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miércoles, julio 16, 2025
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Momento crítico: los números que revelan la urgencia de la charla de la Mesa de Enlace con Javier Milei

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El primer encuentro que el presidente Javier Milei mantuvo hoy con la Mesa de Enlace se dio en un momento crítico para el agro. Con el trigo ya sembrado y la campaña de soja y de maíz en plena etapa de planificación, los márgenes están al límite. Los productores enfrentan precios internacionales deprimidos, determinados insumos más caros, el regreso de las retenciones a alícuotas más altas y una estructura impositiva que, aseguran, vuelve inviable la actividad en muchas zonas. Tras el encuentro con el mandatario los dirigentes del campo se quedaron con la promesa de que los derechos de exportación serán el próximo impuesto que sacará el Gobierno.

Según un informe de la Bolsa de Comercio de Rosario (BCR), en campos alquilados de la zona agrícola núcleo la soja de primera siembra [octubre] dejaría para la campaña 2025/2026 una pérdida de hasta US$31 por hectárea. En tanto, si bien con un número positivo, el maíz arrojaría un estrecho margen neto [ya descontados los impuestos] de US$68. Los precios proyectados a cosecha —US$284,5 por tonelada para la soja y US$173 para el maíz— no alcanzan para cubrir los costos, sobre todo tras la suba de retenciones el 1° de julio: la soja, tras la rebaja temporal de las alícuotas, pasó del 26% al 33% y el maíz del 9,5% al 12%.

Dos horas de reunión: Milei por ahora no bajará las retenciones, pero le hizo una importante promesa al campo

Pero no se trata solo de precios o impuestos. En efecto, la BCR advirtió que el problema está en toda la estructura de costos. Sembrar maíz temprano [siembra de septiembre], por ejemplo, requiere una inversión inicial de US$1190 por hectárea, frente a los US$680 que demanda la soja.

En campo propio, en tanto, el maíz de primera dejaría un margen neto [después de impuestos] de US$405 por hectárea, mientras que la soja reportaría 314 dólares por hectárea.

Desde la Bolsa rosarina alertaron, en este marco, que la decisión de qué cultivar no pasa solo por el resultado final, sino por la inversión necesaria y el riesgo que conlleva. “Vemos que los números están muy al límite, en los dos cultivos, tal vez el maíz se ve mejor, pero requiere de una inversión que es significativamente mayor también”, señalaron. Hay otro factor que condiciona cada vez más: la distancia al puerto. El flete representa hoy el 29% del costo total en maíz y el 20% en soja, lo que deja fuera de competencia a muchas zonas alejadas de las terminales portuarias.

En la misma línea, Diego Curat, director de Az Group, advirtió: “De cara a la siembra de granos gruesos, el gran socio de los productores —el Estado— una vez más define la suerte de las empresas a partir de decisiones que generan menores inversiones y, sobre todo, menor derrame de dinero en las localidades del interior. El Estado socio en las ventas cobra siempre, llueva o no, y más allá del volumen producido”.

Según cálculos de la consultora, en la zona núcleo, en campos alquilados a 18 quintales por hectárea, se proyecta una pérdida de US$56 por hectárea sembrando soja con un rinde de 35 quintales por hectárea. Esto con la referencia del precio disponible para mayo de 2026 de US$282 por tonelada.

Pero, más allá de los derechos de exportación, hay otros factores que complican la ecuación. El tipo de cambio, pese a un leve repunte reciente, sigue 10% por debajo del promedio histórico, según el Banco Central. A esto se sumaron aumentos en dólares de impuestos provinciales y municipales —como el inmobiliario rural o la tasa vial— que en algunos casos superan el 50%. “Si alguien cree que hubo mejoras en los servicios prestados, pregúnteles a los productores de la cuenca del centro de la provincia de Buenos Aires, que han tenido que invertir mucho para poder sacar su producción (granos, carnes y leche) por caminos sin mantenimiento, puentes inutilizables, etcétera”, señaló Curat.

