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domingo, julio 6, 2025
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Francisco Monaldi: “En las escuelas de negocios de EE.UU. se estudia el caso YPF como un caso de corrupción para favorecer a un grupo cercano al gobierno”

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El fallo de la juez Preska es un elemento de preocupación porque el modelo de desarrollo de Vaca Muerta está muy centrado en YPF”, afirma. “Repsol no estaba invirtiendo en la Argentina porque no era atractivo invertir en el país. Se dio una profecía autocumplida: el Gobierno de los Kirchner generó condiciones para que no se invirtiera en el sector petrolero argentino. Se hicieron importadores netos significativos de hidrocarburos, un desastre nacional. Y después justificaron la política de nacionalización”, sostiene. “El acuerdo Repsol y Grupo Petersen funcionó como una especie de coima”, asegura. “Uno de los factores necesarios para que se desarrolle el potencial de Vaca Muerta es que las empresas internacionales apuesten significativamente”, plantea. “Hasta ahora, han sido mucho más cautelosas y mucho más conservadores que las empresas argentinas”, advierte. “Hay que garantizar que en el largo plazo los inversionistas puedan obtener un retorno de su inversión, incluyendo la propia empresa del Estado”, analiza. “Según la Agencia Internacional de Energía, la Argentina es uno de los lugares donde habrá un crecimiento mayor en la próxima década”. “El crecimiento de la producción de petróleo es de casi el 25 por ciento con respecto al año pasado, y de un 16 o 17 por ciento en relación a la producción de gas”, precisa. “Los hidrocarburos van a seguir siendo un recurso importante por más tiempo del que pensábamos”, aclara. “El petróleo va a ser rentable para la Argentina durante por lo menos diez años”, señala y agrega: “El gas, obviamente, depende de que se pueda desarrollar la infraestructura de exportación del gas, que implica inversiones muy importantes”. “En petróleo, YPF produce más de la mitad que se produce en Vaca Muerta. En el caso del gas, las empresas que dominan la explotación en Vaca Muerta son principalmente empresas argentinas que no son YPF”, detalla. “Vaca Muerta es competitivo en comparación con el petróleo de shale equivalente que se produce en los Estados Unidos. Pero es mucho más costoso que el petróleo del Medio Oriente”, describe. “Si Vaca Muerta estuviera en Texas, se produciría diez veces más petróleo del que se está produciendo hoy en día”, compara. “El éxito de Estados Unidos se debe a un marco regulatorio súper atractivo para el sector. Es una excepción al régimen jurídico del resto del planeta: no es fácilmente replicable”, aclara. “Para que se desarrolle Vaca Muerta, una condición muy importante es la credibilidad, el costo del capital, que el Estado argentino cree las condiciones para la infraestructura necesaria”, dice.

La alternativa a la nacionalización de YPF hubiera sido la creación de las condiciones de credibilidad necesarias para que el sector privado pudiera invertir

“El shale implica otra manera de explotar. requiere invertir permanentemente para mantener la producción. En cambio, en Arabia Saudita, se hace una inversión inicial y se produce durante cuarenta años. En la Argentina, la explotación de shale implica invertir todo el tiempo”, explica y sigue: “El modelo de explotación del shale tiene una ventaja para la Argentina: hace que el riesgo político de invertir en la Argentina sea más bajo”. “La estatización de YPF, con una intención de hacerla una empresa asociada a empresas internacionales, fue un mejor equilibrio que el anterior. Pero no es que ése es el mejor equilibrio necesariamente, sino que lo anterior era tan malo que obviamente el nuevo equilibrio, en el que YPF sí empezó a invertir, era un equilibrio más sostenible en el tiempo”, explica. “Ése es el drama de América Latina: a veces comparamos entre regulaciones y sistemas subóptimos y unos mucho peores en vez de pensar en las mejores alternativas”, profundiza. “La alternativa a la nacionalización de YPF hubiera sido la creación de las condiciones de credibilidad necesarias para que el sector privado pudiera invertir”, concluye.

Desde Houston, Texas, donde reside, el respetado especialista en políticas energéticas y economía del petróleo, el venezolano Francisco Monaldi, estuvo en La Repregunta. Monaldi es uno de los expertos más consultados por inversores internacionales en el sector energético. Es director del Programa Latinoamericano sobre Energía del Baker Institute en Rice University, en Estados Unidos. Es economista y doctor en Ciencia Política, con foco en Economía Política, por la Universidad de Stanford.

