad ganadora y una inesperada y bienvenida dosis de fútbol. El bueno, nada de lirismo.
Huracán se desesperaba. Lo sostenía Pereyra, en modo mariscal, el único que entendió cómo jugar esta clase de partidos. Perdido por perdido, Kudelka mandó a la cancha a Wanchope Abila, habitual última opción, solo cuando no hay más remedio. El robusto delantero, verdaderamente, está en otra sintonía.
¡𝐒𝐎𝐌𝐎𝐎𝐎𝐎𝐒 𝐋𝐎𝐒𝐒𝐒 𝐂𝐀𝐌𝐏𝐄𝐄𝐄𝐄𝐄𝐎𝐎𝐎𝐎𝐎𝐎𝐍𝐄𝐄𝐄𝐄𝐒 𝐃𝐄𝐋 𝐅𝐔́𝐓𝐁𝐎𝐋 𝐀𝐑𝐆𝐄𝐍𝐓𝐈𝐍𝐎ⵑ 🤎🤍🏆 pic.twitter.com/AruXwaVPzC
— Club Atlético Platense (@caplatense) June 1, 2025
Huracán murió de pie. A punto en el torneo anterior, a dos pasos en la Copa Argentina pasada. Se va medio equipo y el viejo Frank lo hace de nuevo. Pero no puede consagrarse. El equipo no jugó el partido como una final, como ya le pasó en Liniers. Es una materia pendiente, con la Copa Sudamericana a la vuelta de la esquina. El Globo no debe derrumbarse ahora, aunque el dolor de ya no ser sea demasiado fuerte.
Pasan las medallas, los abrazos, los cánticos. De Huracán no queda ni la sombra. Está solo Platense, el equipo que le saca una lágrima al fútbol argentino. El del Polaco Goyeneche, el de Saavedra y Vicente López. El mítico cuadrado de Crámer y Pedraza. Porque su vida se resume en este instante. “Las buenas ya van a venir”, cantaban, largos años atrás.
¡¡¡PLATENSE HACE HISTORIA!!! ¡¡EL CALAMAR ES CAMPEÓN DEL #TorneoApertura!! ¿El festejo? A LO MESSI EN QATAR…
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— SportsCenter (@SC_ESPN) June 1, 2025
El Marrón lanza un mensaje: cualquiera puede soñar. Más aún, con este formato, tan injusto como impredecible. Salud, campeón. Bienvenido Platense al selecto grupo de campeones, hacía tanto tiempo que lo estábamos esperando…
SANTIAGO DEL ESTERO (Enviado especial).- Los aplausos son de los hinchas de Huracán. Reflejan el reconocimiento, la hidalguía, un sentimiento que seguramente recorre el fútbol argentino. Platense emociona a todos. ¡Platense campeón del fútbol argentino! Así, de corrido y para siempre. Para toda la vida.
Los aplausos son quemeros (el Globo cayó de pie), las lágrimas son del Calamar. De los hinchas, sobre todo: una espera de 120 años. Nunca antes: el más chico de los chicos, una tarde de Santiago del Estero, se impuso por 1 a 0 con una obra de arte y consiguió el torneo Apertura. Lloran el Negro Gómez y el Pelado Orsi, los creadores de un culto al colectivismo.
Hacha, corazón y mente fría. El laboratorio, conducción. La magia de Taborda (el torneo de la consagración), el golazo de Mainero, Nacho Vázquez con todas las señales de un gran capitán y un ejército de valientes. Todos para uno.
Que a veces hacen tiempo. Que de vez en cuando juegan sucio. Que desprecian el concepto de ”el valor de los recursos utilizados”. Cabeza levantada, va, mete, corre, juega en equipo. ¡En equipo! En el Cilindro, en el Monumental, en el Nuevo Gasómetro. En Santiago del Estero. En todos lados.
Lo mejor del partido para la historia
Antes, claro, hubo un partido. Un zurdazo de Urzi, la primera aproximación en un contexto de fricciones, presiones y temores. La conexión Miljevic-Mazzantti, del centro hacia la derecha, fue la mejor carta en el mazo de Huracán, que llevó la formalidad del desarrollo bajo su ala.
Un tiro libre de Taborda, que pasó cerca, resultó la consecuencia de los veloces avances de Platense, a campo abierto, tan peligrosos como esporádicos. Cuando se lo propone, el Calamar tiene fortaleza ofensiva, una pena que lo haga tan poco.
