La ola de calor envuelve a Europa y algunos países enfrentan falencias para mitigarla
PARÍS.- De Roma a Milán pasando por Londres, una parte de Europa se ha transformado en un horno a fines de junio. En el sur del continente, la ola de calor incluso aumentó domingo y lunes con picos de más de 40°C en algunas zonas de España y Portugal, donde el calor sofocante debe durar varios días más.
Aunque ya hace calor en el sur del Reino Unido (33°C en Londres), el mercurio se dispara en España, donde quizás se haya batido un récord en Granada con 46°C el sábado. Otro récord se registró en las aguas españolas: el Mediterráneo supera los 26°C en las Baleares, un umbral “típico de mediados de agosto”, según la agencia nacional de meteorología Aemet.
En Italia, 21 ciudades estaban en alerta máxima domingo y lunes por calor extremo, especialmente Milán, Nápoles, Venecia, Florencia y Roma, donde ambulancias se estacionan cerca de los sitios turísticos. Los servicios de urgencias de los hospitales italianos informaron un aumento de 10 % en los casos de golpes de calor, según Mario Guarino, vicepresidente de la Sociedad Italiana de Medicina de Urgencias, quien afirma que el fenómeno afecta principalmente a “personas mayores, pacientes con cáncer o personas sin hogar”.
En Portugal, varias zonas de la mitad sur del país, incluida Lisboa, estaban en alerta roja hasta la noche del lunes. El riesgo de incendio también es máximo. Como en Sicilia, donde los bomberos combatieron 15 incendios el sábado. Según el mapa publicado por la agencia nacional IPMA, la temperatura alcanzó los 41,9°C el domingo en Lisboa y llegó a 45,4°C en Alvega, en el centro del país.
Aunque no se alcanzan cifras similares en Francia, también los franceses están sometidos a temperaturas fuera de lo común debido a la ola de calor que comenzó el viernes. De los 96 departamentos que tiene el país, 84 están en alerta naranja -e incluso roja-, mientras se esperan picos de 40°C en el sur mediterráneo.
Según los especialistas, el episodio de ola de calor que atraviesa Francia alcanzará su punto máximo este martes. Por esa razón, toda la región parisina, incluida la capital, pasaron este lunes a alerta roja. Este nivel de alerta se había activado por última vez en Île-de-France en agosto de 2020. En todo caso, solo las zonas costeras del Canal de la Mancha (norte) registran temperaturas inferiores a 30°C, según los meteorólogos.
Y la situación no va a mejorar. El foco de calor “se desplazará hacia el sureste con el tiempo”, según los especialistas. Los meteorólogos prevén por lo tanto una explosión del termómetro en Italia y Hungría con 36°C en Roma y 34°C en Budapest para el próximo jueves.
No siempre ha hecho tanto calor en Europa.
“Las olas de calor en la región mediterránea se han vuelto más frecuentes e intensas en los últimos años”, señala Emanuel Piervitali, investigador del Instituto Italiano para la Protección e Investigación Ambiental (Ispra). En una entrevista con la agencia AFP, destacó “picos que alcanzan los 37 grados o incluso más en las ciudades, donde el efecto de isla de calor urbana aumenta aún más las temperaturas”.
Según los científicos, las olas de calor repetidas son un marcador inequívoco del calentamiento del planeta y se cree que estas canículas se multiplicarán, se prolongarán y se intensificarán aún más. Según el IPCC, el grupo de expertos designado por la ONU sobre el clima, es “casi seguro” que la frecuencia e intensidad de los calores extremos y la duración de las olas de calor han aumentado desde 1950 y continuarán aumentando con el calentamiento.
La paleoclimatóloga Valérie Masson-Delmotte, ex copresidenta del grupo de trabajo del IPCC, estima incluso que “el calentamiento de Europa es más rápido y más fuerte de lo previsto”. En cuanto a los efectos del calentamiento climático sobre las olas de calor, la experta recuerda que “en un clima que se calienta”, “este tipo de bloqueo atmosférico” puede provocar “una acumulación muy fuerte de calor”.
“Estamos tomando conciencia de que tales temperaturas ya no son anormales o excepcionales”, afirma François Gemenne, investigador en la universidad de Lieja en Bélgica, profesor en Sciences Po y HEC, y coautor del IPCC.
“Lo sabemos y lo repetimos, el calentamiento climático aumentará la frecuencia e intensidad de las olas de calor, que también se extenderán a períodos del calendario mucho más amplios”, agrega.
