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sábado, julio 19, 2025
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Fue tapa de revista en los 70, protagonizó un momento histórico en la TV y ahora volvió a estar en boca de todos

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—Menem no le pudo decir que no a Mirtha.

En 1991, Cristina Isabel Quintero —más conocida como Fairuz— vivió un momento inolvidable en un estudio de televisión. Ya consolidada como bailarina de danzas árabes, fue convocada casi por sorpresa para participar en Almorzando con Mirtha Legrand con una misión clara: bailar -y sorprender- al presidente Carlos Saúl Menem. Aquella escena icónica no solo la consagró ante el público argentino, sino que también le dio proyección internacional.

Tras el reciente estreno de la serie, que repasa los inicios del expresidente peronista, LA NACION conversó con la artista para conocer los secretos detrás de ese encuentro y cómo es hoy su vida.

De Sicilia al Maipo: los orígenes de una pionera

Fairuz comenzó su carrera en 1974, con una breve participación en el teatro Maipo. Pocos meses después ingresó al restaurante Shark, perteneciente a la comunidad árabe, donde trabajó durante 17 años. Aunque sus raíces son sicilianas, reconoció haber sentido una conexión inmediata con la cultura árabe, su arte y estilo de vida.

Fueron los propios dueños del restaurante quienes le pusieron el apodo “Fairuz”, como la piedra turquesa que simboliza la buena suerte. Y lo fue: al año siguiente apareció en la tapa de Radiolandia 2000 y también en Clarín. Así, sorprendió al público porteño con un estilo de danza hasta entonces poco conocido.

Nunca tomó clases formales de danzas árabes: empezó improvisando y más adelante viajó al extranjero para formarse. En 1986 fundó su propia academia, la primera del país dedicada exclusivamente a ese estilo. Su éxito la llevó incluso a ser invitada a celebraciones dentro de la comunidad judía y a participar en el ciclo Sábado Musical, donde fue apodada “la diosa oriental”.

Menem, los rumores de romance y un baile que hizo historia

—¿Cómo fue el día que bailaste para el Presidente?

—A mí me llamaron de la producción porque yo ya había estado en el programa. Minutos antes de salir al aire, un hombre se me acercó y me dijo: “No lo saques a bailar”. Me negué. Yo iba a bailar, no a sacar a nadie. No era como en el restaurante, donde eso sí pasaba. Pero cuando la música estaba por terminar, escuché que Mirtha le insistía a Menem para que baile. Entonces, en lugar de irme, me volví y lo saqué a bailar. Mirá… Estamos en 2025 y todavía se sigue hablando de eso.

—¿Qué significó para vos ese momento?

—Fue algo muy bueno. Menem no le pudo decir que no a Mirtha. Además, él bailaba en todos lados. Pero al otro día fue tremendo: salimos en todas las revistas, del país y del mundo. Fue muy llamativo ver a un presidente bailar con una bailarina. Esas cosas solo pasan en Argentina. Incluso opacó a la propia Mirtha, que ya estaba acostumbrada a todo.

—¿Cómo viviste los rumores de romance con él?

—Eso no me gustó. Decían que yo era una de sus amantes. Ahora está de moda decir eso por la serie. Pero yo no tenía nada que ver. Ya estaba casada, y mi marido estuvo presente ese día. Él es árabe también, con conocidos en común con Menem. Incluso uno de sus tíos tenía parentesco con él. Si hubiese pasado algo, se habría sabido.

—¿Repercutió en tu trabajo o en tu estado de ánimo?

—No, para nada. Mi marido sabía que era mentira. En el ambiente árabe, todos sabían que era mentira. Pero en cada programa al que iba, me hablaban del tema. Hasta que un día me resigné. Que crean lo que quieran. Fue feo, porque te pueden vincular a cualquier cosa. ¿Qué beneficio podía tener? Yo ya tenía trabajo, ganaba bien, tenía una casa enorme y la academia con mi marido…

—En la serie muestran a Menem recibiendo odaliscas en Olivos. ¿Te parece que sucedió?

