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sábado, junio 21, 2025
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La carta que se juega Cristina Kirchner

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La prisión domiciliaria que se le concedió a Cristina Kirchner tras la confirmación de su condena promete seguir despertando controversias por bastante tiempo, del mismo modo que plantea interrogantes sobre cómo impactará su nueva situación en el escenario político.

El foco de la estrategia política de la expresidenta se advirtió en su mensaje del miércoles último, difundido durante la multitudinaria movilización hacia la Plaza de Mayo que protagonizaron sus seguidores. Pronosticó que el “modelo” de Javier Milei “va a caer” porque es “insostenible” desde el punto de vista socioeconómico, al tiempo que vaticinó: “Vamos a volver”.

El propósito de este discurso es claro. Sabe Cristina Kirchner que su protagonismo causa escozor en la piel de empresarios y potenciales inversores en la Argentina, que su presencia en la vida política aviva los temores a un regreso del kirchnerismo al poder y agiganta la incertidumbre, y que esta retrasa la caída del riesgo país, provocando ruido en la economía y complicando el proceso para la reinserción en los mercados internacionales.

Esa es la carta que, desde su prisión domiciliaria, se juega la exjefa del Estado. Apunta a entorpecer una economía que viene de alcanzar en mayo el menor índice de inflación mensual de los últimos cinco años.

Para los inversores que retrasan decisiones por miedo al kirchnerismo no debería ser menor la condena firme que inhabilita de por vida a la líder del kirchnerismo para ejercer cargos públicos. Sin embargo, el solo hecho de que pueda seguir liderando a la principal agrupación política opositora desde su lugar de detención y haciendo demostraciones de fuerza plantea dudas en un país tradicionalmente impredecible. Ante esas dudas, Milei busca llevar tranquilidad y confianza a los mercados: “En octubre vamos a ganar y se acaba el kirchnerismo”, sostiene, al tiempo que compara el acto por la libertad de Cristina en Plaza de Mayo con los partidos que se realizan en homenaje de aquellos futbolistas que se retiran de la actividad.

Frente a los cuestionamientos a la decisión judicial de admitir la detención domiciliaria, lo primero que se debe decir es que la normativa vigente es bien clara: todo condenado que supere los 70 años de edad o padezca enfermedades graves puede solicitar el cumplimiento de la pena en su domicilio. Cristina Kirchner tiene 72 años, por lo que su prisión domiciliaria se encuadra en un derecho legal.

Puede discutirse, sin embargo, si su departamento en el barrio porteño de Constitución es el lugar ideal para que la expresidenta cumpla su pena. El problema reside en que ella pretenda extender los límites de la legalidad a su gusto para convertirla en una fuente de privilegios, que le permitan transformar su casa en un búnker político y su balcón en una tribuna desde donde arengar a sus seguidores.

Lo cierto es que, luego de la confirmación de su detención, Cristina Kirchner ha ganado un protagonismo y una centralidad que hizo pasar a un segundo plano las acciones del propio gobierno de Milei.

Incluso una encuesta de opinión pública de la consultora CB, efectuada a 1328 personas en el ámbito nacional entre el 11 y el 12 de junio, determinó un llamativo crecimiento de la imagen positiva de la expresidenta tras la ratificación de su condena por la Corte Suprema de Justicia. La percepción buena o muy buena de Cristina Kirchner pasó del 35,1% en mayo al 37,8% en los últimos días.

Aun así, de acuerdo con el mismo sondeo, esa imagen positiva de la exmandataria es ampliamente superada por la negativa, que alcanza el 61,6%. Del mismo modo, una mayoría de consultados (58,5%) sostiene que es culpable frente a solo un 33,5% que la considera inocente.

Desde su prisión domiciliaria, Cristina Kirchner está dando señales de proponerse continuar liderando al peronismo, imponiéndole sus lineamientos estratégicos y sus principales candidaturas. Es probable que el kirchnerismo duro, que gira alrededor de La Cámpora y de Máximo Kirchner, pueda usufructuar en el corto plazo la idea de la supuesta “proscripción” de su líder y su raro protagonismo actual, influyendo en la integración de las listas de candidatos para las elecciones bonaerenses del 7 de septiembre y, eventualmente, para las nacionales del 26 de octubre. Pero es probable que, en el mediano plazo, la misma inhabilitación de Cristina Kirchner para ocupar cargos electivos le haga perder a este sector un activo fundamental. Sobrevendrá así la oportunidad de una renovación del peronismo, cuyos hipotéticos artífices por ahora guardan silencio esperando que llegue su hora.

