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miércoles, julio 16, 2025
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El Zar: el dúo que atravesó la barrera del indie y está listo para hacer su primer estadio

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Algún día los historiadores de la música estudiarán cómo la pandemia de Covid-19 produjo la explosión de una nueva camada de bandas de rock nacional más ligado al indie pop que venía ganando adeptos tímidamente, pero que paradójicamente se masificó en toda Latinoamérica durante un período de encierro en el que los recitales, que son el motor de crecimiento de todo proyecto musical, estaban vedados.

Facundo Castaño Montoya (voz) y Pablo Giménez (guitarra) formaron El Zar en 2016. En 2020, su sencillo “La declaración” explotó en las plataformas de streaming. Cinco años más tarde van a dar su primer show de estadio, el 4 de octubre en GEBA, para presentar su nuevo álbum, Paradiso, que recupera las raíces del rock nacional.

–Gracias a la canción “La declaración” dieron su gran salto durante la pandemia. ¿Qué recuerdan de ese momento?

Facundo Castaño Montoya: –Fue una época muy mala a nivel social, pero para nosotros en algún punto fue buena para nuestra carrera y a nivel artístico, porque el mundo se detuvo y nosotros tuvimos el tiempo para hacer más y mejor música. Crecimos como productores, experimentamos, nos pasamos maquetas. Estábamos en proceso de grabar nuestro tercer álbum y durante ese período hicimos música aprovechando los permisos para salir. Así surgió “La declaración”, que la sacamos sin ninguna pretensión en plena pandemia. A medida que pasaban las semanas todo empezó a ir muy rápido y nos escribía gente de todo el mundo contándonos lo que les generaba la canción. Luego editamos el EP Pura casualidad y toda nuestra música creció mucho más de lo que estábamos acostumbrados.

Pablo Giménez: –Apenas se dieron las primeras habilitaciones salimos a presentarlo. Hicimos un Hipódromo, que eran shows con el público separado en burbujas, y de repente vendimos un montón de entradas. Ahí nos dimos cuenta de que estaba pasando algo más grande de lo que habíamos vivido antes de la pandemia. Creo que también se generó algo en la sociedad, como que la gente se dio cuenta de que tiene que disfrutar más de la vida y empezó a hacer más actividades al aire libre e ir a shows. A raíz de eso, toda la industria musical creció y las bandas emergentes también. Si antes un artista llevaba 500 personas, después empezó a convocar 2000 y así todo empezó a expandirse progresivamente hacia todo el mundo, porque hoy la Argentina es un importante exponente de la música en el exterior y nosotros fuimos parte de esa tendencia.

–¿Cómo perciben la reacción del público extranjero frente a la música argentina?

Castaño Montoya: –Está más vigente que nunca en el mundo. El año pasado estuvimos en dieciséis países y en todos lados teníamos gente esperándonos. En lugares como Perú, México, Chile, Uruguay llenamos salas y el público se emociona y está ávido de escuchar música argentina. En las giras vemos que les gusta Dillom, El Kuelgue o Conociendo Rusia. Siento que estamos en una época similar a la de Soda Stereo o Andrés Calamaro, en la que los ojos de Latinoamérica o incluso de Europa están puestos en la Argentina. El mejor ejemplo es Duki llenando el Bernabéu. Creo que más allá de las escenas que hay, todas florecieron en algo más grande y es un gran momento para la música nacional en general.

–¿Pensaron que cinco años después de “La declaración” iban a estar presentando un álbum con una gira mundial y tocando en un estadio al aire libre?

Giménez: –Hace diez años nunca hubiera imaginado que estaríamos tocando en GEBA en 2025, pero todo se fue dando de a poco y eso nos hizo tener siempre los pies en la tierra. Hoy en la industria musical se pegan saltos muy rápidos y lo nuestro fue gradual. Primero hicimos Niceto, después Vorterix, el Gran Rex, llegamos a Obras y al Complejo C (Art Media). Todo fue de forma escalonada y considero que fuimos mejorando cada vez más y que siempre dimos todo desde el inicio, así que creo que este show, que será el más grande de nuestra carrera, es consecuencia de todo eso.

–¿Cómo gestionan estos niveles de convocatoria siendo un dúo independiente?

Castaño Montoya: –Ser dos hace fácil ponerse de acuerdo. Hoy somos un equipo grande, pero al principio lo hacíamos todo nosotros, encima teniendo otros trabajos para poder vivir y bancar el proyecto. La independencia hasta el momento ha sido una decisión nuestra. Hemos tenido ofertas y acercamientos, pero por ahora nos sentimos más cómodos tomando las decisiones nosotros.

