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sábado, julio 19, 2025
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Dalma Maradona: de la crianza de sus hijas al peor día del juicio por la muerte de su padre y la relación con sus hermanos

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“Necesito creer que mi papá va a tener la justicia que merece”, dice Dalma Maradona en un mano a mano con LA NACION que llevó tiempo concretar. Es que “la hija de Dios” está muy ocupada entre la crianza de sus hijas, Roma y Azul, su vuelta al teatro y el juicio por la muerte de su padre, Diego Armando Maradona.

Dalma Maradona: de la crianza de sus hijas al peor día del juicio por la muerte de su padre y la relación con sus hermanos

Mientras comparte su desilusión por lo acontecido con una de las juezas que llevaba al frente la causa y sus expectativas sobre lo que será un nuevo comienzo judicial, la actriz revela cómo fue volver a subirse a un escenario luego de seis años. “Es un personaje que no tiene nada que ver conmigo desde el look hasta lo que le sucede, así que me encanta. Además laburar con Miriam Odorico y Graciela Stefani, a quienes admiro, es un placer. La dirección y el libro es de Juli Cayetina, que es amiga hace mucho tiempo”, confiesa la protagonista de Al final las tragedias no mejoran a nadie, obra que puede verse en Timbre 4.

-¿De qué se trata la obra?

-Son dos señoras viudas, una hace 15 años y la otra más reciente, que heredan un hotel en un pueblito. Esa temática es la excusa para hablar de las segundas oportunidades, la sexualidad a la edad de Luisa y de Berta. Mi personaje es Cecilia, una sobrina embarazada de siete meses con una premisa muy puntual: le dijeron que si tiene sexo o si se mueve mucho el bebé nace antes y ella necesita que nazca entonces está todo el tiempo como con eso en el cuerpo. La verdad que la pasamos muy bien durante la función. Yo no hacía teatro hacía seis años.

-Yo tuve la posibilidad de verte arriba de un escenario haciendo la historia de tu viejo con él en la platea. ¿No pensaste en volver a hacer La hija de Dios?

-Sí, lo pensé, pero no me resigno a tener que modificar algunas cosas del texto. Y si bien todo el mundo sabe cuál es la situación, tampoco puedo hacer caso omiso de lo que pasó; es un tema que a mí me cuesta mucho. Capaz una vez que el proceso del juicio esté terminado lo haga para también poder contar eso y lo que nos pasa a nosotras puertas adentro. Yo fui muy feliz haciendo esa obra y el haber podido regalársela a él. Vino dos veces, la primera cuando estrenamos y después cuando la hicimos en el San Martín que no sabíamos que venía y estaba escondido entre la gente. Todos los técnicos me decían: “Perdonáme, no te pudimos ni mirar porque estábamos atentos a otra cosa” [risas]. Sus reacciones eran otra obra aparte.

-¿Cómo estás hoy?

-Bien, muy bien. Algunas cosas del juicio son complicadas para mí. Primero, costó mucho tiempo que arrancara. Una vez que arrancó, nos dicen que teníamos que declarar, un momento por el que yo nunca había pasado. Mi declaración fue durísima, pero no se compara ni cerca de lo que fue la de Gianinna que estuvo diez horas y donde realmente sentí que le hicieron preguntas para confundirla, para que se equivocara. En un principio, cuando los acusados pidieron que los audios no sean tomados en cuenta, a mí me agarró un ataque porque realmente es algo fuerte que tenemos para demostrar la mala praxis.

-¿Cuál fue el peor día?

-Cuando nos llama Burlando y nos cuenta sobre las sospechas de una de las juezas. Al principio no podíamos creerlo, pero cuando salieron las imágenes fue terrible. Ya mucha gente había declarado y todo el mundo decía: “Qué bien que les está yendo” y justo pasa esto. Saber que se iba anular, que se iban a sortear otros jueces (que ya sucedió) dilata todo mucho y uno se pone ansioso.

-¿Con la jueza tuviste en algún momento algún encuentro?

-No, para nada. De hecho, me parecía que era muy plantada. Después cuando vi las imágenes entendí algunas cosas. Me enoja que por culpa de lo que ella hizo, el juicio sea nulo. Me cuesta mucho pensar que habrá pasado por su cabeza para hacer algo así, pero a mí lo que me da bronca es estar en instancia cero porque yo quiero justicia para mi papá, más allá de lo que ella pueda hacer de su vida.

