La decadencia de la clase media despierta resentimientos contra el partido de Evo Morales en Bolivia: “Hizo las cosas muy mal”
LA PAZ.- A las 9 de la mañana, Julia Limay, de 56 años, está en la fila de una pollería en Villa Pabón, un barrio de La Paz, en la que decenas de clientes esperan alrededor de una hora hasta llegar al mostrador. “Hay muy poca mercadería así que hay que venir temprano para conseguir algo para darle gusto a la comida”, comenta a LA NACION, en una de las postales que expone los cambios de hábitos en una clase media que está desapareciendo en Bolivia, tras años de una bonanza económica que derivó en crisis, todo durante una extensa gestión de casi dos décadas del Movimiento al Socialismo (MAS), que probablemente encuentre su fin después de las elecciones de este domingo.
Con cierto orgullo, hablando de política, Limay agrega que nunca apoyó a Evo Morales ni a su partido, el Movimiento al Socialismo (MAS). “Ellos recibieron un ‘premio’ de los gobiernos anteriores, que fue la plata del gas. Pero nunca hicieron nada para aumentar esa riqueza. Y hoy todos los bolivianos pagamos las consecuencias”, reflexiona en referencia a la crisis económica.
Limay ya tiene decidido su voto para las elecciones de este domingo: el ascendente candidato de centroizquierda, Rodrigo Paz Pereira (hijo del expresidente Jaime Paz Zamora 1989-1993), del Partido Demócrata Cristiano, que ya está tercero en las encuestas, con un 9,10 % de intención de voto. “Todos roban, pero como Rodrigo es más nuevo en esto [fue alcalde de Tarija y ahora es senador] va a tardar un poco más en aprender a robar”, dice, con cierto humor.
En cambio, el primer y segundo lugar varía según el día y la encuesta. Según el último sondeo del diario El Deber, el expresidente Jorge “Tuto” Quiroga, de Alianza Libre, encabeza la intención de voto con el 24,45 %, seguido de cerca por el empresario Samuel Doria Medina, del Frente de Unidad Nacional, con 23,64 %.
El ingeniero civil Adrián Vega, de 32 años, que vive en Tarija y se encuentra circunstancialmente en La Paz por unos trámites, expresa abiertamente su rechazo al MAS, que viene ya de sus épocas de estudiante.
“En la época de Evo Morales yo participaba del Centro de Estudiantes de la Facultad de Ingeniería de Tarija y un viceministro de Educación me inició un juicio porque nosotros nos oponíamos a que el rector tuviera que pertenecer al partido de gobierno. Ellos querían controlar todo. El MAS le causó un daño enorme a la institucionalidad y la independencia de poderes”, cuenta a LA NACION, en una zona céntrica de esta ciudad.
Ahora está decidido a votar a Quiroga. “Confío en que ‘Tuto’ va a volver a poner en orden la institucionalidad y la economía del país”, concluyó.
Su testimonio es muy diferente al de un pequeño empresario textil de una zona alejada del centro de La Paz, a mitad de camino hacia la ciudad de El Alto, en Alto Mariscal Santa Cruz.
Allí tiene su taller el pequeño empresario Eddie Jarro, de 46 años. Su experiencia coincide con los de otros pequeños empresarios del rubro que prácticamente tuvieron que cerrar las puertas por la crisis.
“Abrí mi taller en 2018, al final del gobierno de Evo Morales, impulsado por los créditos y las promociones que había para el sector que me permitieron comprar todas las maquinarias. Y llegué a tener seis empleados trabajando en este galpón. Confeccionábamos ropa de trabajo, artículos deportivos y durante la pandemia nos encargaron incluso los mamelucos que utilizaba el personal sanitario. Así que siempre tuvimos mucha actividad”, recuerda.
Pero hoy, el proyecto de Jarro es cerrar definitivamente su taller, y quizás emigrar a la Argentina, donde vivió en su juventud, y volver a fabricar ropa para el mercado de La Salada.
