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jueves, junio 12, 2025
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Diego Tipping, presidente de Cruz Roja Argentina: “Es momento de poner a la humanidad en el centro”

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“No podemos ser indiferentes ante el sufrimiento de las personas”, afirma Diego Tipping, presidente de la Cruz Roja Argentina, en una entrevista con LA NACION. Esa convicción guía a los más de 7000 voluntarios que cada año se movilizan en todo el país para brindar ayuda en las crisis más duras: inundaciones, terremotos, incendios forestales y emergencias sanitarias. “No podemos evitar que ocurran las emergencias, pero sí podemos decidir cómo nos preparamos para enfrentarlas”, resume Tipping, que destaca el compromiso constante de una organización que hoy celebra 145 años de historia.

Desde sus inicios hasta la actualidad, Cruz Roja Argentina se ha consolidado como un refugio en medio del caos. Con presencia en más de 65 filiales distribuidas en todo el país, su labor se ha extendido desde la asistencia inmediata en desastres —como las inundaciones en Santa Fe en 2003, la emergencia por Covid-19, los incendios de Corrientes en 2022 o las inundaciones recientes en Bahía Blanca.

El presidente de la Cruz Roja Argentina detalla cómo la organización trabaja para mantener su autonomía financiera gracias a donantes individuales y para anticiparse a un futuro cada vez más atravesado por eventos climáticos extremos. Para Tipping, la clave está en fortalecer la red solidaria y descentralizada, y en que cada ciudadano entienda que puede —y debe— involucrarse. Su propia historia como voluntario en La Plata y su experiencia en crisis humanitarias internacionales nutren su visión. “Es momento de poner a la humanidad en el centro”, concluye.

—¿Cómo fue su recorrido personal y profesional hasta llegar a la presidencia de la Cruz Roja Argentina?

—Llegué a la presidencia de Cruz Roja Argentina después de un recorrido profundamente marcado por el compromiso con lo humanitario y por una fuerte vocación de servicio. Nací en La Plata, donde cursé mis estudios primarios y secundarios, y más tarde me gradué como abogado en el año 2000. Al año siguiente me acerqué por primera vez a Cruz Roja Argentina como voluntario en la filial de mi ciudad. Esa experiencia fue un punto de inflexión: me encontré con una comunidad movilizada por ayudar, y entendí que ese era el camino que quería seguir.

—¿Cómo opera la Cruz Roja en el país?

—Contamos con más de 7000 voluntarios, voluntarias y personal capacitado distribuidos a lo largo y ancho del país a través de 65 filiales que se encuentran en la mayoría de las provincias y zonas estratégicas. Nuestro voluntariado cuenta con capacitaciones constantes para que nuestras acciones sean más eficaces. En términos operativos, nuestra estructura combina la articulación nacional con la autonomía local. Cada filial tiene la capacidad de responder a las necesidades de su territorio, con iniciativas propias, pero también trabajamos en red, alineados bajo una estrategia nacional que asegura coherencia, impacto y alcance.

A su vez, la Cruz Roja Argentina obtiene su financiamiento gracias a los aportes de personas individuales de todo el país, que creen en el poder de la acción humanitaria y son parte de nuestra organización como donantes mensuales. También trabajamos con empresas, organismos y socios estratégicos que acompañan proyectos específicos.

—¿Qué características hacen que la Argentina represente un desafío particular para el trabajo humanitario?

—Lo primero que tenemos que decir es que nuestro país es muy extenso y desigual. Esto quiere decir que no son las mismas necesidades y desafíos lo que podemos encontrar en Tierra del Fuego, Jujuy, Mendoza o Buenos Aires. La diversidad geográfica, climática, cultural y socioeconómica de la Argentina representa tanto una atributo que potencia nuestro accionar, como un enorme desafío para una organización humanitaria como la nuestra.

En algunas regiones, las preocupaciones están ligadas al impacto del cambio climático: inundaciones, incendios, olas de calor o de frío. En otras zonas, el acceso a servicios básicos como salud, educación o agua segura sigue siendo limitado. Por ejemplo, en Salta, a través de nuestro Campamento Humanitario, potabilizamos y distribuimos más de 320 millones de litros de agua y se mejoró la disponibilidad diaria de agua para consumo que pasó del 11% en 2020 al 42% en 2025.

