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jueves, junio 26, 2025
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Vera Rubin: deslumbrantes primeras imágenes del telescopio que brindará una visión completa e inédita del cielo nocturno

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NUEVA YORK.– ¡Sonríe, universo! Llegó la hora de tu primer plano con el Observatorio Vera C. Rubin. El telescopio, que lleva más de dos décadas en construcción, proporcionará una visión completa del cielo nocturno como nunca antes habían visto los astrónomos.

“El Observatorio Rubin es la mayor máquina de descubrimientos astronómicos jamás construida”, dijo Željko Ivezić, director de la construcción, durante la presentación de las primeras imágenes, reveladas el lunes. Señaló que, por primera vez, el número de objetos celestes observados será mayor que el número de personas que viven en la Tierra.

A lo largo de la próxima década, las imágenes se unirán para crear “la mayor película de todos los tiempos”, afirmó Ivezić.

El observatorio, que lleva el nombre de la astrónoma Vera Rubin, es una empresa conjunta del Departamento de Energía de Estados Unidos y la Fundación Nacional para la Ciencia. Se construyó en una montaña del norte de Chile, a los pies de los Andes y al borde del desierto de Atacama. La ubicación, alta y seca, proporciona cielos despejados para observar el cosmos.

En la rueda de prensa del lunes, Ivezić explicó que parte de la poderosa capacidad del Rubin consistía en que su singular conjunto de datos serviría para muchos objetivos científicos diferentes.

Este tesoro de información permitirá a los astrónomos investigar la energía oscura, una fuerza que empuja al universo a expandirse cada vez más deprisa, así como la materia oscura, una misteriosa sustancia que se comporta en cierto modo como pegamento galáctico. Más cerca de la Tierra, identificará asteroides que podrían estar en curso de colisión con el planeta.

A la pregunta de qué sorpresas podrían esconder los datos, Federica Bianco, científica adjunta del proyecto Rubin, dijo que se trataba de incógnitas desconocidas. “Es realmente un horizonte de aventuras”, dijo.

Dos de las primeras imágenes muestran fragmentos del cúmulo de Virgo, un grupo de galaxias situado a unos 55 millones de años luz. En primer plano hay estrellas brillantes que se encuentran dentro de nuestra galaxia, la Vía Láctea. En el fondo hay muchas galaxias extremadamente lejanas, con un tono rojizo, porque en un universo en expansión, los objetos lejanos se alejan a gran velocidad. En el centro hay galaxias del cúmulo de Virgo. Los puntos azules dentro de las galaxias son regiones de formación estelar con estrellas más jóvenes y calientes.

Vista del observatorio del cúmulo de Virgo

Pero cada fragmento compartido el lunes no es más que una pequeña parte de la imagen completa producida por el telescopio.

El nivel de detalle de las imágenes del Rubin es imposible de transmitir en la pantalla de una computadora o en la página de un periódico. Por ello, el equipo del Rubin desarrolló Skyviewer, que permite acercar y alejar las imágenes gigantes. “Necesitábamos crear formas dinámicas de compartir los datos –sostuvo en una entrevista Steven Ritz, físico de la Universidad de California, campus Santa Cruz, y científico del proyecto para la construcción del Rubin–. Sabíamos que las imágenes eran tan grandes que, si las ampliabas del todo, parecerían avena cocida. No verías la riqueza. Tenías que poder hacer un acercamiento”.

Con Skyviewer, cualquiera puede llevar el cosmos en un teléfono inteligente. “Puedes tener 6000 millones de píxeles en el bolsillo. Es realmente genial”, expresó Ritz.

La mayoría de los objetos celestes aún no tienen nombre, porque es la primera vez que se ven.

La herramienta informática también permite escuchar las imágenes. “Hemos incorporado la posibilidad de interactuar, de experimentar los datos, no con los ojos, sino con los oídos”, agregó Ritz. “Eso es importante para algunas personas que, por supuesto, solo tienen capacidad con los oídos. Pero creo que es valioso para todos”, continuó.

Un barrido por la nebulosa Trífida y Laguna, imagen captada por el Observatorio Vera C. Rubin

Ivezić también mostró rayas de asteroides que se atravesaban en las imágenes cósmicas. El programa informático del observatorio los elimina automáticamente de las imágenes del universo lejano. También calcula las órbitas de los asteroides. En solo unas noches de observaciones, descubrió 2104 asteroides nuevos.

