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viernes, julio 11, 2025
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Un barrio conmocionado por las muertes de una mujer y de su hijo en un departamento de Caballito

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Eun Hye Ku, 47 años, no solía hablar mucho. Caminaba por las veredas de Galicia al 900 con paso apurado, el rostro cansado y un fox terrier gris que la acompañaba en sus paseos diarios. A veces, su hijo Y. K., -un adolescente de 13 años diagnosticado con autismo- la seguía a unos pasos. Vivían desde hacía casi una década en el barrio porteño de Caballito cuando llegaron desde Corea del Sur.

Ayer a las 21, ambos fueron encontrados muertos en su departamento. Y con ellos, algo se quebró en la rutina de un barrio que hasta hace poco se sentía seguro. La conmoción era total.

Los cuerpos fueron encontrados por el hermano de Ku, después de varios intentos fallidos por comunicarse con ella.

Alarmado, decidió entrar en el departamento situado en un edificio de Galicia 919. Adentro lo esperaban dos escenas que lo marcarían para siempre: Ku tenía una bolsa en la cabeza y un cable atado al cuello. El cuerpo del adolescente también yacía sin vida, con una remera desgarrada a la altura del cuello.

Tras el hallazgo de los cuerpos, el hermano hizo la denuncia y personal de la Comisaría Vecinal 6A de la Policía de la Ciudad se dirigió al lugar.

Para quienes conocían a Ku, la noticia fue devastadora, pero no del todo sorprendente. “Se la notaba superada. Siempre colorada, nerviosa, muy estresada”, contó Pablo, un vecino a LA NACION.

La mujer criaba sola a su hijo con autismo en condiciones muy exigentes. Su esposo seguía en Corea del Sur.

“El chico tenía un autismo importante. Era una situación muy difícil para ella. El padre no estaba. Se notaba la presión que tenía. Se ocupaba de todo sola, era extremadamente estresante para ella”, agregó.

La mujer también enfrentaba problemas de salud: sufría de depresión y tenía dificultades respiratorias. Su círculo más cercano afirma que nunca recibió contención suficiente. “Eran muy buena gente, pero muy sufridos. El nene lloraba, se sentía muy mal. La mamá no sabía qué hacer. Gritaba por su problema, no porque lo trataba mal”, advirtió Marta, otra vecina, a LA NACION.

La investigación para intentar reconstruir las muertes quedó a cargo del Juez Nacional en lo Criminal y Correccional Alejandro Orfila. Hasta ahora, la Policía de la Ciudad no encontró indicios de robo. La principal hipótesis, hasta el momento, es la más angustiante: que Ku, abrumada por la situación, habría asesinado a su hijo y luego se habría quitado la vida.

“En principio, estaría descartado el robo como móvil. No había signos de violencia en la puerta ni desorden. El hermano declaró que ella estaba muy deprimida”, indicaron fuentes judiciales a LA NACION. El cuerpo forense trabaja ahora sobre las autopsias para confirmar la mecánica exacta de las muertes.

Un barrio paralizado por el dolor

Caballito, uno de los barrios más tradicionales de la Ciudad, no sale de su estupor. Los vecinos están completamente conmocionados. “Nunca me enteré de tantos hechos aberrantes en tan poco tiempo. Era un barrio tranquilo. Esto es como vivir otra realidad. Antes no ocurrían historias macabras acá”, confesó Sebastián, vecino de la zona.

Otros, como César, apenas podían hablar: “Era una señora muy reservada, muy educada. Siempre la vi sola o con su madre”.

Roberto, un chofer de Cabify que solía llevar a la familia, también compartió su lamento: “El hijo lloraba y gritaba mucho, sufría. Y, la mamá estaba cansada. El hermano era un tipo excelente, siempre presente con la familia. No me esperaba esto. Pero el estrés te agota. Te consume”.

Eun Hye Ku, 47 años, no solía hablar mucho. Caminaba por las veredas de Galicia al 900 con paso apurado, el rostro cansado y un fox terrier gris que la acompañaba en sus paseos diarios. A veces, su hijo Y. K., -un adolescente de 13 años diagnosticado con autismo- la seguía a unos pasos. Vivían desde hacía casi una década en el barrio porteño de Caballito cuando llegaron desde Corea del Sur.

Ayer a las 21, ambos fueron encontrados muertos en su departamento. Y con ellos, algo se quebró en la rutina de un barrio que hasta hace poco se sentía seguro. La conmoción era total.

Los cuerpos fueron encontrados por el hermano de Ku, después de varios intentos fallidos por comunicarse con ella.

Alarmado, decidió entrar en el departamento situado en un edificio de Galicia 919. Adentro lo esperaban dos escenas que lo marcarían para siempre: Ku tenía una bolsa en la cabeza y un cable atado al cuello. El cuerpo del adolescente también yacía sin vida, con una remera desgarrada a la altura del cuello.

Tras el hallazgo de los cuerpos, el hermano hizo la denuncia y personal de la Comisaría Vecinal 6A de la Policía de la Ciudad se dirigió al lugar.

Para quienes conocían a Ku, la noticia fue devastadora, pero no del todo sorprendente. “Se la notaba superada. Siempre colorada, nerviosa, muy estresada”, contó Pablo, un vecino a LA NACION.

La mujer criaba sola a su hijo con autismo en condiciones muy exigentes. Su esposo seguía en Corea del Sur.

“El chico tenía un autismo importante. Era una situación muy difícil para ella. El padre no estaba. Se notaba la presión que tenía. Se ocupaba de todo sola, era extremadamente estresante para ella”, agregó.

La mujer también enfrentaba problemas de salud: sufría de depresión y tenía dificultades respiratorias. Su círculo más cercano afirma que nunca recibió contención suficiente. “Eran muy buena gente, pero muy sufridos. El nene lloraba, se sentía muy mal. La mamá no sabía qué hacer. Gritaba por su problema, no porque lo trataba mal”, advirtió Marta, otra vecina, a LA NACION.

La investigación para intentar reconstruir las muertes quedó a cargo del Juez Nacional en lo Criminal y Correccional Alejandro Orfila. Hasta ahora, la Policía de la Ciudad no encontró indicios de robo. La principal hipótesis, hasta el momento, es la más angustiante: que Ku, abrumada por la situación, habría asesinado a su hijo y luego se habría quitado la vida.

“En principio, estaría descartado el robo como móvil. No había signos de violencia en la puerta ni desorden. El hermano declaró que ella estaba muy deprimida”, indicaron fuentes judiciales a LA NACION. El cuerpo forense trabaja ahora sobre las autopsias para confirmar la mecánica exacta de las muertes.

Un barrio paralizado por el dolor

Caballito, uno de los barrios más tradicionales de la Ciudad, no sale de su estupor. Los vecinos están completamente conmocionados. “Nunca me enteré de tantos hechos aberrantes en tan poco tiempo. Era un barrio tranquilo. Esto es como vivir otra realidad. Antes no ocurrían historias macabras acá”, confesó Sebastián, vecino de la zona.

Otros, como César, apenas podían hablar: “Era una señora muy reservada, muy educada. Siempre la vi sola o con su madre”.

Roberto, un chofer de Cabify que solía llevar a la familia, también compartió su lamento: “El hijo lloraba y gritaba mucho, sufría. Y, la mamá estaba cansada. El hermano era un tipo excelente, siempre presente con la familia. No me esperaba esto. Pero el estrés te agota. Te consume”.

 Eun Hye Ku, de 47 años, y Y. K., de 13, llegaron a la Argentina desde Corea del Sur hace casi diez años  LA NACION