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viernes, mayo 16, 2025
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Un fiscal revela cómo operan las grupos de pedofilia en las juegos en línea y redes sociales

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Una niña se mete a una casa que no conoce porque segundos antes alguien que dijo tener su misma edad la invitó. Un chico se va con un extraño al que le gustan los mismos juegos, la misma música y, quizás, como él, está triste o enojado con sus padres. “Todo eso es Internet, un lugar de riesgos. Y los adultos tenemos que decirles a los chicos que lo que no harían en la calle, tampoco hay que hacerlo en el mundo virtual. Tenemos que explicarles con qué personas se pueden encontrar y qué les puede pasar”.

La metáfora y las palabras son de Tomás Vaccarezza. Está a cargo de la Fiscalía porteña N°17 Especializada en Delitos Informáticos y recibe a LA NACION en su despacho, donde no pasa mucho tiempo. Las investigaciones en el territorio, estar al frente de juicios contra pedófilos o acompañar a las fuerzas de seguridad en allanamientos consumen casi todo su tiempo laboral.

Vaccarezza suma 27 años de experiencia en la Justicia y 15 dedicados a investigar delitos cometidos por adultos contra la integridad sexual de niñas, niños y adolescentes. Apenas comienza esta entrevista, lo llaman para avisarle sobre un allanamiento y la detención de un posible acosador de niños en línea o “groomer”. En medio de esa vorágine, explica cómo operan estos delincuentes y da la noticia alentadora: si bien los casos de acoso a niños crecen, ve que de apoco se amesetan “gracias a la educación digital en las escuelas y la información en los medios de comunicación”.

Pero enseguida advierte: los riesgos a los que están expuestos los chicos son principalmente el ciberacoso o grooming, que en CABA aumentó cerca de un 21% entre 2022 y 2024 y los delitos de distribución, difusión y producción de imágenes de explotación sexual de niños, que va en claro aumento, no solo en CABA sino en todo el país: “Argentina es un gran consumidor de ese material con respecto a otros países, lo que es preocupante porque es un indicio de la gran cantidad de pedófilos que hay en el país”.

−En épocas en las que los chicos acceden a un celular en promedio desde los 9 años, ¿cuál es la principal vía por la cual los pedófilos o groomers se contactan con los chicos?

−El riesgo es multidireccional. Arrancan en juegos como Roblox, en la Play; en redes sociales, como Instagram o TikTok; o en cualquier tipo de plataforma donde haya acceso a un chat. El pedófilo en la web no pesca con mosca, pesca con dinamita. Hoy están en cualquier tipo de aplicación y pueden acosar a decenas a la vez.

−¿Suele opera con un patrón específico?

−Se hace pasar por un chico y entabla una amistad de a poco con la intención más adelante de pedirle imágenes íntimas o sexuales. También pasa que muchas veces es parte del universo del chico, puede ser un profesor, un psicólogo o un entrenador que comienza a hacer contacto en el mundo virtual con la excusa, por ejemplo, de hacer un grupo de juegos en línea.

−¿Cuál es la forma que encuentran para extorsionar al chico para que haga lo que le pida?

−Lo más común es decirle que si no le sigue enviando imágenes íntimas le va a contar a sus padres o las va a difundir en el grupo de los amigos. Porque lo que es más probable es que un amigo del chico haya recibido de esa persona una invitación de amistad. Y ese amigo, al ver que esa persona es amiga de su amigo, la acepta. En todos los casos, hay que saber que el chico es siempre la víctima.

−¿Qué pasa con las plataformas nuevas que van surgiendo? Hace poco se habló de OmeTV, una en la cual los chicos pueden hacer videollamadas de forma aleatoria con usuarios de todo el mundo. ¿Se les puede exigir mayores filtros a las empresas para que los niños o adolescentes no accedan o controlar qué ocurre en esas plataformas?