Siete de ellos son asteroides cercanos a la Tierra, aunque ninguno está en trayectoria de colisión con el planeta. El resto se encuentra en el cinturón principal de asteroides, entre Marte y Júpiter.

Otra imagen mostraba una vista de color rosa intenso de las nebulosas Trífida y Laguna.

Estas dos extensas nubes de polvo y gas, situadas a miles de años luz de la Tierra en la constelación de Sagitario, fueron fotografiadas a menudo tanto por aficionados como por astrónomos profesionales. Instrumentos más potentes tomaron fotos más detalladas, pero con su estrecho campo de visión solo ven una pequeña porción de la escena.

Las regiones azules están iluminadas por la luz de estrellas jóvenes y calientes y dispersadas por el polvo, dijo Clare Higgs, especialista en divulgación que trabaja para Rubin. Los colores rosáceos proceden probablemente de emisiones de átomos de hidrógeno excitados, y los zarcillos oscuros son líneas de polvo.

Datos sobre asteroides recogidos por el Observatorio Vera C. Rubin. En unas pocas noches de observaciones, descubrió 2.104 nuevos asteroides.

La construcción del Observatorio Rubin comenzó hace una década. El telescopio terminado registró sus primeros fragmentos de luz el 15 de abril. Victor Krabbendam, el director del proyecto que estaba en la sala de control aquella noche, apuntó que ese no era necesariamente el plan.

“Habíamos pasado literalmente todo el día sin saber si seríamos capaces siquiera de intentarlo”, recordó durante una entrevista. Había que cambiar fusibles. Todavía no se había encendido una cámara. Pero esos problemas se resolvieron.

Tras un cambio de turno, el siguiente equipo comenzó los preparativos para encender el telescopio. “Fue, en cierto modo, algo repentino –recordó Krabbendam–. Y entonces alguien dijo: ‘Bueno, sí, hemos tomado una imagen’”.

Luego hubo una pausa mientras las computadoras procesaban los datos de la cámara. Y entonces apareció en la pantalla. Krabbendam dijo que reaccionó poco ante aquello: “En ese momento, fue algo que hacemos todos los días. Siempre estamos resolviendo problemas, y las cosas funcionan y no funcionan”.

La primera imagen no era perfecta. En lugar de puntos de luz, las estrellas se veían como rosquillas, pero ver rosquillas en lugar de manchas borrosas significaba que los espejos no estaban muy desalineados. Tras unos cuantos ajustes, las rosquillas se convirtieron en puntos.

“El período de tiempo transcurrido entre esa primera imagen y esta imagen tan nítida que ves aquí mismo fue inferior a unos pocos minutos”, reveló Alysha Shugart, subdirectora del equipo de especialistas en observación. “Y esta fue nuestra noche del primer fotón”.

Desde entonces, los ingenieros y científicos del Rubin trabajaron para calibrar y poner a punto el complejo telescopio. Las operaciones científicas y el estudio de diez años comenzarán a finales de 2025.

Una maravilla tecnológica

El Rubin dista mucho de ser el mayor telescopio del mundo, pero es una maravilla tecnológica. La estructura principal del telescopio, con un espejo primario de ocho metros de ancho, un espejo secundario de tres metros de ancho y la cámara digital más grande del mundo, flota sobre una fina capa de aceite. Los motores magnéticos hacen girar la estructura de 272 toneladas; a toda velocidad, podría completar una rotación completa en poco más de medio minuto.

Así trabaja el telescopio Vera Rubin

Gracias a su diseño único, Rubin puede mirar con profundidad, con amplitud y con rapidez, lo que le permite al telescopio recorrer rápidamente el cielo y tomar unas 1000 fotos por noche.

Al escanear todo el cielo cada tres o cuatro días durante diez años, descubrirá millones de estrellas que explotan, rocas espaciales que pasan volando y manchas de espacio-tiempo deformado que producen vistas distorsionadas de galaxias lejanas.

“No se ha visto nada completo, todo captado a la vez a esta profundidad, con tantos objetos allí –cerró Ritz–. Eso, quiero señalar, es nuevo. Y lo bonito que es”.

