De bicho raro a mesías cinematográfico: Tom Cruise, la estrella que renació de sus propias cenizas

¡“Le salvaste el cul… a Hollywood”!, le dijo, antes de darle un abrazo, un contentísimo Steven Spielberg a Tom Cruise. Top Gun: Maverick era la película que había inyectado una dosis necesaria de adrenalina para los espectadores y la industria. Pero el actor también recibía el merecido crédito por haber salvado a algo más que Hollywood: era su gran piloto de tormentas, el hombre que surcó los cielos rompiendo la barrera del sonido. La estrella que, como el cine, renació de las cenizas.
¿Pero quién es Tom Cruise? Para muchos es, con razón, la última gran estrella de cine. Su nombre está asociado a un género preciso: el de acción. Las películas de Misión imposible contribuyeron en gran parte para crear esa imagen del hombre que, como Buster Keaton, hace de las piruetas y acrobacias físicas en un arte.
Cuando todos los pronósticos para el cine eran sombríos, Top Gun: Maverick iluminó el futuro al probar que las salas todavía podían llenarse de gente. Ni los más optimistas sospechaban que sería un éxito taquillero sostenido durante meses en cartelera. Maverick, Cruise, logró tal hazaña cuando varios creían que, entre la pandemia y el streaming, la experiencia colectiva tenía los días contados.
Apodado el “presidente del cine”, Cruise se ganó el cariño de los cinéfilos en las redes sociales. Desde 2020, cuando se puso un tapabocas para ir a ver Tenet, actúa como si fuera el representante de Hollywood. Su gesto, más que un desafío a las restricciones, fue una muestra de apoyo para las salas que estaban por enfrentar la mayor crisis de su historia.
La escena se repitió algunas veces más, en otros contextos. En pleno furor por Barbenheimer, Cruise fue a ver ambas películas el mismo día y compartió la experiencia en sus redes sociales. Aunque Barbie y Oppenheimer competían directamente contra Misión imposible: sentencia mortal, la publicidad altruista de Cruise, poco frecuente entre las figuras de Hollywood, parecía enviar un mensaje claro: hay que apoyar al cine, incluso si eso significa perder espectadores propios.
Miles de atletas lo aplaudieron cuando apareció en la ceremonia de clausura de los Juegos Olímpicos 2024. Fiel a su estilo, descendió desde el techo del Estadio de Francia como si fuera otra de las piruetas de riesgo a las que está acostumbrado. Cruise, un showman, actuó como embajador de Hollywood.
Pero la opinión pública, ya sea sobre presidentes o estrellas de Hollywood, puede ser pendular. La imagen positiva de Tom Cruise en 2025 es muy distinta a la que tenía hace 20 años.
La entrevista fue en un estudio de televisión. No en cualquiera: el “living” era el de Oprah Winfrey, el lugar en el que cualquier famoso ansiaba estar. Uno de los programas más vistos de la televisión estadounidense. Era el momento perfecto para que Cruise consiguiera algo más que promocionar Guerra de los mundos, la remake dirigida por Steven Spielberg. Pero todo salió mal.
En ese momento, crecían las especulaciones sobre la vida íntima del actor. En 2001, un escándalo llegó a la portada de las revistas sensacionalistas: Tom Cruise demandaba a un actor erótico que proclamaba haber sido su amante. El carismático protagonista de Jerry Maguire ganó el juicio por difamación, pero el litigio no hizo más que alimentar las especulaciones sobre lo que sucedía cuando se apagan las cámaras.
Difícil ruptura
Tampoco lo ayudaban los rumores sobre la tormentosa relación que había mantenido con Nicole Kidman. ¿Por qué se hablaba de un divorcio millonario en medio de rumores sobre teléfonos intervenidos y bozales legales? Porque detrás de esa ruptura se cernía una sombra muy oscura y perversa: la creciente influencia de la Iglesia de la Cienciología sobre uno de los hombres más poderosos de Hollywood.
La entrevista con Oprah podía haber servido para poner fin a las especulaciones y rehabilitar la imagen del galán que había conquistado a generaciones de adultos con Top Gun, Rain Man y Cocktail. Pero, lejos de lograr ese objetivo, lo hundió más.