Giménez: –Es difícil hacerse un camino siendo independiente, pero creo que logramos tener un nombre. En otros países hay movimientos más indies en la música, pero en Argentina buena parte de la industria la manejan las grandes discográficas. Quizás nos costó más que si lo hubiéramos hecho de otra manera, pero ser dueño de tu música es impagable.

–Como dúo, podrían haber optado por valerse de pistas pregrabadas, como hacen otros, pero en vivo se suben al escenario con varios músicos. ¿Por qué decidieron tomar el camino más difícil?

Giménez: –Nosotros somos más rockeros y nos criamos escuchando y viendo bandas en vivo. El Zar empezó con grabaciones de estudio que fueron siendo más demandantes en vivo, porque en lugar de meter más secuencias programadas, elegíamos poner guitarras o una batería porque nos gustaba más. Sentimos que los instrumentos tocados por un ser humano tienen un valor agregado.

Giménez: –Cuando arrancamos, nos presentábamos los dos solos en un formato más electrónico o electroacústico, pero al momento de hacer nuestro primer álbum, Círculos, en 2016, surgió la idea de tener una banda: un baterista, un tecladista y un bajista. Le tomamos el gusto a tocar en ese formato, que con el tiempo fue creciendo y agregamos vientos, coros y percusión. Es la manera perfecta de defender nuestras canciones, porque en los discos grabamos un montón de instrumentos y queremos que en vivo suene lo más parecido posible a lo que hicimos en el estudio. O mejor. Paradiso en particular tiene sus raíces en el rock nacional, las canciones desembocan a un formato con banda.

–Este último álbum los sitúa más cerca del rock que del indie pop. ¿Cómo se dio ese cambio?

Castaño Montoya: –Nos propusimos hacer un disco más anclado en el rock nacional. Hay cosas que escuchás tanto de chico y en la adolescencia que después vas a buscar música a otros lugares hasta que das la vuelta y volvés a las bases y redescubrís discos. Me pasó en este último tiempo que me reencontré con álbumes de Fito Páez a los que no les había dedicado tanto tiempo o que nunca había escuchado. Lo mismo me pasó con Charly García y el Flaco Spinetta. Inevitablemente terminamos haciendo canciones para ese lado.

Giménez: –Es que también vibrábamos esa música. Quizás en una gira de hace tres años poníamos un tema de Frank Ocean y ahora en la combi suena Calamaro. Al final te vas dando cuenta de que una canción es una guitarra y una voz y listo. Un buen estribillo se reduce a eso, no hacen falta cien sintetizadores para que esté bueno. Por eso decidimos simplificar las cosas.

Giménez: –Durante la grabación, a veces traíamos referencias más rockeras de los 2000, desde Ratones Paranoicos a Viejas Locas. No Te Va Gustar es un claro ejemplo.

–Con ellos grabaron “Parte de mí”. ¿Cómo se dio esa colaboración?

Castaño Montoya: –Las canciones, cuando se comparten, crecen más. No simplemente en números, sino que cuando tienen tintes de dos artistas puede salir algo muy lindo. Con ellos todo fue muy orgánico porque tenemos una amistad. Esta canción no nos terminaba de cerrar y nos la imaginábamos mucho con ellos, así que los llamamos. Vamos a intentar que vengan a cantarla con nosotros en GEBA. Nos gusta que las colaboraciones se den de manera natural y que se genere una conexión con nuestros colegas, no que se limiten a cantar una estrofa ya terminada.

–Con Cachorro López grabaron una versión de “Así es el calor” para el disco de versiones de Los Abuelos de la Nada que hizo el año pasado. ¿Cómo fue trabajar con él?

Giménez: –Nos conocíamos hace un tiempo y siempre se mostró interesado en lo que hacíamos. Cuando surgió ese proyecto elegimos esa canción y él nos dijo que no le gustaba, pero lo convencimos de que iba a estar buena. Preparamos unas maquetas y la llevamos para un lado medio Steely Dan. La grabamos bastante rápido y vino Calamaro a grabar voces, que fue increíble porque era un misterio si iba a participar o no. Fue muy humilde y estuvo abierto a escuchar nuestros aportes.

Castaño Montoya: –Tanto él como Cachorro son personas muy cercanas a pesar de su trayectoria. De hecho, llegás a su estudio y hay 22 Grammys expuestos en una mesa. Tiene una discografía tan grande que cada vez que hacíamos un chiste o un comentario sobre una canción él nos decía que él había estado involucrado en ella de alguna forma.