Vaca Muerta: ¿está en riesgo la tabla de salvación de la macro argentina? Los mercados, ¿preocupados con el fallo Preska? De Repsol a Néstor Kirchner y los Eskenazi, ¿intervencionismo estatal con corrupción? ¿Una YPF estatal es necesaria? Monaldi hizo su análisis.

Aquí, la entrevista completa.

Vaca Muerta, ¿la tabla de salvación nacional? ¿La Argentina la está aprovechando? ¿Cuál es su presente y su potencial futuro?

-Otra vez hay muchísimo interés por el tema de Vaca Muerta a partir de este gran interrogante: ¿cómo quedará definida la situación propietaria de YPF? En relación a lo que representa Vaca Muerta en términos de riqueza energética, ¿cuán explotada está hasta el momento y cuál es su potencial futuro?

-El potencial es gigantesco. De hecho, es muy interesante que la Agencia Internacional de Energía acaba de hablar de la Argentina como uno de los lugares donde habrá un crecimiento mayor en la próxima década, fuera de Estados Unidos y Canadá y entre los países no OPEP. Ya había un crecimiento muy importante. Este año, el crecimiento de la producción de petróleo es de casi el 25 por ciento con respecto al año pasado, y de un 16 o 17 por ciento en relación a la producción de gas. El potencial es sin duda muy importante. Puede hacer de la Argentina un jugador importante en los mercados internacionales en los próximos años si las condiciones se dan.

-De estos 30 mil kilómetros cuadrados de extensión de Vaca Muerta, ¿cuánto está explotado en la actualidad?

-Ha sido explotada una fracción muy pequeña respecto del potencial de Vaca Muerta. Es una región que tiene muchísimos más recursos de los que probablemente van a poder ser explotados antes de que empiece a declinar la demanda mundial de hidrocarburos.

Según la Agencia Internacional de Energía, la Argentina es uno de los lugares donde habrá un crecimiento mayor en la próxima década

-Hasta antes de la guerra en Ucrania, el gran tema era ése: si la Argentina iba a ser capaz de aprovechar la ventana de oportunidad de la transición energética antes de que se reemplazaran los hidrocarburos por energías más limpias. En ese contexto, el gas era un recurso clave para esa transición. El cambio geopolítico de los últimos cinco años, ¿significa que esa ventana de oportunidad se amplió en el tiempo? ¿Se extiende esa posibilidad de aprovechar a fondo Vaca Muerta?

-Todo indica que los hidrocarburos van a seguir siendo un recurso importante por más tiempo del que pensábamos hace cinco años. Pero en particular, el petróleo va a ser rentable para la Argentina durante por lo menos diez años. El gas, obviamente, depende de que se pueda desarrollar la infraestructura de exportación del gas, que implica inversiones muy importantes. Si no se dan, obviamente no se desarrollaría el potencial de Vaca Muerta.

El futuro de Vaca Muerta… y el de Argentina. ¿Cuáles son las condiciones clave? Precio y credibilidad

-Siempre que se den ciertas condiciones, dice usted, ese potencial se puede realizar efectivamente. ¿Cuáles son esas condiciones?

-La primera condición no tiene que ver con la Argentina. Es, simplemente, que el precio del petróleo y del gas hagan que la exportación sea rentable. Vaca Muerta es un yacimiento muy productivo. Es competitivo en comparación con el petróleo de shale equivalente que se produce en los Estados Unidos. Pero es mucho más costoso que el petróleo del Medio Oriente. Entonces, si los precios del petróleo caen por debajo de 50 dólares, Vaca Muerta ve muy comprometida su rentabilidad, y ya lo hemos visto. Recuerda que con la pandemia y el período de caída de precios, hubo un desentusiasmo tremendo en relación al potencial de Vaca Muerta porque los precios no hacían atractivo invertir. En cambio, en los últimos años, hemos tenido precios que han hecho atractivo este desarrollo. Ahora, hay dudas acerca de si estos precios se van a mantener porque la OPEP está incrementando su producción. Pero en todo caso, ésa es una primera condición. La segunda condición muy importante es la credibilidad, el costo del capital, que el Estado argentino cree las condiciones para que se desarrolle esta infraestructura necesaria, sobre todo para el negocio del gas. La inversión para extraer petróleo es relativamente pequeña y rentable, a diferencia del gas que requiere inversiones muy importantes. En la producción de gas, los márgenes son mucho menores y requiere que estén todos los factores alineados para que realmente pueda ocurrir esta exportación de gas natural licuado.

