Stick, el swing perfecto: Owen Wilson se balancea cómodo entre el drama y el humor en una serie sobre redenciones

Stick: el swing perfecto (Estados Unidos/2025). Creada por: Jason Keller. Fotografía: Corey Walter. Edición: Melissa McCoy. Elenco: Owen Wilson, Peter Dager, Lili Kay, Mariana Treviño y Marc Maron. Disponible en: Apple TV+. Nuestra opinión: muy buena.
La historias de mentores caídos en desgracia, que encuentran en el talento de un aprendiz una forma de redención personal, no son nuevas. En el cine (y en la literatura, en las historietas, en los videojuegos, en cualquier tipo de plataforma narrativa) se contaron miles de relatos de glorias que no llegaron a ser, pero que logran volver del olvido a través de tutelar a algún joven tan talentoso como irresponsable. Y especialmente el deporte es la arena donde mejor cuaja este subgénero al que pertenece Stick: el swing perfecto.
Hace un par de décadas, Pryce Cahill (Owen Wilson) estaba a un paso de convertirse en una leyenda del golf, hasta que un ataque de ira terminó por sepultar su carrera. El tiempo pasó, y alejado por completo del circuito profesional, Pryce se dedica ahora a vender artículos deportivos y a endulzar clientes para que gasten ese dinero por el cual recibe suculentas comisiones. Su carrera como golfista es tan inexistente como su vida familiar, que se reduce apenas a una exesposa con la que tiene una buena relación. En la cotidianidad de Cahill no hay disfrute, y aunque él es naturalmente un optimista, sus días son irremediablemente grises. Hasta que el sonido de un palo de golf cambia su vida por completo.
Pryce conoce de manera fortuita a Santi (Peter Dager), un joven despreocupado que tiene un talento natural para el golf. El protagonista rápidamente comprende que el adolescente tiene un potencial inconmensurable y que su futuro no tiene límites. Pero a Santi no le interesa dedicarse profesionalmente a ese deporte, y prefiere seguir sus días reponiendo góndolas en el supermercado del que es empleado. Frente a esa negativa, Pryce no da el brazo a torcer porque sabe que ahí está su posible redención, ya que si logra convertir a Santi en un golfista eximio, podrá legarle un reconocimiento que él mismo nunca pudo (ni supo) obtener.
La madre de Santi y el mejor amigo del Pryce, se suman a la trama y de ese modo Stick: el swing perfecto completa un cuarteto de protagonistas con los que no cuesta nada empatizar. Poco a poco, comienzan a sumarse nuevos personajes que pondrán en crisis la relación entre Santi y Pryce, a medida que también se revele un doloroso trauma del pasado que sufrió el protagonista y que desembocó en su crisis deportiva.
En Stick: el swing perfecto hay un balance notable entre drama y comedia, y esa es su principal fortaleza. La serie se cubre con una capa de comicidad para enmascarar las tragedias (pequeñas y grandes) de los personajes, motorizando un relato no necesita ser solemne para conmover. Y ese delicado equilibrio entre dos géneros antagonistas es primordialmente un mérito de Owen Wilson. El sexagenario actor, que aún parece un treintañero, siempre navegó con frescura entre las lágrimas del drama. De Marley y yo a Los excéntricos Tenenbaum (Wes Anderson fue el primero que capitalizó esa sensibilidad del rostro Wilsoniano, tan torcido como conmovedor), este actor siempre fue el sinvergüenza adorable, pero quien también callaba sus tristezas. De ese modo, la comedia de Wilson puede ser sutil, física o chabacana, pero siempre esconde capas de afectividad (y efectividad).
A partir de ese tono agridulce que tan bien maneja el actor central, el resto del elenco se afina en la misma nota para dar lugar a una comedia que esconde una mueca de emoción. Pero a no confundir: Stick: el swing perfecto no es cursi, no es sensiblera, ni abusa del tono melancólico. Y si bien esos ingredientes forman parte de la receta, lo hacen de manera soslayada, imprimiendo las escenas -aunque sin sobrecargarlas- de un sabor que resulte empalagoso. Y solo de ese modo esta ficción, pero sobre todo Owen Wilson, logran apartarse de las series-fotocopia que tanto abundan para entregar una propuesta sólida, que apuesta más por perdurar que por tener el efímero reconocimiento de ser la más maratoneada durante el último fin de semana.
