
Su caso fue definido por el juez en lo penal económico Marcelo Aguinsky como una “bomba de tiempo”. Si completaba el viaje que había comenzado a hacer en Lima y que iba a finalizar en Milán, Italia, previa escala en Alemania, su vida corría “riesgo mortal”. En su organismo llevaba ocultas 90 cápsulas con cocaína.
Pero, Diego Morales García, un ciudadano peruano que el próximo 7 de agosto cumplirá 30 años, fue descubierto en el aeropuerto internacional de Ezeiza. Ahora está detenido con prisión preventiva. Era una “mula”, apelativo de las personas que introducen estupefacientes en su organismo o en su equipaje para concretar el tráfico de drogas.
Lo singular del caso es que Morales García, a diferencia de otras “mulas”, no ingirió las cápsulas en la Argentina, mientras esperaba la hora de volar hacia Europa. Llegó al país, desde Perú, ya con el “cargamento” en su cuerpo.
Así se desprende de la resolución firmada en las últimas horas por el juez Aguinsky donde procesó con prisión preventiva al sospechoso por el delito de contrabando.
La “mula” fue descubierta en un control selectivo de pasajes y equipaje hecho por la Policía de Seguridad Aeroportuaria (PSA) el sábado de la semana pasada en el sector conocido como Nueva Terminal de Partidas del aeropuerto internacional de Ezeiza.
Morales García tenía un pasaje para viajar a Milán por la línea aérea Lufthansa. El vuelo iba a hacer una escala en Frankfurt, Alemania.
El control del equipaje fue negativo, pero por “el nerviosismo que demostraba, la incongruencia con que respondía a las preguntas del personal de la Dirección General de Aduanas (DGA) y el itinerario que cubría el pasajero, se decidió hacer un examen con el body scan de la PSA”, según se desprende del expediente judicial. Fue entonces cuando se le descubrió la carga que llevaba oculta en su cuerpo.
El sospechoso había llegado pocas horas antes a la Argentina desde Lima, en un vuelo de la empresa Sky que aterrizó en el aeroparque metropolitano Jorge Newbery.
Según pudieron reconstruir los investigadores a partir de las imágenes de las cámaras de identificación facial, en el aeroparque no se encontró con nadie. En taxi se fue director a Ezeiza para viajar a Italia.
“Si bien Morales García fue detenido en oportunidad de intentar salir del país, existen indicios suficientes que permiten suponer que ya se encontraba ingestado [sic] al momento de llegar a la Argentina, procedente de Perú”, explicó el magistrado en la citada resolución.
A las 12.30 se tomó, desde aeroparque, un taxi que lo llevó al aeropuerto de Ezeiza, donde llegó a las 13.45. A las 16 se presentó para despachar las valijas e intentar viajar a Europa.
“Las circunstancias mencionadas, como la experiencia previa que el suscripto posee en delitos de características similares, llevan a presumir que la ingesta de las 90 cápsulas con cocaína ya se habría producido con anterioridad de que Morales García llegara a la Argentina. Su cuerpo fue utilizado como un circunstancial envase con el que se buscó satisfacer una necesidad de tráfico comercial ilícito de la sustancia estupefaciente”, sostuvo el juez Aguinsky en el fallo al que tuvo acceso LA NACION.
Para el magistrado, el audaz protagonismo de Morales García “encierra el riesgo mortal a su salud, teniendo en cuenta las casi 36 horas en que hubiera transportado en su organismo el casi centenar de cápsulas de cocaína, transformando cada una de ellas en una virtual ‘bomba de tiempo’”.
Problemas de salud
Cuando fue indagado, el sospechoso se negó a declarar, pero hizo un par de pedidos. Dijo que tiene una hernia discal y una pequeña deformación en el brazo derecho desde la infancia, además de colesterol alto e hígado graso, por lo cual solicitó acceder a las terapias correspondientes. También solicitó la realización de un informe médico y, en caso de prescribirse un tratamiento, que se le garantice las indicaciones médicas, según consta en el expediente judicial.
“También pidió que en caso de quedar detenido, se le devuelva el dinero que se le secuestró cuando fue detenido y que se realice el cambio de esas divisas a pesos argentinos para su depósito en la unidad de detención correspondiente, a fin de cubrir sus necesidades básicas, ya que no posee amigos ni familiares en el país”, explicaron fuentes judiciales.
En su poder, Morales García tenía seis billetes de 50 euros cada uno. Los oficiales de la PSA también secuestraron entre las pertenencias del sospechoso un ticket del Banco Nación fechado el 24 de mayo. Se trataba del comprobante del dinero de moneda extranjera que cambió en el aeroparque metropolitano para pagar el taxi que lo trasladó hasta el aeropuerto de Ezeiza.
La investigación no terminó con la detención y procesamiento de la “mula”. En las próximas horas comenzará el peritaje sobre el teléfono celular que le secuestraron a Morales García, un móvil marca Xiaomi modelo Redmi de color azul, con lo que se buscará reconstruir las últimas comunicaciones que tuvo para intentar identificar a los eslabones superiores de la organización criminal. El sospechoso no quiso aportar la contraseña para desbloquear el aparato.
