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domingo, junio 29, 2025
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El último baile de Ángel Di María en Benfica: épica en el fin de un tour de 18 años antes de volver a Rosario

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Eterno. Incombustible. Inagotable. Ángel Di María escribió un capítulo más en su larguísima historia de resiliencia, de combate contra las dificultades, de no darse nunca por vencido, de aprovechar un tropiezo sólo para volver a levantarse. Aunque el gesto del final reflejara en su cara la tristeza de la derrota que es al mismo tiempo despedida de sus 18 años en el fútbol europeo, el Benfica vs. Chelsea de los octavos de final del Mundial de Clubes quedará en la memoria por el grado de épica que el Fideo de Rosario puso a su último baile en el equipo portugués.

El 4 a 1 logrado por el conjunto londinense en tiempo suplementario será apenas una anécdota, porque lo más trascendente de un partido tan difícil de olvidar como de explicar había ocurrido un rato antes, todavía dentro del lapso regular y con casi dos horas de demora, las que transcurrieron desde el minuto 85 del encuentro, cuando el muy polémico protocolo de seguridad contra las tormentas eléctricas obligó a detener el juego, hasta poco después de su reanudación.

Ya no había sol y el calor se sentía mucho menos en Charlotte cuando por fin las autoridades dieron la venia para la continuación. Chelsea derrotaba por 1-0 a Benfica, un tanteador amarrete teniendo en cuenta la superioridad mostrada por el cuadro inglés. Fue entonces cuando la figura de Di María se elevó por encima del estadio y de las nubes.

Transcurría el tercero de los seis minutos de adición decididos por el esloveno Slavko Vinçic cuando Di María construyó una acción que acabó en tiro libre para las Águilas de Portugal. El zurdo de la selección argentina ejecutó el centro, Nicolás Otamendi (el viernes había renovado su contrato por un año) ganó por arriba, el francés Malo Gusto saltó estirando el brazo izquierdo en el que rebotó la pelota y, VAR mediante, el árbitro sancionó el penal. Di María tiró al medio, abajo, con suavidad, consciente de que el arquero Robert Sánchez iba a buscar uno de los palos. Gol, el cuarto suyo en el torneo (es el máximo artillero, con sus cuatro penales convertidos), 1 a 1 y alargue.

¡Es la imagen que va a dar la vuelta al mundo! ¡Es la imagen de Di María completamente destrozado e inmóvil mirando al suelo!

Te mereciste más en tu despedida, Fideo 🥹👏👏👏👏@FIFACWC | Todos los partidos gratis en https://t.co/yWCWbevPop | #FIFACWC #TakeItToTheWorld pic.twitter.com/iOW2N7Hkb5

— DAZN Fútbol (@DAZNFutbol) June 29, 2025

El último capítulo de una trayectoria desbordante ya estaba escrito, sin importar lo que viniera después, que por otra parte no hizo más que confirmar lo que se había visto en el juego durante prácticamente todo el partido: el dominio de Chelsea. Que fue ampliado por la expulsión a Gianluca Prestianni al minuto del suplementario, y con los tantos que fueron cayendo casi por su propio peso hasta completar la goleada.

Fideo se fue de la cancha envuelto en lágrimas y con la amargura dibujada en el rostro, pero una vez que se enfríe se dará cuenta que hizo hasta lo imposible para que el adiós a una etapa gloriosa estuviera a la altura que su trayectoria europea merecía. Incluso pese a que las circunstancias no lo ayudaron, desde antes de empezar.

El destino, a veces, hace jugarretas extrañas. La despedida de un ciclo para un futbolista que vistió las camisetas de cinco grandes, Benfica, Real Madrid, Manchester United, Paris Saint-Germain e Juventus; que ganó 30 trofeos, incluyidas una Copa y una Supercopa de Europa, debió ser en un estadio repleto de Lisboa, Madrid, Manchester, París o Turín, pero acabó ocurriendo en otro continente, en un escenario casi vacío de una ciudad que hasta puede ser calificada como antifutbolera. Pero no. Ocurió en una muy calurosa tarde (37 grados de sensación térmica en el inicio del partido) de la lejana Charlotte, en Carolina del Norte, uno de esos distritos estadounidenses cuya ubicación en el mapa ni siquiera suele estar guardada en la memoria.