—Yo no tengo conocimiento de que haya ido ninguna chica a bailar ahí. No voy a poner las manos en el fuego por nadie, pero nunca escuché nada, y en el ambiente se habla de todo.

—¿Bailaste para algún otro político?

—Sí, ese mismo año me llamaron para bailar con Fernando de la Rúa, que se postulaba como diputado por Buenos Aires. Era muy tímido, bailamos un poco y quedó ahí. Nunca salió publicado.

Televisión, comida y un legado familiar hasta la actualidad

Entre clases, viajes a Egipto y apariciones en televisión, Fairuz abrió su propio restaurante árabe en 1997, ubicado sobre Scalabrini Ortiz.

—¿Cómo fue esa segunda etapa de tu carrera?

—Hermosa. El restaurante era imponente, con orquesta en vivo y comida típica. Venía mucha gente conocida. Me entrevistaban en todos lados, incluso en La Prensa. En 2001 tuve mi programa en Plus Satelital: Bailando con Fairuz, después El mundo de Fairuz y por último La noche de Fairuz, que se grababa desde el restaurante. En 2018 lo tuvimos que cerrar.

—¿Qué creés que hizo que conectaras tanto con el público?

—Yo bailaba para hombres y mujeres por igual. A veces las bailarinas solo le bailan al hombre y eso puede incomodar. Yo era simpática, agradable y nunca hice sentir celosa a la mujer. La bailarina tiene que ser inteligente y eso me ayudó mucho.

Hoy, Fairuz sigue al frente de la Academia de Danzas Árabes Fairuz y Alia Murad, que también dirige su hija. El retorno mediático a raíz de la serie sobre Menem la sorprendió, pero lo tomó con humor: “Jamás imaginé que esto iba a volver a salir. Me pone feliz. No deja de ser propaganda para mi academia”, dijo entre risas.

—Menem no le pudo decir que no a Mirtha.

En 1991, Cristina Isabel Quintero —más conocida como Fairuz— vivió un momento inolvidable en un estudio de televisión. Ya consolidada como bailarina de danzas árabes, fue convocada casi por sorpresa para participar en Almorzando con Mirtha Legrand con una misión clara: bailar -y sorprender- al presidente Carlos Saúl Menem. Aquella escena icónica no solo la consagró ante el público argentino, sino que también le dio proyección internacional.

Tras el reciente estreno de la serie, que repasa los inicios del expresidente peronista, LA NACION conversó con la artista para conocer los secretos detrás de ese encuentro y cómo es hoy su vida.

De Sicilia al Maipo: los orígenes de una pionera

Fairuz comenzó su carrera en 1974, con una breve participación en el teatro Maipo. Pocos meses después ingresó al restaurante Shark, perteneciente a la comunidad árabe, donde trabajó durante 17 años. Aunque sus raíces son sicilianas, reconoció haber sentido una conexión inmediata con la cultura árabe, su arte y estilo de vida.

Fueron los propios dueños del restaurante quienes le pusieron el apodo “Fairuz”, como la piedra turquesa que simboliza la buena suerte. Y lo fue: al año siguiente apareció en la tapa de Radiolandia 2000 y también en Clarín. Así, sorprendió al público porteño con un estilo de danza hasta entonces poco conocido.

Nunca tomó clases formales de danzas árabes: empezó improvisando y más adelante viajó al extranjero para formarse. En 1986 fundó su propia academia, la primera del país dedicada exclusivamente a ese estilo. Su éxito la llevó incluso a ser invitada a celebraciones dentro de la comunidad judía y a participar en el ciclo Sábado Musical, donde fue apodada “la diosa oriental”.

Menem, los rumores de romance y un baile que hizo historia

—¿Cómo fue el día que bailaste para el Presidente?