Además, dijo, las empresas del agro deberán pagar anticipos del impuesto a las Ganancias sobre utilidades del ejercicio anterior que difícilmente se repitan. “Las empresas que han generado buenos rindes en el ejercicio 2024 tendrán que anticipar fondos por utilidades que probablemente no se generarán”, indicó.

Los insumos también aumentaron. Según AZ Group, la guerra en Medio Oriente encareció la urea en US$80 por tonelada y el fosfato en US$20, mientras que los combustibles subieron por el alza del petróleo, lo que impactó en todos los servicios agrícolas: siembra, pulverización, cosecha. A eso se agregó el aumento de los fletes en un contexto en el que el valor del grano cayó un 30% respecto de años anteriores.

Aunque las tasas de interés descendieron, el financiamiento sigue siendo caro, según evaluó. “Los préstamos tienen tasas del 40% anual, frente a una inflación esperada del 25%, con un dólar que se actualiza a menor ritmo. Por lo tanto, resulta imposible recurrir a los préstamos para los negocios agropecuarios corrientes”, expresó.

Según advirtió, hay, en este contexto, una visión empresarial cada vez más de corto plazo. “La necesidad imperiosa de estar considerando continuamente el cortísimo plazo torna muy difícil generar empresas que pongan el foco en las personas y que sean sustentables en las dimensiones económica, ambiental y social”, dijo. Remarcó: “Todos estos factores, combinados, generan mucha niebla en los empresarios y en los negocios agropecuarios. Es imperioso despejarla con el anuncio de reglas para el mediano plazo que permitan poner foco en producir y no en defenderse de contextos hostiles o en adivinar cuál va a ser la próxima decisión impositiva coyuntural del Gobierno”.

Juan Manuel Uberti, analista de mercados de Grassi SA, coincidió con la anterior lectura. “Con los actuales niveles de precios a cosecha —US$282 para soja y US$175 para maíz— y el valor corriente de los insumos, la ecuación de márgenes se vuelve riesgosa”, dijo. Solo en escenarios de rindes muy altos en cada zona aparece algún resultado positivo, pero con exigencias extremas. “No son números exorbitantes y con la exigencia de no fallar con el clima y rindes. Con rendimientos normales o flojos todo se pone rojo”, agregó.

El primer encuentro que el presidente Javier Milei mantuvo hoy con la Mesa de Enlace se dio en un momento crítico para el agro. Con el trigo ya sembrado y la campaña de soja y de maíz en plena etapa de planificación, los márgenes están al límite. Los productores enfrentan precios internacionales deprimidos, determinados insumos más caros, el regreso de las retenciones a alícuotas más altas y una estructura impositiva que, aseguran, vuelve inviable la actividad en muchas zonas. Tras el encuentro con el mandatario los dirigentes del campo se quedaron con la promesa de que los derechos de exportación serán el próximo impuesto que sacará el Gobierno.

Según un informe de la Bolsa de Comercio de Rosario (BCR), en campos alquilados de la zona agrícola núcleo la soja de primera siembra [octubre] dejaría para la campaña 2025/2026 una pérdida de hasta US$31 por hectárea. En tanto, si bien con un número positivo, el maíz arrojaría un estrecho margen neto [ya descontados los impuestos] de US$68. Los precios proyectados a cosecha —US$284,5 por tonelada para la soja y US$173 para el maíz— no alcanzan para cubrir los costos, sobre todo tras la suba de retenciones el 1° de julio: la soja, tras la rebaja temporal de las alícuotas, pasó del 26% al 33% y el maíz del 9,5% al 12%.

Dos horas de reunión: Milei por ahora no bajará las retenciones, pero le hizo una importante promesa al campo

Pero no se trata solo de precios o impuestos. En efecto, la BCR advirtió que el problema está en toda la estructura de costos. Sembrar maíz temprano [siembra de septiembre], por ejemplo, requiere una inversión inicial de US$1190 por hectárea, frente a los US$680 que demanda la soja.

En campo propio, en tanto, el maíz de primera dejaría un margen neto [después de impuestos] de US$405 por hectárea, mientras que la soja reportaría 314 dólares por hectárea.

