“Era otra Julieta”: testimonios conmovedores en la causa por abuso contra el exmarido de Prandi

La segunda audiencia del juicio que enfrenta a Claudio Contardi por abuso sexual, violencia psicológica y amenazas contra su exesposa Julieta Prandi comenzó con un clima de tensión y expectativa en el Tribunal Oral en lo Criminal N°2 de Zárate-Campana. En la primera mitad de la jornada declararon testigos convocados por la defensa, entre ellos el jefe de seguridad del barrio privado donde vivieron ambos, quien intentó desestimar los hechos denunciados al asegurar que nunca observó situaciones irregulares. También se escucharon testimonios que apuntaron a la rutina de la pareja en el barrio de Escobar, con referencias a controles de ingreso, paseos con mascotas y movimientos cotidianos. Sin embargo, el relato de quienes conocieron a Prandi en ese período comenzó a delinear una historia distinta: la de una mujer que, según sus allegados, vivía bajo vigilancia, con signos de angustia y aislamiento.
Ángel Orlando Peloso, jefe de seguridad del barrio privado Septiembre, en Escobar, donde vivieron Prandi y Contardi, declaró como testigo de la defensa. Dijo conocer a ambos por su trabajo en el lugar desde hace 25 años. Según su testimonio, Prandi entraba y salía con el esposo o en remises o taxi, y a veces caminaba y paseaba las mascotas, como todos los vecinos. Aseguró que nunca vio nada raro en los controles de ingreso, que incluían revisión de baúles y registro de visitas. Aunque su relato no aportó elementos sobre los hechos denunciados, sí dejó en evidencia el nivel de control que existía en el entorno residencial.
Verónica Maciel, amiga de Prandi desde que sus hijos compartían el jardín de infantes, relató cómo fue testigo de una transformación profunda en la actriz. Una vez fue a su casa de Martínez y la vio desdibujada, angustiada, sin poder mantener la mirada. En esa visita, Prandi se apagó al sentarse en la mesa junto a otras personas, y al despedirse le dijo: “Quédate tranquila, voy a estar bien”. Tiempo después, Maciel se enteró de lo que había vivido. Lo contaba con mucha vergüenza y angustia. Estaba desesperada. No tenía plata para pagar medicación para su hijo que tenía neumonía. No tenía comida en la heladera. Le ofreció dinero. Recordó que Prandi le contó todo el calvario, el abuso y que ya no tenía control económico. También afirmó que Prandi había hecho la denuncia y que, en su opinión, sería incapaz de hacer una denuncia falsa por abuso.
Flavia Crupit, psicóloga de Prandi desde 2022, brindó un testimonio técnico y contundente. Describió a su paciente como comprometida con el tratamiento y detalló que llegó a su consulta muy frágil, con crisis de ansiedad, pesadillas, náuseas, arcadas y problemas respiratorios. Según Crupit, Prandi relató hechos de abuso concretos con su exmarido, que eran reiterados en el tiempo. Afirmó que nunca advirtió signos de mendacidad y que hay cosas que no se pueden inventar, detalles y situaciones que incluso a ella la estremecían. La psicóloga explicó que Prandi fue objeto de un proceso de sometimiento y que el acusado transformó un sujeto en objeto para satisfacer sus intereses sexuales y económicos. También mencionó que la paciente recurrió a un tratamiento de psiquiatría para poder sobrellevar el día a día.
Lorena Inés Re, amiga de Prandi desde hace diez años, relató cómo la vio levantarse una y otra vez solo por sus hijos. Contó que en una etapa de la vida, Prandi le dijo: “Si no venís a verme, yo me muero”. La visitó en su casa y la encontró convertida en otra persona. En ese momento, Prandi no podía comprar ni un kilo de milanesas, y vivía en un departamento pequeño cerca del colegio. Re le ofreció ayuda doméstica y económica, y recordó una noche en la que Prandi la llamó desesperada porque no tenía dinero para comprar un antibiótico para su hijo. Yo sí la vi levantarse. Peso por peso, laburo por laburo. No sería capaz de hacer una falsa denuncia. También recordó que en la casa donde vivía Prandi nunca podía estar sola: siempre había otra persona presente.