-¿Sentís que va a haber justicia?

-Yo creo que sí y también elijo creer. Hay una parte de mi corazón que dice: “Esto tiene que suceder” por los audios que hay, por la manera en que ellos se manejaron; para mí hay mucha más gente involucrada. Yo necesito creer que va a tener la justicia que se merece. El día que dijeron que quedaba nulo, Gianinna y yo estábamos desfiguradas de llorar y ellos festejando, se reían. Claramente esto solamente le sirvió a una parte, que no somos nosotras.

-¿Lo soñás mucho a tu papá?

-Lo siento más que soñarlo. Lo siento muy cerca todo el tiempo. Con mis hijas es un flash porque Roma lo conoció poco, porque nació durante la pandemia. Sí hablaban 80 horas; ella lo dejaba en FaceTime y por ahí se olvidaba y él estaba esperándola. Azul ni siquiera lo conoció, pero tiene una remera de él que se la pone siempre. Camina y es muy igual a mi papá. Hay una conexión impresionante porque yo les hablo, pero tampoco les limo la cabeza. Aparte les hablo desde lo que fue como papá, ni siquiera como jugador. Pero pasa algo muy loco que es que los amigos de Roma, con 6 años, le preguntan.

-¿Vas al cementerio?

-He ido mucho, mucho. Cuando estaba laburando en la radio iba todos los miércoles. Es como que ese día que voy me lo tomo para eso porque a veces es muy fuerte.

-¿Cómo vivís esta posibilidad de trasladar su cuerpo y que esté en Puerto Madero para que la gente pueda visitarlo?

-La verdad es que eso fue un proyecto que empezó porque nos hacía ruido que la gente no pudiera acercarse de ninguna manera. Lo pusimos ahí primero por su seguridad y después porque él siempre decía que quería estar cerca de sus papás entonces quisimos respetar eso. Pero también él siempre dijo: “Yo soy de la gente” y es lógico. Ahora está en stand by porque siempre hay un tema que va por encima, en este caso el juicio. Con la fundación pasa lo mismo.

-¿Cómo es eso?

-Nosotros queríamos hacer una fundación que representara lo que es mi papá. Queríamos trabajar con el deporte porque el deporte te saca de muchos lugares oscuros y te da posibilidades, pero la gente tiene que comer primero entonces había otras prioridades. Queríamos ayudar a Fiorito, que es un lugar que nos lleva directamente a él. Empezamos a organizar todo eso, más lo del mausoleo y, de repente, piña en la cara con lo del juicio y otra vez todo de cero. Y uno realmente no se puede ocupar de todo porque hay que ponerle el cuerpo. Ahora lo del Memorial está parado; ojalá en algún momento se pueda hacer porque yo entiendo la necesidad de la gente de demostrarle su cariño, de llevarle una flor y nos parece muy injusto que no se pueda hacer. En algún momento sucederá, ojalá que sea pronto.

-Uno pasa por Devoto y es inevitable pensar en él… ¿Cómo viviste el no poder hacer nada con la casa de tus abuelos?

-Lo que nos pasó con esa casa fue que, obviamente las decisiones ahora se toman entre cinco, ninguno de nosotros podía hacerse cargo y mantenerla. Entonces se vendió y la persona que la compró quiso hacer algo para que la gente pueda entrar. Igual tampoco esa era la casa de mi papá. Yo he pasado millones de navidades y de momentos ahí, pero no era su casa. Por supuesto que me dio mucha pena, pero al no estar mis abuelos ahí adentro ya no tengo conexión con ese lugar.

-¿Cómo es el vínculo hoy con tus hermanos? ¿Tienen un chat donde hablan?

-No, no hay chat después de que alguien decidió publicarlo y nos pareció que eso no era correcto. Después con el juicio estamos todos en el mismo camino de querer justicia por mi papá. Si bien todos queremos lo mismo, cada uno tiene su abogado y lo pide de la manera que cree. Pero acá hay un fin común: ir por esta gente y después por la gente que contrataba a estos médicos, a estos enfermeros. En eso estamos todos de acuerdo.