—En la Argentina, ¿están viendo un incremento en las catástrofes naturales como inundaciones o incendios? ¿Qué tipo de riesgos proyectan como más urgentes en los próximos años: fenómenos climáticos, sismos, crisis sociales?

—La Argentina ha experimentado un aumento en la frecuencia e intensidad de ciertos eventos climáticos extremos en las últimas décadas. Algunos de los fenómenos que han sido notables incluyen inundaciones, sequías, tormentas intensas y olas de calor. Estos cambios pueden estar relacionados con diversos factores, incluyendo el cambio climático global, la variabilidad natural del clima y la influencia de fenómenos como El Niño y La Niña. La situación climática es dinámica y puede variar a lo largo del tiempo, por lo que es importante contar con datos y análisis actualizados para comprender completamente la situación actual en Argentina. En los últimos meses, acompañamos a las comunidades afectadas por inundaciones. Y continuamos llevando adelante nuestro plan de acción de acuerdo con las necesidades de cada comunidad. Además, hemos fortalecido líneas de acción específicas para acompañar a poblaciones en mayor situación de vulnerabilidad socioeconómica como las personas en situación de calle. En distintos puntos del país estamos cerca de esta población a través de la contención emocional, apoyo psicosocial, distribución de kits de higiene y abrigo.

Nuestro compromiso es seguir fortaleciendo las capacidades locales, formar voluntarios y voluntarias en todo el país y anticiparnos a las crisis con planes concretos de preparación, mitigación y respuesta. No podemos evitar que ocurran las emergencias, pero sí podemos decidir cómo nos preparamos para enfrentarlas.

—¿Cómo fue la intervención de la Cruz Roja en la catástrofe de Bahía Blanca? ¿Cuáles fueron las primeras necesidades que detectaron y qué tipo de insumos o tareas fueron prioritarias?

—Desde el primer momento, nuestros voluntarios y voluntarias estuvieron presentes dando respuesta a la emergencia. Las acciones iniciales incluyeron el acompañamiento en las tareas de rescate junto a organismos especializados, atención en Primeros Auxilios y apoyo psicosocial, acompañamiento en alojamientos temporales y apoyo en el sistema prehospitalario de emergencia. En paralelo a estas intervenciones inmediatas trabajamos rápidamente en el relevamiento de necesidades prioritarias y elaboramos un plan de acción de respuesta orientado a la recuperación de las personas, infraestructura y equipamiento que se encuentra en implementación en este momento. Como en cada emergencia, nuestra intervención combina rapidez, coordinación y compromiso humano, con una mirada puesta no solo en la respuesta inmediata, sino también en la recuperación sostenida de las comunidades.

En estos meses trabajamos en la distribución de kits de higiene, limpieza y otros elementos de primera necesidad, tarjetas con dinero para que las personas puedan decidir qué comprar de acuerdo con sus necesidades, equipamiento para centros comunitarios y salas de atención primaria de la salud. Por ejemplo, Mabel, una de las personas que recibió una de estas tarjetas, eligió usar el dinero para comprar unas gotas para los ojos. Esa decisión, tan simple como importante, muestra por qué es fundamental respetar la autonomía de cada persona: nadie mejor que ella sabía qué era lo que necesitaba en ese momento. Trabajamos así, con respuestas flexibles y centradas en las personas, para que cada ayuda llegue de la manera más efectiva posible.

—¿Cuántos agentes de la Cruz Roja participaron en ese operativo? ¿El trabajo continúa aún en la zona o ya se replegaron?

—Desde el inicio de la emergencia, ya se sumaron más de 1300 participaciones voluntarias para fortalecer la respuesta. Hoy, continuamos distribuyendo botiquines de primeros auxilios en centros sociales, así como equipamiento en salas de salud y espacios comunitarios.

—¿Cuáles son las principales líneas de acción en estos próximos 5 años?

—Para los próximos cinco años Cruz Roja Argentina se propone actuar ante vacíos humanitarios en nuestro carácter de auxiliar de los poderes públicos para contribuir al acceso a derechos de las personas, en especial de aquellas que se encuentran en situación de vulnerabilidad, a través de acciones diseñadas con innovación y eficiencia, promoviendo la resiliencia y procurando poner en el centro a las personas y comunidades.