Paola Rojas, quien trabajó cuidando a los hijos de Prandi, también declaró. Dijo haberla visto muchas veces ingresando a su domicilio llorando y que, aunque no tenía confianza para preguntarle, la abrazaba. Relató que Prandi le contó que pedía medicamentos para sus hijos y que el padre se los negaba, además de haberla amenazado con recibir flores. Rojas también describió un episodio en el que Contardi dejó a los hijos en la puerta de la casa sin previo aviso, mientras ella estaba esperando a unos trabajadores. Julieta me dijo que debería acercarme a una comisaría para hacer una denuncia. Contardi ni esperó a que yo me comunicara con Julieta.
La primera parte de la jornada cerró con la declaración de Bárbara Tomasicci, perito psicóloga que evaluó a Prandi hace tres años. La entrevista fue virtual y, según dijo, no hubo limitaciones para realizar el abordaje completo. Presentó momentos de mucha angustia, su relato espontáneo fue consistente, sin fisuras ni contradicciones. Tomasicci advirtió indicadores de abuso y violencia de género, y explicó que cuando una víctima está sometida sistemáticamente a situaciones traumáticas, desarrolla mecanismos defensivos como la sobreadaptación y la disociación. “El impacto subjetivo ocasiona un daño psicológico sostenido”, explicó. También señaló que el relato de Prandi no presentó indicadores ni elementos de mendacidad ni fabulación. En su informe, concluyó que Prandi fue víctima de violencia psicológica, física, sexual y patrimonial con el fin de ejercer daño psíquico. Aunque no entrevistó a Contardi porque se negó, sostuvo que no hubo indicios de mendacidad en el relato de Julieta.
El proceso judicial continúa en el Tribunal Oral en lo Criminal N°2 de Zárate-Campana y se espera que declare la nueva pareja de Prandi, Emanuel Ortega.
La segunda audiencia del juicio que enfrenta a Claudio Contardi por abuso sexual, violencia psicológica y amenazas contra su exesposa Julieta Prandi comenzó con un clima de tensión y expectativa en el Tribunal Oral en lo Criminal N°2 de Zárate-Campana. En la primera mitad de la jornada declararon testigos convocados por la defensa, entre ellos el jefe de seguridad del barrio privado donde vivieron ambos, quien intentó desestimar los hechos denunciados al asegurar que nunca observó situaciones irregulares. También se escucharon testimonios que apuntaron a la rutina de la pareja en el barrio de Escobar, con referencias a controles de ingreso, paseos con mascotas y movimientos cotidianos. Sin embargo, el relato de quienes conocieron a Prandi en ese período comenzó a delinear una historia distinta: la de una mujer que, según sus allegados, vivía bajo vigilancia, con signos de angustia y aislamiento.
Ángel Orlando Peloso, jefe de seguridad del barrio privado Septiembre, en Escobar, donde vivieron Prandi y Contardi, declaró como testigo de la defensa. Dijo conocer a ambos por su trabajo en el lugar desde hace 25 años. Según su testimonio, Prandi entraba y salía con el esposo o en remises o taxi, y a veces caminaba y paseaba las mascotas, como todos los vecinos. Aseguró que nunca vio nada raro en los controles de ingreso, que incluían revisión de baúles y registro de visitas. Aunque su relato no aportó elementos sobre los hechos denunciados, sí dejó en evidencia el nivel de control que existía en el entorno residencial.
Verónica Maciel, amiga de Prandi desde que sus hijos compartían el jardín de infantes, relató cómo fue testigo de una transformación profunda en la actriz. Una vez fue a su casa de Martínez y la vio desdibujada, angustiada, sin poder mantener la mirada. En esa visita, Prandi se apagó al sentarse en la mesa junto a otras personas, y al despedirse le dijo: “Quédate tranquila, voy a estar bien”. Tiempo después, Maciel se enteró de lo que había vivido. Lo contaba con mucha vergüenza y angustia. Estaba desesperada. No tenía plata para pagar medicación para su hijo que tenía neumonía. No tenía comida en la heladera. Le ofreció dinero. Recordó que Prandi le contó todo el calvario, el abuso y que ya no tenía control económico. También afirmó que Prandi había hecho la denuncia y que, en su opinión, sería incapaz de hacer una denuncia falsa por abuso.
