
Durante varios meses se escuchó a los principales funcionarios del equipo económico proclamar a los cuatro vientos que el dólar tendría una tendencia a la baja asegurada (e incluso profetizar que podría llegar a desafiar la banda inferior de flotación definida a mediados de abril y ubicada ahora debajo de los $1000), porque “No había pesos”.
Lo sucedido en el último mes, cuando la cotización del billete aumentó un 14% en promedio, mostró que, cuando las expectativas se desanclan, los pesos que “no están” no tardan en desaparecer.
Los datos monetarios de julio, ya cerrados, dan una muestra de ello. Muestran concretamente que las cuentas remuneradas en pesos (destino habitual de los fondos comunes de inversión) sufrieron una baja del 9,5% real durante el mes pasado, en relación con la liquidez que se encontraba estacionada allí en junio.
“Si bien es cierto que en los meses previos a junio estas cuentas ya mostraban algunas bajas, entendemos que la caída de julio se debió a un desarme de ahorristas en el marco del alza del dólar oficial (así como mayores expectativas de devaluación) y a la volatilidad de tasas de los instrumentos que suelen componer los FCI (por ejemplo, cauciones), luego de la eliminación de las LEFIs”, observó al respecto un informe de la consultora LCG.
“Si se mira con más detenimiento, la caída real de estas cuentas se eleva al 18%. El 9% al que refiere el informe corresponde a ‘otros’, renglón que incluye como aportante más importante a las cuentas de los FCI, pero no es el único”, aclaró al respecto Melisa Sala, economista jefe de la firma.
Esos porcentajes indican que el saldo promedio en las cuentas REMU (depósitos con opción de cancelación anticipada) cayó en $550.000 millones en julio respecto a junio, detalló.
Y dado que no hubo traspasos significativos a otras cuentas bancarias en pesos —las colocaciones privadas en caja de ahorros cayeron un 2,3% en el mes, según los últimos datos del BCRA, al bajar de $31,52 billones a $30,67 billones— y que los plazos fijos totales (sumados los colocados a tasa fija o con ajuste por UVA) apenas mostraron un crecimiento vegetativo, cabe concluir que esos pesos alimentaron el apetito dolarizador que mostraron los argentinos el mes pasado.
Para el sistema financiero, esa tendencia sólo implicó un cambio en la composición de sus pasivos, dado que a la baja del 0,1% que mostraron en el mes los depósitos totales del sector privado en pesos, hay que contraponerle el aumento de US$1747 millones (+5,66%) que mostró el stock de depósitos privados en moneda extranjera.
Después de todo, esa liquidez fue la que impulsó, a su vez, un incremento de US$873 millones en el stock de créditos desembolsados en dólares (que se amplió de US$16.237 millones a US$17.110 millones), con lo cual superó la marca alcanzada a mediados de 2018.
Los datos de julio volvieron a confirmar que un alza sostenida del dólar, tras períodos de calma, pero la tendencia del mercado parece indicar ahora que ese apetito se calmó por varias razones. Entre otras, con la decisión de quitar de circulación el Banco Central (BCRA), mediante una abrupta suba de encajes, el 9,5% de la posición transaccional de liquidez con la que había podido moverse el sector privado hasta el mes pasado.
Durante varios meses se escuchó a los principales funcionarios del equipo económico proclamar a los cuatro vientos que el dólar tendría una tendencia a la baja asegurada (e incluso profetizar que podría llegar a desafiar la banda inferior de flotación definida a mediados de abril y ubicada ahora debajo de los $1000), porque “No había pesos”.
Lo sucedido en el último mes, cuando la cotización del billete aumentó un 14% en promedio, mostró que, cuando las expectativas se desanclan, los pesos que “no están” no tardan en desaparecer.
Los datos monetarios de julio, ya cerrados, dan una muestra de ello. Muestran concretamente que las cuentas remuneradas en pesos (destino habitual de los fondos comunes de inversión) sufrieron una baja del 9,5% real durante el mes pasado, en relación con la liquidez que se encontraba estacionada allí en junio.
“Si bien es cierto que en los meses previos a junio estas cuentas ya mostraban algunas bajas, entendemos que la caída de julio se debió a un desarme de ahorristas en el marco del alza del dólar oficial (así como mayores expectativas de devaluación) y a la volatilidad de tasas de los instrumentos que suelen componer los FCI (por ejemplo, cauciones), luego de la eliminación de las LEFIs”, observó al respecto un informe de la consultora LCG.
“Si se mira con más detenimiento, la caída real de estas cuentas se eleva al 18%. El 9% al que refiere el informe corresponde a ‘otros’, renglón que incluye como aportante más importante a las cuentas de los FCI, pero no es el único”, aclaró al respecto Melisa Sala, economista jefe de la firma.
Esos porcentajes indican que el saldo promedio en las cuentas REMU (depósitos con opción de cancelación anticipada) cayó en $550.000 millones en julio respecto a junio, detalló.
Y dado que no hubo traspasos significativos a otras cuentas bancarias en pesos —las colocaciones privadas en caja de ahorros cayeron un 2,3% en el mes, según los últimos datos del BCRA, al bajar de $31,52 billones a $30,67 billones— y que los plazos fijos totales (sumados los colocados a tasa fija o con ajuste por UVA) apenas mostraron un crecimiento vegetativo, cabe concluir que esos pesos alimentaron el apetito dolarizador que mostraron los argentinos el mes pasado.
Para el sistema financiero, esa tendencia sólo implicó un cambio en la composición de sus pasivos, dado que a la baja del 0,1% que mostraron en el mes los depósitos totales del sector privado en pesos, hay que contraponerle el aumento de US$1747 millones (+5,66%) que mostró el stock de depósitos privados en moneda extranjera.
Después de todo, esa liquidez fue la que impulsó, a su vez, un incremento de US$873 millones en el stock de créditos desembolsados en dólares (que se amplió de US$16.237 millones a US$17.110 millones), con lo cual superó la marca alcanzada a mediados de 2018.
Los datos de julio volvieron a confirmar que un alza sostenida del dólar, tras períodos de calma, pero la tendencia del mercado parece indicar ahora que ese apetito se calmó por varias razones. Entre otras, con la decisión de quitar de circulación el Banco Central (BCRA), mediante una abrupta suba de encajes, el 9,5% de la posición transaccional de liquidez con la que había podido moverse el sector privado hasta el mes pasado.
El tipo de cambio superó en el mes los $1380 y se acercó al techo de la zona de no intervención LA NACION