-Me acuerdo de esa despedida en donde tanto Luque como Cosachov estuvieron…

-¿Te digo la verdad? Si me hablás de ese día, no sé muy bien qué pasó. No estaba medicada ni nada, pero estaba en una situación que ni siquiera sé si los vi. Lo que sí cuando dijeron que Matías Morla quería venir a verlo dijimos que no queríamos que esté presente por un tema de respeto y porque nosotras ya sabíamos todo lo que los demás supuestamente todavía no sabían. Nosotras veníamos no pudiendo ver a mi papá desde mucho tiempo atrás, desde que estuvo él básicamente, así que no queríamos que entrara.

-¿Qué te pasa cuando escuchás decir: “Bueno, si tanto querían cuidarlo por qué no golpearon la puerta y estuvieron ahí”?

-Que la gente no tiene ni idea ni de la mitad de las cosas que hicimos. No las hicimos públicas porque nunca pensamos este desenlace. Si yo creía que esto iba a pasar, por supuesto tiraba la puerta abajo, entraba con el auto al barrio, pero en la vida uno no se maneja así. Vos vas a un lugar, preguntás si podés entrar, te dicen que no y no entrás. Gianinna averiguó mil cosas para llevárselo a su casa. En los chats que hay dicen: “Nos tenemos que preocupar que Gianinna no entre, que no se lo lleve porque perdemos todos el trabajo, perdemos la plata”. Todas cosas muy dolorosas. Primero éramos las locas y después cuando lo vieron el 30 de octubre en su cumpleaños se dieron cuenta que al final teníamos razón, pero ya era tardísimo.

-Me impresionó mucho la declaración de Gianinna cuando contó en primera persona todo lo que vivió, ¿cómo fue acompañarla a ella?

-Fue tremendo. Gianinna le puso mucho más el cuerpo que yo. Ella no quería saber más nada, ella quería irse con mi papá. Fue muy difícil. Creo que ahí fue fundamental Benjamín, mi mamá y mi marido; todo un equipo muy espectacular. Yo había empezado a hacer terapia para despedirme amorosamente de mi abuela (la mamá de mi mamá) y, de repente, pasa lo de mi papá así que menos mal que estaba Ale para contenerme, pero fue terrible. Cada vez que me acuerdo de ese momento me pongo a llorar.

-Armaste una hermosa familia con Andrés, él también tuvo que aprender a estar con la hija de Maradona.

-Yo ni en pedo, más que él es una persona que no es pública. Cuando me casé, tuvimos que hacer una foto para la prensa y él me dijo: “Andá vos”. “No es una fiesta de 15, tenés que venir”, le dije y es la única foto que hay. Pero entiendo porque quiere preservar a nuestras hijas, entonces trato de respetar eso, aunque mi vida no fue así.

-¿Hablás de la decisión de no mostrar la cara de tus hijas?

-Yo no puedo creer el odio que tienen en las redes sociales porque no muestro la cara de mis hijas. Te juro que no lo puedo entender, qué les da tanta intriga. Son niñas sanas y felices. Yo no tuve esa posibilidad, tampoco es que lo recrimino porque en ese momento se hacía lo que se podía y tuve una infancia extremadamente feliz, pero si las puedo preservar… Igual cada vez me cuesta más. Roma quiere ser youtuber [risas].

-¿Te pregunta por qué no puede aparecer en tus redes?

-Sí, y yo le digo hablálo con papi. No, trato de explicarle de una manera que pueda entender a los seis años que no es necesario y que va a tener tiempo para eso. La fantasía de Andrés es que cuando ellas sean grandes, puedan ir por la calle y que nadie sepa quiénes son. Que puedan estar tranquilas, que se puedan subir a un colectivo y que nadie las esté mirando. Después hay que ver la decisión que toman ellas. Roma está a nada de llamar a Cris (Morena) y decirle: “Dame un personaje” [risas]. Yo empecé a trabajar cuando tenía ocho años, pero no hay forma de que ella me lo pida y yo le diga que sí.

-¿De agrandar la familia ya no hablamos?

-No, ya está. El segundo embarazo fue complicado. Me agarró mucha anemia y estuve muy mal. Me tuvieron que transfundir hierro y sangre. Ahora Azul tiene tres años y uno tiene más tiempo. O por lo menos no me da tanta culpa dejarla porque le puedo explicar a dónde voy, que vuelvo y que está todo bien. Eso me parece importante. Así que cuando me dan ganas pienso que sería volver a cero cuando estoy en un lugar que quiero estar.