-Sobre la primera cuestión, el precio: ¿por qué es más caro producir gas y petróleo en la Argentina comparado con los países de la OPEP, por ejemplo?

-No tiene nada que ver con la eficiencia argentina, aunque en este momento hay un tema de apreciación del peso: ha hecho un poco más costoso producir. Tiene que ver con la productividad natural de los yacimientos. El shale es un tipo de petróleo que tiene una gran ventaja: tiene ciclo corto, es decir, se produce y se recupera la inversión relativamente rápido. Ésa también es su gran diferencia. Para darte una idea: en Arabia Saudita, hay campos que hace cien años que están produciendo, y producen millones de barriles en un solo yacimiento. Los costos de producción de esos yacimientos son bajísimos no porque ellos sean muy eficientes sino, simplemente, porque la productividad del yacimiento es espectacular. América Latina está en el medio, entre los países de más alto costo, Canadá, Estados Unidos y el Mar del Norte, y los países del Medio Oriente, que son los de costo bajísimo. Para ser claro: si el precio del petróleo bajara a 10 dólares, Arabia Saudita todavía podría producir petróleo de manera rentable.

-¿Es porque esos yacimientos son convencionales, o también se trata también de yacimientos no convencionales?

-Arabia Saudita tiene yacimientos no convencionales, pero eso no es lo que están produciendo. Para Arabia Saudita, sería caro producir en yacimientos no convencionales. Sus yacimientos son convencionales y además, de altísima productividad. Son yacimientos muy grandes. Cada pozo produce muchísimos barriles.

-¿Es decir que la Argentina enfrenta el problema de que es más arduo tener alta productividad en un yacimiento no convencional y hacerlo competitivo en términos de precio? ¿Podemos resumirlo así?

-Sí, así es. Y además, el shale implica otra manera de explotar. El shale requiere invertir permanentemente para mantener la producción. En cambio, en Arabia Saudita, se hace una inversión inicial y se produce durante cuarenta años. En la Argentina, la explotación de shale implica invertir todo el tiempo.

-¿Pasa lo mismo en Estados Unidos en el caso de su producción de shale, tanto de petróleo como de gas?

-Exactamente, sí. La única otra región petrolera en que se está explotando el shale como en Estados Unidos es Vaca Muerta. Los paralelos son muy claros. Apenas baja el precio del petróleo, en Estados Unidos empiezan a perforar menos pozos y la producción deja de crecer.

-En ese sentido, tiene el mismo desafío que la Argentina.

-Sí, así es. Sin embargo, este modelo de explotación del shale tiene una ventaja para la Argentina: hace que el riesgo político de invertir en la Argentina sea más bajo. La diferencia con un proyecto como los de aguas profundas en Brasil o los de Arabia Saudita es que son muy riesgosos para el inversionista: hace la inversión inicial y después, le pueden cambiar las reglas del juego. Mientras que en la Argentina, si el Gobierno cambia las reglas del juego, la inversión no se hace e inmediatamente cae la producción porque hay que estar perforando tiempo, y en ese caso no se podría. Eso reduce el riesgo político.

-El modelo de explotación de esos recursos de shale es muy diferente y condiciona el modelo económico. Y en el caso del shale, tanto de gas como petróleo, baja el riesgo político.

-Sí, así funciona, excepto en el desarrollo de las inversiones para gas natural licuado, que son miles de millones de dólares y con una maduración de décadas.

YPF: ¿imprescindible para Vaca Muerta… o con privados era mejor?

-El Estado argentino tiene el 51 por ciento de las acciones de YPF, de manera que controla la estrategia de YPF. En Vaca Muerta, ¿cuál es el rol y cuánto pesa YPF como empresa estatal comparado con la participación de petroleras privadas, tanto nacionales como extranjeras?

-Es un tema muy interesante porque YPF se ha focalizado en el área más rentable de Vaca Muerta, que es la producción de petróleo más que en la producción de gas. En petróleo, YPF produce más de la mitad que se produce en Vaca Muerta. Hay otros actores, entre los que están las empresas locales argentinas, porque la Argentina tiene, comparado con otros países, un muy activo sector privado doméstico petrolero. Pero en el caso del gas, es interesante porque las empresas que dominan la explotación en Vaca Muerta son principalmente empresas argentinas que no son YPF. YPF también tiene un rol, pero están las empresas locales, además de Total, de Francia, que también es un jugador importante en gas.