−Nosotros tenemos que actualizarnos constantemente sobre todo lo que surge, pero lo cierto es que acá hay un problema entre la privacidad que las empresas le ofrecen a sus clientes y el hecho de que los chicos usan plataformas que no fueron creadas para ellos y mienten con la edad para usarlas. Entonces, más allá de la colaboración que les pidamos a las empresas, los padres tienen que poner todos los filtros de control parental sobre las aplicaciones que ellos pueden utilizar. Además, es clave charlar con ellos y decirles crudamente qué riesgos corren si se contactan con extraños y cómo operan estos extraños.

−En la mayoría de los casos, ¿es el chico quien le advierte a los padres o son los padres los que descubren que el chico es acosado?

-En general lo descubren los hermanos mayores, no un padre. Y cuando lo descubre alguno de los padres, la mayoría de las veces es por hallazgos casuales porque el chico o la chica dejó su sesión abierta en la computadora. Y siempre se sorprenden.

−¿Los chicos dan algún tipo de señales cuando están siendo acosados y hostigados?

−Cuando el acoso se da por un tiempo sostenido o cuando se consumó algún tipo de abuso, están más afectados. Se muestran retraídos, nerviosos, muy aislados y metidos en el celular. Los padres suelen ver esos síntomas, pero ya es tarde. Por eso es importante la prevención y siempre realizar la denuncia.

−¿Qué pasos tiene que seguir un adulto en esos casos?

−Siempre hacer la denuncia, no borrar la evidencia, esos diálogos o imágenes, y evitar hacer contacto con el groomer para que no se dé cuenta de que un mayor lo detectó. Esto es así porque si él borra su perfil de la red por la cual contactó al chico, la plataforma no podrá darnos su información.

−¿Qué pasa una vez que sea hace la denuncia?

−Todas las denuncias se investigan. Solo pedimos que las familias nos traigan el celular del chico o el medio por el cual se hicieron los contactos, así hacemos una copia del material. Quizás, depende el caso, el chico tenga que declarar en Cámara Gesell, pero tratamos de tener todas las pruebas para no llegar a eso. Y básicamente tratamos de que las familias, más allá de que podamos realizar una detención, sepan exactamente cuáles fueron los hechos y cómo ocurrieron. Además, a través del Área de Asistencia a Niños, Niñas y Adolescentes (ANNAVI) se les da apoyo psicológico y se orienta a las familias.

−¿Cuánto colaboran las plataformas?

−Suelen prestar ayuda y nos proveen las direcciones de IP por las cuales podemos determinar las zonas donde se conectaron. Después se llevan a cabo un montón de medidas que tienen que ver con el análisis de fuentes abiertas, como su cuenta de perfil de Facebook y el número de teléfono al que está vinculado. Contamos con programas que cruzan datos y así obtenemos desde dónde se conectan, a qué se dedican, con qué otras personas se vinculan, cuáles son los familiares. A veces ocurre que muchos de esos groomers están en el exterior y es cuando uno desearía que la colaboración internacional esté mejor aceitada.

−¿Cuál es el problema que se da en esos casos?

−Determinamos por ejemplo que es una persona que vive en México y lo único que podemos hacer es enviar la investigación a ese país. Pero no sabemos qué hace esa fiscalía. A las familias les aseguramos que van a saber cómo ocurrieron los hechos, pero no mucho más. Es algo en lo que habría que trabajar.

−¿Qué pasa con las imágenes íntimas que quizás llega a compartir un chico con la persona que lo acosa? ¿Dejan de circular?

−No, lamentablemente lo más probable es que el groomer ya la haya hecho circular entre otros, porque siempre actúan en red, intercambiando material. Cuando llega a la fiscalía, lo que hacemos es avisarle a una organización internacional que rastrea esas imágenes en las redes que el niño, niña o adolescente ya está resguardado y que el caso pasó por la Justicia.

−¿A cuántas condenas llegan en promedio por año?

