
LA PLATA.– En el cementerio municipal de la capital bonaerense, los muertos no descansan en paz. Tras el macabro hallazgo de miles de restos humanos abandonados en bolsas de residuos denunciado a principios de 2024, una nueva ola de ataques vandálicos ha sacudido el camposanto. Varias de las bóvedas más emblemáticas, pertenecientes a familias fundadoras de la ciudad, fueron violentadas. Se investiga, además, si hay posibles faltantes de objetos.
Los últimos ataques afectaron criptas ubicadas en el sector central del cementerio, una zona declarada patrimonio histórico por la Municipalidad de La Plata y la Legislatura bonaerense.
Entre las bóvedas profanadas se encuentra la de Manuel Hermenegildo Langenheim, expresidente de la Suprema Corte de Justicia de la provincia y uno de los masones más influyentes de la época fundacional. Fue fundador de la Sociedad de Beneficencia de La Plata y de la logia masónica Tolerancia, y en 1870 fue elegido Gran Maestre de la masonería argentina, cargo que ocupó hasta 1882, cuando fue sucedido por Domingo Faustino Sarmiento. El panteón de Langenheim, admirado por la simbología masónica que expresa la construcción, se encuentra a pocos metros del acceso principal y de la administración de la necrópolis.
Bóvedas vandalizadas en el cementerio municipal de La Plata
El director general del cementerio, Gabriel Tartaruga, informó a LA NACION que este último hecho ocurrió entre el miércoles 4 y el jueves 5 de junio, aunque aún se estaba elaborando un informe interno sobre lo ocurrido. Reconoció que los actos de vandalismo son frecuentes, pero afirmó que en este caso no se presentó denuncia penal porque aún no se detectaron faltantes. Según pudo averiguar este diario, los descendientes de Langenheim aún no habrían sido notificados.
Sin embargo, cuidadores del camposanto aseguraron que, al igual que en otros casos de los últimos tiempos, esta cripta fue forzada mediante la rotura de un sistema de tres cerraduras, y que fueron sustraídos mármoles, piezas de bronce e imágenes religiosas. Si bien Tartaruga dijo no tener conocimiento de estos detalles, se comprometió a investigarlos a partir de la consulta periodística.
Otra de las criptas afectadas severamente en los últimos tiempos es la del brigadier general Manuel Hornos, militar unitario que luchó en las guerras civiles y fue jefe de Caballería durante la Guerra con el Paraguay. Aunque falleció en 1871, antes de la fundación de La Plata, en 1907 sus restos fueron trasladados al cementerio platense, donde su familia construyó un mausoleo inaugurado hace 110 años.
En un recorrido por la zona histórica de bóvedas fue posible advertir roturas y estragos en las correspondientes a las familias Larrañaga, Buasso, Parma, Carbonell, Coutaret, Tunessi, Buboz, Robello, Castiglioni y Miadonnet, entre tantas otras.
Según Tartaruga, ya se solicitó a la Dirección de Patrimonio que elabore un inventario y un plan de puesta en valor para el sector histórico, aunque, por ahora, la iniciativa no cuenta con plazos ni presupuesto asignado.
El funcionario admitió que las bóvedas históricas, ubicadas en las secciones A, B, C y D —la llamada “zona fundacional”— son especialmente vulnerables.
El Concejo Deliberante de La Plata declaró ese sector “Patrimonio Histórico, Arquitectónico, Ambiental y Cultural”, y en 2017 fue designado, además, “monumento histórico provincial”.
En ese sector, el diseño del cementerio, trazado por el ingeniero Pedro Benoit, replica la estructura urbana de la ciudad de La Plata. El cementerio de la capital bonaerense fue concebido bajo los principios del urbanismo higienista de fines del siglo XIX, con una planificación simétrica que incluye calles, diagonales, plazoletas y manzanas arboladas, como una réplica de la ciudad fundada por Dardo Rocha en 1882.
El lugar alberga los restos de numerosas personalidades que marcaron la historia de la ciudad, entre ellas seis exgobernadores bonaerenses, como Carlos D’Amico y Raúl Díaz, además de otras figuras como Rafael Hernández, fundador de la universidad local y el dirigente radical Ricardo Balbín.