Todo descarriló cuando, durante la entrevista, Oprah le preguntó por su relación con Katie Holmes. Cruise se puso eufórico. Saltó sobre el sillón, gritó, y celebró su nuevo noviazgo. Para los televidentes, esa demostración de alegría no fue genuina. El histrionismo de Cruise se convirtió en el material que alimentó parodias, como las que armaron Scary Movie y South Park. Tom Cruise estaba a un paso de convertirse en un chiste dentro de la industria.
La gira publicitaria de Guerra de los mundos no hizo más que empeorar. En otro programa de televisión, un periodista le preguntó sobre sus declaraciones en contra de los antidepresivos. “Nunca estuve de acuerdo con la psiquiatría, incluso antes de la Cienciología. Estudié la historia de la psiquiatría y sé que es una pseudociencia. No existen los desbalances químicos, las drogas alteran la mente y vos no lo entendés. Deberías ser más responsable y saber de qué se trata porque sos un comunicador”. “Se nota que hiciste la tarea y sabés sobre el tema”, le dijo Matt Lauer. “Y vos también deberías”, respondió, muy serio, Cruise. Al finalizar, ante una discusión cada vez más tensa, el presentador le preguntó: “¿Te gustaría que más gente entendiera la Cienciología? ¿Ese es tu objetivo?”. “Absolutamente”, respondió el actor.
Cruise era la cara más visible de una secta que parecía cooptar a muchas personalidades de Hollywood. Desde John Travolta hasta Paul Haggis, fueron varios los nombres seducidos por la Cienciología. Pero, a diferencia del resto, la estrella de Misión imposible aparecía en ceremonias del grupo, luciendo con orgullo las medallas recibidas.
Los videoclips de los discursos de Cruise promocionando la Cienciología se hicieron virales en YouTube. Pero ni siquiera un documental como Going Clear, que reveló las redes de poder más oscuras de esa ideología, hizo que el actor cambiara de postura.
Desde 2005, sin embargo, Cruise optó por mantener sus creencias religiosas y relaciones fuera del alcance de los medios. Hubo una extraña excepción en 2018, cuando una periodista australiana se animó a preguntarle por su vínculo con la Cienciología: “Llevo más de 30 años con ellos. Es una religión hermosa que me ayudó mucho”. Fue una de las pocas veces que el protagonista de Magnolia habló públicamente sobre sus creencias.
Nada de política
Cruise aprendió que cualquier palabra suya puede tener una repercusión negativa amplificada por los medios y las redes sociales, y cuida mucho su imagen para no perder la opinión favorable que logró reconstruir en los últimos años. A diferencia de muchos de sus colegas, evita opinar sobre política.
Esto quedó demostrado cuando le preguntaron en Corea del Sur, tres días antes del estreno de Misión imposible: la sentencia final en Cannes, qué opinaba sobre los aranceles que Donald Trump quería imponer a las producciones filmadas fuera de los EE.UU. “Preferiría responder preguntas sobre la película que estoy promocionando”, fue su única respuesta, algo que desconcertó a quienes esperaban que “el presidente del cine” se enfrentara al último presidente electo de su país.
Además de promotor del Séptimo Arte, Cruise empezó a apadrinar a la nueva generación con potencial de estrellas. Lo hizo con Glenn Powell, su compañero en Top Gun: Maverick, cuando se presentó al estreno de Tornados. Luego, Powell confesó que fue Cruise quien le dio consejos para correr frente a cámara. Y no fue el único que recibió sugerencias.
Consejos para los jóvenes
“Me di cuenta de que había llegado el momento de subir el nivel”, dijo Timothée Chalamet tras recibir un mail de Tom Cruise. “Me escribió para decirme que antes, en Hollywood, te formaban para bailar y luchar, pero hoy nadie exige eso, así que depende de mí hacerlo”.
