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jueves, junio 26, 2025
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Transformar vidas: emplear a jóvenes de barrios populares puede ser la mejor decisión empresarial

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La pobreza es una problemática que pega muy duro en la Argentina, sobre todo en los jóvenes que intentan conseguir un trabajo en blanco para poder suplir sus necesidades básicas como comer o poder comprar ropa para vestirse. Es más, un estudio del Observatorio de la Deuda Social de la Universidad Católica Argentina (UCA) arrojó que cuando un joven consigue un empleo formal se reduce en un 85% las posibilidades de que pase hambre.

En ese sentido, en el evento de Sustentabilidad Capítulo 9, organizado por LA NACION, se puso sobre la mesa esta problemática y se hizo énfasis en lo beneficioso que puede ser para ambas partes —tanto para los jóvenes de barrios vulnerables como para las empresas— generar oportunidades de empleo para estos chicos.

En el panel estuvieron presentes Aaron Ismael Maza, un joven de 23 años que trabaja hace más de tres años en el hotel Hilton Buenos Aires con un contrato formal, siendo el primero de su familia en lograrlo; Rodrigo Matta, emprendedor de Talleres Sustentables, una fábrica de muebles artesanales elaborados con materias primas naturales y nacionales y Rodrigo Kon, director ejecutivo de Fundación Forge, una ONG que actúa como puente entre estos jóvenes y las empresas.

Para poner en carne propia al 3% de los jóvenes de barrios vulnerables que acceden a un trabajo formal, Aaron Ismael Maza contó su historia de vida: “Mis primeros trabajos fueron changas, trabajé hasta en una rotisería. En ese tiempo salíamos a repartir currículums para conseguir un trabajo formal, pero no había caso”.

“La falta de ingresos era estresante, sobre todo para mis padres que veían cómo no nos alcanzaba para comer o para la ropa. Era todo un estrés”, narró. No obstante, su vida dio un giro 180° tres años atrás cuando comenzó a trabajar con un contrato formal como housekeeper en el hotel Hilton Buenos Aires. “Tener un trabajo así me dio más seguridad, ahora puedo tener la heladera más llena y satisfacer mis necesidades básicas. Es más, me pude comprar una moto y estoy construyendo mi propio cuarto. Ahora puedo proyectar más a futuro”, cuenta Aaron Ismael Maza.

Fanático de los deportes, otro aspecto que cambió en su vida es que antes entrenaba en el fondo de su casa, pero ahora puede pagar la cuota mensual de un lugar de entrenamiento.

En lo que refiere al ámbito laboral, Aaron contó que aprendió a trabajar en equipo, algo que le costaba ya que se consideraba una “caja cerrada”. Sueña con seguir capacitándose para poder ascender y crecer en su trabajo.

Rodrigo Matta, otro de los participantes del panel heredó una fábrica de plástico en la que se fabricaban cucharas descartables, entre otros productos. Pero su destino cambió radicalmente cuando decidió vender la fábrica, el legado de su padre, para ser carpintero. “Iba a la biblioteca a leer libros de carpintería porque me di cuenta que había mucha necesidad. Pero era muy difícil encontrar un lugar donde aprender. A donde iba, me maltrataban y no me enseñaban”, comentó.

Por eso, decidió aprender por su cuenta en el garage de su casa. Eso escaló y en la actualidad es emprendedor de Talleres Sustentables, una fábrica de muebles artesanales con materias primas naturales y nacionales que emplea a unos 150 jóvenes de sectores vulnerables.

“A través de una fundación que se mete en escuelas de barrios vulnerables contratamos a chicos, que en algunos casos ni terminaron el secundario. De esa manera, generamos las oportunidades que ni ellos ni yo tuvimos”, agregó Matta. Según relata, Talleres Sustentables es una empresa rentable con buen ambiente laboral, contratos formales y jóvenes que lo dan todo para fabricar muebles.

“Veo en los chicos compromiso y valores. Tenemos una premisa: no preguntamos de dónde vienen, si tienen problemas de adicciones, antecedentes penales o experiencia. Le abrimos la puerta a todos, porque creo que todos tenemos una habilidad manual”, explicó el carpintero autodidacta.

Por último, Rodrigo Kon, director ejecutivo de Fundación Forge, le agregó a este intercambio una mirada integral, abarcando tanto la perspectiva del empleador como la del empleado, con especial foco en los jóvenes de barrios vulnerables.

“Desde la fundación ofrecemos programas educativos gratuitos para preparar a chicos y chicas para su ingreso al mundo laboral. Luego, desarrollamos una estrategia para romper ese gap que hay entre quienes buscan empleo y quienes están dispuestos a contratar, especialmente en los sectores populares“, detalló Kon.

Además, afirmó que contratar a estos jóvenes es una de las mejores decisiones que puede tomar una empresa, porque demuestran un alto compromiso, saben trabajar en equipo y tienen muchas ganas.

Lo expresado por el director ejecutivo de Fundación Forge fue respaldado por un estudio que demostró que las personas que participaron en sus programas permanecen el doble del tiempo en sus empleos y presentan niveles de ausentismo menores en comparación con el promedio.

“Según el estudio, lo que la empresa puede ahorrarse en ausentismo y mayor rotación es tres veces mayor al costo del proceso educativo de ese joven”, concluyó.

