Novedad: un laberinto único de bambú para descubrir a 1 hora de Buenos Aires

San Antonio de Areco tiene un flamante paseo, un laberinto de bambú para caminar sin prisa y perderse entre los pasillos verdes que le dan vida a este proyecto largamente esperado.
Hace siete años, Claudio Liberman, propietario de la histórica estancia La Cinacina, tuvo la idea de realizarlo y para llevar el proyecto adelante convocó a la artista May Borovinsky, responsable de los diseños y la selección de las especies que dieron forma a esta nueva propuesta recién inaugurada llamada Laberinto pampa – Territorio de arte y bifurcaciones.
El ultramaratonista que logró récords asombrosos explica cómo “programarse” para superar los límites
A 112 kilómetros de Buenos Aires, La Cinacina es una de las estancias más antiguas en los pagos de San Antonio de Areco. Cuenta con el privilegio de estar ubicada a 500 metros del casco histórico del pueblo. Funcionó como tambo y huerta, fue punto de encuentro para cuadreras, jineteadas, fogones, primeros pasos de zamba y ahora atrae con esta propuesta, que desde que abrió, hace menos de un mes, ya recibió más de 1400 visitantes.
“Ya estamos trabajando en el área educativa con visitas para escuelas de todos los niveles y grupos específicos que eligen el espacio y sus propuestas para hacer encuentros, arte terapia, coaching y biodanza, entre otras”, cuenta Borovinsky.
Con más de 10 especies de bambú, Laberinto pampa propone dos recorridos inspirados en los diseños tradicionales de la platería criolla, tan característica de estos pagos. “Son dos plantillas con lógicas distintas. Por un lado, la pluma de ñandú, que materializa la lógica de la búsqueda, la pérdida y el encuentro.
Por otro, la flor del pensamiento, que responde a la modalidad de la contemplación, del jardín que desacelera la mente y expande la conciencia”, sigue Borovinsky, licenciada en artes visuales.
Si bien el laberinto ocupa un área aproximada de una hectárea, según asegura su creadora, la distancia que puede recorrerse es infinita y se presenta como un lugar ideal para caminatas participativas, recorridos temáticos, talleres, exposiciones, intervenciones escénicas y musicales, performances y narraciones.
La elección del bambú no es casual. Junto a su equipo, Borovinsky forma parte de diferentes redes mundiales que promueven esta planta como “remediador ambiental” y hacen consultorías con la cátedra de Topografía de la Facultad de Agronomía UBA.
Por lo pronto, las plantas más antiguas han cumplido cuatro primaveras, y su mantenimiento se hace a diario, a cargo de un pequeño equipo de jardineros.
“Es una obra en colaboración con la naturaleza. Los bambúes se expresan para ir guiando nuestro andar, nuestras decisiones, modifican nuestras miradas y proyecciones a medida que van modelando el presente”, sigue May.
Y añade: “La recuperación del suelo y el cuidado del planeta son el eje que guía nuestros procesos. Por eso seleccionamos el bambú, considerado mundialmente remediador ambiental y recurso renovable con sus más de 1600 especies”. Borovinsky explica que más de 400 son especies nativas de América, más de 22 son autóctonas de la Argentina y producen un 35% más de oxígeno que un bosque de árboles.
Los pueblos originarios lo han utilizado desde tiempos inmemoriales llamándolo tacuara, tacuarembó, tacuapí, yatevó, tacuaruzú según la especie (guaraníes), colihue (mapuches).
Como referentes y consultores, menciona el laberinto de bambú della Masone en Italia (Parma) muy ligado a las artes visuales; y otro en la Bambouseraie, en el sur de Francia, más ligado a las ciencias naturales y específicamente al mundo del bambú.
Más allá del laberinto, durante el día de campo puede recorrerse el casco, parque de 44 hectáreas. Hay esculturas al aire libre de artistas argentinos contemporáneos, una capilla de arte efímero donde diferentes artistas trabajan sobre temáticas de la naturaleza, un rancho audiovisual con proyecciones, un jardín de piedras y muchos espacios con flores, sombra o sol para parar y disfrutar de un servicio gastronómico de parrilla.
Desde 2004, en la estancia también funciona un hotel de campo. Son 26 habitaciones, todas con un mobiliario diferente y un rancho aparte, para aquellos que quieren un acercamiento más intenso a lo telúrico, junto al corral. También cuenta con un salón de estar en donde se sirve el desayuno.
Ahora bien: ¿Existe alguna estrategia para encontrar la salida a un laberinto? “Nos gusta pensar que el premio no es salir sino querer quedarse. Un laberinto cuyos caminos se modifican todos los años con la brotación y responde a la lógica de perderse (pluma de ñandú) tiene como premio la llegada al laberinto de contemplación, con sus espacios de descanso y meditación (flor del pensamiento). Y, como el laberinto es un arquetipo de la humanidad y una metáfora de la vida, solo esperamos que quieras quedarte adentro”, se despide Borovinsky.
El laberinto dispone de una visita llamada bambú mágico, que se ofrece dos o tres veces por día; incluye la entrada y algunos otros contenidos musicales, narrativos, escénicos, que varían según el día.
Datos útiles
Cómo llegar. El laberinto está en la tradicional estancia La Cinacina, en el Camino Costanera (Zerboni) y Martínez, en San Antonio de Areco, a cinco cuadras de la plaza central del pueblo.Entrada. El valor de la entrada es de 15 mil pesos (niños de 3 a 12 años pagan 10 mil). Residentes de San Antonio de Areco y jubilados, 8 mil. Abre sus puertas sábados, domingos y feriados, de 11.30 a 17.30. No hace falta reservar.