Una derrota del peronismo en los actos eleccionarios de este año podría ser el punto de inflexión para ese proceso de renovación.

Dentro del propio kirchnerismo se advierten algunas posiciones tan estridentes como contraproducentes. Un ejemplo está representado por las recientes declaraciones de alguien que ya sueña con una candidatura presidencial, como Juan Grabois. Aseguró que quienquiera que fuera el próximo postulante a la presidencia de la Nación por el peronismo deberá disponer el indulto a la expresidenta y plantear el juicio político a los actuales miembros de la Corte Suprema que convalidaron su condena.

Tal vez se trate de una declaración más emocional que racional, por cuanto cualquier candidato presidencial que prometa un indulto a Cristina Kirchner chocaría contra al menos seis de cada diez ciudadanos que consideran justa la condena a la expresidenta. Ese hipotético candidato no resistiría un balotaje presidencial con ese discurso de campaña.

Hay un dato que sirve para matizar el leve crecimiento de la imagen positiva que experimentó Cristina Kirchner en los últimos días. Es el hecho de que también la percepción positiva de Milei creció en la población, de acuerdo con el sondeo de la consultora CB.

La imagen positiva del presidente de la Nación alcanzaba el 49% en mayo y, al 12 de junio, subía al 53,5%. Podría haber influido en esa mejora la caída de la inflación en el último mes, pero también el hecho de que Cristina Kirchner haya quedado presa durante su gestión, aun cuando Milei no haya contribuido a esa decisión de la Justicia. Como señaló el director de la citada consultora, Cristian Buttié, la condena definitiva en contra de Cristina “le da a Milei un plus a corto y mediano plazo, ya que se trata de un logro que no se consiguió durante la gestión presidencial de Mauricio Macri y constituye un capital simbólico muy importante para el votante antikirchnerista”.

Así las cosas, mientras Cristina Kirchner realiza un usufructuo simbólico de una idea tan cara al sentimiento de los peronistas como la de la “proscripción”, aun cuando resulte absolutamente infundada, Milei podría explotar políticamente un hecho que no buscó directamente, pero que habla por sí solo y produjo satisfacción o alivio en una porción mayoritaria del electorado.

 

 

La prisión domiciliaria que se le concedió a Cristina Kirchner tras la confirmación de su condena promete seguir despertando controversias por bastante tiempo, del mismo modo que plantea interrogantes sobre cómo impactará su nueva situación en el escenario político.

El foco de la estrategia política de la expresidenta se advirtió en su mensaje del miércoles último, difundido durante la multitudinaria movilización hacia la Plaza de Mayo que protagonizaron sus seguidores. Pronosticó que el “modelo” de Javier Milei “va a caer” porque es “insostenible” desde el punto de vista socioeconómico, al tiempo que vaticinó: “Vamos a volver”.

El propósito de este discurso es claro. Sabe Cristina Kirchner que su protagonismo causa escozor en la piel de empresarios y potenciales inversores en la Argentina, que su presencia en la vida política aviva los temores a un regreso del kirchnerismo al poder y agiganta la incertidumbre, y que esta retrasa la caída del riesgo país, provocando ruido en la economía y complicando el proceso para la reinserción en los mercados internacionales.

Esa es la carta que, desde su prisión domiciliaria, se juega la exjefa del Estado. Apunta a entorpecer una economía que viene de alcanzar en mayo el menor índice de inflación mensual de los últimos cinco años.

Para los inversores que retrasan decisiones por miedo al kirchnerismo no debería ser menor la condena firme que inhabilita de por vida a la líder del kirchnerismo para ejercer cargos públicos. Sin embargo, el solo hecho de que pueda seguir liderando a la principal agrupación política opositora desde su lugar de detención y haciendo demostraciones de fuerza plantea dudas en un país tradicionalmente impredecible. Ante esas dudas, Milei busca llevar tranquilidad y confianza a los mercados: “En octubre vamos a ganar y se acaba el kirchnerismo”, sostiene, al tiempo que compara el acto por la libertad de Cristina en Plaza de Mayo con los partidos que se realizan en homenaje de aquellos futbolistas que se retiran de la actividad.

Frente a los cuestionamientos a la decisión judicial de admitir la detención domiciliaria, lo primero que se debe decir es que la normativa vigente es bien clara: todo condenado que supere los 70 años de edad o padezca enfermedades graves puede solicitar el cumplimiento de la pena en su domicilio. Cristina Kirchner tiene 72 años, por lo que su prisión domiciliaria se encuadra en un derecho legal.