Es evidente que Cruise venera al cine clásico. Especialmente, a un modo de hacer películas que viene de la época dorada. Promocionando Misión imposible: la sentencia final, dio un consejo a los actores jóvenes: “A muchos artistas no les enseñan en las escuelas de cine a entender las lentes y el seguimiento de la mirada sobre la pantalla. Siempre les digo que pasen tiempo en la sala de edición, que estudien películas clásicas, que reconozcan lo que ofrece la composición, que entiendan la iluminación para usarla en su beneficio. Marlon Brando entendía de iluminación. Todos los grandes lo hacían”.
Si su vida privada puede ser controvertida, no sucede lo mismo con las películas que elige. Tiene una filmografía digna de las mejores estrellas de la historia. Actuó bajo las órdenes de Stanley Kubrick, Martin Scorsese, Oliver Stone, Ridley Scott y Steven Spielberg. Hizo drama, ciencia ficción y fantasía, pero también se animó a las comedias, como Austin Powers en Goldmember y Una guerra de película (más conocida como Tropic Thunder). En esta última, fue idea suya interpretar al productor Les Grossman, un bravucón de manos enormes que baila en secreto. El personaje gustó tanto que repitió la performance en los MTV Awards de 2009.
Negocios riesgosos, Entrevista con el vampiro, Top Gun y Cuestión de honor, entre otras, atestiguan que no le faltaron éxitos en sus más de cuarenta años de carrera. Pero también tuvo sus fracasos. Aunque hoy no parezcan tan graves, películas como Oblivion no cumplieron las expectativas comerciales de su momento. Algunas de esas “derrotas”, como Al filo del mañana, hoy son consideradas grandes películas que no encontraron a su audiencia al momento del estreno en salas.
¿Cuál es el próximo proyecto del hombre que pasó de ser considerado un psicópata americano, un bicho raro para la prensa y el público, a convertirse en el amado mesías cinematográfico capaz de llevar al Séptimo Arte de nuevo hacia lo más alto? Una película dirigida por Alejandro Iñárritu. ¿De qué se trata? De un hombre poderosísimo que intenta salvar al mundo del desastre que él mismo provocó. Si algo en el argumento resuena con el significante “Tom Cruise”, probablemente sea porque su vida también es, profundamente, cinematográfica
¡“Le salvaste el cul… a Hollywood”!, le dijo, antes de darle un abrazo, un contentísimo Steven Spielberg a Tom Cruise. Top Gun: Maverick era la película que había inyectado una dosis necesaria de adrenalina para los espectadores y la industria. Pero el actor también recibía el merecido crédito por haber salvado a algo más que Hollywood: era su gran piloto de tormentas, el hombre que surcó los cielos rompiendo la barrera del sonido. La estrella que, como el cine, renació de las cenizas.
¿Pero quién es Tom Cruise? Para muchos es, con razón, la última gran estrella de cine. Su nombre está asociado a un género preciso: el de acción. Las películas de Misión imposible contribuyeron en gran parte para crear esa imagen del hombre que, como Buster Keaton, hace de las piruetas y acrobacias físicas en un arte.
Cuando todos los pronósticos para el cine eran sombríos, Top Gun: Maverick iluminó el futuro al probar que las salas todavía podían llenarse de gente. Ni los más optimistas sospechaban que sería un éxito taquillero sostenido durante meses en cartelera. Maverick, Cruise, logró tal hazaña cuando varios creían que, entre la pandemia y el streaming, la experiencia colectiva tenía los días contados.
Apodado el “presidente del cine”, Cruise se ganó el cariño de los cinéfilos en las redes sociales. Desde 2020, cuando se puso un tapabocas para ir a ver Tenet, actúa como si fuera el representante de Hollywood. Su gesto, más que un desafío a las restricciones, fue una muestra de apoyo para las salas que estaban por enfrentar la mayor crisis de su historia.
La escena se repitió algunas veces más, en otros contextos. En pleno furor por Barbenheimer, Cruise fue a ver ambas películas el mismo día y compartió la experiencia en sus redes sociales. Aunque Barbie y Oppenheimer competían directamente contra Misión imposible: sentencia mortal, la publicidad altruista de Cruise, poco frecuente entre las figuras de Hollywood, parecía enviar un mensaje claro: hay que apoyar al cine, incluso si eso significa perder espectadores propios.
