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domingo, junio 29, 2025
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Plan económico. Cuál es el verdadero riesgo que preocupa a los empresarios

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Fueron tres cafés negros y un cortado. La charla se extendió por 60 minutos y los eufemismos no formaron parte de la agenda. “Ya no hay tiempo para lo políticamente correcto. Las cosas se dicen tal cual son o no se dicen. Después de todo estamos grandes”, disparó por lo bajo uno de los convidados en el único off the record que tuvo la reunión. De ahí lo más rico del encuentro. La connotación de esta frase no implica negatividad sino pragmatismo, se encargó de advertir el hombre de negocios. Fue el miércoles por la tarde en La Rural.

Javier Bolzico, presidente de Adeba y el termómetro concreto de lo que le pasa a los bancos en la Argentina; Gustavo Weiss, titular de Camarco, la cámara que representa a las obras de infraestructura a nivel nacional; Issel Kiperszmid, vicepresidente de la CEDU -termómetro de los desarrollos inmobiliarios del mundo privado-; Martín Rapallini, presidente de la Unión Industrial Argentina -referente de las fábricas nacionales- y Mario Grinman, titular de la Cámara Argentina de Comercio, son junto a la Bolsa y a la Sociedad Rural Argentina la muestra más acabada de lo que piensan los sectores más representativos del país. Sus realidades se espejan en lo complejo que es la toma de decisiones en la economía argentina. Acorde al modo de época plantearon sus puntos de vista sin grises y pusieron en palabras los desafíos que atraviesan.

“No nos preocupa competir pero se tienen que hacer urgentemente todos los cambios a nivel fiscal, laboral y de infraestructura, porque venimos hablando desde hace tiempo del costo argentino, que son todas las distorsiones que fuimos acumulando. Cuando uno está en una economía más cerrada, en la que se sostiene el crecimiento y la demanda a través del gasto público, la inflación hace que la corrección sea para adelante. Eso es cierto. Subió algo, lo pongo en el precio. Todos jugamos ese juego durante un tiempo porque no había otra”, se sinceró Rapallini.

Y agregó: “Eso era único en el mundo porque todos trabajan para bajar los costos de cada ítem, de cada cadena de valor. Nosotros ese proceso que en otros países llevó décadas, lo estamos haciendo en la Argentina. Y lo estamos haciendo con una inflación que fue muy superior a la del valor del dólar”, comentó el representante de la industria. El titular de la UIA coincide con el Gobierno en que el que tiene que definir si existe o no un sector es el mercado. “Pero nivelame la cancha, generá igualdad de condiciones y podremos demostrar lo competitivos que somos respecto del mundo”, agregó un tanto preocupado.

El debate por el tipo de cambio que enfrenta al gobierno con gran parte de los economistas tiene otras particularidades. Hay automotrices que mientras avanzan en la mirada de costos hacia adentro y esperan las reformas de fondo están exportando a pérdida para no perder las plazas a las que enviaron sus vehículos durante los últimos años. Saben que si no cumplen con los envíos será otra filial la que se quede con esos volúmenes y costó demasiados años conseguirlos. “La idea es aguantar lo más que podamos hasta que se produzcan las imprescindibles reformas”, comentó el CEO de una terminal que sigue muy de cerca el balance local.

Por el Comercio las opiniones están repartidas según el traje que lleven los interlocutores. “En mi Consejo -de la CAC- se sientan los exportadores que quieren un dólar recontra alto y los importadores que quieren uno recontra bajo. Lograr ese equilibrio será muy difícil”, sostiene Grinman. “También es cierto que en la Argentina, las sucesivas devaluaciones históricas que hubo nunca solucionaron nada porque a los cuatro o cinco meses todo se iba a precio y estábamos un poquito peor. A mí no me preocupa cómo está el dólar, porque está en una banda. Hoy el ciudadano argentino, en ese tema, está relativamente tranquilo, pero es difícil encontrar un equilibrio para dejar a todos tranquilos, al menos en el corto tiempo”, agregó. Por lo bajo, dos industriales que no participaron del café del G5 dicen haberse vuelto adictos a dos ejes: reservas del Banco Central y estudio del comportamiento de la relación del peso y el dólar en el marco de lo que denominan “la mano visible del mercado”, con relación a las importaciones hormiga, los dólares de atesoramiento y el boom de viajes al exterior con su contrapartida de bajas en el turismo receptivo.

