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domingo, junio 15, 2025
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Murió Violeta Chamorro, la primera mujer elegida presidenta de América

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El día que Violeta Barrios de Chamorro entregó la presidencia de Nicaragua, en enero de 1997, pidió perdón.

“Por lo que no puedo cumplir y por lo que me equivoqué”, dijo. Pero se iba contenta, tranquila: “Tengo la inmensa satisfacción de que he cumplido el sueño de Pedro Joaquín Chamorro: que Nicaragua volviera a ser República”.

Violeta Barrios de Chamorro, viuda del periodista y dirigente político Pedro Joaquín Chamorro, asesinado bajo el régimen de Anastasio Somoza en 1978, falleció este sábado a los 95 años.

Chamorro marcó un hito en América al convertirse en la primera mujer elegida para ser presidenta. Fue reconocida, además, como la mujer que llevó la paz a Nicaragua.

En 1990, cuando asumió su mandato, recibió un país que atravesaba una guerra civil y una enorme inestabilidad económica.

“Sentí una gran angustia en mi corazón al recibir un país en guerra y destruido. La patria que heredé era una sociedad desgarrada por la división”, relató en sus memorias Sueños del corazón.

Las elecciones de 1990 en Nicaragua son reconocidas como las primeras democráticas en el país.

Tras el triunfo de la Revolución Sandinista en 1979 y tras casi 10 años de guerra civil, Nicaragua celebró elecciones.

Encuestas publicadas en medios internacionales daban la victoria al revolucionario sandinista Daniel Ortega, para entonces presidente, pero con el 55% de los votos la presidencia la ganó Violeta Barrios de Chamorro, quien era la candidata de la Unión Nacional Opositora (UNO), conformada por 14 partidos de oposición.

Su triunfo, dijo a BBC Mundo Sofía Montenegro, socióloga e investigadora, representó “la derrota de la revolución, el fin de la guerra y la llegada de la transición democrática”.

Su victoria, afirmó el escritor Sergio Ramírez, fue “una circunstancia clave para Nicaragua, porque doña Violeta quiso llevar adelante una política de reconciliación después de una guerra tan prolongada, y al mismo tiempo sentar las bases de una democracia representativa duradera, en medio de grandes contradicciones, con la línea dura del Frente Sandinista por una parte, y con la línea dura de la UNO por otra”.

Ramírez, que para ese entonces era vicepresidente de Nicaragua por el Frente Sandinista, ha reconocido en varias entrevistas que nunca imaginó la derrota.

“Siempre pensé que mi candidatura fue producto de las circunstancias, y que yo me entregué a ella para que Pedro y Nicaragua pudieran triunfar a través de mí”, escribió Violeta en su autobiografía.

Familia rica sin opulencia

Nació el 18 de octubre de 1929 en Rivas, una ciudad al sur de Nicaragua. Hija del terrateniente Carlos Barrios Sacasa y Amalia Torres Hurtado, era una de los siete hijos del matrimonio y eran una familia rica.

“Aunque en Rivas se nos consideraba una familia acaudalada, mi papá se preocupó de no incurrir en una opulencia ofensiva, consciente de nuestra posición de privilegio”, escribió en sus memorias.

Cuando tenía 14 años sus padres la enviaron a perfeccionar su inglés a Estados Unidos. Luego, cuenta en su autobiografía, la idea era irse a Inglaterra y después a Suiza para completar su educación.

No ocurrió así: cuando tenía 18 años su padre murió, ella regresó a Nicaragua y se hizo responsable de la casa.

Unos años más tarde, en 1950, se casó con Pedro Joaquín Chamorro y se trasladó a vivir a Managua, la capital nicaragüense. Pronto su esposo se había convertido en el principal opositor del régimen militar somocista en Nicaragua (1937-79). Junto a él vivió el exilio, encarcelamientos, acusaciones, torturas y amenazas.

“Residir en Nicaragua equivalía a vivir con la amenaza constante de la muerte sobre nuestras cabezas. Sabíamos que su muerte no se iba a producir al final de una larga y dolorosa enfermedad dentro de una sala de hospital, sino a causa de un asesinato. Eso era algo de lo que hablábamos habitualmente, incluso en presencia de nuestros hijos”, relató en sus memorias.

Y así fue.

Pedro Joaquín Chamorro Cardenal, director del diario La Prensa, el más grande e influyente de Nicaragua, fue asesinado a tiros el 10 de enero de 1978. Su muerte es considerada el inicio del fin de la dictadura somocista. Tiempo después, Barrios de Chamorro hizo suya la consigna de su esposo: “Nicaragua volverá a ser República”.