Miles de atletas lo aplaudieron cuando apareció en la ceremonia de clausura de los Juegos Olímpicos 2024. Fiel a su estilo, descendió desde el techo del Estadio de Francia como si fuera otra de las piruetas de riesgo a las que está acostumbrado. Cruise, un showman, actuó como embajador de Hollywood.
Pero la opinión pública, ya sea sobre presidentes o estrellas de Hollywood, puede ser pendular. La imagen positiva de Tom Cruise en 2025 es muy distinta a la que tenía hace 20 años.
La entrevista fue en un estudio de televisión. No en cualquiera: el “living” era el de Oprah Winfrey, el lugar en el que cualquier famoso ansiaba estar. Uno de los programas más vistos de la televisión estadounidense. Era el momento perfecto para que Cruise consiguiera algo más que promocionar Guerra de los mundos, la remake dirigida por Steven Spielberg. Pero todo salió mal.
En ese momento, crecían las especulaciones sobre la vida íntima del actor. En 2001, un escándalo llegó a la portada de las revistas sensacionalistas: Tom Cruise demandaba a un actor erótico que proclamaba haber sido su amante. El carismático protagonista de Jerry Maguire ganó el juicio por difamación, pero el litigio no hizo más que alimentar las especulaciones sobre lo que sucedía cuando se apagan las cámaras.
Difícil ruptura
Tampoco lo ayudaban los rumores sobre la tormentosa relación que había mantenido con Nicole Kidman. ¿Por qué se hablaba de un divorcio millonario en medio de rumores sobre teléfonos intervenidos y bozales legales? Porque detrás de esa ruptura se cernía una sombra muy oscura y perversa: la creciente influencia de la Iglesia de la Cienciología sobre uno de los hombres más poderosos de Hollywood.
La entrevista con Oprah podía haber servido para poner fin a las especulaciones y rehabilitar la imagen del galán que había conquistado a generaciones de adultos con Top Gun, Rain Man y Cocktail. Pero, lejos de lograr ese objetivo, lo hundió más.
Todo descarriló cuando, durante la entrevista, Oprah le preguntó por su relación con Katie Holmes. Cruise se puso eufórico. Saltó sobre el sillón, gritó, y celebró su nuevo noviazgo. Para los televidentes, esa demostración de alegría no fue genuina. El histrionismo de Cruise se convirtió en el material que alimentó parodias, como las que armaron Scary Movie y South Park. Tom Cruise estaba a un paso de convertirse en un chiste dentro de la industria.
La gira publicitaria de Guerra de los mundos no hizo más que empeorar. En otro programa de televisión, un periodista le preguntó sobre sus declaraciones en contra de los antidepresivos. “Nunca estuve de acuerdo con la psiquiatría, incluso antes de la Cienciología. Estudié la historia de la psiquiatría y sé que es una pseudociencia. No existen los desbalances químicos, las drogas alteran la mente y vos no lo entendés. Deberías ser más responsable y saber de qué se trata porque sos un comunicador”. “Se nota que hiciste la tarea y sabés sobre el tema”, le dijo Matt Lauer. “Y vos también deberías”, respondió, muy serio, Cruise. Al finalizar, ante una discusión cada vez más tensa, el presentador le preguntó: “¿Te gustaría que más gente entendiera la Cienciología? ¿Ese es tu objetivo?”. “Absolutamente”, respondió el actor.
Cruise era la cara más visible de una secta que parecía cooptar a muchas personalidades de Hollywood. Desde John Travolta hasta Paul Haggis, fueron varios los nombres seducidos por la Cienciología. Pero, a diferencia del resto, la estrella de Misión imposible aparecía en ceremonias del grupo, luciendo con orgullo las medallas recibidas.
Los videoclips de los discursos de Cruise promocionando la Cienciología se hicieron virales en YouTube. Pero ni siquiera un documental como Going Clear, que reveló las redes de poder más oscuras de esa ideología, hizo que el actor cambiara de postura.
Desde 2005, sin embargo, Cruise optó por mantener sus creencias religiosas y relaciones fuera del alcance de los medios. Hubo una extraña excepción en 2018, cuando una periodista australiana se animó a preguntarle por su vínculo con la Cienciología: “Llevo más de 30 años con ellos. Es una religión hermosa que me ayudó mucho”. Fue una de las pocas veces que el protagonista de Magnolia habló públicamente sobre sus creencias.