-El otro día te escuché hablar sobre qué hubiese pasado si tu papá hubiese conocido a Milei…

-Lo que me pasa con eso es que yo preferiría que nadie hable por él. Más allá de Milei, me parece injusto que sigan poniéndole voz. Yo entiendo que por las cosas que él dijo anteriormente, por sus pensamientos y por las causas que él defendía, vos podés sacar una conclusión de qué le parecería este gobierno, pero después que hubiera hecho, no. Ni yo me animo a eso.

-¿Te gustaría ver la historia de tu mamá contada en una serie?

-¡Re! Pero Claudia no quiere.

-¿Te ves haciendo de ella?

-Yo re quiero hacerlo porque me parece que fue una lástima la serie que hicieron de mi papá; un desperdicio. Ya cuando me dijeron que el niño que habían elegido era diestro, dije: “Bueno, acá hay alguien que no está sabiendo la historia”. Mi papá era zurdo. Evidentemente más que contar que jugaba al fútbol, querían ir por otro lado. Y después demonizar a mi mamá… algo que la gente no cree. De hecho, no hicieron una segunda temporada porque no funcionó lo que contaron. Me parece que con lo que fue la vida de mi papá no hacía falta inventar nada; tenían de todo para contar. Por eso me gustaría una serie que se cuente desde la mirada de mi mamá porque sería desde el amor absoluto. Ella no quiere hacerlo porque siente que hay cosas que no contaría jamás en su vida, sigue preservándolo aunque yo le insisto todo el tiempo.

-Yo lloré mucho con tu documental La hija de Dios…

-Yo también, me la pasé llorando en todas las entrevistas. La obra de teatro fue como un disparador, pero después el documental se fue para otro lado porque yo hablaba con estas personas y cada una tenía su historia. Además, pensé que iban a hablar de fútbol y nadie habló nada de fútbol. Todo era: “A mí me regaló una profesión”, “A mí me peleaba el contrato cuando yo era un pibito que nadie respetaba” y ahí dije: “¡Guau, puede seguir siendo aún mejor de lo que yo creía!”.

“Necesito creer que mi papá va a tener la justicia que merece”, dice Dalma Maradona en un mano a mano con LA NACION que llevó tiempo concretar. Es que “la hija de Dios” está muy ocupada entre la crianza de sus hijas, Roma y Azul, su vuelta al teatro y el juicio por la muerte de su padre, Diego Armando Maradona.

Dalma Maradona: de la crianza de sus hijas al peor día del juicio por la muerte de su padre y la relación con sus hermanos

Mientras comparte su desilusión por lo acontecido con una de las juezas que llevaba al frente la causa y sus expectativas sobre lo que será un nuevo comienzo judicial, la actriz revela cómo fue volver a subirse a un escenario luego de seis años. “Es un personaje que no tiene nada que ver conmigo desde el look hasta lo que le sucede, así que me encanta. Además laburar con Miriam Odorico y Graciela Stefani, a quienes admiro, es un placer. La dirección y el libro es de Juli Cayetina, que es amiga hace mucho tiempo”, confiesa la protagonista de Al final las tragedias no mejoran a nadie, obra que puede verse en Timbre 4.

-¿De qué se trata la obra?

-Son dos señoras viudas, una hace 15 años y la otra más reciente, que heredan un hotel en un pueblito. Esa temática es la excusa para hablar de las segundas oportunidades, la sexualidad a la edad de Luisa y de Berta. Mi personaje es Cecilia, una sobrina embarazada de siete meses con una premisa muy puntual: le dijeron que si tiene sexo o si se mueve mucho el bebé nace antes y ella necesita que nazca entonces está todo el tiempo como con eso en el cuerpo. La verdad que la pasamos muy bien durante la función. Yo no hacía teatro hacía seis años.

-Yo tuve la posibilidad de verte arriba de un escenario haciendo la historia de tu viejo con él en la platea. ¿No pensaste en volver a hacer La hija de Dios?