Las reformas estructurales son imprescindibles para todos. “No es que los empresarios necesitamos proteccionismo, sabemos trabajar en nuestras empresas, pero necesitamos algunas reglas de juego acorde a la realidad”, comentó Grinman. Por otra parte, el hombre de Comercio sumó algo que es un secreto a voces en el mundo privado de WhatsApp, “nadie puede esperar una lluvia de inversiones por un cambio de gobierno como se dijo en el pasado. Eso no sucedió ni va a suceder. Es infantil. La Argentina es un país que perdió la confianza global por ser estafadores seriales durante muchas décadas. Más elegante es decir defaulteadores pero nos enojamos cuando pedimos préstamos y también cuando hay que devolverlos. Ahora es momento de aguantar porque no hay otra alternativa para el país”.

Entre la infraestructura y la construcción

Para Bolzico que representa al 40% del sistema financiero: “La competitividad afecta a toda la economía. Uno puede ver dos grandes fuentes de “descompetitividad” a las que se está combatiendo: una es con la desregulación, tanto pública como privada con las cargas, los trámites, los sellados, los colegios profesionales y demás que van encareciendo los procesos y que se están tratando de reducir”. La otra es la carga derivada del exceso de gasto público. “Necesitamos que baje el gasto en los tres niveles: nacional, provincial y municipal y de esa forma podremos avanzar. La incidencia tributaria consecuencia del gasto y es tal que el 50% del costo de una tasa de un crédito es impositiva”, comentó el titular de Adeba. Mientras tanto, “la vuelta del crédito hipotecario es muy real, desde hace 12 meses ha empezado a crecer y desde entonces no ha parado. La relación crédito-PBI es de las más bajas de toda América. Es el nivel del que partimos. En los últimos 12 meses el volumen de crédito del sector privado más que se duplicó, ahora estamos en un proceso de recuperación, que se tiene que convertir en un proceso de desarrollo. El total del crédito bancario dividido el PBI, da el 11/12%. En la región de Latinoamérica es 50%, o sea tenemos un recorrido enorme por delante y la oportunidad está latente”.

Esa situación se refleja en los ganadores y perdedores del sector de desarrollos inmobiliarios. “Hay un área de inmuebles terminados que están viviendo un momento muy bueno; las inmobiliarias en general, producto de la aparición del crédito, aunque incipiente, para el usado. Pero lo que hace al sector del desarrollo, que somos quienes creamos las nuevas viviendas, los nuevos desarrollos en general, no estamos pasando por un buen momento, por una razón muy sencilla: el incremento de los costos ha sido fenomenal, en dólares prácticamente se ha duplicado en un año y medio, y los precios han aumentado un 10 por ciento”, resume Kiperszmid, representante del sector de desarrollo. Y agrega: “El Gobierno ha puesto todo su esfuerzo en reducir fuertemente el desequilibrio fiscal y lo ha hecho con mucho éxito. La contraparte es generar las condiciones para que la economía del país se abra razonablemente. Sí tenemos que tener en cuenta que cuando se dan planes de estabilidad de shock, como llevó adelante el gobierno, siempre comienza a generarse desempleo; ocurrió en Chile y en otros países como Israel. En este momento debería ponerse el ojo en poder lograr amortiguar el efecto. En el caso de nuestro país, los sectores que van a generar divisas como energía y minería no son altamente demandantes de mano de obra y generan trabajo en lugares alejados de la ciudad. El riesgo es que en centros urbanos se empiece a generar desocupación y aquí estamos nosotros que podemos ser contracíclicos pero se necesita previsibilidad”, sumó.

La mayoría de los referentes de los sectores clave de la economía están convencidos de que habrá inversiones en sectores puntuales que ya están llegando pero después lo importante es dar un marco real para el largo plazo. “Es importante bajar la inflación, no emitir, tener equilibrio fiscal pero también lo es el apoyo de un Congreso que solo quiere hacer política barata. Hay que tener un cambio cultural para ser un país normal”, agregó Grinman.

