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domingo, agosto 10, 2025
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Guardianes del mar: corren, entrenan y juntan de las playas de Madryn unos 40 kilos de basura por día

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Hace más de 15 años, Ricardo Carral encontró una forma única de combinar deporte y compromiso con el medioambiente. Cada mañana, sin excepción, sale a correr por la costa de Puerto Madryn, se sumerge en el mar y junta los residuos que encuentra en la playa. Lo que empezó como una simple rutina deportiva se transformó en un proyecto personal que tiene como objetivo generar consciencia en toda una comunidad.

“Salimos a correr todos los días, llueva, truene, haga calor o haya viento. Lo único que nos detiene por una cuestión de seguridad son las tormentas eléctricas”, cuenta Ricardo Carral, quien además de nadador y corredor es un referente local en temas de turismo. Desde hace algunos años, su pareja, Lorena, lo acompaña en esta iniciativa: “Empezamos a recoger la basura que encontrábamos porque no podíamos mirar para otro lado. Hoy es una parte esencial de nuestra vida diaria”, explican.

Filosofía de vida

“Es nuestra manera de mantenernos en movimiento, pero también de conectarnos con el entorno”, cuenta Ricardo que desde chico se sintió atraído por el mar y hoy ya no puede salir sin una bolsa de recolección cada vez que va a la playa. Algo que para muchos puede parecer un pequeño gesto, para ellos se transformó en un acto de conciencia cotidiano.

Cada mañana, Ricardo y Lorena trotan por la playa de Madryn, levantan colillas, botellas, bolsas plásticas y todo tipo de residuos. En el verano, el desafío se hace mayor por la cantidad de turistas. En invierno, el volumen de basura es menor, pero viento patagónico hace que la experiencia sea aún más exigente.

Después de correr, Ricardo se mete al mar. “El mar me lo dio todo. Me enseñó a respirar, a fluir, a dejarme llevar”, asegura. Entrena durante todo el año, incluso en los meses más fríos, cuando el agua está a muy baja temperatura. Sin embargo, él lo siente como un acto de agradecimiento. “Para mí es una necesidad, un cable a tierra y una forma de devolverle algo a la naturaleza”.

Las cifras de la contaminación

Cada salida es una experiencia distinta. A veces encuentran restos de redes de pesca, otras veces micro plásticos o basura que el viento arrastra desde zonas urbanas. “Todo está conectado”, explican. “La botella que alguien tira en una plaza, el sorbete que vuela en una calle, todo termina en el mar, tarde o temprano”.

“Todos los días sacamos unos 40 kilos de basura de la playa. Lo que más encontramos son toallitas femeninas y cucharitas de helado. Parece increíble, pero cada 24 horas se vuelven a encontrar los mismos residuos”.

La magnitud de la basura recolectada es abrumadora. Solo en 2024, la pareja registró 363 días de actividad, durante los cuales recolectaron unos 15.600 kilos de residuos. “Las comparaciones son feas, pero necesarias. ¿Qué son 15.600 kilos de basura? Son 32 autos medianos sobre la playa”, grafica Ricardo, para dimensionar el impacto.

Educación para el cuidado del medioambiente

El compromiso de esta pareja por el cuidado del planeta no se termina con su tarea en la costa. Además de limpiar, impulsan actividades de concientización, charlas en escuelas y encuentros con grupos de vecinos. El objetivo es claro: inspirar un cambio de hábitos. “No se trata solo de levantar la basura, sino de evitar que llegue al mar. Hay que consumir menos plásticos, reutilizar, repensar nuestras acciones diarias”, reflexiona Lorena.

Si bien no reciben apoyo oficial ni financiamiento, sostienen su misión con mucho ímpetu. En cada publicación que comparten en redes sociales el objetivo es llevar el mensaje cada vez a más personas.

Ricardo y Lorena no buscan reconocimiento ni premios. Para ellos, el verdadero logro está en generar conciencia. “El mar no necesita héroes, necesita gente común comprometida. Si cada uno hiciera un pequeño esfuerzo diario, el cambio sería inmenso”, afirma Ricardo.

Por una playa más limpia

Para ellos, vivir en Puerto Madryn es un privilegio y una responsabilidad. A diario disfrutan de observar las ballenas, lobos marinos y una variedad de aves que aparece en la costa, y sienten que cada acción cuenta para proteger ese entorno. “Cuando alguien viene de visita y ve la playa limpia, no imagina el trabajo invisible detrás. Ojalá algún día no tengamos que recoger más basura”, dice Lorena.

En cada uno de sus recorridos dejan un mensaje claro: cuidar el mar no es una moda, es una responsabilidad compartida. “El mar nos da paz, alegría y salud. Lo mínimo que podemos hacer es cuidarlo. Al final, cada residuo que levantamos es una pequeña victoria”, concluye Ricardo.