No sin consecuencias sanitarias o económicas. Además de Italia, España lamenta dos muertes de personas que trabajaban en la vía pública, en Barcelona y en Córdoba. Las alertas y las medidas de prevención se multiplican por todas partes, Italia, por ejemplo, ha abierto el acceso gratuito a museos o piscinas para las personas mayores.
Reunido en una célula interministerial de crisis, el gobierno francés llamó a las empresas a “proteger a sus empleados” y decidió el cierre de 200 escuelas, una medida inédita hasta la fecha. El primer ministro François Bayrou incluso pospuso un viaje previsto para el martes sobre la reforma de la administración territorial del Estado, estimando que “la duración, la extensión geográfica y la intensidad de este episodio de calor requieren una vigilancia particular”, precisaron los servicios del primer ministro.
Europa no está preparada
Aunque se cree que este tipo de canículas se multiplicarán, los países europeos aún están poco preparados para enfrentarlas. Sin siquiera hablar de los edificios mal aislados —una cuestión crucial—, muchas infraestructuras resisten mal los aumentos de temperatura. Empezando por los sistemas eléctricos: el palacio de justicia de la isla de la Cité en París, por ejemplo, estuvo sin electricidad durante dos días la semana pasada, ya que el sobrecalentamiento de los suelos asfaltados perturbó las redes eléctricas subterráneas.
Otro ejemplo, la empresa francesa de electricidad (EDF) anunció este lunes la interrupción de la central nuclear de Golfech, debido al calentamiento del agua del Garona, utilizada para su refrigeración.
“De manera más general, todas las industrias que usan el agua de los ríos para sus sistemas de refrigeración están afectadas”, recuerda Thibault Laconde, fundador del despacho Callendar, especialista en adaptación al calentamiento climático.
“En general, la infraestructura europea está mal adaptada a tales olas de calor”, señala el consultor, citando la energía, pero también el transporte ferroviario o vial. Afectando también de lleno a la agricultura, a través de la disminución de los rendimientos o el aumento de la mortalidad en las explotaciones ganaderas, las olas de calor tienen un impacto sensible en la economía.
“Es demasiado pronto para calcular las consecuencias de la ola de calor actual, pero, en 2003, el INSEE había medido un impacto del 2 % en el consumo y del 0,2 % a 0,3 % en el PBI”, recuerda. Algo que tal vez movilice a los políticos.
PARÍS.- De Roma a Milán pasando por Londres, una parte de Europa se ha transformado en un horno a fines de junio. En el sur del continente, la ola de calor incluso aumentó domingo y lunes con picos de más de 40°C en algunas zonas de España y Portugal, donde el calor sofocante debe durar varios días más.
Aunque ya hace calor en el sur del Reino Unido (33°C en Londres), el mercurio se dispara en España, donde quizás se haya batido un récord en Granada con 46°C el sábado. Otro récord se registró en las aguas españolas: el Mediterráneo supera los 26°C en las Baleares, un umbral “típico de mediados de agosto”, según la agencia nacional de meteorología Aemet.
En Italia, 21 ciudades estaban en alerta máxima domingo y lunes por calor extremo, especialmente Milán, Nápoles, Venecia, Florencia y Roma, donde ambulancias se estacionan cerca de los sitios turísticos. Los servicios de urgencias de los hospitales italianos informaron un aumento de 10 % en los casos de golpes de calor, según Mario Guarino, vicepresidente de la Sociedad Italiana de Medicina de Urgencias, quien afirma que el fenómeno afecta principalmente a “personas mayores, pacientes con cáncer o personas sin hogar”.
En Portugal, varias zonas de la mitad sur del país, incluida Lisboa, estaban en alerta roja hasta la noche del lunes. El riesgo de incendio también es máximo. Como en Sicilia, donde los bomberos combatieron 15 incendios el sábado. Según el mapa publicado por la agencia nacional IPMA, la temperatura alcanzó los 41,9°C el domingo en Lisboa y llegó a 45,4°C en Alvega, en el centro del país.
Aunque no se alcanzan cifras similares en Francia, también los franceses están sometidos a temperaturas fuera de lo común debido a la ola de calor que comenzó el viernes. De los 96 departamentos que tiene el país, 84 están en alerta naranja -e incluso roja-, mientras se esperan picos de 40°C en el sur mediterráneo.
Según los especialistas, el episodio de ola de calor que atraviesa Francia alcanzará su punto máximo este martes. Por esa razón, toda la región parisina, incluida la capital, pasaron este lunes a alerta roja. Este nivel de alerta se había activado por última vez en Île-de-France en agosto de 2020. En todo caso, solo las zonas costeras del Canal de la Mancha (norte) registran temperaturas inferiores a 30°C, según los meteorólogos.
