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domingo, agosto 10, 2025
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Fantasmas y luces rojas: en el Gobierno reconocen la dificultad de la elección bonaerense

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La máquina electoral libertaria, que irrumpió con tanta potencia en las PASO del 2023, enfrenta un test muy difícil en las elecciones desdobladas del 7 de septiembre en la provincia de Buenos Aires, donde se votarán legisladores y concejales. En el arranque de la campaña, los primeros sondeos e investigaciones que leen en la Casa Rosada aparecen luces rojas. Hoy no está tan claro que la fuerza de Javier Milei pueda salir airosa de la contienda bonaerense, la escala previa a los comicios nacionales de octubre.

El bajo interés de la ciudadanía en la elección bonaerense que exhiben las encuestas es el principal fantasma de la campaña electoral para Javier Milei: si hay baja participación (hoy se calcula en no más del 50% de los electores), pesará más el aparato territorial de los intendentes, que son los que tienen poder de movilización y los principales interesados en estas elecciones locales. “No es solamente que hay poco interés en participar, la gente ni siquiera sabe que tiene que ir a votar”, se alarmaba esta semana uno de los principales candidatos de las boletas libertarias.

A ese panorama se le suma la dificultad de los candidatos bajo perfil que encabezan las boletas violetas en la mayoría de las secciones electorales. A excepción del intendente de Tres de Febrero, Diego Valenzuela (cabeza de lista en la primera sección) y del intendente de Mar del Plata, Guillermo Montenegro (primer candidato seccional en la quinta sección), el resto de los postulantes no tiene un amplio nivel de conocimiento, ni aparato propio o capacidad de movilización.

La preocupación que se palpa en la Casa Rosada y en los búnkeres libertarios dista mucho de la hipótesis que reinaba hace algunas semanas La Libertad Avanza, en la previa al armado de las listas: que alcanzaba con el violeta y con el apellido Milei para dar la pelea en el territorio históricamente gobernado por el peronismo.

Para definir la estrategia electoral, asoman varias dudas. No está tan claro si el encuadre de la campaña debe estar únicamente en “nacionalizar” la elección como se hizo, por ejemplo, en la campaña local en la Capital Federal en mayo, cuando el libertario Manuel Adorni se impuso sobre el PJ y sobre Pro con el eslogan “kirchnerismo o libertad”. “La pregunta es si se puede nacionalizar una elección que se va a territorializar, y que se celebra poco antes de que se defina la verdadera elección nacional”, resumió un colaborador que trabaja en la campaña bonaerense.

Hay, de todas formas, una convicción puesta en que es necesario enmarcar la disputa como una polarización con el kirchnerismo y con la gestión de Axel Kicillof. “En la Ciudad partíamos de otra investigación. Ahora no está tan claro que solo alcance con nacionalizar la elección. El marco narrativo debe estar puesto en el nivel de atraso de la provincia de Buenos Aires versus el futuro que propone Milei”, resumió un colaborador muy al tanto de la estrategia que se está diseñando en la mesa de campaña, en donde participa el estratega Santiago Caputo y los armadores que responden a Karina Milei, con Sebastián Pareja como “jefe de campaña”.

Los ejes de la seguridad y de la baja de impuestos para los sectores productivos serán parte de las consignas de los candidatos violetas.

El otro punto de debate es el rol que debe ocupar Javier Milei, el gran elector del oficialismo. Se palparon inquietudes esta semana con las idas y venidas en torno a la foto del Presidente con los cabeza de lista de las ocho secciones electorales. Originalmente, se había dicho que la foto se haría el miércoles, posiblemente en la Casa Rosada. Pero la puesta en escena se postergó. “No es fácil que Javier se involucre si no lo siente, si no conoce a los candidatos”, reconoció un colaborador de la Casa Rosada.

Finalmente se apeló al factor sorpresa: el jueves, Milei hizo su primera bajada a La Matanza, en un descampado de Villa Celina, junto a Karina Milei, la ministra de Seguridad, Patricia Bullrich (que será una de las principales protagonistas de la campaña), Sebastián Pareja y Cristian Ritondo (presidente de Pro bonaerense), además de los ocho cabeza de lista distritales.