NUEVA YORK.– ¡Sonríe, universo! Llegó la hora de tu primer plano con el Observatorio Vera C. Rubin. El telescopio, que lleva más de dos décadas en construcción, proporcionará una visión completa del cielo nocturno como nunca antes habían visto los astrónomos.

“El Observatorio Rubin es la mayor máquina de descubrimientos astronómicos jamás construida”, dijo Željko Ivezić, director de la construcción, durante la presentación de las primeras imágenes, reveladas el lunes. Señaló que, por primera vez, el número de objetos celestes observados será mayor que el número de personas que viven en la Tierra.

A lo largo de la próxima década, las imágenes se unirán para crear “la mayor película de todos los tiempos”, afirmó Ivezić.

El observatorio, que lleva el nombre de la astrónoma Vera Rubin, es una empresa conjunta del Departamento de Energía de Estados Unidos y la Fundación Nacional para la Ciencia. Se construyó en una montaña del norte de Chile, a los pies de los Andes y al borde del desierto de Atacama. La ubicación, alta y seca, proporciona cielos despejados para observar el cosmos.

En la rueda de prensa del lunes, Ivezić explicó que parte de la poderosa capacidad del Rubin consistía en que su singular conjunto de datos serviría para muchos objetivos científicos diferentes.

Este tesoro de información permitirá a los astrónomos investigar la energía oscura, una fuerza que empuja al universo a expandirse cada vez más deprisa, así como la materia oscura, una misteriosa sustancia que se comporta en cierto modo como pegamento galáctico. Más cerca de la Tierra, identificará asteroides que podrían estar en curso de colisión con el planeta.

A la pregunta de qué sorpresas podrían esconder los datos, Federica Bianco, científica adjunta del proyecto Rubin, dijo que se trataba de incógnitas desconocidas. “Es realmente un horizonte de aventuras”, dijo.

Dos de las primeras imágenes muestran fragmentos del cúmulo de Virgo, un grupo de galaxias situado a unos 55 millones de años luz. En primer plano hay estrellas brillantes que se encuentran dentro de nuestra galaxia, la Vía Láctea. En el fondo hay muchas galaxias extremadamente lejanas, con un tono rojizo, porque en un universo en expansión, los objetos lejanos se alejan a gran velocidad. En el centro hay galaxias del cúmulo de Virgo. Los puntos azules dentro de las galaxias son regiones de formación estelar con estrellas más jóvenes y calientes.

Vista del observatorio del cúmulo de Virgo

Pero cada fragmento compartido el lunes no es más que una pequeña parte de la imagen completa producida por el telescopio.

El nivel de detalle de las imágenes del Rubin es imposible de transmitir en la pantalla de una computadora o en la página de un periódico. Por ello, el equipo del Rubin desarrolló Skyviewer, que permite acercar y alejar las imágenes gigantes. “Necesitábamos crear formas dinámicas de compartir los datos –sostuvo en una entrevista Steven Ritz, físico de la Universidad de California, campus Santa Cruz, y científico del proyecto para la construcción del Rubin–. Sabíamos que las imágenes eran tan grandes que, si las ampliabas del todo, parecerían avena cocida. No verías la riqueza. Tenías que poder hacer un acercamiento”.

Con Skyviewer, cualquiera puede llevar el cosmos en un teléfono inteligente. “Puedes tener 6000 millones de píxeles en el bolsillo. Es realmente genial”, expresó Ritz.

La mayoría de los objetos celestes aún no tienen nombre, porque es la primera vez que se ven.

La herramienta informática también permite escuchar las imágenes. “Hemos incorporado la posibilidad de interactuar, de experimentar los datos, no con los ojos, sino con los oídos”, agregó Ritz. “Eso es importante para algunas personas que, por supuesto, solo tienen capacidad con los oídos. Pero creo que es valioso para todos”, continuó.

Un barrido por la nebulosa Trífida y Laguna, imagen captada por el Observatorio Vera C. Rubin

Ivezić también mostró rayas de asteroides que se atravesaban en las imágenes cósmicas. El programa informático del observatorio los elimina automáticamente de las imágenes del universo lejano. También calcula las órbitas de los asteroides. En solo unas noches de observaciones, descubrió 2104 asteroides nuevos.

