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domingo, junio 29, 2025
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La muerte que nadie explicó. Tenía 18 años, un negocio familiar y sueños, pero el fentanilo contaminado truncó todo

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“Pasaron una medicación alterada, infectaron a mi hijo y eso lo mató”. La frase es de Sol Francese, madre de Renato Nicolini, uno de los 52 fallecidos que, según confirmaron fuentes judiciales, ya forman parte de la lista de víctimas mortales vinculadas con el brote de fentanilo contaminado que se investiga en centros de salud de distintas provincias argentinas. Renato tenía apenas 18 años, vivía en Chascomús y acababa de terminar el secundario. En diálogo con LA NACION, su madre, Sol Francese, repasó cada detalle de lo que pasó y cómo era su hijo: “Era un nene retranquilo, hacía deporte, kickboxing, tenía su grupo de amigos. Terminó el secundario el año pasado y se puso al frente de un negocio familiar que tenemos, por eso era tan conocido en Chascomús. Era muy pegote con su hermano Giovanni, que es más grande y se llevan un año y medio. Hacían todo juntos. Giovanni fue uno de los que más sintió la muerte de Renan”.

Todo empezó el 25 de abril pasado, cuando Renato tuvo un accidente en moto en Chascomús. “A raíz de eso sufrió una lesión craneal, un traumatismo de cráneo”, relató su madre. El hospital municipal San Vicente de Paul no tenía la complejidad suficiente para atenderlo. “Ese traumatismo acá no se podía tratar porque era muy complejo y el hospital no tiene la capacidad para algo así, entonces se lo trasladó al Hospital Italiano de La Plata, que es donde nos correspondía por mutual”, explicó.

Renato llegó al Hospital Italiano de La Plata directamente intubado y conectado a un respirador. “Desde Chascomús ya salió intubado, así que estaba con ventilación mecánica asistida, y por eso ingresó directo a terapia intensiva en el Italiano”, detalló Sol. “Desde el 25, cuando ingresó, ya le empezaron a aplicar fentanilo para mantener la sedación”.

“Si bien entra con un cuadro denso y grave, con el pasar de los días empezó a tener mejorías. El cuarto día lo intentan despertar, le bajan la sedación, tiene respuestas: intenta sentarse, mueve los brazos, las piernas, abre los ojos, muerde el tubo que tiene en la garganta para sacárselo. Empezó a mostrar evoluciones positivas”, recordó su madre.

Pero entonces apareció algo que cambió el curso de su recuperación: la fiebre. “Lo que no era positivo era que, al tercer día de estar internado, empezó con fiebre. Esa fiebre me pareció rara. Nos dijeron que era por una infección que tuvo por un catéter central. Se lo cambiaron, empezaron a pasarle antibióticos y eso se controló, pero también le descubrieron, por una radiografía, que tenía neumonía en el pulmón izquierdo”, reconstruyó Sol.

Francese, que es enfermera, sabía que algo no encajaba. “Yo sabía que la neumonía que estaba teniendo al cuarto día no podía ser producto de la ventilación, porque eso siempre se produce después de la semana. Cuando le pregunto al médico por qué era la neumonía, si ya la traía de Chascomús y se le despertó estando internado, me dijo que no, que era una bacteria intrahospitalaria que se había agarrado, pero que me quedara tranquila porque con los antibióticos estaba cubierta”, explicó.

Pero la fiebre nunca cedió. “Le estaban pasando paracetamol, dipirona, y le hacían medios físicos: mantas frías, compresas mojadas, piezas con hielo para enfriar el cuerpo”, explicó Sol. “Renato, con el cuadro que tenía, no podía estar con fiebre porque eso hacía que el cerebro trabajara más y se inflamara”, sumó. A pesar de todo, la temperatura siguió sin controlarse. “Estuvo con fiebre desde el tercer día hasta el día que falleció”, resumió.

El 1° de mayo todo se complicó. “Lo tuvieron que intervenir de urgencia porque el cerebro se inflamaba. Le hicieron una craneotomía para descomprimirlo. Resistió bien la cirugía y quedó estable, pero al otro día empezó a no tener reacciones positivas”, contó Sol. El 3 de mayo les informaron que Renato estaba con muerte cerebral. “Yo, como más o menos conozco el tema, pedí que se llame a Cucaiba para que vinieran a hacer ellos el diagnóstico de la muerte cerebral. Vinieron el día 5, hicieron todas las pruebas y ahí se confirmó. Después se hizo la donación de órganos: Renato fue donante de cinco personas”.

Nadie habló de fentanilo

Durante toda la internación nadie les habló del fentanilo, aunque Sol sabía que se lo estaban administrando porque revisaba la medicación cada vez que subía a verlo. La alerta vino por un comentario de otro paciente. “Al lado de Renato había internado un señor mayor con su hijo, la esposa y la hija. Con el hijo hablábamos siempre. A los pocos días de que Renato falleció me llama y me cuenta lo que estaba pasando. Él se enteró adentro del hospital, nunca le dijeron nada a ningún familiar. Lo escuchó por un comentario de unas enfermeras, que Renato era uno de los positivos en la contaminación del fentanilo”, relató.