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“No podemos ser indiferentes ante el sufrimiento de las personas”, afirma Diego Tipping, presidente de la Cruz Roja Argentina, en una entrevista con LA NACION. Esa convicción guía a los más de 7000 voluntarios que cada año se movilizan en todo el país para brindar ayuda en las crisis más duras: inundaciones, terremotos, incendios forestales y emergencias sanitarias. “No podemos evitar que ocurran las emergencias, pero sí podemos decidir cómo nos preparamos para enfrentarlas”, resume Tipping, que destaca el compromiso constante de una organización que hoy celebra 145 años de historia.

Desde sus inicios hasta la actualidad, Cruz Roja Argentina se ha consolidado como un refugio en medio del caos. Con presencia en más de 65 filiales distribuidas en todo el país, su labor se ha extendido desde la asistencia inmediata en desastres —como las inundaciones en Santa Fe en 2003, la emergencia por Covid-19, los incendios de Corrientes en 2022 o las inundaciones recientes en Bahía Blanca.

El presidente de la Cruz Roja Argentina detalla cómo la organización trabaja para mantener su autonomía financiera gracias a donantes individuales y para anticiparse a un futuro cada vez más atravesado por eventos climáticos extremos. Para Tipping, la clave está en fortalecer la red solidaria y descentralizada, y en que cada ciudadano entienda que puede —y debe— involucrarse. Su propia historia como voluntario en La Plata y su experiencia en crisis humanitarias internacionales nutren su visión. “Es momento de poner a la humanidad en el centro”, concluye.

—¿Cómo fue su recorrido personal y profesional hasta llegar a la presidencia de la Cruz Roja Argentina?

—Llegué a la presidencia de Cruz Roja Argentina después de un recorrido profundamente marcado por el compromiso con lo humanitario y por una fuerte vocación de servicio. Nací en La Plata, donde cursé mis estudios primarios y secundarios, y más tarde me gradué como abogado en el año 2000. Al año siguiente me acerqué por primera vez a Cruz Roja Argentina como voluntario en la filial de mi ciudad. Esa experiencia fue un punto de inflexión: me encontré con una comunidad movilizada por ayudar, y entendí que ese era el camino que quería seguir.

—¿Cómo opera la Cruz Roja en el país?

—Contamos con más de 7000 voluntarios, voluntarias y personal capacitado distribuidos a lo largo y ancho del país a través de 65 filiales que se encuentran en la mayoría de las provincias y zonas estratégicas. Nuestro voluntariado cuenta con capacitaciones constantes para que nuestras acciones sean más eficaces. En términos operativos, nuestra estructura combina la articulación nacional con la autonomía local. Cada filial tiene la capacidad de responder a las necesidades de su territorio, con iniciativas propias, pero también trabajamos en red, alineados bajo una estrategia nacional que asegura coherencia, impacto y alcance.

A su vez, la Cruz Roja Argentina obtiene su financiamiento gracias a los aportes de personas individuales de todo el país, que creen en el poder de la acción humanitaria y son parte de nuestra organización como donantes mensuales. También trabajamos con empresas, organismos y socios estratégicos que acompañan proyectos específicos.

—¿Qué características hacen que la Argentina represente un desafío particular para el trabajo humanitario?

—Lo primero que tenemos que decir es que nuestro país es muy extenso y desigual. Esto quiere decir que no son las mismas necesidades y desafíos lo que podemos encontrar en Tierra del Fuego, Jujuy, Mendoza o Buenos Aires. La diversidad geográfica, climática, cultural y socioeconómica de la Argentina representa tanto una atributo que potencia nuestro accionar, como un enorme desafío para una organización humanitaria como la nuestra.

En algunas regiones, las preocupaciones están ligadas al impacto del cambio climático: inundaciones, incendios, olas de calor o de frío. En otras zonas, el acceso a servicios básicos como salud, educación o agua segura sigue siendo limitado. Por ejemplo, en Salta, a través de nuestro Campamento Humanitario, potabilizamos y distribuimos más de 320 millones de litros de agua y se mejoró la disponibilidad diaria de agua para consumo que pasó del 11% en 2020 al 42% en 2025.

—En la Argentina, ¿están viendo un incremento en las catástrofes naturales como inundaciones o incendios? ¿Qué tipo de riesgos proyectan como más urgentes en los próximos años: fenómenos climáticos, sismos, crisis sociales?