También reposan aquí los llamados “cinco sabios”: el antropólogo Juan Vucetich, inventor del sistema dactiloscópico de identificación de personas; el escritor y poeta Pedro Bonifacio Palacios, más conocido “Almafuerte”; el botánico Carlos Spegazzini; el médico psiquiatra y filósofo Alejandro Korn; y el paleontólogo Florentino Ameghino, además de otros destacados científicos, médicos y académicos vinculados a la Universidad Nacional de La Plata.
La guía turística Cristina Espinosa, que realiza visitas guiadas por el lugar, contó que recientemente, durante uno de sus paseos con visitantes, notó la puerta forzada de la bóveda de la familia del naturalista y paleontólogo Florentino Ameghino. Al asomarse hacia el interior pudo ver un cráneo tirado en el suelo, rodeado de envases vacíos de bebidas alcohólicas. “Hace años vengo reclamando mayor atención a este espacio, que tiene un valor histórico y patrimonial incalculable”, expresó con indignación.
En reiteradas ocasiones, autores ignorados rompen vitrales, fuerzan accesos y destruyen estructuras internas en busca de objetos metálicos o elementos con valor simbólico o económico. Empleados del lugar, que pidieron mantener en reserva sus identidades, aseguraron que los hechos de robo y vandalismo son una constante desde hace años y que los ladrones se llevan placas, cerraduras, floreros, imágenes religiosas y hasta los manijones de bronce de los ataúdes.
En la legislación argentina no existe una tipificación específica para la profanación de tumbas; únicamente el artículo 171 del Código Penal aborda la sustracción de restos humanos con fines de lucro. No obstante, estos actos pueden ser procesados bajo el delito de daños. Sin embargo, la naturalización de este tipo de hechos ha llevado a que rara vez se presenten denuncias ante la justicia.
Escabrosos antecedentes
El cementerio de La Plata ocupa 32 hectáreas y alberga además de las bóvedas, nichos y tumbas en tierra. La plantilla de personal está compuesta por un centenar de empleados distribuidos entre administrativos y sepultureros. Para custodiar el predio se cuenta con un número reducido de agentes de seguridad —no más de una decena— y un sistema de cámaras perimetrales. Solo hay una garita en funcionamiento, ubicada en el acceso número 8.
En tanto, trabajan también en el lugar unos 150 cuidadores cuentapropistas a los que les pagan los propietarios de las tumbas.
El responsable del lugar explicó que, ante la repetición de hechos, se decidió clausurar la puerta número 2, donde se levantó un paredón. Aseguró además que en los días en que se produjeron los ataques no se detectaron movimientos sospechosos en las cámaras que monitorean el perímetro.
A principios de 2024, a poco de haber asumido la actual gestión municipal encabezada por el intendente Julio Alak, fueron denunciadas graves irregularidades a raíz del hallazgo de restos de más de 13.000 personas en féretros abiertos y bolsas de residuos en condiciones de total abandono y vulnerando el protocolo de actuación de este tipo de instituciones.
Al respecto, Tartaruga aseguró que la situación está en vías de normalización. Si bien ya se procedió a la sepultura de unos 450 cajones y al traslado de numerosos restos al nuevo osario inaugurado en marzo último.
No obstante, reconoció, aún quedan sectores donde no se ha podido avanzar. Asimismo, aclaró que, pese a los anuncios realizados y al envío de un proyecto de ley de emergencia para el cementerio, la iniciativa nunca fue tratada por el Concejo Deliberante y por lo tanto nunca entró en vigencia.
En tanto, en la Unidad Funcional de Instrucción y Juicio (UFIJ) N°15, a cargo de la fiscal María Cecilia Corfield, mantiene aún la reserva sobre los resultados de la investigación abierta oportunamente de la que no se conocieron imputaciones ni procesamientos. En la comuna tampoco se informó medidas administrativas contra anteriores responsables del cementerio.
