
Mientras Europa consolida un modelo sólido e integrador para el fútbol femenino, América Latina avanza entre desafíos estructurales, falta de inversión y oportunidades aún por capitalizar. La edición 2025 de la Copa América, que acaba de finalizar en Ecuador, vuelve a poner el tema en agenda.
La Copa América Femenina 2025 dejó en evidencia una brecha estructural difícil de ignorar: estadios semivacíos, ausencia de VAR en etapas decisivas, venta de entradas a último momento e infraestructura que aún no está a la altura del talento que hay en la cancha.
La Selección Argentina, que obtuvo el tercer puesto, demostró compromiso y potencial, pero también expuso las limitaciones de un modelo que aún no logra consolidarse.
El contraste con Europa es contundente.
La Eurocopa Femenina 2025, disputada en Suiza entre el 2 y el 27 de julio, marcó un nuevo hito: 657.291 espectadores en total, con 29 de 31 partidos agotados y una audiencia global estimada en más de 500 millones de personas. El premio económico alcanzó los €41 millones, más del doble que en la edición anterior. Pero lo más importante no son las cifras: es el modelo. (Fuentes: El País, UEFA) .
Europa no esperó a que el fútbol femenino “pegue”. Lo construyó. Con visión, planificación institucional, profesionalismo en todos los niveles y una estrategia de negocios clara. Se entendió que el fútbol femenino no es un experimento, ni una causa, ni un contenido de nicho: es una industria, con identidad, nuevas audiencias y capacidad de generar valor.
En América Latina, todavía cuesta asumir ese enfoque. Las iniciativas impulsadas por Conmebol y las federaciones nacionales son un punto de partida, pero no pueden ser el techo. Sin ligas estables, contratos formales, desarrollo juvenil e inversión en marketing y tecnología, seguiremos celebrando momentos de brillo aislados en medio de una realidad aún frágil.
Y eso no se debe a falta de talento, ni de interés del público, ni de sponsors potenciales. Lo que falta, muchas veces, es visión. Y cuando no hay visión, lo que se pierde no es solo crecimiento deportivo: se pierde valor económico, legitimidad institucional y relevancia cultural.
En octubre, Buenos Aires será sede de la Copa Libertadores Femenina 2025, un torneo continental con clubes de toda la región. Será una oportunidad ineludible para demostrar que América Latina puede dar el salto: pasar de la excepción a la regla, de la buena voluntad a la estrategia, del testimonio a la industria.
El mundo ya entendió el potencial del fútbol femenino. Ahora es tiempo de que América Latina lo juegue en serio.
Presidenta de WINN Sports
Mientras Europa consolida un modelo sólido e integrador para el fútbol femenino, América Latina avanza entre desafíos estructurales, falta de inversión y oportunidades aún por capitalizar. La edición 2025 de la Copa América, que acaba de finalizar en Ecuador, vuelve a poner el tema en agenda.
La Copa América Femenina 2025 dejó en evidencia una brecha estructural difícil de ignorar: estadios semivacíos, ausencia de VAR en etapas decisivas, venta de entradas a último momento e infraestructura que aún no está a la altura del talento que hay en la cancha.
La Selección Argentina, que obtuvo el tercer puesto, demostró compromiso y potencial, pero también expuso las limitaciones de un modelo que aún no logra consolidarse.
El contraste con Europa es contundente.
La Eurocopa Femenina 2025, disputada en Suiza entre el 2 y el 27 de julio, marcó un nuevo hito: 657.291 espectadores en total, con 29 de 31 partidos agotados y una audiencia global estimada en más de 500 millones de personas. El premio económico alcanzó los €41 millones, más del doble que en la edición anterior. Pero lo más importante no son las cifras: es el modelo. (Fuentes: El País, UEFA) .
Europa no esperó a que el fútbol femenino “pegue”. Lo construyó. Con visión, planificación institucional, profesionalismo en todos los niveles y una estrategia de negocios clara. Se entendió que el fútbol femenino no es un experimento, ni una causa, ni un contenido de nicho: es una industria, con identidad, nuevas audiencias y capacidad de generar valor.
En América Latina, todavía cuesta asumir ese enfoque. Las iniciativas impulsadas por Conmebol y las federaciones nacionales son un punto de partida, pero no pueden ser el techo. Sin ligas estables, contratos formales, desarrollo juvenil e inversión en marketing y tecnología, seguiremos celebrando momentos de brillo aislados en medio de una realidad aún frágil.
Y eso no se debe a falta de talento, ni de interés del público, ni de sponsors potenciales. Lo que falta, muchas veces, es visión. Y cuando no hay visión, lo que se pierde no es solo crecimiento deportivo: se pierde valor económico, legitimidad institucional y relevancia cultural.
En octubre, Buenos Aires será sede de la Copa Libertadores Femenina 2025, un torneo continental con clubes de toda la región. Será una oportunidad ineludible para demostrar que América Latina puede dar el salto: pasar de la excepción a la regla, de la buena voluntad a la estrategia, del testimonio a la industria.
El mundo ya entendió el potencial del fútbol femenino. Ahora es tiempo de que América Latina lo juegue en serio.
Presidenta de WINN Sports
El éxito de Europa contrasta con una América Latina que no logra despegar LA NACION