“La única que manda soy yo”

Cuando doña Violeta, como le llamaban cariñosamente, ganó la presidencia, hubo muchas críticas por su falta de experiencia en política.

Incluso hubo quienes aseguraron que no sería ella quien verdaderamente dirigiría el país centroamericano, sino su yerno Antonio Lacayo, ministro de la presidencia y quien fue su mano derecha durante el mandato.

“Violeta Chamorro, la inexperiencia al poder”, tituló el diario El País el 26 de febrero de 1990, tras su triunfo.

Un mes más tarde, en una entrevista a ese mismo medio la presidenta respondía a las críticas: “Ya sé que dicen que soy completamente analfabeta, pero no me importa, por un oído me entra y por el otro me sale; yo mando en la UNO y nadie me dice lo que tengo que hacer… Aquí la única que manda soy yo, Violeta Barrios de Chamorro”.

Años antes había sido miembro de la Junta de Reconstrucción Nacional, el gobierno de transición que se estableció tras el triunfo de la revolución sandinista en 1979, pero en 1980 renunció porque sentía que “las esperanzas del pueblo nicaragüense habían sido traicionadas”.

Fueron varios los factores que se juntaron para que ganara la presidencia contra Daniel Ortega, dijo Mariano Fiallos, expresidente del Consejo Supremo Electoral, en el documental La Transición: los años de Doña Violeta.

“Entre ellos pueden citarse los problemas del gobierno de Daniel Ortega, los grandes errores que había cometido el gobierno sandinista. La intervención de Estados Unidos tal vez un factor muy importante, la escasez, la guerra…”.

La de 1990 era una Nicaragua polarizada, que ya contaba con unos 50.000 muertos por la guerra entre el sandinismo y la Contrarrevolución, financiada por Estados Unidos.

Era un país que tenía un bloqueo económico de Estados Unidos, una hiperinflación de 33.000%, según las cifras del Banco Central, y donde estaba establecido el Servicio Militar Patriótico, que obligaba a los jóvenes a ser parte de las filas del Ejército para combatir a los contrarrevolucionarios.

La polarización que vivía el país centroamericano bien podría ser contada desde la propia casa de doña Violeta.

De sus cuatro hijos, dos eran sandinistas y dos opositores. Claudia era embajadora del gobierno sandinista y Carlos Fernando era el director del medio oficial “Barricada”; por otro lado, Cristiana era directora de La Prensa y Pedro Joaquín era miembro del directorio político de la Contra.

A pesar de las diferencias políticas, los domingos, cuenta su nieta Cristiana Lacayo Chamorro, todos iban a cenar a la casa de doña Violeta y “la norma era no hablar de temas políticos”.

“Nunca dejaron de venir a mi casa para compartir conmigo una comida e interesarse por mi salud”, escribió en su autobiografía.

Su mayor logro

Al inicio de su gobierno le tocó lidiar con huelgas y manifestaciones, muchas de estas lideradas por el Frente Sandinista.

Su gobierno recibió críticas al inicio por haber dejado a Humberto Ortega, hermano de Daniel Ortega, como Jefe del Ejército, pero también por sus programas de ajuste económico: hubo privatizaciones, reducción del gasto público y se comenzó a trabajar con el Fondo Monetario Internacional (FMI) y el Banco Mundial.

“Su logro más grande fue la pacificación, el desarme y la desmilitarización de la sociedad. Hizo una triple transición: de la guerra a la paz, de una economía de Estado a una de mercado; y restableció libertades y echó las bases para instituciones democráticas”, asegura Sofía Montenegro.

En septiembre de 1990, en una de las imágenes de su presidencia, hubo un acto en Managua donde se enterraron miles de armas en el Parque de la Paz.

“En condiciones de una dolorosa guerra civil que angustiaba a las muchas mujeres que veían a sus hijos ir al frente de batalla, y a muchos de ellos regresar en ataúdes, doña Violeta representaba a la madre que vestida de blanco aportaba la paz necesaria y la ansiada reconciliación nacional”, dice a BBC Mundo Luis Sánchez Sancho, quien fue Jefe de Información y Prensa de la campaña electoral de la UNO.

La investigadora Montenegro destaca cómo el ser mujer definió el mandato de Barrios de Chamorro.

“Desmitificó con su estilo maternal, desenfadado y sin rebuscamiento el machismo político y el paternalismo autoritario que ha caracterizado el ejercicio del poder de los hombres y del militarismo. Sin proponérselo, se convirtió en una referente para las mujeres del país y me atrevería a decir, del continente”, asegura.