-¿A qué empresas locales se refiere?

-Tecpetrol, Pluspetrol, Panamerican, que es una asociación entre los Bulgheroni y BP, Vista Energy en los líquidos de petróleo, la empresa que preside Miguel Galuccio. Estas empresas tienen un rol muy importante. Uno de los factores necesarios para que se desarrolle el potencial de Vaca Muerta completamente es que las empresas internacionales apuesten significativamente. Hasta ahora, han sido mucho más cautelosas y mucho más conservadores que las empresas argentinas.

-Una de las observaciones interesantes que surgieron por el conflicto entre Israel e Irán en las últimas semanas es que esta vez Trump pudo avanzar en términos militares mucho más agresivamente, comparado con Obama, porque el Estados Unidos de Obama no tenía todavía independencia energética y en cambio, por el desarrollo entre otras cosas del shale petróleo y gas, el Estados Unidos de Trump tiene independencia energética. Trump no puede ser chantajeado con un cierre del Estrecho de Ormuz, por ejemplo. ¿Por qué Estados Unidos pudo aumentar su productividad con mayor velocidad que Vaca Muerta en el mismo período? ¿O la velocidad ha sido parecida?

-No, la velocidad de los Estados Unidos ha sido realmente insólita. Ellos empezaron antes porque toda esta tecnología se desarrolló en los Estados Unidos, fundamentalmente en Texas. Entre Estados Unidos y Canadá, producen uno de cada cuatro barriles que se producen en el mundo (NdelE: Corresponde al 25 por ciento de la producción mundial). Es impresionante. Buena parte del aumento de la oferta petrolera de los últimos veinte años viene de Estados Unidos y Canadá. En el caso de Estados Unidos, shale; en el caso de Canadá, arenas bituminosas, ambos no convencionales: si el precio del petróleo no hubiera estado suficientemente alto, esos petróleos jamás se hubieran desarrollado porque su explotación es más costosa. Pero efectivamente, como tú dices, en los últimos años, Estados Unidos se convirtió en un exportador neto de petróleo. Si hay una suba en el precio internacional del petróleo, los consumidores americanos se verían afectados. Pero en términos netos, la economía de los Estados Unidos se beneficia cuando sube el precio del petróleo. Es una realidad totalmente diferente del pasado. China es el país que más depende hoy del Medio Oriente: si se hubiera cerrado el Estrecho de Ormuz, el principal afectado habría sido un aliado de Irán, que es China. Ciertamente, la geopolítica mundial energética en los últimos veinte años es otra.

El petróleo va a ser rentable para la Argentina durante por lo menos diez años

-Me interesa esa diferencia de efectividad en la producción de petróleo o gas no convencional en el caso de la Argentina. Entre quienes llevaron adelante la estatización, miembros de la gestión kirchnerista, sostienen, aún en medio de la polémica por el fallo Preska, que estatizar YPF fue la mejor decisión posible: eso permitió a YPF abocarse muy directamente a explotar Vaca Muerta. YPF pudo dejar de distribuir dividendos y en cambio, invertir en Vaca Muerta. ¿Cuán real es ese aporte de YPF en la explotación de Vaca Muerta? ¿Se pudo haber hecho con mayor participación privada?

-Sí. Primero déjame decirte que el éxito que ha tenido Estados Unidos se debe a un marco regulatorio súper atractivo para el sector: en Estados Unidos, los derechos de propiedad, los derechos de los minerales son privados, es decir que la regalía no se le paga a las provincias si no que se le paga a los dueños de la tierra. Y la velocidad con que se actúa en este sector en Estados Unidos es única en el mundo. Es una excepción al régimen jurídico del resto del planeta: no es fácilmente replicable. Ahora, en relación a tu pregunta, el tema es cuál es el contrafáctico: ¿cómo habría sido el mundo si no hubieran nacionalizado YPF? Y en ese caso, una de los interrogantes es si el marco regulatorio habría sido más atractivo. Porque la realidad es que Repsol no estaba invirtiendo en la Argentina porque no era atractivo invertir en el país. Se dio una especie de profecía autocumplida: el Gobierno de los Kirchner generó condiciones para que no se invirtiera en el sector petrolero argentino. Se hicieron importadores netos significativos de hidrocarburos, un desastre nacional. Y después justificaron la política de nacionalización.