−En promedio y en los diferentes delitos, llegamos a unas 80 por año. La pena que debe cumplir un groomer suele ser de seis meses a cuatro años de prisión efectiva, dependiendo del tenor del acoso y el daño. Cuando se concreta un abuso se suman las penas. Está el caso de un hombre que fue condenado a 20 años. Después hubo un caso de un profesor de karate, padre de familia, que vivía en Las Cañitas. Acosaba y abusaba de sus alumnos. La investigación la iniciamos nosotros en la unidad fiscal y después terminó en la justicia nacional, que lo condenó a 40 años. Los delitos contra la integridad sexual por las que se distribuye, difunde o producen imágenes íntimas de chicos pueden ser condenados entre 4 a 8 años. Cuando hay producción puede haber abuso y allí la pena es mayor.

−¿Cuál es el perfil de quienes cometen esos diferentes delitos?

−En su gran mayoría son hombres. La cantidad de mujeres es ínfima. En cuanto a sus características, no hay un perfil determinado: son hombres de entre 20 y 80 años, pueden ser padres de familia, profesionales, desocupados, estudiantes o solteros que viven solos o con los padres.

−¿Cuál es el delito que más crece?

−Los delitos de distribución, difusión o producción de material sexual infantil, que es el tomar una foto o grabar a un menor, van en aumento. En esos casos, que es un delito contra su integridad sexual, puede haber o no abuso. Esas denuncias las recibimos a través de los medios de contacto con la fiscalía, de otras dependencias y en su gran mayoría de una organización no gubernamental de Estados Unidos, que es el National Center for Missing and Exploited Children. Por una ley federal de ese país, las empresas digitales, como Google, Instagram y demás, deben enviarle a esa ONG el material de explotación sexual infantil que detecten en sus plataformas. Luego, la organización reenvía esas alertas a los países donde ese material se creó o intercambió.

−¿Cuántas de esas imágenes se ubicaron como originadas o distribuidas en nuestro país?

−El año pasado hubo 120 mil denuncias reenviadas al país por esa ONG, lo que preocupa porque implica que hay unos 100 mil pedófilos o más en la Argentina. Sería un promedio de 1035 imágenes diarias. Y si bien no hay mucha producción, se analiza cada caso porque el objetivo es salvar a los chicos del abuso que puedan estar sufriendo. De ellas, después de un filtro que hacemos porque algunas imágenes pueden ser memes o tener décadas, unas 2.200 corresponden a la Ciudad de Buenos Aires y todas y cada una se investigan. A las provincias derivamos unas 13.200.

−¿Detrás de la difusión de imágenes siempre hay abusos?

−Muchas imágenes pueden estar hasheadas, es decir, ya habían sido detectadas por las fuerzas de seguridad en el mundo hace un tiempo y se les había asignado algo así como un identificador digital único para diferenciarlas de imágenes que pueden ser inéditas. Esas imágenes inéditas son inmediatamente cursadas para ser investigadas porque quiere decir que quien la comenzó a difundir también la pudo haber generado y hay un abuso en curso. Pero lo cierto es que este país consume más de lo que produce.

−Teniendo en cuenta que hay nuevas formas de atentar contra la integridad de los chicos en las redes con el ingreso de la Inteligencia Artificial o con el aumento del ciberbullying o el ciberacoso entre los chicos, ¿notan que hay un vacío legal que les impide investigar, prevenir y en el caso de los adultos llegar a condenas?

−El hostigamiento digital, la difusión no consentida de imágenes y el robo de identidad hoy son contravenciones, sin perjuicio que sean incorporados como delitos penales como ocurrió en algunos lugares del mundo. Todo lo que tiene que ver con contravenciones, los menores de 18 años son inimputables. Para los delitos que tienen penas mayores de dos años de prisión, los mayores de 16 sí ya son imputables. Por eso penalizar el bullying a través de medios digitales es complejo porque los que hostigan son menores de edad y es una contravención, más allá de la intervención que podamos tener con la ANNAVI o la Asesoría Tutelar. Lo que tiene que ver con la producción y distribución de imágenes es abuso es grooming o es distribución de imágenes de explotación sexual infantil. Si un chico de 16 años o más difunde imágenes teniendo relaciones con una chica de 14 es punible por ese hecho porque la pena en esos casos es mayor a 3 años. Pero si el chico tiene menos de 16, no es punible.

−¿Y en esos casos qué respuestas les dan a los padres?