-Sí, lo pensé, pero no me resigno a tener que modificar algunas cosas del texto. Y si bien todo el mundo sabe cuál es la situación, tampoco puedo hacer caso omiso de lo que pasó; es un tema que a mí me cuesta mucho. Capaz una vez que el proceso del juicio esté terminado lo haga para también poder contar eso y lo que nos pasa a nosotras puertas adentro. Yo fui muy feliz haciendo esa obra y el haber podido regalársela a él. Vino dos veces, la primera cuando estrenamos y después cuando la hicimos en el San Martín que no sabíamos que venía y estaba escondido entre la gente. Todos los técnicos me decían: “Perdonáme, no te pudimos ni mirar porque estábamos atentos a otra cosa” [risas]. Sus reacciones eran otra obra aparte.

-¿Cómo estás hoy?

-Bien, muy bien. Algunas cosas del juicio son complicadas para mí. Primero, costó mucho tiempo que arrancara. Una vez que arrancó, nos dicen que teníamos que declarar, un momento por el que yo nunca había pasado. Mi declaración fue durísima, pero no se compara ni cerca de lo que fue la de Gianinna que estuvo diez horas y donde realmente sentí que le hicieron preguntas para confundirla, para que se equivocara. En un principio, cuando los acusados pidieron que los audios no sean tomados en cuenta, a mí me agarró un ataque porque realmente es algo fuerte que tenemos para demostrar la mala praxis.

-¿Cuál fue el peor día?

-Cuando nos llama Burlando y nos cuenta sobre las sospechas de una de las juezas. Al principio no podíamos creerlo, pero cuando salieron las imágenes fue terrible. Ya mucha gente había declarado y todo el mundo decía: “Qué bien que les está yendo” y justo pasa esto. Saber que se iba anular, que se iban a sortear otros jueces (que ya sucedió) dilata todo mucho y uno se pone ansioso.

-¿Con la jueza tuviste en algún momento algún encuentro?

-No, para nada. De hecho, me parecía que era muy plantada. Después cuando vi las imágenes entendí algunas cosas. Me enoja que por culpa de lo que ella hizo, el juicio sea nulo. Me cuesta mucho pensar que habrá pasado por su cabeza para hacer algo así, pero a mí lo que me da bronca es estar en instancia cero porque yo quiero justicia para mi papá, más allá de lo que ella pueda hacer de su vida.

-¿Sentís que va a haber justicia?

-Yo creo que sí y también elijo creer. Hay una parte de mi corazón que dice: “Esto tiene que suceder” por los audios que hay, por la manera en que ellos se manejaron; para mí hay mucha más gente involucrada. Yo necesito creer que va a tener la justicia que se merece. El día que dijeron que quedaba nulo, Gianinna y yo estábamos desfiguradas de llorar y ellos festejando, se reían. Claramente esto solamente le sirvió a una parte, que no somos nosotras.

-¿Lo soñás mucho a tu papá?

-Lo siento más que soñarlo. Lo siento muy cerca todo el tiempo. Con mis hijas es un flash porque Roma lo conoció poco, porque nació durante la pandemia. Sí hablaban 80 horas; ella lo dejaba en FaceTime y por ahí se olvidaba y él estaba esperándola. Azul ni siquiera lo conoció, pero tiene una remera de él que se la pone siempre. Camina y es muy igual a mi papá. Hay una conexión impresionante porque yo les hablo, pero tampoco les limo la cabeza. Aparte les hablo desde lo que fue como papá, ni siquiera como jugador. Pero pasa algo muy loco que es que los amigos de Roma, con 6 años, le preguntan.

-¿Vas al cementerio?

-He ido mucho, mucho. Cuando estaba laburando en la radio iba todos los miércoles. Es como que ese día que voy me lo tomo para eso porque a veces es muy fuerte.

-¿Cómo vivís esta posibilidad de trasladar su cuerpo y que esté en Puerto Madero para que la gente pueda visitarlo?

-La verdad es que eso fue un proyecto que empezó porque nos hacía ruido que la gente no pudiera acercarse de ninguna manera. Lo pusimos ahí primero por su seguridad y después porque él siempre decía que quería estar cerca de sus papás entonces quisimos respetar eso. Pero también él siempre dijo: “Yo soy de la gente” y es lógico. Ahora está en stand by porque siempre hay un tema que va por encima, en este caso el juicio. Con la fundación pasa lo mismo.

-¿Cómo es eso?