-Me parece importantísimo el punto que está señalando porque la explicación más instalada en la última semana es que Repsol y el Grupo Petersen de la familia Eskenazi, que ingresó a la composición accionaria de YPF en una negociación con el entonces presidente Néstor Kirchner, usó los dividendos para repagar esa deuda y Repsol, para hacer inversiones en otros lugares. Hay una lectura demonizada del grupo de Repsol en el sentido de que no invertía en la Argentina. ¿Su planteo, en cambio, es que no invertía porque la misma política energética del kirchnerismo había generado condiciones de expulsión de los inversores?

-Sí, totalmente. Si uno ve la política energética a partir de la crisis macroeconómica de la Convertibilidad en la Argentina, las condiciones para invertir fueron empeorando. En ese sentido, fue una profecía autocumplida. El Estado argentino objetaba que Repsol no invertía, pero no invertía porque no estaban dadas las condiciones. La alternativa a la nacionalización de YPF hubiera sido la creación de las condiciones de credibilidad necesarias para que el sector privado pudiera invertir. A esa altura, la verdad que era difícil convencer a Repsol de hacer las inversiones necesarias porque ya tenían una historia muy negativa.

YPF, de Repsol al Grupo Petersen y Néstor Kirchner. La batalla por los dividendos

-¿Qué condiciones eran las que faltaban en la Argentina pero estaba en otros lugares?

-Primero, en la Argentina, en buena parte de este período hubo cepo cambiario. Las empresas internacionales no quieren invertir en un país que tiene el riesgo de no poder repatriar sus capitales. Pero encima, la Argentina es uno de los pocos países del planeta en que tú tienes que tener un permiso para exportar, o tenías que tenerlo porque Milei lo está cambiando. Qué empresa podía exportar era completamente discrecional. Además, en el mercado interno, te obligaban a vender a veces a precios menores que el precio internacional. Durante buena parte del kirchnerismo, las empresas tenían un precio máximo y si el precio del petróleo internacionalmente subía a 150 dólares, no se beneficiaban en nada porque seguían obteniendo lo mismo. Esas condiciones hicieron que el sector no fuera atractivo. Es muy interesante que una vez que el Estado adquiere a YPF de nuevo, (Miguel) Galuccio convence a los Kirchner de que hay que crear condiciones para que empresas como Chevron estén dispuestas a invertir en la Argentina. Se empezaron a tomar algunas medidas en la dirección adecuada en términos contractuales. Pero la parte macro hacía difícil que estas inversiones significativas ocurrieran. Yo doy una clase en que se estudia el caso de YPF, tanto la historia del Grupo Petersen, que es insólita porque básicamente se les dio un capital regalado y toda la historia de por qué la destrucción del sector petrolero argentino fue una profecía autocumplida.

Ideología, caja y petróleo. ¿El Estado tiene que ser el dueño? De YPF y Petrobras en Brasil a PDVSA en Venezuela

-Una gran pregunta es si es necesario para el sector energético que haya una empresa petrolera estatal. En el caso de la Argentina, ¿la conclusión que podemos sacar es que lo es si se está generando políticamente adrede una especie de monopolio estatal que excluye condiciones ventajosas para el sector privado?

-Sí, es muy interesante la pregunta que planteas porque en el mundo, en los países petroleros más importantes, tiende a dominar una empresa del Estado. ¿Por qué? Porque las rentas, las ganancias en el negocio petrolero son tan grandes que los gobiernos tratan de capturarlas lo más posible. Ojo, eso se puede hacer vía impuestos. Así lo hacen otros países del mundo.

-¿Qué países lo hacen de manera virtuosa?