Algún día los historiadores de la música estudiarán cómo la pandemia de Covid-19 produjo la explosión de una nueva camada de bandas de rock nacional más ligado al indie pop que venía ganando adeptos tímidamente, pero que paradójicamente se masificó en toda Latinoamérica durante un período de encierro en el que los recitales, que son el motor de crecimiento de todo proyecto musical, estaban vedados.

Facundo Castaño Montoya (voz) y Pablo Giménez (guitarra) formaron El Zar en 2016. En 2020, su sencillo “La declaración” explotó en las plataformas de streaming. Cinco años más tarde van a dar su primer show de estadio, el 4 de octubre en GEBA, para presentar su nuevo álbum, Paradiso, que recupera las raíces del rock nacional.

–Gracias a la canción “La declaración” dieron su gran salto durante la pandemia. ¿Qué recuerdan de ese momento?

Facundo Castaño Montoya: –Fue una época muy mala a nivel social, pero para nosotros en algún punto fue buena para nuestra carrera y a nivel artístico, porque el mundo se detuvo y nosotros tuvimos el tiempo para hacer más y mejor música. Crecimos como productores, experimentamos, nos pasamos maquetas. Estábamos en proceso de grabar nuestro tercer álbum y durante ese período hicimos música aprovechando los permisos para salir. Así surgió “La declaración”, que la sacamos sin ninguna pretensión en plena pandemia. A medida que pasaban las semanas todo empezó a ir muy rápido y nos escribía gente de todo el mundo contándonos lo que les generaba la canción. Luego editamos el EP Pura casualidad y toda nuestra música creció mucho más de lo que estábamos acostumbrados.

Pablo Giménez: –Apenas se dieron las primeras habilitaciones salimos a presentarlo. Hicimos un Hipódromo, que eran shows con el público separado en burbujas, y de repente vendimos un montón de entradas. Ahí nos dimos cuenta de que estaba pasando algo más grande de lo que habíamos vivido antes de la pandemia. Creo que también se generó algo en la sociedad, como que la gente se dio cuenta de que tiene que disfrutar más de la vida y empezó a hacer más actividades al aire libre e ir a shows. A raíz de eso, toda la industria musical creció y las bandas emergentes también. Si antes un artista llevaba 500 personas, después empezó a convocar 2000 y así todo empezó a expandirse progresivamente hacia todo el mundo, porque hoy la Argentina es un importante exponente de la música en el exterior y nosotros fuimos parte de esa tendencia.

–¿Cómo perciben la reacción del público extranjero frente a la música argentina?

Castaño Montoya: –Está más vigente que nunca en el mundo. El año pasado estuvimos en dieciséis países y en todos lados teníamos gente esperándonos. En lugares como Perú, México, Chile, Uruguay llenamos salas y el público se emociona y está ávido de escuchar música argentina. En las giras vemos que les gusta Dillom, El Kuelgue o Conociendo Rusia. Siento que estamos en una época similar a la de Soda Stereo o Andrés Calamaro, en la que los ojos de Latinoamérica o incluso de Europa están puestos en la Argentina. El mejor ejemplo es Duki llenando el Bernabéu. Creo que más allá de las escenas que hay, todas florecieron en algo más grande y es un gran momento para la música nacional en general.

–¿Pensaron que cinco años después de “La declaración” iban a estar presentando un álbum con una gira mundial y tocando en un estadio al aire libre?

Giménez: –Hace diez años nunca hubiera imaginado que estaríamos tocando en GEBA en 2025, pero todo se fue dando de a poco y eso nos hizo tener siempre los pies en la tierra. Hoy en la industria musical se pegan saltos muy rápidos y lo nuestro fue gradual. Primero hicimos Niceto, después Vorterix, el Gran Rex, llegamos a Obras y al Complejo C (Art Media). Todo fue de forma escalonada y considero que fuimos mejorando cada vez más y que siempre dimos todo desde el inicio, así que creo que este show, que será el más grande de nuestra carrera, es consecuencia de todo eso.

–¿Cómo gestionan estos niveles de convocatoria siendo un dúo independiente?

Castaño Montoya: –Ser dos hace fácil ponerse de acuerdo. Hoy somos un equipo grande, pero al principio lo hacíamos todo nosotros, encima teniendo otros trabajos para poder vivir y bancar el proyecto. La independencia hasta el momento ha sido una decisión nuestra. Hemos tenido ofertas y acercamientos, pero por ahora nos sentimos más cómodos tomando las decisiones nosotros.