Desde la Bolsa rosarina alertaron, en este marco, que la decisión de qué cultivar no pasa solo por el resultado final, sino por la inversión necesaria y el riesgo que conlleva. “Vemos que los números están muy al límite, en los dos cultivos, tal vez el maíz se ve mejor, pero requiere de una inversión que es significativamente mayor también”, señalaron. Hay otro factor que condiciona cada vez más: la distancia al puerto. El flete representa hoy el 29% del costo total en maíz y el 20% en soja, lo que deja fuera de competencia a muchas zonas alejadas de las terminales portuarias.

En la misma línea, Diego Curat, director de Az Group, advirtió: “De cara a la siembra de granos gruesos, el gran socio de los productores —el Estado— una vez más define la suerte de las empresas a partir de decisiones que generan menores inversiones y, sobre todo, menor derrame de dinero en las localidades del interior. El Estado socio en las ventas cobra siempre, llueva o no, y más allá del volumen producido”.

Según cálculos de la consultora, en la zona núcleo, en campos alquilados a 18 quintales por hectárea, se proyecta una pérdida de US$56 por hectárea sembrando soja con un rinde de 35 quintales por hectárea. Esto con la referencia del precio disponible para mayo de 2026 de US$282 por tonelada.

Pero, más allá de los derechos de exportación, hay otros factores que complican la ecuación. El tipo de cambio, pese a un leve repunte reciente, sigue 10% por debajo del promedio histórico, según el Banco Central. A esto se sumaron aumentos en dólares de impuestos provinciales y municipales —como el inmobiliario rural o la tasa vial— que en algunos casos superan el 50%. “Si alguien cree que hubo mejoras en los servicios prestados, pregúnteles a los productores de la cuenca del centro de la provincia de Buenos Aires, que han tenido que invertir mucho para poder sacar su producción (granos, carnes y leche) por caminos sin mantenimiento, puentes inutilizables, etcétera”, señaló Curat.

Además, dijo, las empresas del agro deberán pagar anticipos del impuesto a las Ganancias sobre utilidades del ejercicio anterior que difícilmente se repitan. “Las empresas que han generado buenos rindes en el ejercicio 2024 tendrán que anticipar fondos por utilidades que probablemente no se generarán”, indicó.

Los insumos también aumentaron. Según AZ Group, la guerra en Medio Oriente encareció la urea en US$80 por tonelada y el fosfato en US$20, mientras que los combustibles subieron por el alza del petróleo, lo que impactó en todos los servicios agrícolas: siembra, pulverización, cosecha. A eso se agregó el aumento de los fletes en un contexto en el que el valor del grano cayó un 30% respecto de años anteriores.

Aunque las tasas de interés descendieron, el financiamiento sigue siendo caro, según evaluó. “Los préstamos tienen tasas del 40% anual, frente a una inflación esperada del 25%, con un dólar que se actualiza a menor ritmo. Por lo tanto, resulta imposible recurrir a los préstamos para los negocios agropecuarios corrientes”, expresó.

Según advirtió, hay, en este contexto, una visión empresarial cada vez más de corto plazo. “La necesidad imperiosa de estar considerando continuamente el cortísimo plazo torna muy difícil generar empresas que pongan el foco en las personas y que sean sustentables en las dimensiones económica, ambiental y social”, dijo. Remarcó: “Todos estos factores, combinados, generan mucha niebla en los empresarios y en los negocios agropecuarios. Es imperioso despejarla con el anuncio de reglas para el mediano plazo que permitan poner foco en producir y no en defenderse de contextos hostiles o en adivinar cuál va a ser la próxima decisión impositiva coyuntural del Gobierno”.

Juan Manuel Uberti, analista de mercados de Grassi SA, coincidió con la anterior lectura. “Con los actuales niveles de precios a cosecha —US$282 para soja y US$175 para maíz— y el valor corriente de los insumos, la ecuación de márgenes se vuelve riesgosa”, dijo. Solo en escenarios de rindes muy altos en cada zona aparece algún resultado positivo, pero con exigencias extremas. “No son números exorbitantes y con la exigencia de no fallar con el clima y rindes. Con rendimientos normales o flojos todo se pone rojo”, agregó.

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