San Antonio de Areco tiene un flamante paseo, un laberinto de bambú para caminar sin prisa y perderse entre los pasillos verdes que le dan vida a este proyecto largamente esperado.
Hace siete años, Claudio Liberman, propietario de la histórica estancia La Cinacina, tuvo la idea de realizarlo y para llevar el proyecto adelante convocó a la artista May Borovinsky, responsable de los diseños y la selección de las especies que dieron forma a esta nueva propuesta recién inaugurada llamada Laberinto pampa – Territorio de arte y bifurcaciones.
El ultramaratonista que logró récords asombrosos explica cómo “programarse” para superar los límites
A 112 kilómetros de Buenos Aires, La Cinacina es una de las estancias más antiguas en los pagos de San Antonio de Areco. Cuenta con el privilegio de estar ubicada a 500 metros del casco histórico del pueblo. Funcionó como tambo y huerta, fue punto de encuentro para cuadreras, jineteadas, fogones, primeros pasos de zamba y ahora atrae con esta propuesta, que desde que abrió, hace menos de un mes, ya recibió más de 1400 visitantes.
“Ya estamos trabajando en el área educativa con visitas para escuelas de todos los niveles y grupos específicos que eligen el espacio y sus propuestas para hacer encuentros, arte terapia, coaching y biodanza, entre otras”, cuenta Borovinsky.
Con más de 10 especies de bambú, Laberinto pampa propone dos recorridos inspirados en los diseños tradicionales de la platería criolla, tan característica de estos pagos. “Son dos plantillas con lógicas distintas. Por un lado, la pluma de ñandú, que materializa la lógica de la búsqueda, la pérdida y el encuentro.
Por otro, la flor del pensamiento, que responde a la modalidad de la contemplación, del jardín que desacelera la mente y expande la conciencia”, sigue Borovinsky, licenciada en artes visuales.
Si bien el laberinto ocupa un área aproximada de una hectárea, según asegura su creadora, la distancia que puede recorrerse es infinita y se presenta como un lugar ideal para caminatas participativas, recorridos temáticos, talleres, exposiciones, intervenciones escénicas y musicales, performances y narraciones.
La elección del bambú no es casual. Junto a su equipo, Borovinsky forma parte de diferentes redes mundiales que promueven esta planta como “remediador ambiental” y hacen consultorías con la cátedra de Topografía de la Facultad de Agronomía UBA.
Por lo pronto, las plantas más antiguas han cumplido cuatro primaveras, y su mantenimiento se hace a diario, a cargo de un pequeño equipo de jardineros.
“Es una obra en colaboración con la naturaleza. Los bambúes se expresan para ir guiando nuestro andar, nuestras decisiones, modifican nuestras miradas y proyecciones a medida que van modelando el presente”, sigue May.
Y añade: “La recuperación del suelo y el cuidado del planeta son el eje que guía nuestros procesos. Por eso seleccionamos el bambú, considerado mundialmente remediador ambiental y recurso renovable con sus más de 1600 especies”. Borovinsky explica que más de 400 son especies nativas de América, más de 22 son autóctonas de la Argentina y producen un 35% más de oxígeno que un bosque de árboles.
Los pueblos originarios lo han utilizado desde tiempos inmemoriales llamándolo tacuara, tacuarembó, tacuapí, yatevó, tacuaruzú según la especie (guaraníes), colihue (mapuches).
Como referentes y consultores, menciona el laberinto de bambú della Masone en Italia (Parma) muy ligado a las artes visuales; y otro en la Bambouseraie, en el sur de Francia, más ligado a las ciencias naturales y específicamente al mundo del bambú.
Más allá del laberinto, durante el día de campo puede recorrerse el casco, parque de 44 hectáreas. Hay esculturas al aire libre de artistas argentinos contemporáneos, una capilla de arte efímero donde diferentes artistas trabajan sobre temáticas de la naturaleza, un rancho audiovisual con proyecciones, un jardín de piedras y muchos espacios con flores, sombra o sol para parar y disfrutar de un servicio gastronómico de parrilla.
Desde 2004, en la estancia también funciona un hotel de campo. Son 26 habitaciones, todas con un mobiliario diferente y un rancho aparte, para aquellos que quieren un acercamiento más intenso a lo telúrico, junto al corral. También cuenta con un salón de estar en donde se sirve el desayuno.
Ahora bien: ¿Existe alguna estrategia para encontrar la salida a un laberinto? “Nos gusta pensar que el premio no es salir sino querer quedarse. Un laberinto cuyos caminos se modifican todos los años con la brotación y responde a la lógica de perderse (pluma de ñandú) tiene como premio la llegada al laberinto de contemplación, con sus espacios de descanso y meditación (flor del pensamiento). Y, como el laberinto es un arquetipo de la humanidad y una metáfora de la vida, solo esperamos que quieras quedarte adentro”, se despide Borovinsky.
El laberinto dispone de una visita llamada bambú mágico, que se ofrece dos o tres veces por día; incluye la entrada y algunos otros contenidos musicales, narrativos, escénicos, que varían según el día.
Datos útiles
Cómo llegar. El laberinto está en la tradicional estancia La Cinacina, en el Camino Costanera (Zerboni) y Martínez, en San Antonio de Areco, a cinco cuadras de la plaza central del pueblo.Entrada. El valor de la entrada es de 15 mil pesos (niños de 3 a 12 años pagan 10 mil). Residentes de San Antonio de Areco y jubilados, 8 mil. Abre sus puertas sábados, domingos y feriados, de 11.30 a 17.30. No hace falta reservar. Ubicado en la histórica estancia La Cinacina, a 112 kilómetros de la Capital, ofrece dos recorridos inspirados en la platería criolla LA NACION