¡UNA SECUENCIA DE PELÍCULA! FUERZA EL PENALTI DI MARÍA. MARCA DI MARÍA. LA LOCURA DEL BENFICA

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— DAZN Fútbol (@DAZNFutbol) June 29, 2025

El club portugués fue el punto en el que comenzó el tour futbolero de Di María, cuando Rosario Central aceptó transferirlo por algo más de 8 millones de dólares, y también aquél en el que llegó la conclusión. Ahora, a su muy personal vuelta completa al mundo del fútbol la espera la verdadera etapa que cerrará el círculo. Será dentro de un par de semanas, cuando 18 años más tarde y con canas en el pelo pise nuevamente el césped del Gigante de Arroyito luciendo la camiseta auriazul que lo vio partir en julio de 2007.

Queda claro que la victoria de Chelsea no entra en debate. Su propuesta futbolística fue muy superior, tanto en lo táctico como en la calidad individual desde el primer minuto, y apenas tuvo la laguna del final del partido. Incluso, pese a extrañar una mayor participación de Enzo Fernández en la elaboración del ataque. Ubicado casi como enganche, el argentino quedó atrapado entre defensores y volantes por el retroceso general de Benfica, jugando muchas veces de espalda al arco y con poco espacio para recibir. No llegó antes la definición solamente por las atajadas del ucraniano Anatoli Trubin y los errores en la resolución de Cole Palmer y Marc Cucurella, tan imparables para crear jugadas de gol por la izquierda como faltos de acierto para concluirlas.

Sus fallos tuvieron sí, el mérito de regalarnos la épica del final. En un escenario lejano, con poca gente en las tribunas y un calor excesivo, Ángel Di María le dijo “adiós” a una incomparable historia de 18 años, a lo grande y dando lucha hasta la extenuación. En la mitad canalla de Rosario ya están frotándose las manos y preparando la emoción para lo que está por venir.

Eterno. Incombustible. Inagotable. Ángel Di María escribió un capítulo más en su larguísima historia de resiliencia, de combate contra las dificultades, de no darse nunca por vencido, de aprovechar un tropiezo sólo para volver a levantarse. Aunque el gesto del final reflejara en su cara la tristeza de la derrota que es al mismo tiempo despedida de sus 18 años en el fútbol europeo, el Benfica vs. Chelsea de los octavos de final del Mundial de Clubes quedará en la memoria por el grado de épica que el Fideo de Rosario puso a su último baile en el equipo portugués.

El 4 a 1 logrado por el conjunto londinense en tiempo suplementario será apenas una anécdota, porque lo más trascendente de un partido tan difícil de olvidar como de explicar había ocurrido un rato antes, todavía dentro del lapso regular y con casi dos horas de demora, las que transcurrieron desde el minuto 85 del encuentro, cuando el muy polémico protocolo de seguridad contra las tormentas eléctricas obligó a detener el juego, hasta poco después de su reanudación.

Ya no había sol y el calor se sentía mucho menos en Charlotte cuando por fin las autoridades dieron la venia para la continuación. Chelsea derrotaba por 1-0 a Benfica, un tanteador amarrete teniendo en cuenta la superioridad mostrada por el cuadro inglés. Fue entonces cuando la figura de Di María se elevó por encima del estadio y de las nubes.

Transcurría el tercero de los seis minutos de adición decididos por el esloveno Slavko Vinçic cuando Di María construyó una acción que acabó en tiro libre para las Águilas de Portugal. El zurdo de la selección argentina ejecutó el centro, Nicolás Otamendi (el viernes había renovado su contrato por un año) ganó por arriba, el francés Malo Gusto saltó estirando el brazo izquierdo en el que rebotó la pelota y, VAR mediante, el árbitro sancionó el penal. Di María tiró al medio, abajo, con suavidad, consciente de que el arquero Robert Sánchez iba a buscar uno de los palos. Gol, el cuarto suyo en el torneo (es el máximo artillero, con sus cuatro penales convertidos), 1 a 1 y alargue.

