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sábado, mayo 10, 2025
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La advertencia de Milei: ¡Cuidado, se viene más mercado!

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En la Casa Rosada no hay dudas: la apertura comercial es parte de la agenda para avanzar en la libertad económica. Ese rumbo se tomará sí o sí. Pero, partiendo desde una base de una economía que estaba muy regulada, el Gobierno priorizó hasta ahora el orden y la secuencialidad. “Esto es orden y velocidad”, explicaron cerca del presidente Javier Milei. Si alguien “se va de mambo” con los precios, “acelerás la secuencia y la velocidad”, precisaron.

Esta semana, varios analistas estimaron que en el Ministerio de Economía, primó cierto “pragmatismo” tras la salida del cepo cambiario. Es que el ministro de Economía, Luis Caputo, cruzó públicamente –a través de la red social X– a la industria alimenticia y de consumo masivo, y a algunas automotrices que decidieron aumentar sus precios.

Sin embargo, el Gobierno dejó traslucir que hay un cambio en la naturaleza de las advertencias oficiales al sector privado por los precios: esta vez “corren” a las empresas con más mercado. Si el último kirchnerismo, con una economía completamente distorsionada y con cepo cambiario, ofrecía a las compañías acceso a los dólares para importar y poder producir solamente si entraban a un control de precios, entre los libertarios las advertencias tienen que ver con el timing de apertura, la desregulación y las medidas para fomentar la competencia en un contexto de estabilización de la economía en el que, afirman oficialmente, deberán afinar sus márgenes de rentabilidad (por la menor inflación y sin cepo) y ser eficientes “puertas adentro”.

Tras la eliminación de las restricciones cambiarias a mediados del mes pasado, hubo dos ejemplos claros: Caputo primero celebró la decisión de los supermercados de no aceptar listas con aumentos de precios. Luego festejó que Unilever y Molinos dieran marcha atrás. En las últimas horas, Molinos informó que por subir precios por debajo de sus costos, tuvo pérdidas en el primer trimestre. “Deben buscar eficiencia”, dijo un funcionario a LA NACION sobre esa novedad.

Esta semana, Caputo recibió a los supermercados. En el comunicado oficial de Economía, tras el encuentro en el que les pidió “no aflojar” ante las listas con aumentos, se explicitó que los supermercados “plantearon la necesidad de fomentar la competencia”. Los comercios, que viven del volumen de ventas, son grandes importadores. La industria vive del margen.

El ministro también cruzó a las automotrices por las alzas que llegaron tras la salida del cepo. Varias recularon y otras subieron por debajo de la inflación. “La aceleración de la apertura comercial va a ser siempre una alternativa ante aumentos de precios que no tienen sustento al no existir convalidación monetaria. Juega el principio de imputación de Menger, ampliándole la oferta a los consumidores”, escribió Felipe Núñez, un hombre fuerte del equipo de Caputo. Citó en su posteo un tuit del ministro en el que hablaba de la posibilidad de “romper puentes de confianza” con la industria si se avalaban esas subas. En el encuentro del Consejo Interamericano de Comercio y Producción (Cicyp) que se realizó esta semana, y al que Caputo faltó –dijeron entre los organizadores, tras leer la noche anterior las críticas por las retenciones al campo (en Economía dieron otra versión ligada a la agenda del ministro)–, un referente del sector automotor afirmó que ese contrapunto público también incidió en la política de precios de las firmas. Hoy, ARCA –la exAFIP– reglamentó el procedimiento para importar sin aranceles autos eléctricos e híbridos. El cupo es de 50.000 y la mayoría vendría desde Asia, se estima. “Es el 10% del mercado”, contó un funcionario que sigue el tema.

No es un camino inexplorado por el Gobierno en el pasado reciente, cuando buscó dar señales ante la suba de precios de los alimentos. Está vivo el recuerdo de los incentivos para la llegada del pan lactal brasileño Bauducco o la baja temporal de algunos impuestos –en ese momento también trabas al acceso de dólares para la importación– para traer alimentos desde el exterior.

Un avance veloz

El dúo compuesto por Pablo Lavigne y Esteban Marzorati avanzaron con fuerza en la desregulación y la quita de trabas al comercio. Se eliminaron licencias de importación, el CEF y se regularizó el flujo pago al exterior; hubo exención del pago de IVA percepción y ganancias a la importación de alimentos, medicamentos y productos de higiene; baja de aranceles a la importación (neumáticos, bicicletas, lavarropas, heladeras, textiles, calzados y autos híbridos); eliminación de impuestos internos para autos de tramo 2 y reducción a la mitad para tramo 3; de trámites “innecesarios” como DJCP para textiles y etiquetado para textil y calzado de importación; eliminación y modificación de reglamentos técnicos que “obstaculizaban el comercio”; modificación del régimen de courier; eliminación del estampillado, valores criterios y valores de referencia y modificación del régimen de importación de bienes usados, entre varios más. También borrado este año el impuesto PAIS.

“Llevará tiempo, pero vamos a converger a precios internacionales”, dijo un funcionario, que cree que hay una presión exportadora, en los alimentos, por caso, con una inercia inflacionaria y otra importadora, a la que le impactará la apertura, un camino de competencia que se viene sí o sí. La velocidad dependerá de la inflación.