—La Argentina ha experimentado un aumento en la frecuencia e intensidad de ciertos eventos climáticos extremos en las últimas décadas. Algunos de los fenómenos que han sido notables incluyen inundaciones, sequías, tormentas intensas y olas de calor. Estos cambios pueden estar relacionados con diversos factores, incluyendo el cambio climático global, la variabilidad natural del clima y la influencia de fenómenos como El Niño y La Niña. La situación climática es dinámica y puede variar a lo largo del tiempo, por lo que es importante contar con datos y análisis actualizados para comprender completamente la situación actual en Argentina. En los últimos meses, acompañamos a las comunidades afectadas por inundaciones. Y continuamos llevando adelante nuestro plan de acción de acuerdo con las necesidades de cada comunidad. Además, hemos fortalecido líneas de acción específicas para acompañar a poblaciones en mayor situación de vulnerabilidad socioeconómica como las personas en situación de calle. En distintos puntos del país estamos cerca de esta población a través de la contención emocional, apoyo psicosocial, distribución de kits de higiene y abrigo.

Nuestro compromiso es seguir fortaleciendo las capacidades locales, formar voluntarios y voluntarias en todo el país y anticiparnos a las crisis con planes concretos de preparación, mitigación y respuesta. No podemos evitar que ocurran las emergencias, pero sí podemos decidir cómo nos preparamos para enfrentarlas.

—¿Cómo fue la intervención de la Cruz Roja en la catástrofe de Bahía Blanca? ¿Cuáles fueron las primeras necesidades que detectaron y qué tipo de insumos o tareas fueron prioritarias?

—Desde el primer momento, nuestros voluntarios y voluntarias estuvieron presentes dando respuesta a la emergencia. Las acciones iniciales incluyeron el acompañamiento en las tareas de rescate junto a organismos especializados, atención en Primeros Auxilios y apoyo psicosocial, acompañamiento en alojamientos temporales y apoyo en el sistema prehospitalario de emergencia. En paralelo a estas intervenciones inmediatas trabajamos rápidamente en el relevamiento de necesidades prioritarias y elaboramos un plan de acción de respuesta orientado a la recuperación de las personas, infraestructura y equipamiento que se encuentra en implementación en este momento. Como en cada emergencia, nuestra intervención combina rapidez, coordinación y compromiso humano, con una mirada puesta no solo en la respuesta inmediata, sino también en la recuperación sostenida de las comunidades.

En estos meses trabajamos en la distribución de kits de higiene, limpieza y otros elementos de primera necesidad, tarjetas con dinero para que las personas puedan decidir qué comprar de acuerdo con sus necesidades, equipamiento para centros comunitarios y salas de atención primaria de la salud. Por ejemplo, Mabel, una de las personas que recibió una de estas tarjetas, eligió usar el dinero para comprar unas gotas para los ojos. Esa decisión, tan simple como importante, muestra por qué es fundamental respetar la autonomía de cada persona: nadie mejor que ella sabía qué era lo que necesitaba en ese momento. Trabajamos así, con respuestas flexibles y centradas en las personas, para que cada ayuda llegue de la manera más efectiva posible.

—¿Cuántos agentes de la Cruz Roja participaron en ese operativo? ¿El trabajo continúa aún en la zona o ya se replegaron?

—Desde el inicio de la emergencia, ya se sumaron más de 1300 participaciones voluntarias para fortalecer la respuesta. Hoy, continuamos distribuyendo botiquines de primeros auxilios en centros sociales, así como equipamiento en salas de salud y espacios comunitarios.

—¿Cuáles son las principales líneas de acción en estos próximos 5 años?

—Para los próximos cinco años Cruz Roja Argentina se propone actuar ante vacíos humanitarios en nuestro carácter de auxiliar de los poderes públicos para contribuir al acceso a derechos de las personas, en especial de aquellas que se encuentran en situación de vulnerabilidad, a través de acciones diseñadas con innovación y eficiencia, promoviendo la resiliencia y procurando poner en el centro a las personas y comunidades.

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 La organización cumple 145 años de historia; en la Argentina cuenta con 7000 voluntarios que enfrentan diversas catástrofes y trabajan dando apoyo a comunidades vulnerables  LA NACION