Pablo Morosi
LA PLATA.– En el cementerio municipal de la capital bonaerense, los muertos no descansan en paz. Tras el macabro hallazgo de miles de restos humanos abandonados en bolsas de residuos denunciado a principios de 2024, una nueva ola de ataques vandálicos ha sacudido el camposanto. Varias de las bóvedas más emblemáticas, pertenecientes a familias fundadoras de la ciudad, fueron violentadas. Se investiga, además, si hay posibles faltantes de objetos.
Los últimos ataques afectaron criptas ubicadas en el sector central del cementerio, una zona declarada patrimonio histórico por la Municipalidad de La Plata y la Legislatura bonaerense.
Entre las bóvedas profanadas se encuentra la de Manuel Hermenegildo Langenheim, expresidente de la Suprema Corte de Justicia de la provincia y uno de los masones más influyentes de la época fundacional. Fue fundador de la Sociedad de Beneficencia de La Plata y de la logia masónica Tolerancia, y en 1870 fue elegido Gran Maestre de la masonería argentina, cargo que ocupó hasta 1882, cuando fue sucedido por Domingo Faustino Sarmiento. El panteón de Langenheim, admirado por la simbología masónica que expresa la construcción, se encuentra a pocos metros del acceso principal y de la administración de la necrópolis.
Bóvedas vandalizadas en el cementerio municipal de La Plata
El director general del cementerio, Gabriel Tartaruga, informó a LA NACION que este último hecho ocurrió entre el miércoles 4 y el jueves 5 de junio, aunque aún se estaba elaborando un informe interno sobre lo ocurrido. Reconoció que los actos de vandalismo son frecuentes, pero afirmó que en este caso no se presentó denuncia penal porque aún no se detectaron faltantes. Según pudo averiguar este diario, los descendientes de Langenheim aún no habrían sido notificados.
Sin embargo, cuidadores del camposanto aseguraron que, al igual que en otros casos de los últimos tiempos, esta cripta fue forzada mediante la rotura de un sistema de tres cerraduras, y que fueron sustraídos mármoles, piezas de bronce e imágenes religiosas. Si bien Tartaruga dijo no tener conocimiento de estos detalles, se comprometió a investigarlos a partir de la consulta periodística.
Otra de las criptas afectadas severamente en los últimos tiempos es la del brigadier general Manuel Hornos, militar unitario que luchó en las guerras civiles y fue jefe de Caballería durante la Guerra con el Paraguay. Aunque falleció en 1871, antes de la fundación de La Plata, en 1907 sus restos fueron trasladados al cementerio platense, donde su familia construyó un mausoleo inaugurado hace 110 años.
En un recorrido por la zona histórica de bóvedas fue posible advertir roturas y estragos en las correspondientes a las familias Larrañaga, Buasso, Parma, Carbonell, Coutaret, Tunessi, Buboz, Robello, Castiglioni y Miadonnet, entre tantas otras.
Según Tartaruga, ya se solicitó a la Dirección de Patrimonio que elabore un inventario y un plan de puesta en valor para el sector histórico, aunque, por ahora, la iniciativa no cuenta con plazos ni presupuesto asignado.
El funcionario admitió que las bóvedas históricas, ubicadas en las secciones A, B, C y D —la llamada “zona fundacional”— son especialmente vulnerables.
El Concejo Deliberante de La Plata declaró ese sector “Patrimonio Histórico, Arquitectónico, Ambiental y Cultural”, y en 2017 fue designado, además, “monumento histórico provincial”.
En ese sector, el diseño del cementerio, trazado por el ingeniero Pedro Benoit, replica la estructura urbana de la ciudad de La Plata. El cementerio de la capital bonaerense fue concebido bajo los principios del urbanismo higienista de fines del siglo XIX, con una planificación simétrica que incluye calles, diagonales, plazoletas y manzanas arboladas, como una réplica de la ciudad fundada por Dardo Rocha en 1882.
El lugar alberga los restos de numerosas personalidades que marcaron la historia de la ciudad, entre ellas seis exgobernadores bonaerenses, como Carlos D’Amico y Raúl Díaz, además de otras figuras como Rafael Hernández, fundador de la universidad local y el dirigente radical Ricardo Balbín.