Stick: el swing perfecto (Estados Unidos/2025). Creada por: Jason Keller. Fotografía: Corey Walter. Edición: Melissa McCoy. Elenco: Owen Wilson, Peter Dager, Lili Kay, Mariana Treviño y Marc Maron. Disponible en: Apple TV+. Nuestra opinión: muy buena.
La historias de mentores caídos en desgracia, que encuentran en el talento de un aprendiz una forma de redención personal, no son nuevas. En el cine (y en la literatura, en las historietas, en los videojuegos, en cualquier tipo de plataforma narrativa) se contaron miles de relatos de glorias que no llegaron a ser, pero que logran volver del olvido a través de tutelar a algún joven tan talentoso como irresponsable. Y especialmente el deporte es la arena donde mejor cuaja este subgénero al que pertenece Stick: el swing perfecto.
Hace un par de décadas, Pryce Cahill (Owen Wilson) estaba a un paso de convertirse en una leyenda del golf, hasta que un ataque de ira terminó por sepultar su carrera. El tiempo pasó, y alejado por completo del circuito profesional, Pryce se dedica ahora a vender artículos deportivos y a endulzar clientes para que gasten ese dinero por el cual recibe suculentas comisiones. Su carrera como golfista es tan inexistente como su vida familiar, que se reduce apenas a una exesposa con la que tiene una buena relación. En la cotidianidad de Cahill no hay disfrute, y aunque él es naturalmente un optimista, sus días son irremediablemente grises. Hasta que el sonido de un palo de golf cambia su vida por completo.
Pryce conoce de manera fortuita a Santi (Peter Dager), un joven despreocupado que tiene un talento natural para el golf. El protagonista rápidamente comprende que el adolescente tiene un potencial inconmensurable y que su futuro no tiene límites. Pero a Santi no le interesa dedicarse profesionalmente a ese deporte, y prefiere seguir sus días reponiendo góndolas en el supermercado del que es empleado. Frente a esa negativa, Pryce no da el brazo a torcer porque sabe que ahí está su posible redención, ya que si logra convertir a Santi en un golfista eximio, podrá legarle un reconocimiento que él mismo nunca pudo (ni supo) obtener.
La madre de Santi y el mejor amigo del Pryce, se suman a la trama y de ese modo Stick: el swing perfecto completa un cuarteto de protagonistas con los que no cuesta nada empatizar. Poco a poco, comienzan a sumarse nuevos personajes que pondrán en crisis la relación entre Santi y Pryce, a medida que también se revele un doloroso trauma del pasado que sufrió el protagonista y que desembocó en su crisis deportiva.
En Stick: el swing perfecto hay un balance notable entre drama y comedia, y esa es su principal fortaleza. La serie se cubre con una capa de comicidad para enmascarar las tragedias (pequeñas y grandes) de los personajes, motorizando un relato no necesita ser solemne para conmover. Y ese delicado equilibrio entre dos géneros antagonistas es primordialmente un mérito de Owen Wilson. El sexagenario actor, que aún parece un treintañero, siempre navegó con frescura entre las lágrimas del drama. De Marley y yo a Los excéntricos Tenenbaum (Wes Anderson fue el primero que capitalizó esa sensibilidad del rostro Wilsoniano, tan torcido como conmovedor), este actor siempre fue el sinvergüenza adorable, pero quien también callaba sus tristezas. De ese modo, la comedia de Wilson puede ser sutil, física o chabacana, pero siempre esconde capas de afectividad (y efectividad).
A partir de ese tono agridulce que tan bien maneja el actor central, el resto del elenco se afina en la misma nota para dar lugar a una comedia que esconde una mueca de emoción. Pero a no confundir: Stick: el swing perfecto no es cursi, no es sensiblera, ni abusa del tono melancólico. Y si bien esos ingredientes forman parte de la receta, lo hacen de manera soslayada, imprimiendo las escenas -aunque sin sobrecargarlas- de un sabor que resulte empalagoso. Y solo de ese modo esta ficción, pero sobre todo Owen Wilson, logran apartarse de las series-fotocopia que tanto abundan para entregar una propuesta sólida, que apuesta más por perdurar que por tener el efímero reconocimiento de ser la más maratoneada durante el último fin de semana.
La nueva producción de Apple TV+ transcurre en el mundo del golf y cuenta una historia de revanchas y redenciones LA NACION