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domingo, julio 6, 2025
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Mito o verdad: ¿Comer queso antes de dormir provoca pesadillas? La ciencia responde

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El consumo de lácteos como el queso, la leche fermentada y el requesón en exceso está ligado a un sueño de peor calidad, de acuerdo con un nuevo estudio. Los investigadores descubrieron que este tipo de alimento posiblemente causa pesadillas debido a gases o dolores de estómago durante la noche, lo que, a su vez, impacta el período de descanso.

La investigación, que nació de la premisa de sabiduría popular de que la comida afecta directamente el sueño, llevó al equipo a entrevistar a más de mil estudiantes de la Universidad MacEwan. Ellos respondieron un cuestionario incluyendo el tiempo y la calidad del sueño, y cualquier asociación percibida entre diferentes tipos de sueños y diferentes alimentos. Así como sobre la propia salud mental y física y su relación con la comida.

De esa forma, los investigadores observaron que cerca de un tercio de los entrevistados relataron pesadillas regulares. Las mujeres eran más propensas a recordar los sueños y a relatar sueño de mala calidad y pesadillas, y casi dos veces más propensas que los hombres a relatar intolerancia alimentaria o alergia. Cerca del 40% de los participantes dijeron que creían que comer tarde por la noche o alimentos específicos afectaban su sueño; mientras que el 25% creían que determinados alimentos podrían empeorar su sueño.

Solo una proporción relativamente pequeña —5,5% de los entrevistados— sintió que lo que comían afectaba la calidad de sus sueños, pero muchas de esas personas dijeron que creían que los dulces o los lácteos volvían sus sueños más perturbadores o bizarros.

Además, personas con mala alimentación eran más propensas a tener sueños negativos y menos propensas a recordar los sueños. Los resultados fueron publicados en la revista científica Frontiers in Psychology.

“Las pesadillas son peores para personas con intolerancia a la lactosa que sufren de síntomas gastrointestinales graves y cuyo sueño es interrumpido”, resalta Nielsen.

El equipo explica que es posible que las personas duerman menos porque comen menos, pero también es posible que no coman bien porque no duermen bien, o que otro factor influencie tanto el sueño como la dieta. Más investigaciones serán necesarias para confirmar esas conexiones e identificar los mecanismos subyacentes.

“Necesitamos estudiar más personas de diferentes edades, de diferentes estilos de vida y con diferentes hábitos alimentarios para determinar si nuestros resultados son realmente generalizables para una población mayor”, concluye Nielsen.

El consumo de lácteos como el queso, la leche fermentada y el requesón en exceso está ligado a un sueño de peor calidad, de acuerdo con un nuevo estudio. Los investigadores descubrieron que este tipo de alimento posiblemente causa pesadillas debido a gases o dolores de estómago durante la noche, lo que, a su vez, impacta el período de descanso.

La investigación, que nació de la premisa de sabiduría popular de que la comida afecta directamente el sueño, llevó al equipo a entrevistar a más de mil estudiantes de la Universidad MacEwan. Ellos respondieron un cuestionario incluyendo el tiempo y la calidad del sueño, y cualquier asociación percibida entre diferentes tipos de sueños y diferentes alimentos. Así como sobre la propia salud mental y física y su relación con la comida.

De esa forma, los investigadores observaron que cerca de un tercio de los entrevistados relataron pesadillas regulares. Las mujeres eran más propensas a recordar los sueños y a relatar sueño de mala calidad y pesadillas, y casi dos veces más propensas que los hombres a relatar intolerancia alimentaria o alergia. Cerca del 40% de los participantes dijeron que creían que comer tarde por la noche o alimentos específicos afectaban su sueño; mientras que el 25% creían que determinados alimentos podrían empeorar su sueño.

Solo una proporción relativamente pequeña —5,5% de los entrevistados— sintió que lo que comían afectaba la calidad de sus sueños, pero muchas de esas personas dijeron que creían que los dulces o los lácteos volvían sus sueños más perturbadores o bizarros.

Además, personas con mala alimentación eran más propensas a tener sueños negativos y menos propensas a recordar los sueños. Los resultados fueron publicados en la revista científica Frontiers in Psychology.

“Las pesadillas son peores para personas con intolerancia a la lactosa que sufren de síntomas gastrointestinales graves y cuyo sueño es interrumpido”, resalta Nielsen.

El equipo explica que es posible que las personas duerman menos porque comen menos, pero también es posible que no coman bien porque no duermen bien, o que otro factor influencie tanto el sueño como la dieta. Más investigaciones serán necesarias para confirmar esas conexiones e identificar los mecanismos subyacentes.

“Necesitamos estudiar más personas de diferentes edades, de diferentes estilos de vida y con diferentes hábitos alimentarios para determinar si nuestros resultados son realmente generalizables para una población mayor”, concluye Nielsen.

 El trabajo fue publicado en la revista científica Frontiers in Psychology y reveló que el consumo de lácteos tiene incidencia en la calidad del sueño  LA NACION