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sábado, junio 7, 2025
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Paso a paso, una arquitecta explica cómo actualizó estos 60m2 sin irse de presupuesto

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Cuando la arquitecta Aylén Abril Costantini visitó por primera vez este departamento en un noveno piso al contrafrente, supo que había mucho por hacer, pero también mucho para rescatar. “La luz entraba generosa desde un pulmón abierto, los dos dormitorios tenían medidas difíciles de encontrar en edificios nuevos y los placares, a pesar del paso del tiempo, estaban impecables por dentro”, repasa. Aun así, los ambientes mostraban el desgaste: paredes amarillentas, aberturas de chapa, cocina cerrada con muebles en mal estado y azulejos desactualizados en baño y cocina.

Condición sine qua non

“Antes de decidir si lo compraban, mis clientes me pidieron ir a verlo: necesitaban saber si la cocina podía transformarse. Cocinan mucho, especialmente él, un aficionado a la gastronomía que además, tiene un podcast con amigos sobre el tema. Si no se podía mejorar, descartaban el departamento“.

Una nueva lógica

La decisión de anular la entrada de servicio fue fundamental para repensar la planta y adaptar el departamento al estilo de vida actual. Se cubrió con una placa de yeso, aprovechando una mocheta existente que permitió continuar el mobiliario de cocina en forma de L.

En la pata más corta del mueble en L se ocultaron el calefón y el lavarropas. “Cada decisión respondió a un modo de habitar real, donde cocinar es parte del día a día y el orden visual ayuda a disfrutar el espacio”.

En el hall de acceso, se abrió un tramo de pared para generar una circulación más fluida y visualmente integrada.

“Hoy, al entrar, se ve a la izquierda la mesada de la cocina —ideal para apoyar las compras— y, del mismo lado, un pequeño mueble para dejar los zapatos. Del otro, cajones como parte del equipamiento de cocina”. Un gesto simple que refleja un cambio de paradigma: menos jerarquías entre espacios, más comunicación, funcionalidad y coherencia con la forma en que realmente se vive hoy.

El eje del proyecto

La cocina, en efecto, fue el gran eje de la reforma. Estaba cerrada, oscura, con circulación confusa y muebles deteriorados, separada del estar y pegada a una dependencia que había sido usada como comedor. Entre ambas, una columna complicaba la demolición, pero terminó siendo aliada.

“Desde la primera visita sospeché que esa columna era estructural. No se podía sacar, pero sí vestirla: la convertimos en un volumen revestido en melamina símil madera, donde escondimos la heladera panelable. Al ubicarla ahí, logramos una vista limpia desde la cocina hacia el comedor.”

Cómo se diseñó la cocina

● Cajones antes que puertas. “Acordamos que todo lo posible fueran cajones. Incluso debajo de la pileta, porque son mucho más prácticos para acceder que las puertas”, cuenta la arquitecta.

● Todo cerrado, menos lo necesario. “Se pensó en función del orden y la limpieza: cuanto más cerrado, más fácil de mantener. Si se puede evitar el polvo, se evita.”

● Anafe y horno eléctrico empotrado. Evitan el corte en la mesada y la mugre que se acumula a los costados si usamos una cocina tradicional.

● Alacenas altas con puertas y estantes regulables. Aprovechan la altura sin generar saturación visual.

● Una mesa como pausa. Una pequeña superficie, de altura estándar, permite sentarse a trabajar, picar algo o simplemente habitar la cocina más allá de la función.

Camuflada por el color

Otro gesto clave fue agregar una puerta disimulada con el color de la pared (‘Warm Beige’ de Sherwin Williams) para separar el estar de la zona privada. “Con esa puerta logramos privacidad total. Si uno está en el dormitorio o por darse una ducha, podés cerrarla y aislarte. Es simple, pero cambia la manera de habitar”.

“Los baños de servicio son los nuevos toilettes”

Al fondo, el nuevo toilette que da la espalda al área de la heladera se convirtió en un microescenario inesperado. “Revestido en microcemento rosa sobre los azulejos originales, con dos mesadas angostas de melaminas que encontramos en el departamento y reutilizamos, hoy es un espacio que sorprende y funciona, pensado como cápsula de color y textura, sin salir del presupuesto.

Reformar un departamento de más de 50 años implica mucho más que una actualización estética. “Es adaptar lo existente a nuevas formas de habitar, recuperar lo valioso y resignificarlo para que vuelva a tener sentido. Por ejemplo, en una unidad de 60m², un acceso de servicio y una dependencia con baño incluido ya no tienen sentido. Esos baños son los nuevos toilettes“.

Claves para actualizar cuidando el presupuesto

● Cambiar las hojas de las ventanas, no los marcos. Se mantuvieron los marcos de chapa de las aberturas, pero se reemplazaron las hojas por nuevas de aluminio con doble vidriado hermético, para mejorar el aislamiento acústico.

● Actualizar lo que no se ve. Se renovaron por completo las instalaciones eléctricas y sanitarias. “Cuando se reforma un departamento de época, recomiendo cambiar los caños que tienen más de 20 años. No tiene sentido hacer una cocina nueva si tal vez a los dos años tengas que volver a romper”.

● Revalorizar lo que ya está. Se cepillaron las puertas de madera originales, se recuperaron herrajes y se sumaron picaportes y tiradores nuevos, más modernos, para darles una segunda vida.

● Pensar en el presente sin descuidar el mañana. Cada decisión buscó mejorar el uso diario de los propietarios, con soluciones a medida pero sin resignar una posible venta o alquiler a futuro.