Entre el estado criminal y el devenir de la política

“La infraestructura a cargo del Estado -en sus tres niveles- se encuentra muy deteriorada luego de décadas de baja inversión y omisión de mantenimiento. Su valor actual es alrededor del 45 % del valor de reposición. Es como que hemos consumido más de la mitad de su vida útil y eso también es competitividad por lo que se necesita avanzar tanto desde el sector público como desde el privado”, dice Weiss, en nombre de Camarco. Para el responsable de la cámara de la construcción “el tipo de cambio no matchea bien con la competitividad porque hacen falta reformas que no dependen solo del Gobierno, sino de que la sociedad lo acompañe y los distintos sectores políticos y el Congreso. Estamos ante un problema de un dólar que tiene un valor no directamente relacionado con los otros factores de competitividad argentina. Si rápidamente no se actúa va a haber muchos sectores complicados”.

Para el representante de la infraestructura privada: “Los inversores están pensando más en el mediano plazo, no en las legislativas, le van a prestar más atención a las elecciones presidenciales del 2027. Por supuesto que el Gobierno gane bien en octubre va a reforzar el camino pero las inversiones de fondo llegarán si en el 2027 hay una revalidación”. Ahí está la batalla de fondo. La coincidencia es que los primeros pasos macro fueron los correctos al igual que la gestión estilo “hospital de guerra”, pero ahora es el momento -coinciden- en trabajar en la micro que es en definitiva donde se libra el largo plazo de cada elección. “Ser empresario en la argentina es una actividad de riesgo: si te vas a Chile, tiene 38 empresas cada 1000 habitantes, en la Argentina son 13. ¿Por qué acá tenemos tan poca densidad de empresas cada 1000 habitantes? Si tuviéramos 26 como Brasil, estaríamos duplicando el trabajo formal y trayendo al sistema toda esa gente. Ahí es donde la micro reina”, concluye Grinman. Y es ahí adonde encuentran el verdadero riesgo del plan: que la sociedad tenga suficiente resto para esperar el tiempo que sea necesario en un país en el que durante muchos años los placebos fueron la norma y no la excepción a la regla.

Fueron tres cafés negros y un cortado. La charla se extendió por 60 minutos y los eufemismos no formaron parte de la agenda. “Ya no hay tiempo para lo políticamente correcto. Las cosas se dicen tal cual son o no se dicen. Después de todo estamos grandes”, disparó por lo bajo uno de los convidados en el único off the record que tuvo la reunión. De ahí lo más rico del encuentro. La connotación de esta frase no implica negatividad sino pragmatismo, se encargó de advertir el hombre de negocios. Fue el miércoles por la tarde en La Rural.

Javier Bolzico, presidente de Adeba y el termómetro concreto de lo que le pasa a los bancos en la Argentina; Gustavo Weiss, titular de Camarco, la cámara que representa a las obras de infraestructura a nivel nacional; Issel Kiperszmid, vicepresidente de la CEDU -termómetro de los desarrollos inmobiliarios del mundo privado-; Martín Rapallini, presidente de la Unión Industrial Argentina -referente de las fábricas nacionales- y Mario Grinman, titular de la Cámara Argentina de Comercio, son junto a la Bolsa y a la Sociedad Rural Argentina la muestra más acabada de lo que piensan los sectores más representativos del país. Sus realidades se espejan en lo complejo que es la toma de decisiones en la economía argentina. Acorde al modo de época plantearon sus puntos de vista sin grises y pusieron en palabras los desafíos que atraviesan.

“No nos preocupa competir pero se tienen que hacer urgentemente todos los cambios a nivel fiscal, laboral y de infraestructura, porque venimos hablando desde hace tiempo del costo argentino, que son todas las distorsiones que fuimos acumulando. Cuando uno está en una economía más cerrada, en la que se sostiene el crecimiento y la demanda a través del gasto público, la inflación hace que la corrección sea para adelante. Eso es cierto. Subió algo, lo pongo en el precio. Todos jugamos ese juego durante un tiempo porque no había otra”, se sinceró Rapallini.