Y la situación no va a mejorar. El foco de calor “se desplazará hacia el sureste con el tiempo”, según los especialistas. Los meteorólogos prevén por lo tanto una explosión del termómetro en Italia y Hungría con 36°C en Roma y 34°C en Budapest para el próximo jueves.
No siempre ha hecho tanto calor en Europa.
“Las olas de calor en la región mediterránea se han vuelto más frecuentes e intensas en los últimos años”, señala Emanuel Piervitali, investigador del Instituto Italiano para la Protección e Investigación Ambiental (Ispra). En una entrevista con la agencia AFP, destacó “picos que alcanzan los 37 grados o incluso más en las ciudades, donde el efecto de isla de calor urbana aumenta aún más las temperaturas”.
Según los científicos, las olas de calor repetidas son un marcador inequívoco del calentamiento del planeta y se cree que estas canículas se multiplicarán, se prolongarán y se intensificarán aún más. Según el IPCC, el grupo de expertos designado por la ONU sobre el clima, es “casi seguro” que la frecuencia e intensidad de los calores extremos y la duración de las olas de calor han aumentado desde 1950 y continuarán aumentando con el calentamiento.
La paleoclimatóloga Valérie Masson-Delmotte, ex copresidenta del grupo de trabajo del IPCC, estima incluso que “el calentamiento de Europa es más rápido y más fuerte de lo previsto”. En cuanto a los efectos del calentamiento climático sobre las olas de calor, la experta recuerda que “en un clima que se calienta”, “este tipo de bloqueo atmosférico” puede provocar “una acumulación muy fuerte de calor”.
“Estamos tomando conciencia de que tales temperaturas ya no son anormales o excepcionales”, afirma François Gemenne, investigador en la universidad de Lieja en Bélgica, profesor en Sciences Po y HEC, y coautor del IPCC.
“Lo sabemos y lo repetimos, el calentamiento climático aumentará la frecuencia e intensidad de las olas de calor, que también se extenderán a períodos del calendario mucho más amplios”, agrega.
No sin consecuencias sanitarias o económicas. Además de Italia, España lamenta dos muertes de personas que trabajaban en la vía pública, en Barcelona y en Córdoba. Las alertas y las medidas de prevención se multiplican por todas partes, Italia, por ejemplo, ha abierto el acceso gratuito a museos o piscinas para las personas mayores.
Reunido en una célula interministerial de crisis, el gobierno francés llamó a las empresas a “proteger a sus empleados” y decidió el cierre de 200 escuelas, una medida inédita hasta la fecha. El primer ministro François Bayrou incluso pospuso un viaje previsto para el martes sobre la reforma de la administración territorial del Estado, estimando que “la duración, la extensión geográfica y la intensidad de este episodio de calor requieren una vigilancia particular”, precisaron los servicios del primer ministro.
Europa no está preparada
Aunque se cree que este tipo de canículas se multiplicarán, los países europeos aún están poco preparados para enfrentarlas. Sin siquiera hablar de los edificios mal aislados —una cuestión crucial—, muchas infraestructuras resisten mal los aumentos de temperatura. Empezando por los sistemas eléctricos: el palacio de justicia de la isla de la Cité en París, por ejemplo, estuvo sin electricidad durante dos días la semana pasada, ya que el sobrecalentamiento de los suelos asfaltados perturbó las redes eléctricas subterráneas.
Otro ejemplo, la empresa francesa de electricidad (EDF) anunció este lunes la interrupción de la central nuclear de Golfech, debido al calentamiento del agua del Garona, utilizada para su refrigeración.
“De manera más general, todas las industrias que usan el agua de los ríos para sus sistemas de refrigeración están afectadas”, recuerda Thibault Laconde, fundador del despacho Callendar, especialista en adaptación al calentamiento climático.
“En general, la infraestructura europea está mal adaptada a tales olas de calor”, señala el consultor, citando la energía, pero también el transporte ferroviario o vial. Afectando también de lleno a la agricultura, a través de la disminución de los rendimientos o el aumento de la mortalidad en las explotaciones ganaderas, las olas de calor tienen un impacto sensible en la economía.
“Es demasiado pronto para calcular las consecuencias de la ola de calor actual, pero, en 2003, el INSEE había medido un impacto del 2 % en el consumo y del 0,2 % a 0,3 % en el PBI”, recuerda. Algo que tal vez movilice a los políticos.
El sistema eléctrico colapsó en París y las industrias se ven afectadas en sus sistemas de refrigeración LA NACION