-Hay países en que hay una mezcla muy sana del Estado con los privados. Por ejemplo, en Brasil. A pesar de los escándalos de Petrobras, la empresa es semi privada, igual que YPF, pero es una empresa muy eficiente, que ha sido capaz de invertir en offshore cantidades muy significativas y ha desarrollado ese sector de manera muy impresionante. Pero a diferencia de la Argentina, hay un órgano regulador de la competencia que es independiente y están en igualdad de condiciones las empresas privadas y Petrobras en términos de licitaciones, por ejemplo. Ese es un buen ejemplo. El ejemplo de una explotación completamente privada es el caso de Guyana, que es increíble. Se descubrió petróleo en 2015 y hoy en día produce 800 mil barriles diarios más que la Argentina en base a una sola empresa, Exxon, e invirtiendo cantidades gigantescas. Y por supuesto, están países como Estados Unidos o Australia, que no tienen empresa estatal y cuentan con un sector privado muy eficiente invirtiendo. Pero voy a tu pregunta sobre esta tendencia a que el Estado domine en el sector. A veces me pregunto si políticamente es posible un equilibrio puramente privado. La Argentina no fue el único país en que el equilibrio privado se revirtió: también se revirtió en Bolivia, se revirtió hasta cierto punto en Venezuela y en Ecuador. Pareciera que los gobiernos tienden a querer volver a ser parte del sector petrolero. Y quizás en un país como la Argentina, con una ideología tradicionalmente estatista, el único equilibrio posible es una mezcla como la que hay hoy en día de una empresa estatal y unas empresas privadas. Y quizás así puede funcionar el sector y desarrollarse.

-PDVSA en Venezuela es un caso de empresa estatal usada políticamente y destruida para ser usufructuada en términos ideológicos y políticos.

-Sí, así es. Ése es el riesgo que siempre tienen las empresas estatales. Una de las mejores empresas estatales de América Latina era Ecopetrol, de Colombia, una empresa modelo en la región. Lentamente, Petro la está convirtiendo también en una empresa estatal con propósitos no comerciales, y está deteriorando inevitablemente a la empresa. El riesgo de las empresas estatales siempre es que terminen siendo politizadas y convertidas en un instrumento de los gobiernos, y no de largo plazo.

-¿Es decir que la propiedad puede estar en manos del Estado, de los privados o un mix siempre y cuando se respete la eficiencia del sector, los objetivos comerciales, de exportación o de consumo interno, y no se aten a objetivos políticos o ideológicos?

-Sí, exactamente. Hay que garantizar que en el largo plazo los inversionistas puedan obtener un retorno de su inversión, incluyendo la propia empresa del Estado. Y si el Estado quiere subsidiar a unos consumidores, lo haga directamente y no en detrimento de la rentabilidad de las empresas. En períodos de alta inflación, la tentación para los Gobiernos es querer controlar el precio de los combustibles en el mercado interno, querer prohibir ciertas exportaciones. Eso es lo que destruye la viabilidad de largo plazo, el desarrollo del sector. Ése ha sido el drama de países como la Argentina, y como Ecuador, como Venezuela, como Bolivia, que deberían producir muchísimo más petróleo del que producen. Pero esos obstáculos son los que lo han limitado.

El fallo Preska y el futuro de YPF. ¿Cómo vieron los mercados el desembarco del Grupo Petersen?

-¿Cómo ve el mercado energético argentino los inversores extranjeros, o nacionales, que potencialmente pueden aportar a ese desarrollo de Vaca Muerta para que no se desperdicie esa gran oportunidad para la Argentina? ¿Cómo se ve desde los inversores todo el conflicto legal que se está dirimiendo en el juzgado de la jueza Loretta Preska? ¿Y antes, cómo se vio el rol de Néstor Kirchner y del Grupo Petersen? ¿Qué pensó el mercado cuando sucedió esa incorporación como accionistas?

-Es un caso de estudio en las escuelas de negocios de Estados Unidos: es evidente que lo que ocurrió fue que Repsol y el gobierno de los Kirchner le buscaron una vuelta a ese problema, que no se estaban creando las condiciones para invertir fuera atractivo para Repsol. Repsol quería retirar dividendo. La alcabala o tributo que le pusieron los Kirchner fue que entregaran una parte de la empresa, regalada literalmente, al grupo de los Eskenazi. Y el problema es que eso señalizó precisamente el nivel de intervencionismo del Estado en una empresa privada.

-¿Expuso sólo el intervencionismo del Estado o también la corrupción? Ese acuerdo de la familia Eskenazi y Néstor Kirchner para recibir gratis el 25 por ciento de YPF, a cambio de endeudarse basándose en los propios dividendos de YPF, es realmente muy opaco.

-Sí, tal cual. Así es estudiado en las escuelas negocios, como un caso de corrupción y de manipulación del sistema para el beneficio de un grupo cercano al Gobierno. Es muy interesante porque con ese mecanismo, se abrió una oportunidad para Repsol para repatriar sus dividendos. Funcionó como una especie de coima para lograrlo de la manera más brutal. De esos polvos vienen estos lodos que estamos viviendo hoy en día.