−Como en los casos de ciberbullying o difusión de imágenes sin consentimiento, se les sugiere otro tipo de abordaje, donde no interviene la Justicia penal. Allí interviene la Asesoría Tutelar y hay una ley [la 223] en el Ministerio de Educación que obliga a los colegios a tomar intervención en estos casos a través de un protocolo. Los padres pueden abordar el problema desde el colegio, a través del Ministerio de Educación eventualmente. El papel de la escuela en esos casos es clave.

−¿En otros casos no tipificados se les complica investigar un delito contra menores?

−En los casos que son bien novedosos, como en los que se realizan imágenes de desnudos con generación de imágenes por IA y donde se usa el rostro de una menor, nosotros sostenemos que la afectación de integridad sexual de esa menor se da igual, ya que la única que sabe que no es ella, es ella. Y en ese caso lo encuadramos en distribución de imágenes, pero no hemos tenido resoluciones definitivas, si bien lo hemos resuelto así. Cuando se da entre pares, menores de edad y no imputables, menores de 16 años, siempre recomendamos que se denuncie igual porque hay que descartar la existencia de un mayor atrás de la generación de esas imágenes.

Dónde hacer una denuncia

A nivel nacional, en la Fiscalía de Cibercrimen de la Procuración General de la Nación con un mail a cibercrimen@mpf.gov.ar. En la ciudad de Buenos Aires, en la Unidad Fiscal Especializada en Delitos y Contravenciones Informáticas llamando al 0800-3334-7225 o por mail a denuncias@fiscalias.gob.ar.Desde cualquier parte del país también podés llamar a la línea 134 del Ministerio de Seguridad.

Más información

En la guía “Hablemos de abuso sexual”, elaborada por de Fundación La Nación junto a reconocidos especialistas, podés encontrar información útil sobre esta problemática: desde señales de alerta hasta dónde pedir ayuda.Grooming Argentina es una organización social que se dedica a la visibilización, concientización y capacitación vinculada con este delito. Tiene una aplicación donde pueden realizarse denuncias.

Una niña se mete a una casa que no conoce porque segundos antes alguien que dijo tener su misma edad la invitó. Un chico se va con un extraño al que le gustan los mismos juegos, la misma música y, quizás, como él, está triste o enojado con sus padres. “Todo eso es Internet, un lugar de riesgos. Y los adultos tenemos que decirles a los chicos que lo que no harían en la calle, tampoco hay que hacerlo en el mundo virtual. Tenemos que explicarles con qué personas se pueden encontrar y qué les puede pasar”.

La metáfora y las palabras son de Tomás Vaccarezza. Está a cargo de la Fiscalía porteña N°17 Especializada en Delitos Informáticos y recibe a LA NACION en su despacho, donde no pasa mucho tiempo. Las investigaciones en el territorio, estar al frente de juicios contra pedófilos o acompañar a las fuerzas de seguridad en allanamientos consumen casi todo su tiempo laboral.

Vaccarezza suma 27 años de experiencia en la Justicia y 15 dedicados a investigar delitos cometidos por adultos contra la integridad sexual de niñas, niños y adolescentes. Apenas comienza esta entrevista, lo llaman para avisarle sobre un allanamiento y la detención de un posible acosador de niños en línea o “groomer”. En medio de esa vorágine, explica cómo operan estos delincuentes y da la noticia alentadora: si bien los casos de acoso a niños crecen, ve que de apoco se amesetan “gracias a la educación digital en las escuelas y la información en los medios de comunicación”.

Pero enseguida advierte: los riesgos a los que están expuestos los chicos son principalmente el ciberacoso o grooming, que en CABA aumentó cerca de un 21% entre 2022 y 2024 y los delitos de distribución, difusión y producción de imágenes de explotación sexual de niños, que va en claro aumento, no solo en CABA sino en todo el país: “Argentina es un gran consumidor de ese material con respecto a otros países, lo que es preocupante porque es un indicio de la gran cantidad de pedófilos que hay en el país”.

−En épocas en las que los chicos acceden a un celular en promedio desde los 9 años, ¿cuál es la principal vía por la cual los pedófilos o groomers se contactan con los chicos?