Hace más de 15 años, Ricardo Carral encontró una forma única de combinar deporte y compromiso con el medioambiente. Cada mañana, sin excepción, sale a correr por la costa de Puerto Madryn, se sumerge en el mar y junta los residuos que encuentra en la playa. Lo que empezó como una simple rutina deportiva se transformó en un proyecto personal que tiene como objetivo generar consciencia en toda una comunidad.

“Salimos a correr todos los días, llueva, truene, haga calor o haya viento. Lo único que nos detiene por una cuestión de seguridad son las tormentas eléctricas”, cuenta Ricardo Carral, quien además de nadador y corredor es un referente local en temas de turismo. Desde hace algunos años, su pareja, Lorena, lo acompaña en esta iniciativa: “Empezamos a recoger la basura que encontrábamos porque no podíamos mirar para otro lado. Hoy es una parte esencial de nuestra vida diaria”, explican.

Filosofía de vida

“Es nuestra manera de mantenernos en movimiento, pero también de conectarnos con el entorno”, cuenta Ricardo que desde chico se sintió atraído por el mar y hoy ya no puede salir sin una bolsa de recolección cada vez que va a la playa. Algo que para muchos puede parecer un pequeño gesto, para ellos se transformó en un acto de conciencia cotidiano.

Cada mañana, Ricardo y Lorena trotan por la playa de Madryn, levantan colillas, botellas, bolsas plásticas y todo tipo de residuos. En el verano, el desafío se hace mayor por la cantidad de turistas. En invierno, el volumen de basura es menor, pero viento patagónico hace que la experiencia sea aún más exigente.

Después de correr, Ricardo se mete al mar. “El mar me lo dio todo. Me enseñó a respirar, a fluir, a dejarme llevar”, asegura. Entrena durante todo el año, incluso en los meses más fríos, cuando el agua está a muy baja temperatura. Sin embargo, él lo siente como un acto de agradecimiento. “Para mí es una necesidad, un cable a tierra y una forma de devolverle algo a la naturaleza”.

Las cifras de la contaminación

Cada salida es una experiencia distinta. A veces encuentran restos de redes de pesca, otras veces micro plásticos o basura que el viento arrastra desde zonas urbanas. “Todo está conectado”, explican. “La botella que alguien tira en una plaza, el sorbete que vuela en una calle, todo termina en el mar, tarde o temprano”.

“Todos los días sacamos unos 40 kilos de basura de la playa. Lo que más encontramos son toallitas femeninas y cucharitas de helado. Parece increíble, pero cada 24 horas se vuelven a encontrar los mismos residuos”.

La magnitud de la basura recolectada es abrumadora. Solo en 2024, la pareja registró 363 días de actividad, durante los cuales recolectaron unos 15.600 kilos de residuos. “Las comparaciones son feas, pero necesarias. ¿Qué son 15.600 kilos de basura? Son 32 autos medianos sobre la playa”, grafica Ricardo, para dimensionar el impacto.

Educación para el cuidado del medioambiente

El compromiso de esta pareja por el cuidado del planeta no se termina con su tarea en la costa. Además de limpiar, impulsan actividades de concientización, charlas en escuelas y encuentros con grupos de vecinos. El objetivo es claro: inspirar un cambio de hábitos. “No se trata solo de levantar la basura, sino de evitar que llegue al mar. Hay que consumir menos plásticos, reutilizar, repensar nuestras acciones diarias”, reflexiona Lorena.

Si bien no reciben apoyo oficial ni financiamiento, sostienen su misión con mucho ímpetu. En cada publicación que comparten en redes sociales el objetivo es llevar el mensaje cada vez a más personas.

Ricardo y Lorena no buscan reconocimiento ni premios. Para ellos, el verdadero logro está en generar conciencia. “El mar no necesita héroes, necesita gente común comprometida. Si cada uno hiciera un pequeño esfuerzo diario, el cambio sería inmenso”, afirma Ricardo.

Por una playa más limpia

Para ellos, vivir en Puerto Madryn es un privilegio y una responsabilidad. A diario disfrutan de observar las ballenas, lobos marinos y una variedad de aves que aparece en la costa, y sienten que cada acción cuenta para proteger ese entorno. “Cuando alguien viene de visita y ve la playa limpia, no imagina el trabajo invisible detrás. Ojalá algún día no tengamos que recoger más basura”, dice Lorena.

En cada uno de sus recorridos dejan un mensaje claro: cuidar el mar no es una moda, es una responsabilidad compartida. “El mar nos da paz, alegría y salud. Lo mínimo que podemos hacer es cuidarlo. Al final, cada residuo que levantamos es una pequeña victoria”, concluye Ricardo.

 Ricardo Carral y Lorena Pritchard comenzaron a hacer running en la costa de su ciudad como una actividad deportiva, hasta que sintieron que cuidar la playa se volvió una necesidad tan imperiosa que se hizo una actividad cotidiana.  LA NACION