-Antes de pasar a estos lodos, una pregunta sobre el Grupo Petersen, en manos de una familia que no pertenecía al sector petrolero. ¿Cómo fue leído e interpretado ese hecho por los especialistas como usted, un experto que asesora a grandes inversores en este sector?

-Es evidente que un grupo que no tenía ningún expertise en el sector energético estaba allí por una razón completamente política. Esto se ha visto en otras partes del mundo, pero es precisamente una señal terrible para los inversionistas internacionales, en aquel caso, de cómo se manejaba en aquel momento el sector energético argentino. En algún sentido, la posterior estatización de YPF, con una intención de hacerla una empresa asociada a empresas internacionales, fue un mejor equilibrio, sin duda, que el anterior. Pero no es que ése es el mejor equilibrio necesariamente, sino que lo anterior era tan malo que obviamente el nuevo equilibrio, en el que YPF sí empezó a invertir, era un equilibrio más sostenible en el tiempo. Ése es el drama de América Latina: a veces comparamos entre regulaciones y sistemas subóptimos y unos mucho peores en vez de pensar en las mejores alternativas.

El éxito de Estados Unidos se debe a un marco regulatorio súper atractivo para el sector. Es una excepción al régimen jurídico del resto del planeta: no es fácilmente replicable

YPF y el fallo Preska. ¿Cómo lo ven los mercados?

-Viniendo ya a estos lodos, el fallo actual y la encerrona en la que se encuentra Argentina con el fallo de la jueza Preska, que le está pidiendo que entregue el 51 por ciento de las acciones de YPF para pagarle a los fondos Burford e Eton Park, ¿cómo es analizado por los potenciales inversores que se habían visto interesados, por ejemplo, a partir del lanzamiento del RIGI por parte del Gobierno, un nuevo marco de inversión?

-Sin duda el RIGI es atractivo sobre todo para las inversiones de largo plazo. Recuerda que el RIGI no aplica a la propia Vaca Muerta, a la extracción y producción en Vaca Muerta, pero sí a la infraestructura, por ejemplo, del gas natural licuado. Pero ciertamente el fallo de la juez Preska es un elemento de preocupación porque el modelo de desarrollo de Vaca Muerta está muy centrado en YPF. YPF tiene la mayor parte del área de Vaca Muerta y es la empresa que se asocia con las otras empresas. Entender el futuro de YPF es realmente importante para todos esos otros potenciales inversores. Por ahora, el mercado piensa que lo que está ocurriendo va a forzar a la Argentina a negociar. No creo que nadie piense que la Argentina puede pagar semejante cantidad a estos fondos. Es realmente triste ver que nuestros países terminan frente a estas decisiones judiciales por lo mal que se hacen las cosas. Llevan a resultados terribles en términos de los intereses del país. Evidentemente, el monto es totalmente desproporcionado y tiene que haber algún tipo de negociación. Pero ciertamente introduce ruido porque introduce una incertidumbre sobre el futuro de YPF, que sin duda alguna un actor central en el desarrollo de Vaca Muerta.

-Aún cuando ingresaran privados, necesitan de esa sociedad, de esa alianza estratégica con YPF.

-Sí, así es. Esa alianza no se da sólo en el petróleo, porque YPF tiene las mejores áreas, sino en el caso del desarrollo de la infraestructura para exportar gas natural. El liderazgo lo está tomando completamente YPF.

Vaca Muerta y el riesgo país argentino: ¿obstáculo difícil? El caso Venezuela: ¿por qué atrajo a Chevron?

-Últimas dos cuestiones. Si las condiciones contractuales sostenidas y garantizadas por un marco institucional razonable son tan clave, ¿por qué una empresa como Chevron se instaló en Venezuela y sigue operando en Venezuela a pesar del nivel de conflictividad entre Estados Unidos y Venezuela? ¿No siempre el capital privado le presta tanta atención a esa intervención estatal disparatada?