Giménez: –Es difícil hacerse un camino siendo independiente, pero creo que logramos tener un nombre. En otros países hay movimientos más indies en la música, pero en Argentina buena parte de la industria la manejan las grandes discográficas. Quizás nos costó más que si lo hubiéramos hecho de otra manera, pero ser dueño de tu música es impagable.

–Como dúo, podrían haber optado por valerse de pistas pregrabadas, como hacen otros, pero en vivo se suben al escenario con varios músicos. ¿Por qué decidieron tomar el camino más difícil?

Giménez: –Nosotros somos más rockeros y nos criamos escuchando y viendo bandas en vivo. El Zar empezó con grabaciones de estudio que fueron siendo más demandantes en vivo, porque en lugar de meter más secuencias programadas, elegíamos poner guitarras o una batería porque nos gustaba más. Sentimos que los instrumentos tocados por un ser humano tienen un valor agregado.

Giménez: –Cuando arrancamos, nos presentábamos los dos solos en un formato más electrónico o electroacústico, pero al momento de hacer nuestro primer álbum, Círculos, en 2016, surgió la idea de tener una banda: un baterista, un tecladista y un bajista. Le tomamos el gusto a tocar en ese formato, que con el tiempo fue creciendo y agregamos vientos, coros y percusión. Es la manera perfecta de defender nuestras canciones, porque en los discos grabamos un montón de instrumentos y queremos que en vivo suene lo más parecido posible a lo que hicimos en el estudio. O mejor. Paradiso en particular tiene sus raíces en el rock nacional, las canciones desembocan a un formato con banda.

–Este último álbum los sitúa más cerca del rock que del indie pop. ¿Cómo se dio ese cambio?

Castaño Montoya: –Nos propusimos hacer un disco más anclado en el rock nacional. Hay cosas que escuchás tanto de chico y en la adolescencia que después vas a buscar música a otros lugares hasta que das la vuelta y volvés a las bases y redescubrís discos. Me pasó en este último tiempo que me reencontré con álbumes de Fito Páez a los que no les había dedicado tanto tiempo o que nunca había escuchado. Lo mismo me pasó con Charly García y el Flaco Spinetta. Inevitablemente terminamos haciendo canciones para ese lado.

Giménez: –Es que también vibrábamos esa música. Quizás en una gira de hace tres años poníamos un tema de Frank Ocean y ahora en la combi suena Calamaro. Al final te vas dando cuenta de que una canción es una guitarra y una voz y listo. Un buen estribillo se reduce a eso, no hacen falta cien sintetizadores para que esté bueno. Por eso decidimos simplificar las cosas.

Giménez: –Durante la grabación, a veces traíamos referencias más rockeras de los 2000, desde Ratones Paranoicos a Viejas Locas. No Te Va Gustar es un claro ejemplo.

–Con ellos grabaron “Parte de mí”. ¿Cómo se dio esa colaboración?

Castaño Montoya: –Las canciones, cuando se comparten, crecen más. No simplemente en números, sino que cuando tienen tintes de dos artistas puede salir algo muy lindo. Con ellos todo fue muy orgánico porque tenemos una amistad. Esta canción no nos terminaba de cerrar y nos la imaginábamos mucho con ellos, así que los llamamos. Vamos a intentar que vengan a cantarla con nosotros en GEBA. Nos gusta que las colaboraciones se den de manera natural y que se genere una conexión con nuestros colegas, no que se limiten a cantar una estrofa ya terminada.

–Con Cachorro López grabaron una versión de “Así es el calor” para el disco de versiones de Los Abuelos de la Nada que hizo el año pasado. ¿Cómo fue trabajar con él?

Giménez: –Nos conocíamos hace un tiempo y siempre se mostró interesado en lo que hacíamos. Cuando surgió ese proyecto elegimos esa canción y él nos dijo que no le gustaba, pero lo convencimos de que iba a estar buena. Preparamos unas maquetas y la llevamos para un lado medio Steely Dan. La grabamos bastante rápido y vino Calamaro a grabar voces, que fue increíble porque era un misterio si iba a participar o no. Fue muy humilde y estuvo abierto a escuchar nuestros aportes.

Castaño Montoya: –Tanto él como Cachorro son personas muy cercanas a pesar de su trayectoria. De hecho, llegás a su estudio y hay 22 Grammys expuestos en una mesa. Tiene una discografía tan grande que cada vez que hacíamos un chiste o un comentario sobre una canción él nos decía que él había estado involucrado en ella de alguna forma.

 El dúo de indie pop que se hizo viral en la pandemia, abrazó el rock nacional, colaboró con No Te Va a Gustar y convenció a Cachorro López de regrabar un tema de Los Abuelos de la Nada que no le gustaba  LA NACION