Cuando doña Violeta terminó su mandato, la Constitución de Nicaragua prohibía la reelección presidencial. Ella tampoco tenía intenciones de hacerlo.

“Nunca pretendió reelegirse. Más bien decía que estaba desesperada por entregar y regresarse a su casa”, dice Eduardo Enríquez, editor en jefe del diario La Prensa, y que para entonces era director del noticiero TVNoticias.

El mismo Daniel Ortega reconoció el trabajo de la presidenta.

“Para mí lo más positivo de la gestión de doña Violeta fue en favor de la reconciliación. Ella contribuyó en mucho a que se hubiese avanzado mucho más rápidamente en lo que es la despolarización…”, dijo Ortega en el documental “La Transición: los años de Doña Violeta”, estrenado en 2005.

Sus hijos en la cárcel y el exilio

Los últimos días de la vida de Violeta Barrios transcurrieron en Costa Rica.

En octubre de 2023, dejó su casa de Las Palmas, en la capital nicaragüense, la misma en la que vivió con su esposo Pedro Joaquín y que tras su muerte se convirtió en una especie de museo.

Ahí estaba el carro donde había sido asesinado, su ropa ensangrentada, sus anteojos, su motocicleta y decenas de fotos suyas.

De sus cuatro hijos la única que podía visitarla era Claudia.

Pedro Joaquín y Cristiana fueron encarcelados presos precisamente por su oposición al gobierno de Ortega, que desde que recuperó el poder en 2007 no lo ha dejado y al que sus críticos acusan de haberse convertido en un presidente autoritario como lo fue Somoza, al que ayudó a derrocar en 1979.

Cristiana, a la que se la consideraba como candidata de la oposición en las elecciones de noviembre de 2021, y Pedro Joaquín, ambos acusados de “lavado de dinero”, estuvieron presos durante más de dos años, hasta que fueron enviados al destierro el 9 febrero de 2023, junto a otros 220 presos políticos.

La expresidenta pasó sus últimos días en Costa Rica, dejando atrás una Nicaragua gobernada por el hombre al que una vez derrotó en las urnas.

Por Dora Luz Romero

BBC Mundo

El día que Violeta Barrios de Chamorro entregó la presidencia de Nicaragua, en enero de 1997, pidió perdón.

“Por lo que no puedo cumplir y por lo que me equivoqué”, dijo. Pero se iba contenta, tranquila: “Tengo la inmensa satisfacción de que he cumplido el sueño de Pedro Joaquín Chamorro: que Nicaragua volviera a ser República”.

Violeta Barrios de Chamorro, viuda del periodista y dirigente político Pedro Joaquín Chamorro, asesinado bajo el régimen de Anastasio Somoza en 1978, falleció este sábado a los 95 años.

Chamorro marcó un hito en América al convertirse en la primera mujer elegida para ser presidenta. Fue reconocida, además, como la mujer que llevó la paz a Nicaragua.

En 1990, cuando asumió su mandato, recibió un país que atravesaba una guerra civil y una enorme inestabilidad económica.

“Sentí una gran angustia en mi corazón al recibir un país en guerra y destruido. La patria que heredé era una sociedad desgarrada por la división”, relató en sus memorias Sueños del corazón.

Las elecciones de 1990 en Nicaragua son reconocidas como las primeras democráticas en el país.

Tras el triunfo de la Revolución Sandinista en 1979 y tras casi 10 años de guerra civil, Nicaragua celebró elecciones.

Encuestas publicadas en medios internacionales daban la victoria al revolucionario sandinista Daniel Ortega, para entonces presidente, pero con el 55% de los votos la presidencia la ganó Violeta Barrios de Chamorro, quien era la candidata de la Unión Nacional Opositora (UNO), conformada por 14 partidos de oposición.

Su triunfo, dijo a BBC Mundo Sofía Montenegro, socióloga e investigadora, representó “la derrota de la revolución, el fin de la guerra y la llegada de la transición democrática”.

Su victoria, afirmó el escritor Sergio Ramírez, fue “una circunstancia clave para Nicaragua, porque doña Violeta quiso llevar adelante una política de reconciliación después de una guerra tan prolongada, y al mismo tiempo sentar las bases de una democracia representativa duradera, en medio de grandes contradicciones, con la línea dura del Frente Sandinista por una parte, y con la línea dura de la UNO por otra”.

