“Muro contra la inseguridad”. Habilitan la terminación de una obra para resguardar a una universidad que despierta polémica con los vecinos

MENDOZA.- No hubo marcha atrás. Fue solo un parate para conseguir la habilitación final y continuar. Así, la construcción del polémico “muro contra la inseguridad” en la Universidad Nacional de Cuyo (UNCuyo) frente a barrios marginales volvió a activarse, después de cuatro meses de “papeleo”.
La Municipalidad de la Ciudad de Mendoza, tras considerarla inicialmente una “obra clandestina”, le dio el visto bueno, exigiéndole a la casa de estudios solo algunas modificaciones en la edificación, entre ellas la colocación de rejas entre algunos bloques de cemento para que tenga algo de visibilidad y no afecte el paisaje. Así, la decisión oficial de seguir adelante con las obras, que ya superan el 70% y concluirán en la primavera, volvió a generar todo tipo de repercusiones, a favor y en contra.
De esta manera, tras sortear el escollo comunal de cumplimiento al Código Urbano y de Edificación, la UNCuyo buscará resguardarse de los asaltos frecuentes con el imponente cerco perimetral de hormigón armado y rejas, con una inversión final de unos $600 millones. En el medio de la decisión quedó en el aire la queja de algunos sectores académicos, estudiantiles, legislativos y sociales que pedían dar el debate público, más allá de los aportes que hicieron especialistas en seguridad y arquitectos. En las paredes de la obra, por estos días, se puede ver un mural anónimo: “Construye muros, destruye futuros”.
En reiteradas oportunidades, desde la universidad indicaron que la obra “no es contra los barrios”, sino una medida necesaria ante la falta de cierre perimetral en la zona, ya que registraron un crecimiento de hechos de inseguridad, que incluyeron asaltos y amenazas con uso de armas.
En diálogo con LA NACION, vecinos de la zona mostraron sus posturas. En su mayoría, más allá de respaldar o no la colocación del muro, creyeron que iba a ser dado de baja por la comuna o que la universidad iba a desistir por el impacto social que provoca una medida semejante.
“Me sorprendió que continuara la obra. No veo tan mal que se haga algo más por la seguridad de los estudiantes y el personal de la universidad, pero la verdad es que hay otras formas de brindar seguridad en la zona”, expuso a este diario Marcelo, un vecino de los barrios aledaños al centro educativo.
“No estoy de acuerdo con el muro, ni acá ni en cualquier parte del mundo. Aunque entiendo la preocupación por la inseguridad, es una medida discriminatoria y xenófoba, porque hay otras formas de enfrentar el problema. Estaba segura que lo iban a derrumbar”, expresó a este diario Alicia, otra vecina del lugar, que hace un llamado a las autoridades para que revean la decisión y dispongan “vigilancia real, móvil y fija” en la zona.
“Creo que es una discusión innecesaria. Lo real y concreto es que la universidad y su comunidad deben preservarse de los hechos delictivos, y está en su derecho de cerrar su perímetro. Bienvenido el muro, y no creo que afecte a nadie, pero tras la polémica me sorprendió que no lo hayan tirado abajo”, reconoció Mario, otro residente del oeste capitalino.
“Da vergüenza que una casa de estudios prestigiosa le atribuya poderes mágicos a un muro. La exclusión no resuelve la violencia, solo profundiza la distancia. La UNCuyo debe frenar la obra: está en juego su rol social y el principio de ser una universidad de puertas abiertas”, se despachó el diputado provincial peronista, José Luis Ramón, que no encontró eco entre sus pares.
Hay cambios que se deben realizar para tener la habilitación final: entre las placas de cemento prefabricadas de gran espesor se ordenó la colocación de rejas, principalmente para que no se pierdan la visibilidad hacia fuera y dentro del campus, desde el reconocido canal Papagayos hasta la calle Champagnat.
Tras la controversia y el stand by a la obra hasta regularizar los papeles, se conoció el reparo que hizo un grupo de arquitectos, asegurando que la obra “contradice” los principios urbanísticos y paisajísticos de la universidad, por contaminar incluso la vista de la montaña y la ciudad. También señalaron que se generará una “isla de calor urbana”, que tendrá mayor impacto en la época estival. Sobre el tipo de construcción, desde la universidad indicaron que se trata de bloques de hormigón de “alta durabilidad”, con estructuras estables y resistentes, con técnicas de sostenibilidad ambiental. Finalmente, la colocación de rejas permitirá dar algún tipo de respuesta al reclamo de los profesionales.