Su caso fue definido por el juez en lo penal económico Marcelo Aguinsky como una “bomba de tiempo”. Si completaba el viaje que había comenzado a hacer en Lima y que iba a finalizar en Milán, Italia, previa escala en Alemania, su vida corría “riesgo mortal”. En su organismo llevaba ocultas 90 cápsulas con cocaína.
Pero, Diego Morales García, un ciudadano peruano que el próximo 7 de agosto cumplirá 30 años, fue descubierto en el aeropuerto internacional de Ezeiza. Ahora está detenido con prisión preventiva. Era una “mula”, apelativo de las personas que introducen estupefacientes en su organismo o en su equipaje para concretar el tráfico de drogas.
Lo singular del caso es que Morales García, a diferencia de otras “mulas”, no ingirió las cápsulas en la Argentina, mientras esperaba la hora de volar hacia Europa. Llegó al país, desde Perú, ya con el “cargamento” en su cuerpo.
Así se desprende de la resolución firmada en las últimas horas por el juez Aguinsky donde procesó con prisión preventiva al sospechoso por el delito de contrabando.
La “mula” fue descubierta en un control selectivo de pasajes y equipaje hecho por la Policía de Seguridad Aeroportuaria (PSA) el sábado de la semana pasada en el sector conocido como Nueva Terminal de Partidas del aeropuerto internacional de Ezeiza.
Morales García tenía un pasaje para viajar a Milán por la línea aérea Lufthansa. El vuelo iba a hacer una escala en Frankfurt, Alemania.
El control del equipaje fue negativo, pero por “el nerviosismo que demostraba, la incongruencia con que respondía a las preguntas del personal de la Dirección General de Aduanas (DGA) y el itinerario que cubría el pasajero, se decidió hacer un examen con el body scan de la PSA”, según se desprende del expediente judicial. Fue entonces cuando se le descubrió la carga que llevaba oculta en su cuerpo.
El sospechoso había llegado pocas horas antes a la Argentina desde Lima, en un vuelo de la empresa Sky que aterrizó en el aeroparque metropolitano Jorge Newbery.
Según pudieron reconstruir los investigadores a partir de las imágenes de las cámaras de identificación facial, en el aeroparque no se encontró con nadie. En taxi se fue director a Ezeiza para viajar a Italia.
“Si bien Morales García fue detenido en oportunidad de intentar salir del país, existen indicios suficientes que permiten suponer que ya se encontraba ingestado [sic] al momento de llegar a la Argentina, procedente de Perú”, explicó el magistrado en la citada resolución.
A las 12.30 se tomó, desde aeroparque, un taxi que lo llevó al aeropuerto de Ezeiza, donde llegó a las 13.45. A las 16 se presentó para despachar las valijas e intentar viajar a Europa.
“Las circunstancias mencionadas, como la experiencia previa que el suscripto posee en delitos de características similares, llevan a presumir que la ingesta de las 90 cápsulas con cocaína ya se habría producido con anterioridad de que Morales García llegara a la Argentina. Su cuerpo fue utilizado como un circunstancial envase con el que se buscó satisfacer una necesidad de tráfico comercial ilícito de la sustancia estupefaciente”, sostuvo el juez Aguinsky en el fallo al que tuvo acceso LA NACION.
Para el magistrado, el audaz protagonismo de Morales García “encierra el riesgo mortal a su salud, teniendo en cuenta las casi 36 horas en que hubiera transportado en su organismo el casi centenar de cápsulas de cocaína, transformando cada una de ellas en una virtual ‘bomba de tiempo’”.
Problemas de salud
Cuando fue indagado, el sospechoso se negó a declarar, pero hizo un par de pedidos. Dijo que tiene una hernia discal y una pequeña deformación en el brazo derecho desde la infancia, además de colesterol alto e hígado graso, por lo cual solicitó acceder a las terapias correspondientes. También solicitó la realización de un informe médico y, en caso de prescribirse un tratamiento, que se le garantice las indicaciones médicas, según consta en el expediente judicial.
“También pidió que en caso de quedar detenido, se le devuelva el dinero que se le secuestró cuando fue detenido y que se realice el cambio de esas divisas a pesos argentinos para su depósito en la unidad de detención correspondiente, a fin de cubrir sus necesidades básicas, ya que no posee amigos ni familiares en el país”, explicaron fuentes judiciales.
En su poder, Morales García tenía seis billetes de 50 euros cada uno. Los oficiales de la PSA también secuestraron entre las pertenencias del sospechoso un ticket del Banco Nación fechado el 24 de mayo. Se trataba del comprobante del dinero de moneda extranjera que cambió en el aeroparque metropolitano para pagar el taxi que lo trasladó hasta el aeropuerto de Ezeiza.
La investigación no terminó con la detención y procesamiento de la “mula”. En las próximas horas comenzará el peritaje sobre el teléfono celular que le secuestraron a Morales García, un móvil marca Xiaomi modelo Redmi de color azul, con lo que se buscará reconstruir las últimas comunicaciones que tuvo para intentar identificar a los eslabones superiores de la organización criminal. El sospechoso no quiso aportar la contraseña para desbloquear el aparato.
Se trata de un ciudadano peruano que fue descubierto cuando estaba por viajar a Europa con 90 cápsulas de cocaína en su cuerpo LA NACION