Siete de ellos son asteroides cercanos a la Tierra, aunque ninguno está en trayectoria de colisión con el planeta. El resto se encuentra en el cinturón principal de asteroides, entre Marte y Júpiter.

Otra imagen mostraba una vista de color rosa intenso de las nebulosas Trífida y Laguna.

Estas dos extensas nubes de polvo y gas, situadas a miles de años luz de la Tierra en la constelación de Sagitario, fueron fotografiadas a menudo tanto por aficionados como por astrónomos profesionales. Instrumentos más potentes tomaron fotos más detalladas, pero con su estrecho campo de visión solo ven una pequeña porción de la escena.

Las regiones azules están iluminadas por la luz de estrellas jóvenes y calientes y dispersadas por el polvo, dijo Clare Higgs, especialista en divulgación que trabaja para Rubin. Los colores rosáceos proceden probablemente de emisiones de átomos de hidrógeno excitados, y los zarcillos oscuros son líneas de polvo.

Datos sobre asteroides recogidos por el Observatorio Vera C. Rubin. En unas pocas noches de observaciones, descubrió 2.104 nuevos asteroides.

La construcción del Observatorio Rubin comenzó hace una década. El telescopio terminado registró sus primeros fragmentos de luz el 15 de abril. Victor Krabbendam, el director del proyecto que estaba en la sala de control aquella noche, apuntó que ese no era necesariamente el plan.

“Habíamos pasado literalmente todo el día sin saber si seríamos capaces siquiera de intentarlo”, recordó durante una entrevista. Había que cambiar fusibles. Todavía no se había encendido una cámara. Pero esos problemas se resolvieron.

Tras un cambio de turno, el siguiente equipo comenzó los preparativos para encender el telescopio. “Fue, en cierto modo, algo repentino –recordó Krabbendam–. Y entonces alguien dijo: ‘Bueno, sí, hemos tomado una imagen’”.

Luego hubo una pausa mientras las computadoras procesaban los datos de la cámara. Y entonces apareció en la pantalla. Krabbendam dijo que reaccionó poco ante aquello: “En ese momento, fue algo que hacemos todos los días. Siempre estamos resolviendo problemas, y las cosas funcionan y no funcionan”.

La primera imagen no era perfecta. En lugar de puntos de luz, las estrellas se veían como rosquillas, pero ver rosquillas en lugar de manchas borrosas significaba que los espejos no estaban muy desalineados. Tras unos cuantos ajustes, las rosquillas se convirtieron en puntos.

“El período de tiempo transcurrido entre esa primera imagen y esta imagen tan nítida que ves aquí mismo fue inferior a unos pocos minutos”, reveló Alysha Shugart, subdirectora del equipo de especialistas en observación. “Y esta fue nuestra noche del primer fotón”.

Desde entonces, los ingenieros y científicos del Rubin trabajaron para calibrar y poner a punto el complejo telescopio. Las operaciones científicas y el estudio de diez años comenzarán a finales de 2025.

Una maravilla tecnológica

El Rubin dista mucho de ser el mayor telescopio del mundo, pero es una maravilla tecnológica. La estructura principal del telescopio, con un espejo primario de ocho metros de ancho, un espejo secundario de tres metros de ancho y la cámara digital más grande del mundo, flota sobre una fina capa de aceite. Los motores magnéticos hacen girar la estructura de 272 toneladas; a toda velocidad, podría completar una rotación completa en poco más de medio minuto.

Así trabaja el telescopio Vera Rubin

Gracias a su diseño único, Rubin puede mirar con profundidad, con amplitud y con rapidez, lo que le permite al telescopio recorrer rápidamente el cielo y tomar unas 1000 fotos por noche.

Al escanear todo el cielo cada tres o cuatro días durante diez años, descubrirá millones de estrellas que explotan, rocas espaciales que pasan volando y manchas de espacio-tiempo deformado que producen vistas distorsionadas de galaxias lejanas.

“No se ha visto nada completo, todo captado a la vez a esta profundidad, con tantos objetos allí –cerró Ritz–. Eso, quiero señalar, es nuevo. Y lo bonito que es”.

 Escenas de nebulosas en la Vía Láctea y de un cúmulo de galaxias son un anticipo de cómo el observatorio, situado en Chile, transformará la astronomía  LA NACION