Y agregó: “Eso era único en el mundo porque todos trabajan para bajar los costos de cada ítem, de cada cadena de valor. Nosotros ese proceso que en otros países llevó décadas, lo estamos haciendo en la Argentina. Y lo estamos haciendo con una inflación que fue muy superior a la del valor del dólar”, comentó el representante de la industria. El titular de la UIA coincide con el Gobierno en que el que tiene que definir si existe o no un sector es el mercado. “Pero nivelame la cancha, generá igualdad de condiciones y podremos demostrar lo competitivos que somos respecto del mundo”, agregó un tanto preocupado.

El debate por el tipo de cambio que enfrenta al gobierno con gran parte de los economistas tiene otras particularidades. Hay automotrices que mientras avanzan en la mirada de costos hacia adentro y esperan las reformas de fondo están exportando a pérdida para no perder las plazas a las que enviaron sus vehículos durante los últimos años. Saben que si no cumplen con los envíos será otra filial la que se quede con esos volúmenes y costó demasiados años conseguirlos. “La idea es aguantar lo más que podamos hasta que se produzcan las imprescindibles reformas”, comentó el CEO de una terminal que sigue muy de cerca el balance local.

Por el Comercio las opiniones están repartidas según el traje que lleven los interlocutores. “En mi Consejo -de la CAC- se sientan los exportadores que quieren un dólar recontra alto y los importadores que quieren uno recontra bajo. Lograr ese equilibrio será muy difícil”, sostiene Grinman. “También es cierto que en la Argentina, las sucesivas devaluaciones históricas que hubo nunca solucionaron nada porque a los cuatro o cinco meses todo se iba a precio y estábamos un poquito peor. A mí no me preocupa cómo está el dólar, porque está en una banda. Hoy el ciudadano argentino, en ese tema, está relativamente tranquilo, pero es difícil encontrar un equilibrio para dejar a todos tranquilos, al menos en el corto tiempo”, agregó. Por lo bajo, dos industriales que no participaron del café del G5 dicen haberse vuelto adictos a dos ejes: reservas del Banco Central y estudio del comportamiento de la relación del peso y el dólar en el marco de lo que denominan “la mano visible del mercado”, con relación a las importaciones hormiga, los dólares de atesoramiento y el boom de viajes al exterior con su contrapartida de bajas en el turismo receptivo.

Las reformas estructurales son imprescindibles para todos. “No es que los empresarios necesitamos proteccionismo, sabemos trabajar en nuestras empresas, pero necesitamos algunas reglas de juego acorde a la realidad”, comentó Grinman. Por otra parte, el hombre de Comercio sumó algo que es un secreto a voces en el mundo privado de WhatsApp, “nadie puede esperar una lluvia de inversiones por un cambio de gobierno como se dijo en el pasado. Eso no sucedió ni va a suceder. Es infantil. La Argentina es un país que perdió la confianza global por ser estafadores seriales durante muchas décadas. Más elegante es decir defaulteadores pero nos enojamos cuando pedimos préstamos y también cuando hay que devolverlos. Ahora es momento de aguantar porque no hay otra alternativa para el país”.

Entre la infraestructura y la construcción

Para Bolzico que representa al 40% del sistema financiero: “La competitividad afecta a toda la economía. Uno puede ver dos grandes fuentes de “descompetitividad” a las que se está combatiendo: una es con la desregulación, tanto pública como privada con las cargas, los trámites, los sellados, los colegios profesionales y demás que van encareciendo los procesos y que se están tratando de reducir”. La otra es la carga derivada del exceso de gasto público. “Necesitamos que baje el gasto en los tres niveles: nacional, provincial y municipal y de esa forma podremos avanzar. La incidencia tributaria consecuencia del gasto y es tal que el 50% del costo de una tasa de un crédito es impositiva”, comentó el titular de Adeba. Mientras tanto, “la vuelta del crédito hipotecario es muy real, desde hace 12 meses ha empezado a crecer y desde entonces no ha parado. La relación crédito-PBI es de las más bajas de toda América. Es el nivel del que partimos. En los últimos 12 meses el volumen de crédito del sector privado más que se duplicó, ahora estamos en un proceso de recuperación, que se tiene que convertir en un proceso de desarrollo. El total del crédito bancario dividido el PBI, da el 11/12%. En la región de Latinoamérica es 50%, o sea tenemos un recorrido enorme por delante y la oportunidad está latente”.