Recordando los años de Evo Morales como la época dorada de su pequeña empresa -a diferencia del gobierno de su exdelfín y actual rival, Luis Arce-, Jarro está decidido a seguir la consigna del líder cocalero y anular su voto este domingo. “Yo creo que si el voto nulo supera a los candidatos más votados, lo cual no se puede descartar, vamos a dar una señal clara del descontento social y también de que no consideramos que el neoliberalismo sea la salida para esta crisis”, concluye.
Según el sondeo del diario El Deber, la intención de voto nulo se acerca ahora al 6%, la de voto en blanco al 10% y hay un 5% de indecisos. Morales afirma que si el voto nulo alcanza un buen porcentaje, se interpretará como un rechazo a su inhabilitación para postularse que establece la Constitución.
Una crisis generalizada
Las preocupaciones de Jarro son las mismas que acechan a la gran mayoría de los pequeños empresarios bolivianos.
En una entrevista con LA NACION, Helen Rivero, presidenta de la micro y pequeña empresa (Conamype) brinda algunos datos sobre la magnitud de la crisis.
“Antes de la pandemia nuestro sector agrupaba a unas 650.000 unidades productivas que daban trabajo a casi 4 millones de familias. Así que constituimos el 85% del empleo nacional”, recuerda Rivero en su imprenta Quillacas, que funciona en el centro de La Paz.
“Ahora no tenemos cifras actualizadas, pero creo que como mucho quedarán 500.000 unidades productivas, aunque la gran mayoría están paralizadas porque se cerraron sus mercados o porque debido a la falta de gasolina, no tienen materiales para trabajar”, afirma.
La presidenta de Conamype explica la crisis a partir de su propia experiencia con la imprenta. “Yo tenía 12 empleados trabajando aquí. Y eso nos daba para vivir bien, ahorrar y había fluir de dinero. Pero todo se acabó. Ahora apenas sobrevivimos haciendo fotocopias y alguno que otro trabajo de escritorio o escolar”, dijo Rivero.
Años de despilfarro
El economista e investigador Julio Linares, especialista en finanzas públicas, explica a LA NACION cómo fue que la “gallina de los huevos de oro”, de los tiempos del auge del petróleo y el gas, dio paso tan rápidamente a la crisis actual.
“Hay un dato macroeconómico muy sencillo de entender: entre 2006 y 2024 que gobernó el MAS, los ingresos del Estado aumentaron 3,5 veces. Pero los egresos se incrementaron siete veces”, señala.
“Así es como hemos terminado con un déficit fiscal acumulado de 40.000 millones de dólares. ¿Y cómo lo han resuelto? Incrementando la deuda externa que aumentó casi ocho veces entre el gobierno de Morales y el de Arce“, dice el experto.
En cuanto a uno de los logros más repetidos por el MAS, la salida de tres millones de bolivianos de la pobreza, Linares la relativizó en tanto “en Bolivia solo se mide la pobreza por el ingreso”. “No hay una medición multidimensional que tenga en cuenta, por ejemplo, el acceso a la salud y la educación, que no han tenido ningún avance en estos años. Para tener turno un hospital hay que ir de madrugada y para una operación urgente uno tiene que esperar hasta dos o tres meses”, reflexiona.
Por último, como ejemplo de los despilfarros del gasto público, Linares recuerda que en el área de turismo, el Estado boliviano gastó en estas dos décadas 28 millones de dólares. Y en publicidad oficial, “siempre destinada a ensalzar al MAS, 800 millones de dólares”.
El taxista Andrés Bazán, de 36 años, no se identifica en particular ni con la izquierda ni con la derecha. “Para mí las cosas se hacen bien o se hacen mal. No me importa quién las haga. Pero en estos años de gobierno, el MAS hizo las cosas muy mal y todos los bolivianos estamos pagando las consecuencias”, afirmó.
En este sentido, dice que este domingo votará al empresario Samuel Doria Medina. “No todos en mi familia lo apoyan a él, en particular, pero todos creemos que es necesario un cambio radical y yo pienso que Doria Medina es el que está mejor preparado para hacer ese cambio que necesitamos ahora los bolivianos”, concluye.