Puede discutirse, sin embargo, si su departamento en el barrio porteño de Constitución es el lugar ideal para que la expresidenta cumpla su pena. El problema reside en que ella pretenda extender los límites de la legalidad a su gusto para convertirla en una fuente de privilegios, que le permitan transformar su casa en un búnker político y su balcón en una tribuna desde donde arengar a sus seguidores.

Lo cierto es que, luego de la confirmación de su detención, Cristina Kirchner ha ganado un protagonismo y una centralidad que hizo pasar a un segundo plano las acciones del propio gobierno de Milei.

Incluso una encuesta de opinión pública de la consultora CB, efectuada a 1328 personas en el ámbito nacional entre el 11 y el 12 de junio, determinó un llamativo crecimiento de la imagen positiva de la expresidenta tras la ratificación de su condena por la Corte Suprema de Justicia. La percepción buena o muy buena de Cristina Kirchner pasó del 35,1% en mayo al 37,8% en los últimos días.

Aun así, de acuerdo con el mismo sondeo, esa imagen positiva de la exmandataria es ampliamente superada por la negativa, que alcanza el 61,6%. Del mismo modo, una mayoría de consultados (58,5%) sostiene que es culpable frente a solo un 33,5% que la considera inocente.

Desde su prisión domiciliaria, Cristina Kirchner está dando señales de proponerse continuar liderando al peronismo, imponiéndole sus lineamientos estratégicos y sus principales candidaturas. Es probable que el kirchnerismo duro, que gira alrededor de La Cámpora y de Máximo Kirchner, pueda usufructuar en el corto plazo la idea de la supuesta “proscripción” de su líder y su raro protagonismo actual, influyendo en la integración de las listas de candidatos para las elecciones bonaerenses del 7 de septiembre y, eventualmente, para las nacionales del 26 de octubre. Pero es probable que, en el mediano plazo, la misma inhabilitación de Cristina Kirchner para ocupar cargos electivos le haga perder a este sector un activo fundamental. Sobrevendrá así la oportunidad de una renovación del peronismo, cuyos hipotéticos artífices por ahora guardan silencio esperando que llegue su hora.

Una derrota del peronismo en los actos eleccionarios de este año podría ser el punto de inflexión para ese proceso de renovación.

Dentro del propio kirchnerismo se advierten algunas posiciones tan estridentes como contraproducentes. Un ejemplo está representado por las recientes declaraciones de alguien que ya sueña con una candidatura presidencial, como Juan Grabois. Aseguró que quienquiera que fuera el próximo postulante a la presidencia de la Nación por el peronismo deberá disponer el indulto a la expresidenta y plantear el juicio político a los actuales miembros de la Corte Suprema que convalidaron su condena.

Tal vez se trate de una declaración más emocional que racional, por cuanto cualquier candidato presidencial que prometa un indulto a Cristina Kirchner chocaría contra al menos seis de cada diez ciudadanos que consideran justa la condena a la expresidenta. Ese hipotético candidato no resistiría un balotaje presidencial con ese discurso de campaña.

Hay un dato que sirve para matizar el leve crecimiento de la imagen positiva que experimentó Cristina Kirchner en los últimos días. Es el hecho de que también la percepción positiva de Milei creció en la población, de acuerdo con el sondeo de la consultora CB.

La imagen positiva del presidente de la Nación alcanzaba el 49% en mayo y, al 12 de junio, subía al 53,5%. Podría haber influido en esa mejora la caída de la inflación en el último mes, pero también el hecho de que Cristina Kirchner haya quedado presa durante su gestión, aun cuando Milei no haya contribuido a esa decisión de la Justicia. Como señaló el director de la citada consultora, Cristian Buttié, la condena definitiva en contra de Cristina “le da a Milei un plus a corto y mediano plazo, ya que se trata de un logro que no se consiguió durante la gestión presidencial de Mauricio Macri y constituye un capital simbólico muy importante para el votante antikirchnerista”.

Así las cosas, mientras Cristina Kirchner realiza un usufructuo simbólico de una idea tan cara al sentimiento de los peronistas como la de la “proscripción”, aun cuando resulte absolutamente infundada, Milei podría explotar políticamente un hecho que no buscó directamente, pero que habla por sí solo y produjo satisfacción o alivio en una porción mayoritaria del electorado.

 

 

 La estrategia de la expresidenta desde su prisión domiciliaria no es otra que apostar al entorpecimiento de la situación socioeconómica  LA NACION