-Nosotros queríamos hacer una fundación que representara lo que es mi papá. Queríamos trabajar con el deporte porque el deporte te saca de muchos lugares oscuros y te da posibilidades, pero la gente tiene que comer primero entonces había otras prioridades. Queríamos ayudar a Fiorito, que es un lugar que nos lleva directamente a él. Empezamos a organizar todo eso, más lo del mausoleo y, de repente, piña en la cara con lo del juicio y otra vez todo de cero. Y uno realmente no se puede ocupar de todo porque hay que ponerle el cuerpo. Ahora lo del Memorial está parado; ojalá en algún momento se pueda hacer porque yo entiendo la necesidad de la gente de demostrarle su cariño, de llevarle una flor y nos parece muy injusto que no se pueda hacer. En algún momento sucederá, ojalá que sea pronto.

-Uno pasa por Devoto y es inevitable pensar en él… ¿Cómo viviste el no poder hacer nada con la casa de tus abuelos?

-Lo que nos pasó con esa casa fue que, obviamente las decisiones ahora se toman entre cinco, ninguno de nosotros podía hacerse cargo y mantenerla. Entonces se vendió y la persona que la compró quiso hacer algo para que la gente pueda entrar. Igual tampoco esa era la casa de mi papá. Yo he pasado millones de navidades y de momentos ahí, pero no era su casa. Por supuesto que me dio mucha pena, pero al no estar mis abuelos ahí adentro ya no tengo conexión con ese lugar.

-¿Cómo es el vínculo hoy con tus hermanos? ¿Tienen un chat donde hablan?

-No, no hay chat después de que alguien decidió publicarlo y nos pareció que eso no era correcto. Después con el juicio estamos todos en el mismo camino de querer justicia por mi papá. Si bien todos queremos lo mismo, cada uno tiene su abogado y lo pide de la manera que cree. Pero acá hay un fin común: ir por esta gente y después por la gente que contrataba a estos médicos, a estos enfermeros. En eso estamos todos de acuerdo.

-Me acuerdo de esa despedida en donde tanto Luque como Cosachov estuvieron…

-¿Te digo la verdad? Si me hablás de ese día, no sé muy bien qué pasó. No estaba medicada ni nada, pero estaba en una situación que ni siquiera sé si los vi. Lo que sí cuando dijeron que Matías Morla quería venir a verlo dijimos que no queríamos que esté presente por un tema de respeto y porque nosotras ya sabíamos todo lo que los demás supuestamente todavía no sabían. Nosotras veníamos no pudiendo ver a mi papá desde mucho tiempo atrás, desde que estuvo él básicamente, así que no queríamos que entrara.

-¿Qué te pasa cuando escuchás decir: “Bueno, si tanto querían cuidarlo por qué no golpearon la puerta y estuvieron ahí”?

-Que la gente no tiene ni idea ni de la mitad de las cosas que hicimos. No las hicimos públicas porque nunca pensamos este desenlace. Si yo creía que esto iba a pasar, por supuesto tiraba la puerta abajo, entraba con el auto al barrio, pero en la vida uno no se maneja así. Vos vas a un lugar, preguntás si podés entrar, te dicen que no y no entrás. Gianinna averiguó mil cosas para llevárselo a su casa. En los chats que hay dicen: “Nos tenemos que preocupar que Gianinna no entre, que no se lo lleve porque perdemos todos el trabajo, perdemos la plata”. Todas cosas muy dolorosas. Primero éramos las locas y después cuando lo vieron el 30 de octubre en su cumpleaños se dieron cuenta que al final teníamos razón, pero ya era tardísimo.

-Me impresionó mucho la declaración de Gianinna cuando contó en primera persona todo lo que vivió, ¿cómo fue acompañarla a ella?

-Fue tremendo. Gianinna le puso mucho más el cuerpo que yo. Ella no quería saber más nada, ella quería irse con mi papá. Fue muy difícil. Creo que ahí fue fundamental Benjamín, mi mamá y mi marido; todo un equipo muy espectacular. Yo había empezado a hacer terapia para despedirme amorosamente de mi abuela (la mamá de mi mamá) y, de repente, pasa lo de mi papá así que menos mal que estaba Ale para contenerme, pero fue terrible. Cada vez que me acuerdo de ese momento me pongo a llorar.

-Armaste una hermosa familia con Andrés, él también tuvo que aprender a estar con la hija de Maradona.