−El riesgo es multidireccional. Arrancan en juegos como Roblox, en la Play; en redes sociales, como Instagram o TikTok; o en cualquier tipo de plataforma donde haya acceso a un chat. El pedófilo en la web no pesca con mosca, pesca con dinamita. Hoy están en cualquier tipo de aplicación y pueden acosar a decenas a la vez.

−¿Suele opera con un patrón específico?

−Se hace pasar por un chico y entabla una amistad de a poco con la intención más adelante de pedirle imágenes íntimas o sexuales. También pasa que muchas veces es parte del universo del chico, puede ser un profesor, un psicólogo o un entrenador que comienza a hacer contacto en el mundo virtual con la excusa, por ejemplo, de hacer un grupo de juegos en línea.

−¿Cuál es la forma que encuentran para extorsionar al chico para que haga lo que le pida?

−Lo más común es decirle que si no le sigue enviando imágenes íntimas le va a contar a sus padres o las va a difundir en el grupo de los amigos. Porque lo que es más probable es que un amigo del chico haya recibido de esa persona una invitación de amistad. Y ese amigo, al ver que esa persona es amiga de su amigo, la acepta. En todos los casos, hay que saber que el chico es siempre la víctima.

−¿Qué pasa con las plataformas nuevas que van surgiendo? Hace poco se habló de OmeTV, una en la cual los chicos pueden hacer videollamadas de forma aleatoria con usuarios de todo el mundo. ¿Se les puede exigir mayores filtros a las empresas para que los niños o adolescentes no accedan o controlar qué ocurre en esas plataformas?

−Nosotros tenemos que actualizarnos constantemente sobre todo lo que surge, pero lo cierto es que acá hay un problema entre la privacidad que las empresas le ofrecen a sus clientes y el hecho de que los chicos usan plataformas que no fueron creadas para ellos y mienten con la edad para usarlas. Entonces, más allá de la colaboración que les pidamos a las empresas, los padres tienen que poner todos los filtros de control parental sobre las aplicaciones que ellos pueden utilizar. Además, es clave charlar con ellos y decirles crudamente qué riesgos corren si se contactan con extraños y cómo operan estos extraños.

−En la mayoría de los casos, ¿es el chico quien le advierte a los padres o son los padres los que descubren que el chico es acosado?

-En general lo descubren los hermanos mayores, no un padre. Y cuando lo descubre alguno de los padres, la mayoría de las veces es por hallazgos casuales porque el chico o la chica dejó su sesión abierta en la computadora. Y siempre se sorprenden.

−¿Los chicos dan algún tipo de señales cuando están siendo acosados y hostigados?

−Cuando el acoso se da por un tiempo sostenido o cuando se consumó algún tipo de abuso, están más afectados. Se muestran retraídos, nerviosos, muy aislados y metidos en el celular. Los padres suelen ver esos síntomas, pero ya es tarde. Por eso es importante la prevención y siempre realizar la denuncia.

−¿Qué pasos tiene que seguir un adulto en esos casos?

−Siempre hacer la denuncia, no borrar la evidencia, esos diálogos o imágenes, y evitar hacer contacto con el groomer para que no se dé cuenta de que un mayor lo detectó. Esto es así porque si él borra su perfil de la red por la cual contactó al chico, la plataforma no podrá darnos su información.

−¿Qué pasa una vez que sea hace la denuncia?

−Todas las denuncias se investigan. Solo pedimos que las familias nos traigan el celular del chico o el medio por el cual se hicieron los contactos, así hacemos una copia del material. Quizás, depende el caso, el chico tenga que declarar en Cámara Gesell, pero tratamos de tener todas las pruebas para no llegar a eso. Y básicamente tratamos de que las familias, más allá de que podamos realizar una detención, sepan exactamente cuáles fueron los hechos y cómo ocurrieron. Además, a través del Área de Asistencia a Niños, Niñas y Adolescentes (ANNAVI) se les da apoyo psicológico y se orienta a las familias.

−¿Cuánto colaboran las plataformas?