También reposan aquí los llamados “cinco sabios”: el antropólogo Juan Vucetich, inventor del sistema dactiloscópico de identificación de personas; el escritor y poeta Pedro Bonifacio Palacios, más conocido “Almafuerte”; el botánico Carlos Spegazzini; el médico psiquiatra y filósofo Alejandro Korn; y el paleontólogo Florentino Ameghino, además de otros destacados científicos, médicos y académicos vinculados a la Universidad Nacional de La Plata.
La guía turística Cristina Espinosa, que realiza visitas guiadas por el lugar, contó que recientemente, durante uno de sus paseos con visitantes, notó la puerta forzada de la bóveda de la familia del naturalista y paleontólogo Florentino Ameghino. Al asomarse hacia el interior pudo ver un cráneo tirado en el suelo, rodeado de envases vacíos de bebidas alcohólicas. “Hace años vengo reclamando mayor atención a este espacio, que tiene un valor histórico y patrimonial incalculable”, expresó con indignación.
En reiteradas ocasiones, autores ignorados rompen vitrales, fuerzan accesos y destruyen estructuras internas en busca de objetos metálicos o elementos con valor simbólico o económico. Empleados del lugar, que pidieron mantener en reserva sus identidades, aseguraron que los hechos de robo y vandalismo son una constante desde hace años y que los ladrones se llevan placas, cerraduras, floreros, imágenes religiosas y hasta los manijones de bronce de los ataúdes.
En la legislación argentina no existe una tipificación específica para la profanación de tumbas; únicamente el artículo 171 del Código Penal aborda la sustracción de restos humanos con fines de lucro. No obstante, estos actos pueden ser procesados bajo el delito de daños. Sin embargo, la naturalización de este tipo de hechos ha llevado a que rara vez se presenten denuncias ante la justicia.
Escabrosos antecedentes
El cementerio de La Plata ocupa 32 hectáreas y alberga además de las bóvedas, nichos y tumbas en tierra. La plantilla de personal está compuesta por un centenar de empleados distribuidos entre administrativos y sepultureros. Para custodiar el predio se cuenta con un número reducido de agentes de seguridad —no más de una decena— y un sistema de cámaras perimetrales. Solo hay una garita en funcionamiento, ubicada en el acceso número 8.
En tanto, trabajan también en el lugar unos 150 cuidadores cuentapropistas a los que les pagan los propietarios de las tumbas.
El responsable del lugar explicó que, ante la repetición de hechos, se decidió clausurar la puerta número 2, donde se levantó un paredón. Aseguró además que en los días en que se produjeron los ataques no se detectaron movimientos sospechosos en las cámaras que monitorean el perímetro.
A principios de 2024, a poco de haber asumido la actual gestión municipal encabezada por el intendente Julio Alak, fueron denunciadas graves irregularidades a raíz del hallazgo de restos de más de 13.000 personas en féretros abiertos y bolsas de residuos en condiciones de total abandono y vulnerando el protocolo de actuación de este tipo de instituciones.
Al respecto, Tartaruga aseguró que la situación está en vías de normalización. Si bien ya se procedió a la sepultura de unos 450 cajones y al traslado de numerosos restos al nuevo osario inaugurado en marzo último.
No obstante, reconoció, aún quedan sectores donde no se ha podido avanzar. Asimismo, aclaró que, pese a los anuncios realizados y al envío de un proyecto de ley de emergencia para el cementerio, la iniciativa nunca fue tratada por el Concejo Deliberante y por lo tanto nunca entró en vigencia.
En tanto, en la Unidad Funcional de Instrucción y Juicio (UFIJ) N°15, a cargo de la fiscal María Cecilia Corfield, mantiene aún la reserva sobre los resultados de la investigación abierta oportunamente de la que no se conocieron imputaciones ni procesamientos. En la comuna tampoco se informó medidas administrativas contra anteriores responsables del cementerio.
Pablo Morosi
Varias de las bóvedas más emblemáticas de la necrópolis de la capital bonaerense, pertenecientes a familias fundadoras de la ciudad, fueron vandalizadas LA NACION