La comitiva estuvo en el lugar poco más de veinte minutos. Alcanzó para que Milei saludara a algunos vecinos en el marco de un fuerte dispositivo de seguridad. Y para hacer la primera foto de campaña con la bandera “Kirchnerismo Nunca Más”, con la tipografía del informe de la Comisión Nacional sobre la Desaparición de Personas (Conadep) de 1984. La provocación suscitó una fuerte polémica por la utilización de un símbolo del retorno democrático con fines electoralistas. Pero en la Casa Rosada ni se inmutaron por la controversia. El objetivo de la mesa de campaña ahora es llamar la atención y agitar el avispero de la elección provincial.

Quedó pendiente, en tanto, la visita de Milei al nuevo centro de distribución de Mercado Libre en el Parque Logístico del Buen Ayre, en Tres de Febrero, el municipio comandado por Valenzuela. La idea era que el Presidente se mostrara allí con Marcos Galperín. “Hay que ver qué queremos transmitir con Milei inaugurando un galpón. Hay bajadas que no son aconsejables”, puso en duda un funcionario en Balcarce 50.

Se verá si el Presidente sigue poniendo el cuerpo a la campaña en el territorio o si espera un poco más, a que esté lanzada también la contienda nacional, luego del cierre de listas del 17 de agosto. A partir de ese día, hay tres semanas en las que la campaña bonaerense y la nacional se solapan.

La otra clave de la elección pasará por instalar “la medida del éxito”. ¿Ganará la fuerza que sume más sufragios totales (“el voto popular”)? ¿La que se imponga en más secciones electorales? ¿O la opción que se haga de más bancas en la Legislatura bonaerense?

Si se mide por cantidad de secciones, los libertarios entienden que hay desafíos en varios distritos. Se sienten confiados en la primera sección electoral, que asoma como la batalla crucial de la elección. Con 4.988.779 de electores, es prácticamente tan populosa como la tercera y elige 8 senadores provinciales. Esa porción del territorio contiene al corredor de la zona norte y oeste del conurbano (Vicente López, San Isidro, Tigre, San Fernando y Tres de Febrero). Incluye distritos donde gobierna el peronismo como San Martín, José C. Paz, Merlo, Moreno y Morón. LLA también cree que podrá imponerse en la quinta sección de la mano de Montenegro, por el peso de Mar del Plata.

En la tercera sección electoral (el corazón del kirchnerismo, con municipios como La Matanza y Lomas de Zamora,) los libertarios saben que arrancan muy de atrás. Los primeros sondeos hablan de una ventaja considerable del PJ sobre LLA en el distrito más poblado de la provincia. Dicho de otro modo: para ganar el “voto popular” los libertarios deben compensar la preponderancia del kirchnerismo en la tercera.

La segunda, la cuarta y la séptima sección son, en tanto, un interrogante: aún no se sabe cómo impactará en el reparto del voto la “tercera vía” que encarnan las fuerzas Hechos y Somos, donde pesan las fuerzas localistas. La sexta sección tiene sus desafíos: si bien suele gravitar el votante de centroderecha, su cabecera, Bahía Blanca, está gobernada por el peronista Federico Susbielles, y hay dudas por el impacto del veto presidencial a la ley de emergencia en la ciudad, que buscaba volcar fondos luego de la inundación de marzo. En la octava sección, la de la ciudad de La Plata, los libertarios postularon a Francisco Adorni, hermano del vocero presidencial. Deberá darle pelea a las estructuras de Kicillof y del intendente peronista Julio Alak, con peso en la administración pública de la capital provincial.

“Hay que elegir dónde laburar la campaña y empujar nuestros techos”, señaló un colaborador de la Casa Rosada. Y agregó: “Si nos va mal en septiembre quizás nos ayude a movilizar a la opinión pública para octubre, que es la elección que verdaderamente nos importa”. De antemano, asoma la narrativa libertaria que habla de ganar siempre, aún perdiendo.