−Suelen prestar ayuda y nos proveen las direcciones de IP por las cuales podemos determinar las zonas donde se conectaron. Después se llevan a cabo un montón de medidas que tienen que ver con el análisis de fuentes abiertas, como su cuenta de perfil de Facebook y el número de teléfono al que está vinculado. Contamos con programas que cruzan datos y así obtenemos desde dónde se conectan, a qué se dedican, con qué otras personas se vinculan, cuáles son los familiares. A veces ocurre que muchos de esos groomers están en el exterior y es cuando uno desearía que la colaboración internacional esté mejor aceitada.

−¿Cuál es el problema que se da en esos casos?

−Determinamos por ejemplo que es una persona que vive en México y lo único que podemos hacer es enviar la investigación a ese país. Pero no sabemos qué hace esa fiscalía. A las familias les aseguramos que van a saber cómo ocurrieron los hechos, pero no mucho más. Es algo en lo que habría que trabajar.

−¿Qué pasa con las imágenes íntimas que quizás llega a compartir un chico con la persona que lo acosa? ¿Dejan de circular?

−No, lamentablemente lo más probable es que el groomer ya la haya hecho circular entre otros, porque siempre actúan en red, intercambiando material. Cuando llega a la fiscalía, lo que hacemos es avisarle a una organización internacional que rastrea esas imágenes en las redes que el niño, niña o adolescente ya está resguardado y que el caso pasó por la Justicia.

−¿A cuántas condenas llegan en promedio por año?

−En promedio y en los diferentes delitos, llegamos a unas 80 por año. La pena que debe cumplir un groomer suele ser de seis meses a cuatro años de prisión efectiva, dependiendo del tenor del acoso y el daño. Cuando se concreta un abuso se suman las penas. Está el caso de un hombre que fue condenado a 20 años. Después hubo un caso de un profesor de karate, padre de familia, que vivía en Las Cañitas. Acosaba y abusaba de sus alumnos. La investigación la iniciamos nosotros en la unidad fiscal y después terminó en la justicia nacional, que lo condenó a 40 años. Los delitos contra la integridad sexual por las que se distribuye, difunde o producen imágenes íntimas de chicos pueden ser condenados entre 4 a 8 años. Cuando hay producción puede haber abuso y allí la pena es mayor.

−¿Cuál es el perfil de quienes cometen esos diferentes delitos?

−En su gran mayoría son hombres. La cantidad de mujeres es ínfima. En cuanto a sus características, no hay un perfil determinado: son hombres de entre 20 y 80 años, pueden ser padres de familia, profesionales, desocupados, estudiantes o solteros que viven solos o con los padres.

−¿Cuál es el delito que más crece?

−Los delitos de distribución, difusión o producción de material sexual infantil, que es el tomar una foto o grabar a un menor, van en aumento. En esos casos, que es un delito contra su integridad sexual, puede haber o no abuso. Esas denuncias las recibimos a través de los medios de contacto con la fiscalía, de otras dependencias y en su gran mayoría de una organización no gubernamental de Estados Unidos, que es el National Center for Missing and Exploited Children. Por una ley federal de ese país, las empresas digitales, como Google, Instagram y demás, deben enviarle a esa ONG el material de explotación sexual infantil que detecten en sus plataformas. Luego, la organización reenvía esas alertas a los países donde ese material se creó o intercambió.

−¿Cuántas de esas imágenes se ubicaron como originadas o distribuidas en nuestro país?

−El año pasado hubo 120 mil denuncias reenviadas al país por esa ONG, lo que preocupa porque implica que hay unos 100 mil pedófilos o más en la Argentina. Sería un promedio de 1035 imágenes diarias. Y si bien no hay mucha producción, se analiza cada caso porque el objetivo es salvar a los chicos del abuso que puedan estar sufriendo. De ellas, después de un filtro que hacemos porque algunas imágenes pueden ser memes o tener décadas, unas 2.200 corresponden a la Ciudad de Buenos Aires y todas y cada una se investigan. A las provincias derivamos unas 13.200.

−¿Detrás de la difusión de imágenes siempre hay abusos?