MENDOZA.- No hubo marcha atrás. Fue solo un parate para conseguir la habilitación final y continuar. Así, la construcción del polémico “muro contra la inseguridad” en la Universidad Nacional de Cuyo (UNCuyo) frente a barrios marginales volvió a activarse, después de cuatro meses de “papeleo”.
La Municipalidad de la Ciudad de Mendoza, tras considerarla inicialmente una “obra clandestina”, le dio el visto bueno, exigiéndole a la casa de estudios solo algunas modificaciones en la edificación, entre ellas la colocación de rejas entre algunos bloques de cemento para que tenga algo de visibilidad y no afecte el paisaje. Así, la decisión oficial de seguir adelante con las obras, que ya superan el 70% y concluirán en la primavera, volvió a generar todo tipo de repercusiones, a favor y en contra.
De esta manera, tras sortear el escollo comunal de cumplimiento al Código Urbano y de Edificación, la UNCuyo buscará resguardarse de los asaltos frecuentes con el imponente cerco perimetral de hormigón armado y rejas, con una inversión final de unos $600 millones. En el medio de la decisión quedó en el aire la queja de algunos sectores académicos, estudiantiles, legislativos y sociales que pedían dar el debate público, más allá de los aportes que hicieron especialistas en seguridad y arquitectos. En las paredes de la obra, por estos días, se puede ver un mural anónimo: “Construye muros, destruye futuros”.
En reiteradas oportunidades, desde la universidad indicaron que la obra “no es contra los barrios”, sino una medida necesaria ante la falta de cierre perimetral en la zona, ya que registraron un crecimiento de hechos de inseguridad, que incluyeron asaltos y amenazas con uso de armas.
En diálogo con LA NACION, vecinos de la zona mostraron sus posturas. En su mayoría, más allá de respaldar o no la colocación del muro, creyeron que iba a ser dado de baja por la comuna o que la universidad iba a desistir por el impacto social que provoca una medida semejante.
“Me sorprendió que continuara la obra. No veo tan mal que se haga algo más por la seguridad de los estudiantes y el personal de la universidad, pero la verdad es que hay otras formas de brindar seguridad en la zona”, expuso a este diario Marcelo, un vecino de los barrios aledaños al centro educativo.
“No estoy de acuerdo con el muro, ni acá ni en cualquier parte del mundo. Aunque entiendo la preocupación por la inseguridad, es una medida discriminatoria y xenófoba, porque hay otras formas de enfrentar el problema. Estaba segura que lo iban a derrumbar”, expresó a este diario Alicia, otra vecina del lugar, que hace un llamado a las autoridades para que revean la decisión y dispongan “vigilancia real, móvil y fija” en la zona.
“Creo que es una discusión innecesaria. Lo real y concreto es que la universidad y su comunidad deben preservarse de los hechos delictivos, y está en su derecho de cerrar su perímetro. Bienvenido el muro, y no creo que afecte a nadie, pero tras la polémica me sorprendió que no lo hayan tirado abajo”, reconoció Mario, otro residente del oeste capitalino.
“Da vergüenza que una casa de estudios prestigiosa le atribuya poderes mágicos a un muro. La exclusión no resuelve la violencia, solo profundiza la distancia. La UNCuyo debe frenar la obra: está en juego su rol social y el principio de ser una universidad de puertas abiertas”, se despachó el diputado provincial peronista, José Luis Ramón, que no encontró eco entre sus pares.
Hay cambios que se deben realizar para tener la habilitación final: entre las placas de cemento prefabricadas de gran espesor se ordenó la colocación de rejas, principalmente para que no se pierdan la visibilidad hacia fuera y dentro del campus, desde el reconocido canal Papagayos hasta la calle Champagnat.
Tras la controversia y el stand by a la obra hasta regularizar los papeles, se conoció el reparo que hizo un grupo de arquitectos, asegurando que la obra “contradice” los principios urbanísticos y paisajísticos de la universidad, por contaminar incluso la vista de la montaña y la ciudad. También señalaron que se generará una “isla de calor urbana”, que tendrá mayor impacto en la época estival. Sobre el tipo de construcción, desde la universidad indicaron que se trata de bloques de hormigón de “alta durabilidad”, con estructuras estables y resistentes, con técnicas de sostenibilidad ambiental. Finalmente, la colocación de rejas permitirá dar algún tipo de respuesta al reclamo de los profesionales.
Después de cuatro meses, se dio permiso para avanzar en esa construcción en Mendoza que separa la casa de estudio de barrios marginales LA NACION