—A mí me llamaron de la producción porque yo ya había estado en el programa. Minutos antes de salir al aire, un hombre se me acercó y me dijo: “No lo saques a bailar”. Me negué. Yo iba a bailar, no a sacar a nadie. No era como en el restaurante, donde eso sí pasaba. Pero cuando la música estaba por terminar, escuché que Mirtha le insistía a Menem para que baile. Entonces, en lugar de irme, me volví y lo saqué a bailar. Mirá… Estamos en 2025 y todavía se sigue hablando de eso.

—¿Qué significó para vos ese momento?

—Fue algo muy bueno. Menem no le pudo decir que no a Mirtha. Además, él bailaba en todos lados. Pero al otro día fue tremendo: salimos en todas las revistas, del país y del mundo. Fue muy llamativo ver a un presidente bailar con una bailarina. Esas cosas solo pasan en Argentina. Incluso opacó a la propia Mirtha, que ya estaba acostumbrada a todo.

—¿Cómo viviste los rumores de romance con él?

—Eso no me gustó. Decían que yo era una de sus amantes. Ahora está de moda decir eso por la serie. Pero yo no tenía nada que ver. Ya estaba casada, y mi marido estuvo presente ese día. Él es árabe también, con conocidos en común con Menem. Incluso uno de sus tíos tenía parentesco con él. Si hubiese pasado algo, se habría sabido.

—¿Repercutió en tu trabajo o en tu estado de ánimo?

—No, para nada. Mi marido sabía que era mentira. En el ambiente árabe, todos sabían que era mentira. Pero en cada programa al que iba, me hablaban del tema. Hasta que un día me resigné. Que crean lo que quieran. Fue feo, porque te pueden vincular a cualquier cosa. ¿Qué beneficio podía tener? Yo ya tenía trabajo, ganaba bien, tenía una casa enorme y la academia con mi marido…

—En la serie muestran a Menem recibiendo odaliscas en Olivos. ¿Te parece que sucedió?

—Yo no tengo conocimiento de que haya ido ninguna chica a bailar ahí. No voy a poner las manos en el fuego por nadie, pero nunca escuché nada, y en el ambiente se habla de todo.

—¿Bailaste para algún otro político?

—Sí, ese mismo año me llamaron para bailar con Fernando de la Rúa, que se postulaba como diputado por Buenos Aires. Era muy tímido, bailamos un poco y quedó ahí. Nunca salió publicado.

Televisión, comida y un legado familiar hasta la actualidad

Entre clases, viajes a Egipto y apariciones en televisión, Fairuz abrió su propio restaurante árabe en 1997, ubicado sobre Scalabrini Ortiz.

—¿Cómo fue esa segunda etapa de tu carrera?

—Hermosa. El restaurante era imponente, con orquesta en vivo y comida típica. Venía mucha gente conocida. Me entrevistaban en todos lados, incluso en La Prensa. En 2001 tuve mi programa en Plus Satelital: Bailando con Fairuz, después El mundo de Fairuz y por último La noche de Fairuz, que se grababa desde el restaurante. En 2018 lo tuvimos que cerrar.

—¿Qué creés que hizo que conectaras tanto con el público?

—Yo bailaba para hombres y mujeres por igual. A veces las bailarinas solo le bailan al hombre y eso puede incomodar. Yo era simpática, agradable y nunca hice sentir celosa a la mujer. La bailarina tiene que ser inteligente y eso me ayudó mucho.

Hoy, Fairuz sigue al frente de la Academia de Danzas Árabes Fairuz y Alia Murad, que también dirige su hija. El retorno mediático a raíz de la serie sobre Menem la sorprendió, pero lo tomó con humor: “Jamás imaginé que esto iba a volver a salir. Me pone feliz. No deja de ser propaganda para mi academia”, dijo entre risas.

 Aunque ya era una figura reconocida de la escena porteña, su nombre dio la vuelta al mundo cuando bailó para el expresidente Carlos Menem; tres décadas después, Fairuz habló con LA NACION y recordó el detrás de escena  LA NACION