¡Es la imagen que va a dar la vuelta al mundo! ¡Es la imagen de Di María completamente destrozado e inmóvil mirando al suelo!

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El último capítulo de una trayectoria desbordante ya estaba escrito, sin importar lo que viniera después, que por otra parte no hizo más que confirmar lo que se había visto en el juego durante prácticamente todo el partido: el dominio de Chelsea. Que fue ampliado por la expulsión a Gianluca Prestianni al minuto del suplementario, y con los tantos que fueron cayendo casi por su propio peso hasta completar la goleada.

Fideo se fue de la cancha envuelto en lágrimas y con la amargura dibujada en el rostro, pero una vez que se enfríe se dará cuenta que hizo hasta lo imposible para que el adiós a una etapa gloriosa estuviera a la altura que su trayectoria europea merecía. Incluso pese a que las circunstancias no lo ayudaron, desde antes de empezar.

El destino, a veces, hace jugarretas extrañas. La despedida de un ciclo para un futbolista que vistió las camisetas de cinco grandes, Benfica, Real Madrid, Manchester United, Paris Saint-Germain e Juventus; que ganó 30 trofeos, incluyidas una Copa y una Supercopa de Europa, debió ser en un estadio repleto de Lisboa, Madrid, Manchester, París o Turín, pero acabó ocurriendo en otro continente, en un escenario casi vacío de una ciudad que hasta puede ser calificada como antifutbolera. Pero no. Ocurió en una muy calurosa tarde (37 grados de sensación térmica en el inicio del partido) de la lejana Charlotte, en Carolina del Norte, uno de esos distritos estadounidenses cuya ubicación en el mapa ni siquiera suele estar guardada en la memoria.

¡UNA SECUENCIA DE PELÍCULA! FUERZA EL PENALTI DI MARÍA. MARCA DI MARÍA. LA LOCURA DEL BENFICA

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El club portugués fue el punto en el que comenzó el tour futbolero de Di María, cuando Rosario Central aceptó transferirlo por algo más de 8 millones de dólares, y también aquél en el que llegó la conclusión. Ahora, a su muy personal vuelta completa al mundo del fútbol la espera la verdadera etapa que cerrará el círculo. Será dentro de un par de semanas, cuando 18 años más tarde y con canas en el pelo pise nuevamente el césped del Gigante de Arroyito luciendo la camiseta auriazul que lo vio partir en julio de 2007.

Queda claro que la victoria de Chelsea no entra en debate. Su propuesta futbolística fue muy superior, tanto en lo táctico como en la calidad individual desde el primer minuto, y apenas tuvo la laguna del final del partido. Incluso, pese a extrañar una mayor participación de Enzo Fernández en la elaboración del ataque. Ubicado casi como enganche, el argentino quedó atrapado entre defensores y volantes por el retroceso general de Benfica, jugando muchas veces de espalda al arco y con poco espacio para recibir. No llegó antes la definición solamente por las atajadas del ucraniano Anatoli Trubin y los errores en la resolución de Cole Palmer y Marc Cucurella, tan imparables para crear jugadas de gol por la izquierda como faltos de acierto para concluirlas.

Sus fallos tuvieron sí, el mérito de regalarnos la épica del final. En un escenario lejano, con poca gente en las tribunas y un calor excesivo, Ángel Di María le dijo “adiós” a una incomparable historia de 18 años, a lo grande y dando lucha hasta la extenuación. En la mitad canalla de Rosario ya están frotándose las manos y preparando la emoción para lo que está por venir.

 El rosarino convirtió de penal, pero después Chelsea fue demoledor en el alargue; el próximo paso de Fideo es regresar a Central  LA NACION