−Muchas imágenes pueden estar hasheadas, es decir, ya habían sido detectadas por las fuerzas de seguridad en el mundo hace un tiempo y se les había asignado algo así como un identificador digital único para diferenciarlas de imágenes que pueden ser inéditas. Esas imágenes inéditas son inmediatamente cursadas para ser investigadas porque quiere decir que quien la comenzó a difundir también la pudo haber generado y hay un abuso en curso. Pero lo cierto es que este país consume más de lo que produce.

−Teniendo en cuenta que hay nuevas formas de atentar contra la integridad de los chicos en las redes con el ingreso de la Inteligencia Artificial o con el aumento del ciberbullying o el ciberacoso entre los chicos, ¿notan que hay un vacío legal que les impide investigar, prevenir y en el caso de los adultos llegar a condenas?

−El hostigamiento digital, la difusión no consentida de imágenes y el robo de identidad hoy son contravenciones, sin perjuicio que sean incorporados como delitos penales como ocurrió en algunos lugares del mundo. Todo lo que tiene que ver con contravenciones, los menores de 18 años son inimputables. Para los delitos que tienen penas mayores de dos años de prisión, los mayores de 16 sí ya son imputables. Por eso penalizar el bullying a través de medios digitales es complejo porque los que hostigan son menores de edad y es una contravención, más allá de la intervención que podamos tener con la ANNAVI o la Asesoría Tutelar. Lo que tiene que ver con la producción y distribución de imágenes es abuso es grooming o es distribución de imágenes de explotación sexual infantil. Si un chico de 16 años o más difunde imágenes teniendo relaciones con una chica de 14 es punible por ese hecho porque la pena en esos casos es mayor a 3 años. Pero si el chico tiene menos de 16, no es punible.

−¿Y en esos casos qué respuestas les dan a los padres?

−Como en los casos de ciberbullying o difusión de imágenes sin consentimiento, se les sugiere otro tipo de abordaje, donde no interviene la Justicia penal. Allí interviene la Asesoría Tutelar y hay una ley [la 223] en el Ministerio de Educación que obliga a los colegios a tomar intervención en estos casos a través de un protocolo. Los padres pueden abordar el problema desde el colegio, a través del Ministerio de Educación eventualmente. El papel de la escuela en esos casos es clave.

−¿En otros casos no tipificados se les complica investigar un delito contra menores?

−En los casos que son bien novedosos, como en los que se realizan imágenes de desnudos con generación de imágenes por IA y donde se usa el rostro de una menor, nosotros sostenemos que la afectación de integridad sexual de esa menor se da igual, ya que la única que sabe que no es ella, es ella. Y en ese caso lo encuadramos en distribución de imágenes, pero no hemos tenido resoluciones definitivas, si bien lo hemos resuelto así. Cuando se da entre pares, menores de edad y no imputables, menores de 16 años, siempre recomendamos que se denuncie igual porque hay que descartar la existencia de un mayor atrás de la generación de esas imágenes.

Dónde hacer una denuncia

A nivel nacional, en la Fiscalía de Cibercrimen de la Procuración General de la Nación con un mail a cibercrimen@mpf.gov.ar. En la ciudad de Buenos Aires, en la Unidad Fiscal Especializada en Delitos y Contravenciones Informáticas llamando al 0800-3334-7225 o por mail a denuncias@fiscalias.gob.ar.Desde cualquier parte del país también podés llamar a la línea 134 del Ministerio de Seguridad.

Más información

En la guía “Hablemos de abuso sexual”, elaborada por de Fundación La Nación junto a reconocidos especialistas, podés encontrar información útil sobre esta problemática: desde señales de alerta hasta dónde pedir ayuda.Grooming Argentina es una organización social que se dedica a la visibilización, concientización y capacitación vinculada con este delito. Tiene una aplicación donde pueden realizarse denuncias. Tomás Vaccareza, de la fiscalía especializada en Delitos Informáticos, habló con LA NACION sobre los riesgos a los que están expuestos los chicos en el mundo virtual; de la explotación sexual a los desnudos con inteligencia artificial  LA NACION