Nada de política
Cruise aprendió que cualquier palabra suya puede tener una repercusión negativa amplificada por los medios y las redes sociales, y cuida mucho su imagen para no perder la opinión favorable que logró reconstruir en los últimos años. A diferencia de muchos de sus colegas, evita opinar sobre política.
Esto quedó demostrado cuando le preguntaron en Corea del Sur, tres días antes del estreno de Misión imposible: la sentencia final en Cannes, qué opinaba sobre los aranceles que Donald Trump quería imponer a las producciones filmadas fuera de los EE.UU. “Preferiría responder preguntas sobre la película que estoy promocionando”, fue su única respuesta, algo que desconcertó a quienes esperaban que “el presidente del cine” se enfrentara al último presidente electo de su país.
Además de promotor del Séptimo Arte, Cruise empezó a apadrinar a la nueva generación con potencial de estrellas. Lo hizo con Glenn Powell, su compañero en Top Gun: Maverick, cuando se presentó al estreno de Tornados. Luego, Powell confesó que fue Cruise quien le dio consejos para correr frente a cámara. Y no fue el único que recibió sugerencias.
Consejos para los jóvenes
“Me di cuenta de que había llegado el momento de subir el nivel”, dijo Timothée Chalamet tras recibir un mail de Tom Cruise. “Me escribió para decirme que antes, en Hollywood, te formaban para bailar y luchar, pero hoy nadie exige eso, así que depende de mí hacerlo”.
Es evidente que Cruise venera al cine clásico. Especialmente, a un modo de hacer películas que viene de la época dorada. Promocionando Misión imposible: la sentencia final, dio un consejo a los actores jóvenes: “A muchos artistas no les enseñan en las escuelas de cine a entender las lentes y el seguimiento de la mirada sobre la pantalla. Siempre les digo que pasen tiempo en la sala de edición, que estudien películas clásicas, que reconozcan lo que ofrece la composición, que entiendan la iluminación para usarla en su beneficio. Marlon Brando entendía de iluminación. Todos los grandes lo hacían”.
Si su vida privada puede ser controvertida, no sucede lo mismo con las películas que elige. Tiene una filmografía digna de las mejores estrellas de la historia. Actuó bajo las órdenes de Stanley Kubrick, Martin Scorsese, Oliver Stone, Ridley Scott y Steven Spielberg. Hizo drama, ciencia ficción y fantasía, pero también se animó a las comedias, como Austin Powers en Goldmember y Una guerra de película (más conocida como Tropic Thunder). En esta última, fue idea suya interpretar al productor Les Grossman, un bravucón de manos enormes que baila en secreto. El personaje gustó tanto que repitió la performance en los MTV Awards de 2009.
Negocios riesgosos, Entrevista con el vampiro, Top Gun y Cuestión de honor, entre otras, atestiguan que no le faltaron éxitos en sus más de cuarenta años de carrera. Pero también tuvo sus fracasos. Aunque hoy no parezcan tan graves, películas como Oblivion no cumplieron las expectativas comerciales de su momento. Algunas de esas “derrotas”, como Al filo del mañana, hoy son consideradas grandes películas que no encontraron a su audiencia al momento del estreno en salas.
¿Cuál es el próximo proyecto del hombre que pasó de ser considerado un psicópata americano, un bicho raro para la prensa y el público, a convertirse en el amado mesías cinematográfico capaz de llevar al Séptimo Arte de nuevo hacia lo más alto? Una película dirigida por Alejandro Iñárritu. ¿De qué se trata? De un hombre poderosísimo que intenta salvar al mundo del desastre que él mismo provocó. Si algo en el argumento resuena con el significante “Tom Cruise”, probablemente sea porque su vida también es, profundamente, cinematográfica
Con Top Gun: Maverick logró, en 2022, la hazaña de llenar las salas en todo el mundo, cuando muchos creían que era imposible; la vigencia de una figura que no cede al paso de los años LA NACION