Cuando la arquitecta Aylén Abril Costantini visitó por primera vez este departamento en un noveno piso al contrafrente, supo que había mucho por hacer, pero también mucho para rescatar. “La luz entraba generosa desde un pulmón abierto, los dos dormitorios tenían medidas difíciles de encontrar en edificios nuevos y los placares, a pesar del paso del tiempo, estaban impecables por dentro”, repasa. Aun así, los ambientes mostraban el desgaste: paredes amarillentas, aberturas de chapa, cocina cerrada con muebles en mal estado y azulejos desactualizados en baño y cocina.

Condición sine qua non

“Antes de decidir si lo compraban, mis clientes me pidieron ir a verlo: necesitaban saber si la cocina podía transformarse. Cocinan mucho, especialmente él, un aficionado a la gastronomía que además, tiene un podcast con amigos sobre el tema. Si no se podía mejorar, descartaban el departamento“.

Una nueva lógica

La decisión de anular la entrada de servicio fue fundamental para repensar la planta y adaptar el departamento al estilo de vida actual. Se cubrió con una placa de yeso, aprovechando una mocheta existente que permitió continuar el mobiliario de cocina en forma de L.

En la pata más corta del mueble en L se ocultaron el calefón y el lavarropas. “Cada decisión respondió a un modo de habitar real, donde cocinar es parte del día a día y el orden visual ayuda a disfrutar el espacio”.

En el hall de acceso, se abrió un tramo de pared para generar una circulación más fluida y visualmente integrada.

“Hoy, al entrar, se ve a la izquierda la mesada de la cocina —ideal para apoyar las compras— y, del mismo lado, un pequeño mueble para dejar los zapatos. Del otro, cajones como parte del equipamiento de cocina”. Un gesto simple que refleja un cambio de paradigma: menos jerarquías entre espacios, más comunicación, funcionalidad y coherencia con la forma en que realmente se vive hoy.

El eje del proyecto

La cocina, en efecto, fue el gran eje de la reforma. Estaba cerrada, oscura, con circulación confusa y muebles deteriorados, separada del estar y pegada a una dependencia que había sido usada como comedor. Entre ambas, una columna complicaba la demolición, pero terminó siendo aliada.

“Desde la primera visita sospeché que esa columna era estructural. No se podía sacar, pero sí vestirla: la convertimos en un volumen revestido en melamina símil madera, donde escondimos la heladera panelable. Al ubicarla ahí, logramos una vista limpia desde la cocina hacia el comedor.”

Cómo se diseñó la cocina

● Cajones antes que puertas. “Acordamos que todo lo posible fueran cajones. Incluso debajo de la pileta, porque son mucho más prácticos para acceder que las puertas”, cuenta la arquitecta.

● Todo cerrado, menos lo necesario. “Se pensó en función del orden y la limpieza: cuanto más cerrado, más fácil de mantener. Si se puede evitar el polvo, se evita.”

● Anafe y horno eléctrico empotrado. Evitan el corte en la mesada y la mugre que se acumula a los costados si usamos una cocina tradicional.

● Alacenas altas con puertas y estantes regulables. Aprovechan la altura sin generar saturación visual.

● Una mesa como pausa. Una pequeña superficie, de altura estándar, permite sentarse a trabajar, picar algo o simplemente habitar la cocina más allá de la función.

Camuflada por el color

Otro gesto clave fue agregar una puerta disimulada con el color de la pared (‘Warm Beige’ de Sherwin Williams) para separar el estar de la zona privada. “Con esa puerta logramos privacidad total. Si uno está en el dormitorio o por darse una ducha, podés cerrarla y aislarte. Es simple, pero cambia la manera de habitar”.

“Los baños de servicio son los nuevos toilettes”

Al fondo, el nuevo toilette que da la espalda al área de la heladera se convirtió en un microescenario inesperado. “Revestido en microcemento rosa sobre los azulejos originales, con dos mesadas angostas de melaminas que encontramos en el departamento y reutilizamos, hoy es un espacio que sorprende y funciona, pensado como cápsula de color y textura, sin salir del presupuesto.

Reformar un departamento de más de 50 años implica mucho más que una actualización estética. “Es adaptar lo existente a nuevas formas de habitar, recuperar lo valioso y resignificarlo para que vuelva a tener sentido. Por ejemplo, en una unidad de 60m², un acceso de servicio y una dependencia con baño incluido ya no tienen sentido. Esos baños son los nuevos toilettes“.

Claves para actualizar cuidando el presupuesto

● Cambiar las hojas de las ventanas, no los marcos. Se mantuvieron los marcos de chapa de las aberturas, pero se reemplazaron las hojas por nuevas de aluminio con doble vidriado hermético, para mejorar el aislamiento acústico.

● Actualizar lo que no se ve. Se renovaron por completo las instalaciones eléctricas y sanitarias. “Cuando se reforma un departamento de época, recomiendo cambiar los caños que tienen más de 20 años. No tiene sentido hacer una cocina nueva si tal vez a los dos años tengas que volver a romper”.

● Revalorizar lo que ya está. Se cepillaron las puertas de madera originales, se recuperaron herrajes y se sumaron picaportes y tiradores nuevos, más modernos, para darles una segunda vida.

● Pensar en el presente sin descuidar el mañana. Cada decisión buscó mejorar el uso diario de los propietarios, con soluciones a medida pero sin resignar una posible venta o alquiler a futuro.

 Con las áreas de servicio como foco principal, tuvo que evaluar si la cocina era apta para modernizar, condición de sus clientes para comprar.  LA NACION