No dudó en pedir explicaciones. “Hablé con mi tía, que es abogada penalista, y al otro día fuimos al hospital. Pedimos una reunión con el director. Nos dijo: -Ya sé por qué están acá. Renato fue uno de los positivos en la contaminación-. Esa fue toda la respuesta. Nunca nos llamaron para decirnos nada. Nosotros estuvimos hasta el día 6 en el hospital y todos esos días nunca nos dijeron lo que estaba pasando. Sabían desde el día 29 y lo ocultaron. Ese es uno de mis enojos grandes: ocultaron información importantísima cinco días, sabiendo que eso lo estaba llevando a la muerte”.

Renato fue una de las víctimas del lote contaminado de fentanilo, fabricado por el laboratorio HLB Pharma, según la investigación judicial. “Nos presentamos enseguida como querellantes. Fuimos, me parece, los únicos al principio. Por lo que hemos visto en la causa, hay cinco personas presentadas como querellantes: entre esas estamos nosotros y el hospital. Después hay tres familias más”, detalló Sol. Para la familia, la responsabilidad es compartida: “Se van a hacer acciones legales. En primera instancia es contra el hospital, porque llevamos a nuestro hijo para que lo atiendan, para que reciba una calidad de atención que no tuvo. Después se verá quién es el responsable: si es el hospital, si es el laboratorio, la droguería, la farmacia, los que manejan la gestión y hacen las compras. Eso se verá en el juicio. Si bien no es que el hospital lo hizo a propósito, también tienen responsabilidades por las que deben responder”.

Mientras la investigación avanza, Sol no baja los brazos. “Yo quiero que todos los que fueron responsables paguen y respondan”, repite a este medio. En redes sociales resumió su indignación: “Las disculpas se aceptarían si hubieran sido transparentes, hubieran hablado y comunicado lo que estaba pasando con Rena. Ocultaron información importantísima. Así que de mi parte no hay disculpas aceptadas”.

En otra publicación escribió: “Gordito, voy a hacer lo que sea para que estos asesinos no queden libres de culpa”.

La cifra de víctimas sigue creciendo: 52 muertes confirmadas y más de 90 personas afectadas por el fentanilo contaminado en todo el país. La historia de Renato Nicolini quedó marcada como una más entre decenas, pero para Sol y su familia no es solo un número en el Boletín Epidemiológico. Es una vida. Y es un reclamo que no se va a silenciar: “Quiero que se sepa la verdad, quiero saber cómo surgió esa contaminación y quiero que todos respondan”.

“Pasaron una medicación alterada, infectaron a mi hijo y eso lo mató”. La frase es de Sol Francese, madre de Renato Nicolini, uno de los 52 fallecidos que, según confirmaron fuentes judiciales, ya forman parte de la lista de víctimas mortales vinculadas con el brote de fentanilo contaminado que se investiga en centros de salud de distintas provincias argentinas. Renato tenía apenas 18 años, vivía en Chascomús y acababa de terminar el secundario. En diálogo con LA NACION, su madre, Sol Francese, repasó cada detalle de lo que pasó y cómo era su hijo: “Era un nene retranquilo, hacía deporte, kickboxing, tenía su grupo de amigos. Terminó el secundario el año pasado y se puso al frente de un negocio familiar que tenemos, por eso era tan conocido en Chascomús. Era muy pegote con su hermano Giovanni, que es más grande y se llevan un año y medio. Hacían todo juntos. Giovanni fue uno de los que más sintió la muerte de Renan”.

Todo empezó el 25 de abril pasado, cuando Renato tuvo un accidente en moto en Chascomús. “A raíz de eso sufrió una lesión craneal, un traumatismo de cráneo”, relató su madre. El hospital municipal San Vicente de Paul no tenía la complejidad suficiente para atenderlo. “Ese traumatismo acá no se podía tratar porque era muy complejo y el hospital no tiene la capacidad para algo así, entonces se lo trasladó al Hospital Italiano de La Plata, que es donde nos correspondía por mutual”, explicó.

Renato llegó al Hospital Italiano de La Plata directamente intubado y conectado a un respirador. “Desde Chascomús ya salió intubado, así que estaba con ventilación mecánica asistida, y por eso ingresó directo a terapia intensiva en el Italiano”, detalló Sol. “Desde el 25, cuando ingresó, ya le empezaron a aplicar fentanilo para mantener la sedación”.

“Si bien entra con un cuadro denso y grave, con el pasar de los días empezó a tener mejorías. El cuarto día lo intentan despertar, le bajan la sedación, tiene respuestas: intenta sentarse, mueve los brazos, las piernas, abre los ojos, muerde el tubo que tiene en la garganta para sacárselo. Empezó a mostrar evoluciones positivas”, recordó su madre.

Pero entonces apareció algo que cambió el curso de su recuperación: la fiebre. “Lo que no era positivo era que, al tercer día de estar internado, empezó con fiebre. Esa fiebre me pareció rara. Nos dijeron que era por una infección que tuvo por un catéter central. Se lo cambiaron, empezaron a pasarle antibióticos y eso se controló, pero también le descubrieron, por una radiografía, que tenía neumonía en el pulmón izquierdo”, reconstruyó Sol.