Y además suele excederse en las faltas tácticas, que provocaron la cólera hasta de Frank Kudelka, al límite del campo de juego, desatado y protestón. No siempre el exceso de adrenalina es castigado como debe ser en el fútbol argentino, más allá del caso Facundo Tello.
El Calamar, además, hace todo un arte de la pelota detenida, como en el triunfo sobre San Lorenzo en el Nuevo Gasómetro. Galíndez voló para evitar el grito de Picco, protagonista de un cabezazo demoledor.
El más picante era Mazzantti, dentro de un contexto tan monótono como impenetrable. El delantero fue cómplice del reemplazo de Silva, su marcador, con amarilla y algo confundido tácticamente. Antes y después, hubo más cambios, ingresos con el crédito de quebrar una resistencia que parecía una misión imposible. Entre ellos, Sequeira, Alanis y Schor.
Hasta que a la salida de un tiro libre, Taborda marca registrada, Mainero inventó la volea de su vida. De zurda, arriba, cerca del ángulo imposible de alcanzar para Galíndez. Vázquez (siempre Vázquez, el capitán, bravo y sólido), había bajado el balón. Una obra maestra del delantero cordobés, que nunca pudo condensar su habilidad en el transcurrir del tiempo.
Quedaban 25 minutos. Al Globo no le quedaba otra que atacar más y mejor, el teorema de Mazzantti por derecha había quedado estancado en el tiempo, ahora con el uruguayo Edgar Elizalde como fiel escudero. El Calamar se tomaba su tiempo, con la complicidad de Tello y de un estilo que ya es su sello distintivo. Cozzani, Vázquez, se iban turnando.
Y se agigantaron todos. Taborda, como conductor y cerebro, manejó los tiempos. Tac, tac, tac, en un equipo diseñado para otro asunto, aunque con Schor como ladero, valió la pena. Mainero empezó a jugar con el 7 de espadas sobre el lomo; el 5, Rodrigo Herrera, creía que estaba jugando la final de la Champions League. Así, con la disciplina táctica de siempre, personalidad ganadora y una inesperada y bienvenida dosis de fútbol. El bueno, nada de lirismo.
Huracán se desesperaba. Lo sostenía Pereyra, en modo mariscal, el único que entendió cómo jugar esta clase de partidos. Perdido por perdido, Kudelka mandó a la cancha a Wanchope Abila, habitual última opción, solo cuando no hay más remedio. El robusto delantero, verdaderamente, está en otra sintonía.
¡𝐒𝐎𝐌𝐎𝐎𝐎𝐎𝐒 𝐋𝐎𝐒𝐒𝐒 𝐂𝐀𝐌𝐏𝐄𝐄𝐄𝐄𝐄𝐎𝐎𝐎𝐎𝐎𝐎𝐍𝐄𝐄𝐄𝐄𝐒 𝐃𝐄𝐋 𝐅𝐔́𝐓𝐁𝐎𝐋 𝐀𝐑𝐆𝐄𝐍𝐓𝐈𝐍𝐎ⵑ 🤎🤍🏆 pic.twitter.com/AruXwaVPzC
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Huracán murió de pie. A punto en el torneo anterior, a dos pasos en la Copa Argentina pasada. Se va medio equipo y el viejo Frank lo hace de nuevo. Pero no puede consagrarse. El equipo no jugó el partido como una final, como ya le pasó en Liniers. Es una materia pendiente, con la Copa Sudamericana a la vuelta de la esquina. El Globo no debe derrumbarse ahora, aunque el dolor de ya no ser sea demasiado fuerte.
Pasan las medallas, los abrazos, los cánticos. De Huracán no queda ni la sombra. Está solo Platense, el equipo que le saca una lágrima al fútbol argentino. El del Polaco Goyeneche, el de Saavedra y Vicente López. El mítico cuadrado de Crámer y Pedraza. Porque su vida se resume en este instante. “Las buenas ya van a venir”, cantaban, largos años atrás.
¡¡¡PLATENSE HACE HISTORIA!!! ¡¡EL CALAMAR ES CAMPEÓN DEL #TorneoApertura!! ¿El festejo? A LO MESSI EN QATAR…
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El Marrón lanza un mensaje: cualquiera puede soñar. Más aún, con este formato, tan injusto como impredecible. Salud, campeón. Bienvenido Platense al selecto grupo de campeones, hacía tanto tiempo que lo estábamos esperando…
En Santiago del Estero, con una obra de arte de Mainero, se impuso por 1 a 0 y dio la vuelta olímpica, entre lágrimas y aplausos LA NACION