Ramírez, que para ese entonces era vicepresidente de Nicaragua por el Frente Sandinista, ha reconocido en varias entrevistas que nunca imaginó la derrota.

“Siempre pensé que mi candidatura fue producto de las circunstancias, y que yo me entregué a ella para que Pedro y Nicaragua pudieran triunfar a través de mí”, escribió Violeta en su autobiografía.

Familia rica sin opulencia

Nació el 18 de octubre de 1929 en Rivas, una ciudad al sur de Nicaragua. Hija del terrateniente Carlos Barrios Sacasa y Amalia Torres Hurtado, era una de los siete hijos del matrimonio y eran una familia rica.

“Aunque en Rivas se nos consideraba una familia acaudalada, mi papá se preocupó de no incurrir en una opulencia ofensiva, consciente de nuestra posición de privilegio”, escribió en sus memorias.

Cuando tenía 14 años sus padres la enviaron a perfeccionar su inglés a Estados Unidos. Luego, cuenta en su autobiografía, la idea era irse a Inglaterra y después a Suiza para completar su educación.

No ocurrió así: cuando tenía 18 años su padre murió, ella regresó a Nicaragua y se hizo responsable de la casa.

Unos años más tarde, en 1950, se casó con Pedro Joaquín Chamorro y se trasladó a vivir a Managua, la capital nicaragüense. Pronto su esposo se había convertido en el principal opositor del régimen militar somocista en Nicaragua (1937-79). Junto a él vivió el exilio, encarcelamientos, acusaciones, torturas y amenazas.

“Residir en Nicaragua equivalía a vivir con la amenaza constante de la muerte sobre nuestras cabezas. Sabíamos que su muerte no se iba a producir al final de una larga y dolorosa enfermedad dentro de una sala de hospital, sino a causa de un asesinato. Eso era algo de lo que hablábamos habitualmente, incluso en presencia de nuestros hijos”, relató en sus memorias.

Y así fue.

Pedro Joaquín Chamorro Cardenal, director del diario La Prensa, el más grande e influyente de Nicaragua, fue asesinado a tiros el 10 de enero de 1978. Su muerte es considerada el inicio del fin de la dictadura somocista. Tiempo después, Barrios de Chamorro hizo suya la consigna de su esposo: “Nicaragua volverá a ser República”.

“La única que manda soy yo”

Cuando doña Violeta, como le llamaban cariñosamente, ganó la presidencia, hubo muchas críticas por su falta de experiencia en política.

Incluso hubo quienes aseguraron que no sería ella quien verdaderamente dirigiría el país centroamericano, sino su yerno Antonio Lacayo, ministro de la presidencia y quien fue su mano derecha durante el mandato.

“Violeta Chamorro, la inexperiencia al poder”, tituló el diario El País el 26 de febrero de 1990, tras su triunfo.

Un mes más tarde, en una entrevista a ese mismo medio la presidenta respondía a las críticas: “Ya sé que dicen que soy completamente analfabeta, pero no me importa, por un oído me entra y por el otro me sale; yo mando en la UNO y nadie me dice lo que tengo que hacer… Aquí la única que manda soy yo, Violeta Barrios de Chamorro”.

Años antes había sido miembro de la Junta de Reconstrucción Nacional, el gobierno de transición que se estableció tras el triunfo de la revolución sandinista en 1979, pero en 1980 renunció porque sentía que “las esperanzas del pueblo nicaragüense habían sido traicionadas”.

Fueron varios los factores que se juntaron para que ganara la presidencia contra Daniel Ortega, dijo Mariano Fiallos, expresidente del Consejo Supremo Electoral, en el documental La Transición: los años de Doña Violeta.

“Entre ellos pueden citarse los problemas del gobierno de Daniel Ortega, los grandes errores que había cometido el gobierno sandinista. La intervención de Estados Unidos tal vez un factor muy importante, la escasez, la guerra…”.

La de 1990 era una Nicaragua polarizada, que ya contaba con unos 50.000 muertos por la guerra entre el sandinismo y la Contrarrevolución, financiada por Estados Unidos.

Era un país que tenía un bloqueo económico de Estados Unidos, una hiperinflación de 33.000%, según las cifras del Banco Central, y donde estaba establecido el Servicio Militar Patriótico, que obligaba a los jóvenes a ser parte de las filas del Ejército para combatir a los contrarrevolucionarios.

La polarización que vivía el país centroamericano bien podría ser contada desde la propia casa de doña Violeta.