Francese, que es enfermera, sabía que algo no encajaba. “Yo sabía que la neumonía que estaba teniendo al cuarto día no podía ser producto de la ventilación, porque eso siempre se produce después de la semana. Cuando le pregunto al médico por qué era la neumonía, si ya la traía de Chascomús y se le despertó estando internado, me dijo que no, que era una bacteria intrahospitalaria que se había agarrado, pero que me quedara tranquila porque con los antibióticos estaba cubierta”, explicó.

Pero la fiebre nunca cedió. “Le estaban pasando paracetamol, dipirona, y le hacían medios físicos: mantas frías, compresas mojadas, piezas con hielo para enfriar el cuerpo”, explicó Sol. “Renato, con el cuadro que tenía, no podía estar con fiebre porque eso hacía que el cerebro trabajara más y se inflamara”, sumó. A pesar de todo, la temperatura siguió sin controlarse. “Estuvo con fiebre desde el tercer día hasta el día que falleció”, resumió.

El 1° de mayo todo se complicó. “Lo tuvieron que intervenir de urgencia porque el cerebro se inflamaba. Le hicieron una craneotomía para descomprimirlo. Resistió bien la cirugía y quedó estable, pero al otro día empezó a no tener reacciones positivas”, contó Sol. El 3 de mayo les informaron que Renato estaba con muerte cerebral. “Yo, como más o menos conozco el tema, pedí que se llame a Cucaiba para que vinieran a hacer ellos el diagnóstico de la muerte cerebral. Vinieron el día 5, hicieron todas las pruebas y ahí se confirmó. Después se hizo la donación de órganos: Renato fue donante de cinco personas”.

Nadie habló de fentanilo

Durante toda la internación nadie les habló del fentanilo, aunque Sol sabía que se lo estaban administrando porque revisaba la medicación cada vez que subía a verlo. La alerta vino por un comentario de otro paciente. “Al lado de Renato había internado un señor mayor con su hijo, la esposa y la hija. Con el hijo hablábamos siempre. A los pocos días de que Renato falleció me llama y me cuenta lo que estaba pasando. Él se enteró adentro del hospital, nunca le dijeron nada a ningún familiar. Lo escuchó por un comentario de unas enfermeras, que Renato era uno de los positivos en la contaminación del fentanilo”, relató.

No dudó en pedir explicaciones. “Hablé con mi tía, que es abogada penalista, y al otro día fuimos al hospital. Pedimos una reunión con el director. Nos dijo: -Ya sé por qué están acá. Renato fue uno de los positivos en la contaminación-. Esa fue toda la respuesta. Nunca nos llamaron para decirnos nada. Nosotros estuvimos hasta el día 6 en el hospital y todos esos días nunca nos dijeron lo que estaba pasando. Sabían desde el día 29 y lo ocultaron. Ese es uno de mis enojos grandes: ocultaron información importantísima cinco días, sabiendo que eso lo estaba llevando a la muerte”.

Renato fue una de las víctimas del lote contaminado de fentanilo, fabricado por el laboratorio HLB Pharma, según la investigación judicial. “Nos presentamos enseguida como querellantes. Fuimos, me parece, los únicos al principio. Por lo que hemos visto en la causa, hay cinco personas presentadas como querellantes: entre esas estamos nosotros y el hospital. Después hay tres familias más”, detalló Sol. Para la familia, la responsabilidad es compartida: “Se van a hacer acciones legales. En primera instancia es contra el hospital, porque llevamos a nuestro hijo para que lo atiendan, para que reciba una calidad de atención que no tuvo. Después se verá quién es el responsable: si es el hospital, si es el laboratorio, la droguería, la farmacia, los que manejan la gestión y hacen las compras. Eso se verá en el juicio. Si bien no es que el hospital lo hizo a propósito, también tienen responsabilidades por las que deben responder”.

Mientras la investigación avanza, Sol no baja los brazos. “Yo quiero que todos los que fueron responsables paguen y respondan”, repite a este medio. En redes sociales resumió su indignación: “Las disculpas se aceptarían si hubieran sido transparentes, hubieran hablado y comunicado lo que estaba pasando con Rena. Ocultaron información importantísima. Así que de mi parte no hay disculpas aceptadas”.

En otra publicación escribió: “Gordito, voy a hacer lo que sea para que estos asesinos no queden libres de culpa”.

La cifra de víctimas sigue creciendo: 52 muertes confirmadas y más de 90 personas afectadas por el fentanilo contaminado en todo el país. La historia de Renato Nicolini quedó marcada como una más entre decenas, pero para Sol y su familia no es solo un número en el Boletín Epidemiológico. Es una vida. Y es un reclamo que no se va a silenciar: “Quiero que se sepa la verdad, quiero saber cómo surgió esa contaminación y quiero que todos respondan”.

 La familia exige respuestas y apunta a la cadena de responsabilidad que va del Hospital Italiano de La Plata al laboratorio que produjo el fármaco adulterado  LA NACION