-Yo ni en pedo, más que él es una persona que no es pública. Cuando me casé, tuvimos que hacer una foto para la prensa y él me dijo: “Andá vos”. “No es una fiesta de 15, tenés que venir”, le dije y es la única foto que hay. Pero entiendo porque quiere preservar a nuestras hijas, entonces trato de respetar eso, aunque mi vida no fue así.

-¿Hablás de la decisión de no mostrar la cara de tus hijas?

-Yo no puedo creer el odio que tienen en las redes sociales porque no muestro la cara de mis hijas. Te juro que no lo puedo entender, qué les da tanta intriga. Son niñas sanas y felices. Yo no tuve esa posibilidad, tampoco es que lo recrimino porque en ese momento se hacía lo que se podía y tuve una infancia extremadamente feliz, pero si las puedo preservar… Igual cada vez me cuesta más. Roma quiere ser youtuber [risas].

-¿Te pregunta por qué no puede aparecer en tus redes?

-Sí, y yo le digo hablálo con papi. No, trato de explicarle de una manera que pueda entender a los seis años que no es necesario y que va a tener tiempo para eso. La fantasía de Andrés es que cuando ellas sean grandes, puedan ir por la calle y que nadie sepa quiénes son. Que puedan estar tranquilas, que se puedan subir a un colectivo y que nadie las esté mirando. Después hay que ver la decisión que toman ellas. Roma está a nada de llamar a Cris (Morena) y decirle: “Dame un personaje” [risas]. Yo empecé a trabajar cuando tenía ocho años, pero no hay forma de que ella me lo pida y yo le diga que sí.

-¿De agrandar la familia ya no hablamos?

-No, ya está. El segundo embarazo fue complicado. Me agarró mucha anemia y estuve muy mal. Me tuvieron que transfundir hierro y sangre. Ahora Azul tiene tres años y uno tiene más tiempo. O por lo menos no me da tanta culpa dejarla porque le puedo explicar a dónde voy, que vuelvo y que está todo bien. Eso me parece importante. Así que cuando me dan ganas pienso que sería volver a cero cuando estoy en un lugar que quiero estar.

-El otro día te escuché hablar sobre qué hubiese pasado si tu papá hubiese conocido a Milei…

-Lo que me pasa con eso es que yo preferiría que nadie hable por él. Más allá de Milei, me parece injusto que sigan poniéndole voz. Yo entiendo que por las cosas que él dijo anteriormente, por sus pensamientos y por las causas que él defendía, vos podés sacar una conclusión de qué le parecería este gobierno, pero después que hubiera hecho, no. Ni yo me animo a eso.

-¿Te gustaría ver la historia de tu mamá contada en una serie?

-¡Re! Pero Claudia no quiere.

-¿Te ves haciendo de ella?

-Yo re quiero hacerlo porque me parece que fue una lástima la serie que hicieron de mi papá; un desperdicio. Ya cuando me dijeron que el niño que habían elegido era diestro, dije: “Bueno, acá hay alguien que no está sabiendo la historia”. Mi papá era zurdo. Evidentemente más que contar que jugaba al fútbol, querían ir por otro lado. Y después demonizar a mi mamá… algo que la gente no cree. De hecho, no hicieron una segunda temporada porque no funcionó lo que contaron. Me parece que con lo que fue la vida de mi papá no hacía falta inventar nada; tenían de todo para contar. Por eso me gustaría una serie que se cuente desde la mirada de mi mamá porque sería desde el amor absoluto. Ella no quiere hacerlo porque siente que hay cosas que no contaría jamás en su vida, sigue preservándolo aunque yo le insisto todo el tiempo.

-Yo lloré mucho con tu documental La hija de Dios…

-Yo también, me la pasé llorando en todas las entrevistas. La obra de teatro fue como un disparador, pero después el documental se fue para otro lado porque yo hablaba con estas personas y cada una tenía su historia. Además, pensé que iban a hablar de fútbol y nadie habló nada de fútbol. Todo era: “A mí me regaló una profesión”, “A mí me peleaba el contrato cuando yo era un pibito que nadie respetaba” y ahí dije: “¡Guau, puede seguir siendo aún mejor de lo que yo creía!”.

 La actriz, que está haciendo teatro en Timbre 4, reveló cómo hace para equilibrar el trabajo con su vida familiar, por qué no tiene un chat con sus hermanos y su deseo más ferviente de que se haga justicia  LA NACION