Las Fuerzas de Defensa de Israel (FDI) llevaron a cabo un demoledor y preciso ataque contra múltiples blancos en Irán, mediante una operación militar impecable en su planeamiento y desarrollo, pero llena de interrogantes sobre sus consecuencias. La ofensiva destruyó buena parte de las defensas antiaéreas y misiles de largo alcance y causó serios daños a varias instalaciones para el procesamiento de uranio, además de eliminar a tres de los más importantes generales iraníes y a dos de sus más reconocidos científicos nucleares.
Irán no demoró en responder, a pesar de que dos de sus brazos armados, los grupos terroristas Hamas y Hezbollah, se encuentran diezmados. El ayatollah Ali Khamenei afirmó que Israel se enfrentaría a un castigo severo, en tanto el primer ministro israelí, Benjamin Netanyahu, ha prometido nuevas oleadas de ataques durante todos los días que sean necesarios. Se trata de una confrontación entre dos enemigos con posiciones irreconciliables.
El objetivo de Israel, según manifestó Netanyahu, es eliminar la capacidad iraní para construir bombas nucleares y, así, poner fin a lo que por décadas ha calificado de una amenaza existencial contra el país. Por su parte, según los militares más intransigentes del régimen, Irán tiene la determinación de eliminar al Estado judío.
En este punto de la confrontación, no solo es necesario privilegiar el diálogo directo que ha propuesto el Organismo Internacional sobre la Energía Atómica (OIEA), buscando atenuar el lenguaje, la tensión y las agresiones entre ambos países. Es indispensable desescalar el conflicto mediante la intervención directa de los líderes globales.
El secretario general de la ONU, António Guterres, instó a los dos países enemigos a mostrar la máxima moderación y condenó cualquier escalada militar en Medio Oriente. La alta representante de la Unión Europea ha reiterado el llamado a las partes a respetar el derecho internacional, ejercer contención, y evitar acciones que puedan llevar a una espiral fuera de control.
Los 15 miembros del Consejo de Seguridad de la ONU coincidieron en reclamar a Israel e Irán que reduzcan el nivel de confrontación y prioricen el diálogo. Aunque con matices, todos los representantes hicieron un fuerte llamado a evitar una mayor escalada.
Urge debatir el final del conflicto y, sobre todo, encauzar una solución. La razón de ser de la diplomacia no se entendería si permanece impasible y estática ante el peligroso conflicto desatado en Medio Oriente.
Lo que se está incubando con el demoledor golpe de Israel y la respuesta de Irán lanzando misiles sobre territorio israelí es un escenario que iría más allá de los límites territoriales de los países enfrentados, pudiendo generar el peor escenario en la región, poniendo en jaque la estabilidad global, la seguridad energética y la paz mundial.
Las Fuerzas de Defensa de Israel (FDI) llevaron a cabo un demoledor y preciso ataque contra múltiples blancos en Irán, mediante una operación militar impecable en su planeamiento y desarrollo, pero llena de interrogantes sobre sus consecuencias. La ofensiva destruyó buena parte de las defensas antiaéreas y misiles de largo alcance y causó serios daños a varias instalaciones para el procesamiento de uranio, además de eliminar a tres de los más importantes generales iraníes y a dos de sus más reconocidos científicos nucleares.
Irán no demoró en responder, a pesar de que dos de sus brazos armados, los grupos terroristas Hamas y Hezbollah, se encuentran diezmados. El ayatollah Ali Khamenei afirmó que Israel se enfrentaría a un castigo severo, en tanto el primer ministro israelí, Benjamin Netanyahu, ha prometido nuevas oleadas de ataques durante todos los días que sean necesarios. Se trata de una confrontación entre dos enemigos con posiciones irreconciliables.
El objetivo de Israel, según manifestó Netanyahu, es eliminar la capacidad iraní para construir bombas nucleares y, así, poner fin a lo que por décadas ha calificado de una amenaza existencial contra el país. Por su parte, según los militares más intransigentes del régimen, Irán tiene la determinación de eliminar al Estado judío.