La máquina electoral libertaria, que irrumpió con tanta potencia en las PASO del 2023, enfrenta un test muy difícil en las elecciones desdobladas del 7 de septiembre en la provincia de Buenos Aires, donde se votarán legisladores y concejales. En el arranque de la campaña, los primeros sondeos e investigaciones que leen en la Casa Rosada aparecen luces rojas. Hoy no está tan claro que la fuerza de Javier Milei pueda salir airosa de la contienda bonaerense, la escala previa a los comicios nacionales de octubre.

El bajo interés de la ciudadanía en la elección bonaerense que exhiben las encuestas es el principal fantasma de la campaña electoral para Javier Milei: si hay baja participación (hoy se calcula en no más del 50% de los electores), pesará más el aparato territorial de los intendentes, que son los que tienen poder de movilización y los principales interesados en estas elecciones locales. “No es solamente que hay poco interés en participar, la gente ni siquiera sabe que tiene que ir a votar”, se alarmaba esta semana uno de los principales candidatos de las boletas libertarias.

A ese panorama se le suma la dificultad de los candidatos bajo perfil que encabezan las boletas violetas en la mayoría de las secciones electorales. A excepción del intendente de Tres de Febrero, Diego Valenzuela (cabeza de lista en la primera sección) y del intendente de Mar del Plata, Guillermo Montenegro (primer candidato seccional en la quinta sección), el resto de los postulantes no tiene un amplio nivel de conocimiento, ni aparato propio o capacidad de movilización.

La preocupación que se palpa en la Casa Rosada y en los búnkeres libertarios dista mucho de la hipótesis que reinaba hace algunas semanas La Libertad Avanza, en la previa al armado de las listas: que alcanzaba con el violeta y con el apellido Milei para dar la pelea en el territorio históricamente gobernado por el peronismo.

Para definir la estrategia electoral, asoman varias dudas. No está tan claro si el encuadre de la campaña debe estar únicamente en “nacionalizar” la elección como se hizo, por ejemplo, en la campaña local en la Capital Federal en mayo, cuando el libertario Manuel Adorni se impuso sobre el PJ y sobre Pro con el eslogan “kirchnerismo o libertad”. “La pregunta es si se puede nacionalizar una elección que se va a territorializar, y que se celebra poco antes de que se defina la verdadera elección nacional”, resumió un colaborador que trabaja en la campaña bonaerense.

Hay, de todas formas, una convicción puesta en que es necesario enmarcar la disputa como una polarización con el kirchnerismo y con la gestión de Axel Kicillof. “En la Ciudad partíamos de otra investigación. Ahora no está tan claro que solo alcance con nacionalizar la elección. El marco narrativo debe estar puesto en el nivel de atraso de la provincia de Buenos Aires versus el futuro que propone Milei”, resumió un colaborador muy al tanto de la estrategia que se está diseñando en la mesa de campaña, en donde participa el estratega Santiago Caputo y los armadores que responden a Karina Milei, con Sebastián Pareja como “jefe de campaña”.

Los ejes de la seguridad y de la baja de impuestos para los sectores productivos serán parte de las consignas de los candidatos violetas.

El otro punto de debate es el rol que debe ocupar Javier Milei, el gran elector del oficialismo. Se palparon inquietudes esta semana con las idas y venidas en torno a la foto del Presidente con los cabeza de lista de las ocho secciones electorales. Originalmente, se había dicho que la foto se haría el miércoles, posiblemente en la Casa Rosada. Pero la puesta en escena se postergó. “No es fácil que Javier se involucre si no lo siente, si no conoce a los candidatos”, reconoció un colaborador de la Casa Rosada.

Finalmente se apeló al factor sorpresa: el jueves, Milei hizo su primera bajada a La Matanza, en un descampado de Villa Celina, junto a Karina Milei, la ministra de Seguridad, Patricia Bullrich (que será una de las principales protagonistas de la campaña), Sebastián Pareja y Cristian Ritondo (presidente de Pro bonaerense), además de los ocho cabeza de lista distritales.