La pobreza es una problemática que pega muy duro en la Argentina, sobre todo en los jóvenes que intentan conseguir un trabajo en blanco para poder suplir sus necesidades básicas como comer o poder comprar ropa para vestirse. Es más, un estudio del Observatorio de la Deuda Social de la Universidad Católica Argentina (UCA) arrojó que cuando un joven consigue un empleo formal se reduce en un 85% las posibilidades de que pase hambre.

En ese sentido, en el evento de Sustentabilidad Capítulo 9, organizado por LA NACION, se puso sobre la mesa esta problemática y se hizo énfasis en lo beneficioso que puede ser para ambas partes —tanto para los jóvenes de barrios vulnerables como para las empresas— generar oportunidades de empleo para estos chicos.

En el panel estuvieron presentes Aaron Ismael Maza, un joven de 23 años que trabaja hace más de tres años en el hotel Hilton Buenos Aires con un contrato formal, siendo el primero de su familia en lograrlo; Rodrigo Matta, emprendedor de Talleres Sustentables, una fábrica de muebles artesanales elaborados con materias primas naturales y nacionales y Rodrigo Kon, director ejecutivo de Fundación Forge, una ONG que actúa como puente entre estos jóvenes y las empresas.

Para poner en carne propia al 3% de los jóvenes de barrios vulnerables que acceden a un trabajo formal, Aaron Ismael Maza contó su historia de vida: “Mis primeros trabajos fueron changas, trabajé hasta en una rotisería. En ese tiempo salíamos a repartir currículums para conseguir un trabajo formal, pero no había caso”.

“La falta de ingresos era estresante, sobre todo para mis padres que veían cómo no nos alcanzaba para comer o para la ropa. Era todo un estrés”, narró. No obstante, su vida dio un giro 180° tres años atrás cuando comenzó a trabajar con un contrato formal como housekeeper en el hotel Hilton Buenos Aires. “Tener un trabajo así me dio más seguridad, ahora puedo tener la heladera más llena y satisfacer mis necesidades básicas. Es más, me pude comprar una moto y estoy construyendo mi propio cuarto. Ahora puedo proyectar más a futuro”, cuenta Aaron Ismael Maza.

Fanático de los deportes, otro aspecto que cambió en su vida es que antes entrenaba en el fondo de su casa, pero ahora puede pagar la cuota mensual de un lugar de entrenamiento.

En lo que refiere al ámbito laboral, Aaron contó que aprendió a trabajar en equipo, algo que le costaba ya que se consideraba una “caja cerrada”. Sueña con seguir capacitándose para poder ascender y crecer en su trabajo.

Rodrigo Matta, otro de los participantes del panel heredó una fábrica de plástico en la que se fabricaban cucharas descartables, entre otros productos. Pero su destino cambió radicalmente cuando decidió vender la fábrica, el legado de su padre, para ser carpintero. “Iba a la biblioteca a leer libros de carpintería porque me di cuenta que había mucha necesidad. Pero era muy difícil encontrar un lugar donde aprender. A donde iba, me maltrataban y no me enseñaban”, comentó.

Por eso, decidió aprender por su cuenta en el garage de su casa. Eso escaló y en la actualidad es emprendedor de Talleres Sustentables, una fábrica de muebles artesanales con materias primas naturales y nacionales que emplea a unos 150 jóvenes de sectores vulnerables.

“A través de una fundación que se mete en escuelas de barrios vulnerables contratamos a chicos, que en algunos casos ni terminaron el secundario. De esa manera, generamos las oportunidades que ni ellos ni yo tuvimos”, agregó Matta. Según relata, Talleres Sustentables es una empresa rentable con buen ambiente laboral, contratos formales y jóvenes que lo dan todo para fabricar muebles.

“Veo en los chicos compromiso y valores. Tenemos una premisa: no preguntamos de dónde vienen, si tienen problemas de adicciones, antecedentes penales o experiencia. Le abrimos la puerta a todos, porque creo que todos tenemos una habilidad manual”, explicó el carpintero autodidacta.

Por último, Rodrigo Kon, director ejecutivo de Fundación Forge, le agregó a este intercambio una mirada integral, abarcando tanto la perspectiva del empleador como la del empleado, con especial foco en los jóvenes de barrios vulnerables.

“Desde la fundación ofrecemos programas educativos gratuitos para preparar a chicos y chicas para su ingreso al mundo laboral. Luego, desarrollamos una estrategia para romper ese gap que hay entre quienes buscan empleo y quienes están dispuestos a contratar, especialmente en los sectores populares“, detalló Kon.

Además, afirmó que contratar a estos jóvenes es una de las mejores decisiones que puede tomar una empresa, porque demuestran un alto compromiso, saben trabajar en equipo y tienen muchas ganas.

Lo expresado por el director ejecutivo de Fundación Forge fue respaldado por un estudio que demostró que las personas que participaron en sus programas permanecen el doble del tiempo en sus empleos y presentan niveles de ausentismo menores en comparación con el promedio.

“Según el estudio, lo que la empresa puede ahorrarse en ausentismo y mayor rotación es tres veces mayor al costo del proceso educativo de ese joven”, concluyó.

 En la Argentina solo el 3 % de los jóvenes de barrios vulnerables acceden a trabajos formales  LA NACION