En la Casa Rosada no hay dudas: la apertura comercial es parte de la agenda para avanzar en la libertad económica. Ese rumbo se tomará sí o sí. Pero, partiendo desde una base de una economía que estaba muy regulada, el Gobierno priorizó hasta ahora el orden y la secuencialidad. “Esto es orden y velocidad”, explicaron cerca del presidente Javier Milei. Si alguien “se va de mambo” con los precios, “acelerás la secuencia y la velocidad”, precisaron.

Esta semana, varios analistas estimaron que en el Ministerio de Economía, primó cierto “pragmatismo” tras la salida del cepo cambiario. Es que el ministro de Economía, Luis Caputo, cruzó públicamente –a través de la red social X– a la industria alimenticia y de consumo masivo, y a algunas automotrices que decidieron aumentar sus precios.

Sin embargo, el Gobierno dejó traslucir que hay un cambio en la naturaleza de las advertencias oficiales al sector privado por los precios: esta vez “corren” a las empresas con más mercado. Si el último kirchnerismo, con una economía completamente distorsionada y con cepo cambiario, ofrecía a las compañías acceso a los dólares para importar y poder producir solamente si entraban a un control de precios, entre los libertarios las advertencias tienen que ver con el timing de apertura, la desregulación y las medidas para fomentar la competencia en un contexto de estabilización de la economía en el que, afirman oficialmente, deberán afinar sus márgenes de rentabilidad (por la menor inflación y sin cepo) y ser eficientes “puertas adentro”.

Tras la eliminación de las restricciones cambiarias a mediados del mes pasado, hubo dos ejemplos claros: Caputo primero celebró la decisión de los supermercados de no aceptar listas con aumentos de precios. Luego festejó que Unilever y Molinos dieran marcha atrás. En las últimas horas, Molinos informó que por subir precios por debajo de sus costos, tuvo pérdidas en el primer trimestre. “Deben buscar eficiencia”, dijo un funcionario a LA NACION sobre esa novedad.

Esta semana, Caputo recibió a los supermercados. En el comunicado oficial de Economía, tras el encuentro en el que les pidió “no aflojar” ante las listas con aumentos, se explicitó que los supermercados “plantearon la necesidad de fomentar la competencia”. Los comercios, que viven del volumen de ventas, son grandes importadores. La industria vive del margen.

El ministro también cruzó a las automotrices por las alzas que llegaron tras la salida del cepo. Varias recularon y otras subieron por debajo de la inflación. “La aceleración de la apertura comercial va a ser siempre una alternativa ante aumentos de precios que no tienen sustento al no existir convalidación monetaria. Juega el principio de imputación de Menger, ampliándole la oferta a los consumidores”, escribió Felipe Núñez, un hombre fuerte del equipo de Caputo. Citó en su posteo un tuit del ministro en el que hablaba de la posibilidad de “romper puentes de confianza” con la industria si se avalaban esas subas. En el encuentro del Consejo Interamericano de Comercio y Producción (Cicyp) que se realizó esta semana, y al que Caputo faltó –dijeron entre los organizadores, tras leer la noche anterior las críticas por las retenciones al campo (en Economía dieron otra versión ligada a la agenda del ministro)–, un referente del sector automotor afirmó que ese contrapunto público también incidió en la política de precios de las firmas. Hoy, ARCA –la exAFIP– reglamentó el procedimiento para importar sin aranceles autos eléctricos e híbridos. El cupo es de 50.000 y la mayoría vendría desde Asia, se estima. “Es el 10% del mercado”, contó un funcionario que sigue el tema.

No es un camino inexplorado por el Gobierno en el pasado reciente, cuando buscó dar señales ante la suba de precios de los alimentos. Está vivo el recuerdo de los incentivos para la llegada del pan lactal brasileño Bauducco o la baja temporal de algunos impuestos –en ese momento también trabas al acceso de dólares para la importación– para traer alimentos desde el exterior.

Un avance veloz

El dúo compuesto por Pablo Lavigne y Esteban Marzorati avanzaron con fuerza en la desregulación y la quita de trabas al comercio. Se eliminaron licencias de importación, el CEF y se regularizó el flujo pago al exterior; hubo exención del pago de IVA percepción y ganancias a la importación de alimentos, medicamentos y productos de higiene; baja de aranceles a la importación (neumáticos, bicicletas, lavarropas, heladeras, textiles, calzados y autos híbridos); eliminación de impuestos internos para autos de tramo 2 y reducción a la mitad para tramo 3; de trámites “innecesarios” como DJCP para textiles y etiquetado para textil y calzado de importación; eliminación y modificación de reglamentos técnicos que “obstaculizaban el comercio”; modificación del régimen de courier; eliminación del estampillado, valores criterios y valores de referencia y modificación del régimen de importación de bienes usados, entre varios más. También borrado este año el impuesto PAIS.

“Llevará tiempo, pero vamos a converger a precios internacionales”, dijo un funcionario, que cree que hay una presión exportadora, en los alimentos, por caso, con una inercia inflacionaria y otra importadora, a la que le impactará la apertura, un camino de competencia que se viene sí o sí. La velocidad dependerá de la inflación.

 El Gobierno juega la carta de acelerar la apertura y la desregulación para impulsar la competencia y contener aumentos en los precios; pide eficiencia a las compañías privadas  LA NACION