De sus cuatro hijos, dos eran sandinistas y dos opositores. Claudia era embajadora del gobierno sandinista y Carlos Fernando era el director del medio oficial “Barricada”; por otro lado, Cristiana era directora de La Prensa y Pedro Joaquín era miembro del directorio político de la Contra.

A pesar de las diferencias políticas, los domingos, cuenta su nieta Cristiana Lacayo Chamorro, todos iban a cenar a la casa de doña Violeta y “la norma era no hablar de temas políticos”.

“Nunca dejaron de venir a mi casa para compartir conmigo una comida e interesarse por mi salud”, escribió en su autobiografía.

Su mayor logro

Al inicio de su gobierno le tocó lidiar con huelgas y manifestaciones, muchas de estas lideradas por el Frente Sandinista.

Su gobierno recibió críticas al inicio por haber dejado a Humberto Ortega, hermano de Daniel Ortega, como Jefe del Ejército, pero también por sus programas de ajuste económico: hubo privatizaciones, reducción del gasto público y se comenzó a trabajar con el Fondo Monetario Internacional (FMI) y el Banco Mundial.

“Su logro más grande fue la pacificación, el desarme y la desmilitarización de la sociedad. Hizo una triple transición: de la guerra a la paz, de una economía de Estado a una de mercado; y restableció libertades y echó las bases para instituciones democráticas”, asegura Sofía Montenegro.

En septiembre de 1990, en una de las imágenes de su presidencia, hubo un acto en Managua donde se enterraron miles de armas en el Parque de la Paz.

“En condiciones de una dolorosa guerra civil que angustiaba a las muchas mujeres que veían a sus hijos ir al frente de batalla, y a muchos de ellos regresar en ataúdes, doña Violeta representaba a la madre que vestida de blanco aportaba la paz necesaria y la ansiada reconciliación nacional”, dice a BBC Mundo Luis Sánchez Sancho, quien fue Jefe de Información y Prensa de la campaña electoral de la UNO.

La investigadora Montenegro destaca cómo el ser mujer definió el mandato de Barrios de Chamorro.

“Desmitificó con su estilo maternal, desenfadado y sin rebuscamiento el machismo político y el paternalismo autoritario que ha caracterizado el ejercicio del poder de los hombres y del militarismo. Sin proponérselo, se convirtió en una referente para las mujeres del país y me atrevería a decir, del continente”, asegura.

Cuando doña Violeta terminó su mandato, la Constitución de Nicaragua prohibía la reelección presidencial. Ella tampoco tenía intenciones de hacerlo.

“Nunca pretendió reelegirse. Más bien decía que estaba desesperada por entregar y regresarse a su casa”, dice Eduardo Enríquez, editor en jefe del diario La Prensa, y que para entonces era director del noticiero TVNoticias.

El mismo Daniel Ortega reconoció el trabajo de la presidenta.

“Para mí lo más positivo de la gestión de doña Violeta fue en favor de la reconciliación. Ella contribuyó en mucho a que se hubiese avanzado mucho más rápidamente en lo que es la despolarización…”, dijo Ortega en el documental “La Transición: los años de Doña Violeta”, estrenado en 2005.

Sus hijos en la cárcel y el exilio

Los últimos días de la vida de Violeta Barrios transcurrieron en Costa Rica.

En octubre de 2023, dejó su casa de Las Palmas, en la capital nicaragüense, la misma en la que vivió con su esposo Pedro Joaquín y que tras su muerte se convirtió en una especie de museo.

Ahí estaba el carro donde había sido asesinado, su ropa ensangrentada, sus anteojos, su motocicleta y decenas de fotos suyas.

De sus cuatro hijos la única que podía visitarla era Claudia.

Pedro Joaquín y Cristiana fueron encarcelados presos precisamente por su oposición al gobierno de Ortega, que desde que recuperó el poder en 2007 no lo ha dejado y al que sus críticos acusan de haberse convertido en un presidente autoritario como lo fue Somoza, al que ayudó a derrocar en 1979.

Cristiana, a la que se la consideraba como candidata de la oposición en las elecciones de noviembre de 2021, y Pedro Joaquín, ambos acusados de “lavado de dinero”, estuvieron presos durante más de dos años, hasta que fueron enviados al destierro el 9 febrero de 2023, junto a otros 220 presos políticos.

La expresidenta pasó sus últimos días en Costa Rica, dejando atrás una Nicaragua gobernada por el hombre al que una vez derrotó en las urnas.

Por Dora Luz Romero

BBC Mundo

 Recibió a un país que atravesaba una guerra civil e inestabilidad económica; su presidencia simbolizó la llegada de la transición democrática  LA NACION