Esa situación se refleja en los ganadores y perdedores del sector de desarrollos inmobiliarios. “Hay un área de inmuebles terminados que están viviendo un momento muy bueno; las inmobiliarias en general, producto de la aparición del crédito, aunque incipiente, para el usado. Pero lo que hace al sector del desarrollo, que somos quienes creamos las nuevas viviendas, los nuevos desarrollos en general, no estamos pasando por un buen momento, por una razón muy sencilla: el incremento de los costos ha sido fenomenal, en dólares prácticamente se ha duplicado en un año y medio, y los precios han aumentado un 10 por ciento”, resume Kiperszmid, representante del sector de desarrollo. Y agrega: “El Gobierno ha puesto todo su esfuerzo en reducir fuertemente el desequilibrio fiscal y lo ha hecho con mucho éxito. La contraparte es generar las condiciones para que la economía del país se abra razonablemente. Sí tenemos que tener en cuenta que cuando se dan planes de estabilidad de shock, como llevó adelante el gobierno, siempre comienza a generarse desempleo; ocurrió en Chile y en otros países como Israel. En este momento debería ponerse el ojo en poder lograr amortiguar el efecto. En el caso de nuestro país, los sectores que van a generar divisas como energía y minería no son altamente demandantes de mano de obra y generan trabajo en lugares alejados de la ciudad. El riesgo es que en centros urbanos se empiece a generar desocupación y aquí estamos nosotros que podemos ser contracíclicos pero se necesita previsibilidad”, sumó.

La mayoría de los referentes de los sectores clave de la economía están convencidos de que habrá inversiones en sectores puntuales que ya están llegando pero después lo importante es dar un marco real para el largo plazo. “Es importante bajar la inflación, no emitir, tener equilibrio fiscal pero también lo es el apoyo de un Congreso que solo quiere hacer política barata. Hay que tener un cambio cultural para ser un país normal”, agregó Grinman.

Entre el estado criminal y el devenir de la política

“La infraestructura a cargo del Estado -en sus tres niveles- se encuentra muy deteriorada luego de décadas de baja inversión y omisión de mantenimiento. Su valor actual es alrededor del 45 % del valor de reposición. Es como que hemos consumido más de la mitad de su vida útil y eso también es competitividad por lo que se necesita avanzar tanto desde el sector público como desde el privado”, dice Weiss, en nombre de Camarco. Para el responsable de la cámara de la construcción “el tipo de cambio no matchea bien con la competitividad porque hacen falta reformas que no dependen solo del Gobierno, sino de que la sociedad lo acompañe y los distintos sectores políticos y el Congreso. Estamos ante un problema de un dólar que tiene un valor no directamente relacionado con los otros factores de competitividad argentina. Si rápidamente no se actúa va a haber muchos sectores complicados”.

Para el representante de la infraestructura privada: “Los inversores están pensando más en el mediano plazo, no en las legislativas, le van a prestar más atención a las elecciones presidenciales del 2027. Por supuesto que el Gobierno gane bien en octubre va a reforzar el camino pero las inversiones de fondo llegarán si en el 2027 hay una revalidación”. Ahí está la batalla de fondo. La coincidencia es que los primeros pasos macro fueron los correctos al igual que la gestión estilo “hospital de guerra”, pero ahora es el momento -coinciden- en trabajar en la micro que es en definitiva donde se libra el largo plazo de cada elección. “Ser empresario en la argentina es una actividad de riesgo: si te vas a Chile, tiene 38 empresas cada 1000 habitantes, en la Argentina son 13. ¿Por qué acá tenemos tan poca densidad de empresas cada 1000 habitantes? Si tuviéramos 26 como Brasil, estaríamos duplicando el trabajo formal y trayendo al sistema toda esa gente. Ahí es donde la micro reina”, concluye Grinman. Y es ahí adonde encuentran el verdadero riesgo del plan: que la sociedad tenga suficiente resto para esperar el tiempo que sea necesario en un país en el que durante muchos años los placebos fueron la norma y no la excepción a la regla.

 El debate es cada vez más explícito; la brecha entre la macro y la micro está a flor de piel; cuáles son las reformas que esperan y porqué tienen la mira en el empleo y la actividad; cuál es el país que corre por las venas de quienes hacen negocios en la Argentina desde hace muchos años; las expectativas sobre el dólar y el dilema de la competitividad  LA NACION