La comitiva estuvo en el lugar poco más de veinte minutos. Alcanzó para que Milei saludara a algunos vecinos en el marco de un fuerte dispositivo de seguridad. Y para hacer la primera foto de campaña con la bandera “Kirchnerismo Nunca Más”, con la tipografía del informe de la Comisión Nacional sobre la Desaparición de Personas (Conadep) de 1984. La provocación suscitó una fuerte polémica por la utilización de un símbolo del retorno democrático con fines electoralistas. Pero en la Casa Rosada ni se inmutaron por la controversia. El objetivo de la mesa de campaña ahora es llamar la atención y agitar el avispero de la elección provincial.

Quedó pendiente, en tanto, la visita de Milei al nuevo centro de distribución de Mercado Libre en el Parque Logístico del Buen Ayre, en Tres de Febrero, el municipio comandado por Valenzuela. La idea era que el Presidente se mostrara allí con Marcos Galperín. “Hay que ver qué queremos transmitir con Milei inaugurando un galpón. Hay bajadas que no son aconsejables”, puso en duda un funcionario en Balcarce 50.

Se verá si el Presidente sigue poniendo el cuerpo a la campaña en el territorio o si espera un poco más, a que esté lanzada también la contienda nacional, luego del cierre de listas del 17 de agosto. A partir de ese día, hay tres semanas en las que la campaña bonaerense y la nacional se solapan.

La otra clave de la elección pasará por instalar “la medida del éxito”. ¿Ganará la fuerza que sume más sufragios totales (“el voto popular”)? ¿La que se imponga en más secciones electorales? ¿O la opción que se haga de más bancas en la Legislatura bonaerense?

Si se mide por cantidad de secciones, los libertarios entienden que hay desafíos en varios distritos. Se sienten confiados en la primera sección electoral, que asoma como la batalla crucial de la elección. Con 4.988.779 de electores, es prácticamente tan populosa como la tercera y elige 8 senadores provinciales. Esa porción del territorio contiene al corredor de la zona norte y oeste del conurbano (Vicente López, San Isidro, Tigre, San Fernando y Tres de Febrero). Incluye distritos donde gobierna el peronismo como San Martín, José C. Paz, Merlo, Moreno y Morón. LLA también cree que podrá imponerse en la quinta sección de la mano de Montenegro, por el peso de Mar del Plata.

En la tercera sección electoral (el corazón del kirchnerismo, con municipios como La Matanza y Lomas de Zamora,) los libertarios saben que arrancan muy de atrás. Los primeros sondeos hablan de una ventaja considerable del PJ sobre LLA en el distrito más poblado de la provincia. Dicho de otro modo: para ganar el “voto popular” los libertarios deben compensar la preponderancia del kirchnerismo en la tercera.

La segunda, la cuarta y la séptima sección son, en tanto, un interrogante: aún no se sabe cómo impactará en el reparto del voto la “tercera vía” que encarnan las fuerzas Hechos y Somos, donde pesan las fuerzas localistas. La sexta sección tiene sus desafíos: si bien suele gravitar el votante de centroderecha, su cabecera, Bahía Blanca, está gobernada por el peronista Federico Susbielles, y hay dudas por el impacto del veto presidencial a la ley de emergencia en la ciudad, que buscaba volcar fondos luego de la inundación de marzo. En la octava sección, la de la ciudad de La Plata, los libertarios postularon a Francisco Adorni, hermano del vocero presidencial. Deberá darle pelea a las estructuras de Kicillof y del intendente peronista Julio Alak, con peso en la administración pública de la capital provincial.

“Hay que elegir dónde laburar la campaña y empujar nuestros techos”, señaló un colaborador de la Casa Rosada. Y agregó: “Si nos va mal en septiembre quizás nos ayude a movilizar a la opinión pública para octubre, que es la elección que verdaderamente nos importa”. De antemano, asoma la narrativa libertaria que habla de ganar siempre, aún perdiendo.

 El equipo de campaña teme por la baja participación en los comicios provinciales del 7 de septiembre; el peso de los intendentes y el desconocimiento de los candidatos violetas; dudas sobre la estrategia y desafíos en varias secciones electorales  LA NACION