LA PAZ.- A las 9 de la mañana, Julia Limay, de 56 años, está en la fila de una pollería en Villa Pabón, un barrio de La Paz, en la que decenas de clientes esperan alrededor de una hora hasta llegar al mostrador. “Hay muy poca mercadería así que hay que venir temprano para conseguir algo para darle gusto a la comida”, comenta a LA NACION, en una de las postales que expone los cambios de hábitos en una clase media que está desapareciendo en Bolivia, tras años de una bonanza económica que derivó en crisis, todo durante una extensa gestión de casi dos décadas del Movimiento al Socialismo (MAS), que probablemente encuentre su fin después de las elecciones de este domingo.
Con cierto orgullo, hablando de política, Limay agrega que nunca apoyó a Evo Morales ni a su partido, el Movimiento al Socialismo (MAS). “Ellos recibieron un ‘premio’ de los gobiernos anteriores, que fue la plata del gas. Pero nunca hicieron nada para aumentar esa riqueza. Y hoy todos los bolivianos pagamos las consecuencias”, reflexiona en referencia a la crisis económica.
Limay ya tiene decidido su voto para las elecciones de este domingo: el ascendente candidato de centroizquierda, Rodrigo Paz Pereira (hijo del expresidente Jaime Paz Zamora 1989-1993), del Partido Demócrata Cristiano, que ya está tercero en las encuestas, con un 9,10 % de intención de voto. “Todos roban, pero como Rodrigo es más nuevo en esto [fue alcalde de Tarija y ahora es senador] va a tardar un poco más en aprender a robar”, dice, con cierto humor.
En cambio, el primer y segundo lugar varía según el día y la encuesta. Según el último sondeo del diario El Deber, el expresidente Jorge “Tuto” Quiroga, de Alianza Libre, encabeza la intención de voto con el 24,45 %, seguido de cerca por el empresario Samuel Doria Medina, del Frente de Unidad Nacional, con 23,64 %.
El ingeniero civil Adrián Vega, de 32 años, que vive en Tarija y se encuentra circunstancialmente en La Paz por unos trámites, expresa abiertamente su rechazo al MAS, que viene ya de sus épocas de estudiante.
“En la época de Evo Morales yo participaba del Centro de Estudiantes de la Facultad de Ingeniería de Tarija y un viceministro de Educación me inició un juicio porque nosotros nos oponíamos a que el rector tuviera que pertenecer al partido de gobierno. Ellos querían controlar todo. El MAS le causó un daño enorme a la institucionalidad y la independencia de poderes”, cuenta a LA NACION, en una zona céntrica de esta ciudad.
Ahora está decidido a votar a Quiroga. “Confío en que ‘Tuto’ va a volver a poner en orden la institucionalidad y la economía del país”, concluyó.
Su testimonio es muy diferente al de un pequeño empresario textil de una zona alejada del centro de La Paz, a mitad de camino hacia la ciudad de El Alto, en Alto Mariscal Santa Cruz.
Allí tiene su taller el pequeño empresario Eddie Jarro, de 46 años. Su experiencia coincide con los de otros pequeños empresarios del rubro que prácticamente tuvieron que cerrar las puertas por la crisis.
“Abrí mi taller en 2018, al final del gobierno de Evo Morales, impulsado por los créditos y las promociones que había para el sector que me permitieron comprar todas las maquinarias. Y llegué a tener seis empleados trabajando en este galpón. Confeccionábamos ropa de trabajo, artículos deportivos y durante la pandemia nos encargaron incluso los mamelucos que utilizaba el personal sanitario. Así que siempre tuvimos mucha actividad”, recuerda.
Pero hoy, el proyecto de Jarro es cerrar definitivamente su taller, y quizás emigrar a la Argentina, donde vivió en su juventud, y volver a fabricar ropa para el mercado de La Salada.