En este punto de la confrontación, no solo es necesario privilegiar el diálogo directo que ha propuesto el Organismo Internacional sobre la Energía Atómica (OIEA), buscando atenuar el lenguaje, la tensión y las agresiones entre ambos países. Es indispensable desescalar el conflicto mediante la intervención directa de los líderes globales.
El secretario general de la ONU, António Guterres, instó a los dos países enemigos a mostrar la máxima moderación y condenó cualquier escalada militar en Medio Oriente. La alta representante de la Unión Europea ha reiterado el llamado a las partes a respetar el derecho internacional, ejercer contención, y evitar acciones que puedan llevar a una espiral fuera de control.
Los 15 miembros del Consejo de Seguridad de la ONU coincidieron en reclamar a Israel e Irán que reduzcan el nivel de confrontación y prioricen el diálogo. Aunque con matices, todos los representantes hicieron un fuerte llamado a evitar una mayor escalada.
Urge debatir el final del conflicto y, sobre todo, encauzar una solución. La razón de ser de la diplomacia no se entendería si permanece impasible y estática ante el peligroso conflicto desatado en Medio Oriente.
Lo que se está incubando con el demoledor golpe de Israel y la respuesta de Irán lanzando misiles sobre territorio israelí es un escenario que iría más allá de los límites territoriales de los países enfrentados, pudiendo generar el peor escenario en la región, poniendo en jaque la estabilidad global, la seguridad energética y la paz mundial.
Las Fuerzas de Defensa de Israel (FDI) llevaron a cabo un demoledor y preciso ataque contra múltiples blancos en Irán, mediante una operación militar impecable en su planeamiento y desarrollo, pero llena de interrogantes sobre sus consecuencias. La ofensiva destruyó buena parte de las defensas antiaéreas y misiles de largo alcance y causó serios daños a varias instalaciones para el procesamiento de uranio, además de eliminar a tres de los más importantes generales iraníes y a dos de sus más reconocidos científicos nucleares.Irán no demoró en responder, a pesar de que dos de sus brazos armados, los grupos terroristas Hamas y Hezbollah, se encuentran diezmados. El ayatollah Ali Khamenei afirmó que Israel se enfrentaría a un castigo severo, en tanto el primer ministro israelí, Benjamin Netanyahu, ha prometido nuevas oleadas de ataques durante todos los días que sean necesarios. Se trata de una confrontación entre dos enemigos con posiciones irreconciliables.El objetivo de Israel, según manifestó Netanyahu, es eliminar la capacidad iraní para construir bombas nucleares y, así, poner fin a lo que por décadas ha calificado de una amenaza existencial contra el país. Por su parte, según los militares más intransigentes del régimen, Irán tiene la determinación de eliminar al Estado judío.En este punto de la confrontación, no solo es necesario privilegiar el diálogo directo que ha propuesto el Organismo Internacional sobre la Energía Atómica (OIEA), buscando atenuar el lenguaje, la tensión y las agresiones entre ambos países. Es indispensable desescalar el conflicto mediante la intervención directa de los líderes globales.El secretario general de la ONU, António Guterres, instó a los dos países enemigos a mostrar la máxima moderación y condenó cualquier escalada militar en Medio Oriente. La alta representante de la Unión Europea ha reiterado el llamado a las partes a respetar el derecho internacional, ejercer contención, y evitar acciones que puedan llevar a una espiral fuera de control.Los 15 miembros del Consejo de Seguridad de la ONU coincidieron en reclamar a Israel e Irán que reduzcan el nivel de confrontación y prioricen el diálogo. Aunque con matices, todos los representantes hicieron un fuerte llamado a evitar una mayor escalada.Urge debatir el final del conflicto y, sobre todo, encauzar una solución. La razón de ser de la diplomacia no se entendería si permanece impasible y estática ante el peligroso conflicto desatado en Medio Oriente.Lo que se está incubando con el demoledor golpe de Israel y la respuesta de Irán lanzando misiles sobre territorio israelí es un escenario que iría más allá de los límites territoriales de los países enfrentados, pudiendo generar el peor escenario en la región, poniendo en jaque la estabilidad global, la seguridad energética y la paz mundial. LA NACION