Flavia Crupit, psicóloga de Prandi desde 2022, brindó un testimonio técnico y contundente. Describió a su paciente como comprometida con el tratamiento y detalló que llegó a su consulta muy frágil, con crisis de ansiedad, pesadillas, náuseas, arcadas y problemas respiratorios. Según Crupit, Prandi relató hechos de abuso concretos con su exmarido, que eran reiterados en el tiempo. Afirmó que nunca advirtió signos de mendacidad y que hay cosas que no se pueden inventar, detalles y situaciones que incluso a ella la estremecían. La psicóloga explicó que Prandi fue objeto de un proceso de sometimiento y que el acusado transformó un sujeto en objeto para satisfacer sus intereses sexuales y económicos. También mencionó que la paciente recurrió a un tratamiento de psiquiatría para poder sobrellevar el día a día.
Lorena Inés Re, amiga de Prandi desde hace diez años, relató cómo la vio levantarse una y otra vez solo por sus hijos. Contó que en una etapa de la vida, Prandi le dijo: “Si no venís a verme, yo me muero”. La visitó en su casa y la encontró convertida en otra persona. En ese momento, Prandi no podía comprar ni un kilo de milanesas, y vivía en un departamento pequeño cerca del colegio. Re le ofreció ayuda doméstica y económica, y recordó una noche en la que Prandi la llamó desesperada porque no tenía dinero para comprar un antibiótico para su hijo. Yo sí la vi levantarse. Peso por peso, laburo por laburo. No sería capaz de hacer una falsa denuncia. También recordó que en la casa donde vivía Prandi nunca podía estar sola: siempre había otra persona presente.
Paola Rojas, quien trabajó cuidando a los hijos de Prandi, también declaró. Dijo haberla visto muchas veces ingresando a su domicilio llorando y que, aunque no tenía confianza para preguntarle, la abrazaba. Relató que Prandi le contó que pedía medicamentos para sus hijos y que el padre se los negaba, además de haberla amenazado con recibir flores. Rojas también describió un episodio en el que Contardi dejó a los hijos en la puerta de la casa sin previo aviso, mientras ella estaba esperando a unos trabajadores. Julieta me dijo que debería acercarme a una comisaría para hacer una denuncia. Contardi ni esperó a que yo me comunicara con Julieta.
La primera parte de la jornada cerró con la declaración de Bárbara Tomasicci, perito psicóloga que evaluó a Prandi hace tres años. La entrevista fue virtual y, según dijo, no hubo limitaciones para realizar el abordaje completo. Presentó momentos de mucha angustia, su relato espontáneo fue consistente, sin fisuras ni contradicciones. Tomasicci advirtió indicadores de abuso y violencia de género, y explicó que cuando una víctima está sometida sistemáticamente a situaciones traumáticas, desarrolla mecanismos defensivos como la sobreadaptación y la disociación. “El impacto subjetivo ocasiona un daño psicológico sostenido”, explicó. También señaló que el relato de Prandi no presentó indicadores ni elementos de mendacidad ni fabulación. En su informe, concluyó que Prandi fue víctima de violencia psicológica, física, sexual y patrimonial con el fin de ejercer daño psíquico. Aunque no entrevistó a Contardi porque se negó, sostuvo que no hubo indicios de mendacidad en el relato de Julieta.
El proceso judicial continúa en el Tribunal Oral en lo Criminal N°2 de Zárate-Campana y se espera que declare la nueva pareja de Prandi, Emanuel Ortega.
En la segunda audiencia del juicio contra Claudio Contardi, el relato de quienes acompañaron a Julieta Prandi coincidieron en describir a una mujer sometida, angustiada y en estado de alerta permanente LA NACION