Recordando los años de Evo Morales como la época dorada de su pequeña empresa -a diferencia del gobierno de su exdelfín y actual rival, Luis Arce-, Jarro está decidido a seguir la consigna del líder cocalero y anular su voto este domingo. “Yo creo que si el voto nulo supera a los candidatos más votados, lo cual no se puede descartar, vamos a dar una señal clara del descontento social y también de que no consideramos que el neoliberalismo sea la salida para esta crisis”, concluye.
Según el sondeo del diario El Deber, la intención de voto nulo se acerca ahora al 6%, la de voto en blanco al 10% y hay un 5% de indecisos. Morales afirma que si el voto nulo alcanza un buen porcentaje, se interpretará como un rechazo a su inhabilitación para postularse que establece la Constitución.
Una crisis generalizada
Las preocupaciones de Jarro son las mismas que acechan a la gran mayoría de los pequeños empresarios bolivianos.
En una entrevista con LA NACION, Helen Rivero, presidenta de la micro y pequeña empresa (Conamype) brinda algunos datos sobre la magnitud de la crisis.
“Antes de la pandemia nuestro sector agrupaba a unas 650.000 unidades productivas que daban trabajo a casi 4 millones de familias. Así que constituimos el 85% del empleo nacional”, recuerda Rivero en su imprenta Quillacas, que funciona en el centro de La Paz.
“Ahora no tenemos cifras actualizadas, pero creo que como mucho quedarán 500.000 unidades productivas, aunque la gran mayoría están paralizadas porque se cerraron sus mercados o porque debido a la falta de gasolina, no tienen materiales para trabajar”, afirma.
La presidenta de Conamype explica la crisis a partir de su propia experiencia con la imprenta. “Yo tenía 12 empleados trabajando aquí. Y eso nos daba para vivir bien, ahorrar y había fluir de dinero. Pero todo se acabó. Ahora apenas sobrevivimos haciendo fotocopias y alguno que otro trabajo de escritorio o escolar”, dijo Rivero.
Años de despilfarro
El economista e investigador Julio Linares, especialista en finanzas públicas, explica a LA NACION cómo fue que la “gallina de los huevos de oro”, de los tiempos del auge del petróleo y el gas, dio paso tan rápidamente a la crisis actual.
“Hay un dato macroeconómico muy sencillo de entender: entre 2006 y 2024 que gobernó el MAS, los ingresos del Estado aumentaron 3,5 veces. Pero los egresos se incrementaron siete veces”, señala.
“Así es como hemos terminado con un déficit fiscal acumulado de 40.000 millones de dólares. ¿Y cómo lo han resuelto? Incrementando la deuda externa que aumentó casi ocho veces entre el gobierno de Morales y el de Arce“, dice el experto.
En cuanto a uno de los logros más repetidos por el MAS, la salida de tres millones de bolivianos de la pobreza, Linares la relativizó en tanto “en Bolivia solo se mide la pobreza por el ingreso”. “No hay una medición multidimensional que tenga en cuenta, por ejemplo, el acceso a la salud y la educación, que no han tenido ningún avance en estos años. Para tener turno un hospital hay que ir de madrugada y para una operación urgente uno tiene que esperar hasta dos o tres meses”, reflexiona.
Por último, como ejemplo de los despilfarros del gasto público, Linares recuerda que en el área de turismo, el Estado boliviano gastó en estas dos décadas 28 millones de dólares. Y en publicidad oficial, “siempre destinada a ensalzar al MAS, 800 millones de dólares”.
El taxista Andrés Bazán, de 36 años, no se identifica en particular ni con la izquierda ni con la derecha. “Para mí las cosas se hacen bien o se hacen mal. No me importa quién las haga. Pero en estos años de gobierno, el MAS hizo las cosas muy mal y todos los bolivianos estamos pagando las consecuencias”, afirmó.
En este sentido, dice que este domingo votará al empresario Samuel Doria Medina. “No todos en mi familia lo apoyan a él, en particular, pero todos creemos que es necesario un cambio radical y yo pienso que Doria Medina es el que está mejor preparado para hacer ese cambio que necesitamos ahora los bolivianos”, concluye.
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