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sábado, junio 28, 2025
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Es mexicano, fue jornalero en California y llegó a ser astronauta de la NASA: “Merecemos respeto y dignidad”

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José Hernández nació en una familia migrante mexicana que año a año cruzaba la frontera hacia California, en busca de trabajo en los campos agrícolas. Con mucho esfuerzo, se graduó como ingeniero y pudo cumplir su mayor sueño: ser astronauta de la NASA y viajar al espacio. Hoy, ya retirado, no olvida sus raíces y alza su en defensa de los indocumentados, en medio del recrudecimiento de las redadas masivas y deportaciones: “Merecen respeto, dignidad y oportunidades”.

De cosechar frutas en los campos californianos a la NASA en EE.UU.

Desde pequeño, José formó parte de lo que él mismo llamó el “circuito californiano”. Cada marzo, su familia dejaba México para instalarse en el sur del Valle de San Joaquín. Durante el verano, mientras sus amigos estaban de vacaciones, él, sus padres y sus hermanos trabajaban en los campos: recolectaban fresas, pepinos, tomates, cerezas y uvas.

La rutina era exigente. Todos trabajaban bajo el sol los siete días de la semana y vivían en barrios difíciles, marcados por la violencia, las pandillas y el consumo de drogas, según cuenta en el sitio web de su Viñedo en Lodi, California.

A pesar de su origen humilde, sus padres priorizaron su educación y la de sus hermanos. Esos valores fueron claves para que, años después, pudiera construir un camino académico firme y soñar con algo que parecía imposible: viajar al espacio.

Con esfuerzo, José se graduó como ingeniero eléctrico y luego completó estudios de posgrado. Su carrera profesional avanzó en el Laboratorio Nacional Lawrence Livermore, de California, donde participó en proyectos científicos de alta complejidad. Allí colaboró en el desarrollo de un láser de rayos X y trabajó en tecnología médica.

El ingreso a la NASA y la misión STS-128: sueño cumplido

En 2000, Hernández entró a la agencia espacial estadounidense. Cuatro años más tarde, en 2004, fue seleccionado como parte de la 19 ª generación de astronautas de Estados Unidos y tras años de entrenamiento, recibió la asignación como ingeniero de vuelo de la misión STS-128, a bordo del transbordador Discovery.

El 28 de agosto de 2009, José despegó rumbo a la Estación Espacial Internacional. Participó de una misión de 14 días, en la que formó parte del equipo encargado de entregar y montar equipos para las investigaciones en microgravedad.

El retiro de la NASA y el regreso a las raíces

Tras doce años de carrera en la NASA, José se retiró y decidió regresar a California, para vivir con su familia cerca de sus padres. Se instaló en Lodi y, con el deseo de concretar otro sueño, fundó su propia bodega: Tierra Luna Cellars. Allí produce vinos con uvas cultivadas en un pequeño viñedo, con el acompañamiento de su padre Salvador.

El nombre de la bodega evoca su experiencia en el espacio. “La visión de las constelaciones desde el espacio inspiró el nombre de mis vinos”, explicó.

Una voz por la dignidad de los migrantes

Tras la llegada de Donald Trump al poder, con el endurecimiento de las políticas migratorias, Hernández decidió tomar posición sobre las redadas masivas y las detenciones de migrantes que se multiplican en todo el país.

“Como alguien que trabajó en los campos como trabajador agrícola migrante y luego voló entre las estrellas, ¡apoyo a nuestra comunidad inmigrante!“, publicó en X, donde remarcó que el objetivo de ”alcanzar el sueño americano impulsa el futuro de nuestra nación”. Por ello, cerró:“Merece respeto, dignidad y oportunidades”.

José Hernández nació en una familia migrante mexicana que año a año cruzaba la frontera hacia California, en busca de trabajo en los campos agrícolas. Con mucho esfuerzo, se graduó como ingeniero y pudo cumplir su mayor sueño: ser astronauta de la NASA y viajar al espacio. Hoy, ya retirado, no olvida sus raíces y alza su en defensa de los indocumentados, en medio del recrudecimiento de las redadas masivas y deportaciones: “Merecen respeto, dignidad y oportunidades”.

De cosechar frutas en los campos californianos a la NASA en EE.UU.

Desde pequeño, José formó parte de lo que él mismo llamó el “circuito californiano”. Cada marzo, su familia dejaba México para instalarse en el sur del Valle de San Joaquín. Durante el verano, mientras sus amigos estaban de vacaciones, él, sus padres y sus hermanos trabajaban en los campos: recolectaban fresas, pepinos, tomates, cerezas y uvas.

La rutina era exigente. Todos trabajaban bajo el sol los siete días de la semana y vivían en barrios difíciles, marcados por la violencia, las pandillas y el consumo de drogas, según cuenta en el sitio web de su Viñedo en Lodi, California.

A pesar de su origen humilde, sus padres priorizaron su educación y la de sus hermanos. Esos valores fueron claves para que, años después, pudiera construir un camino académico firme y soñar con algo que parecía imposible: viajar al espacio.

Con esfuerzo, José se graduó como ingeniero eléctrico y luego completó estudios de posgrado. Su carrera profesional avanzó en el Laboratorio Nacional Lawrence Livermore, de California, donde participó en proyectos científicos de alta complejidad. Allí colaboró en el desarrollo de un láser de rayos X y trabajó en tecnología médica.

El ingreso a la NASA y la misión STS-128: sueño cumplido

En 2000, Hernández entró a la agencia espacial estadounidense. Cuatro años más tarde, en 2004, fue seleccionado como parte de la 19 ª generación de astronautas de Estados Unidos y tras años de entrenamiento, recibió la asignación como ingeniero de vuelo de la misión STS-128, a bordo del transbordador Discovery.

El 28 de agosto de 2009, José despegó rumbo a la Estación Espacial Internacional. Participó de una misión de 14 días, en la que formó parte del equipo encargado de entregar y montar equipos para las investigaciones en microgravedad.

El retiro de la NASA y el regreso a las raíces

Tras doce años de carrera en la NASA, José se retiró y decidió regresar a California, para vivir con su familia cerca de sus padres. Se instaló en Lodi y, con el deseo de concretar otro sueño, fundó su propia bodega: Tierra Luna Cellars. Allí produce vinos con uvas cultivadas en un pequeño viñedo, con el acompañamiento de su padre Salvador.

El nombre de la bodega evoca su experiencia en el espacio. “La visión de las constelaciones desde el espacio inspiró el nombre de mis vinos”, explicó.

Una voz por la dignidad de los migrantes

Tras la llegada de Donald Trump al poder, con el endurecimiento de las políticas migratorias, Hernández decidió tomar posición sobre las redadas masivas y las detenciones de migrantes que se multiplican en todo el país.

“Como alguien que trabajó en los campos como trabajador agrícola migrante y luego voló entre las estrellas, ¡apoyo a nuestra comunidad inmigrante!“, publicó en X, donde remarcó que el objetivo de ”alcanzar el sueño americano impulsa el futuro de nuestra nación”. Por ello, cerró:“Merece respeto, dignidad y oportunidades”.

 Conoce la inspiradora historia de un mexicano que pasó de jornalero en EE.UU. a astronauta de la NASA. Destaca que los inmigrantes merecen respeto y dignidad por su esfuerzo y superación.  LA NACION