-Sí. Primero, siempre hay que pensar cuál es el contrafactual. Venezuela debería producir 5 millones de barriles pero produce 800 mil y Chevron debería producir en Venezuela dos y tres veces más de lo que produce. Es decir que ha habido un efecto negativo sobre la inversión de la empresa. Pero dicho esto, el expresidente de Chevron en América Latina, que también fue el que hizo el contrato con YPF, siempre decía que es riesgoso invertir en Venezuela pero más riesgoso es invertir en Chile donde no hay petróleo. La realidad es que Venezuela tiene un potencial gigantesco de recursos petroleros: eso hace que sea muy atractivo para las empresas asumir riesgos importantes en un país que tiene un potencial que, fuera del Medio Oriente, no tiene ningún otro país. Lo mismo ha primado en la Argentina.

El hecho es que las empresas internacionales tienen que buscar el petróleo donde está en cantidades muy significativas y donde hay riesgos geológicos muy bajos. Y ése es el caso de la Argentina. Allí es donde tenemos que comparar el potencial. Si Vaca Muerta estuviera en Texas, se produciría diez veces más petróleo del que se está produciendo hoy en día. Contra eso es que tenemos que compararnos. Pero ciertamente el negocio petrolero es un negocio de alta rentabilidad y las empresas buscan operar en los lugares donde está el atractivo geológico, así sean lugares riesgosos para operar.

Petróleo y prosperidad. ¿Por qué los países árabes son ricos pero América Latina, no?

-Última pregunta: ¿por qué los países del Golfo, los países árabes, o por qué Estados Unidos logran enriquecerse y convertirse en países ricos, en parte por esta explotación petrolera, y en cambio, los países de América Latina, como la Argentina, no lo han logrado? ¿Tiene que ver no tanto con sus recursos naturales, que Argentina los tiene, sino con sus condiciones políticas?

-Sí, la historia del sector petrolero en América Latina es una historia de falta de desarrollo del potencial. Y una segunda pregunta que surge es: una vez que un país logra desarrollar el potencial, ¿cómo lo sostiene? Por ejemplo, Venezuela lo logró durante un período largo, entre el año ‘20 y el año ‘70. Después, la cuestión es cómo usas esos recursos. Ése es un problema que, por ahora, la Argentina no tiene. Pero si Vaca Muerta llega a ser tan exitosa como esperamos, podría llegar a ser un desafío macroeconómico. Entonces allí la pregunta es: cómo manejar los ciclos de suba y baja de precio y el impacto que eso tiene en la macroeconomía argentina. Es una pregunta que por ahora nadie se hace, pero que más vale se la hagan más temprano que tarde.

El fallo de la juez Preska es un elemento de preocupación porque el modelo de desarrollo de Vaca Muerta está muy centrado en YPF”, afirma. “Repsol no estaba invirtiendo en la Argentina porque no era atractivo invertir en el país. Se dio una profecía autocumplida: el Gobierno de los Kirchner generó condiciones para que no se invirtiera en el sector petrolero argentino. Se hicieron importadores netos significativos de hidrocarburos, un desastre nacional. Y después justificaron la política de nacionalización”, sostiene. “El acuerdo Repsol y Grupo Petersen funcionó como una especie de coima”, asegura. “Uno de los factores necesarios para que se desarrolle el potencial de Vaca Muerta es que las empresas internacionales apuesten significativamente”, plantea. “Hasta ahora, han sido mucho más cautelosas y mucho más conservadores que las empresas argentinas”, advierte. “Hay que garantizar que en el largo plazo los inversionistas puedan obtener un retorno de su inversión, incluyendo la propia empresa del Estado”, analiza. “Según la Agencia Internacional de Energía, la Argentina es uno de los lugares donde habrá un crecimiento mayor en la próxima década”. “El crecimiento de la producción de petróleo es de casi el 25 por ciento con respecto al año pasado, y de un 16 o 17 por ciento en relación a la producción de gas”, precisa. “Los hidrocarburos van a seguir siendo un recurso importante por más tiempo del que pensábamos”, aclara. “El petróleo va a ser rentable para la Argentina durante por lo menos diez años”, señala y agrega: “El gas, obviamente, depende de que se pueda desarrollar la infraestructura de exportación del gas, que implica inversiones muy importantes”. “En petróleo, YPF produce más de la mitad que se produce en Vaca Muerta. En el caso del gas, las empresas que dominan la explotación en Vaca Muerta son principalmente empresas argentinas que no son YPF”, detalla. “Vaca Muerta es competitivo en comparación con el petróleo de shale equivalente que se produce en los Estados Unidos. Pero es mucho más costoso que el petróleo del Medio Oriente”, describe. “Si Vaca Muerta estuviera en Texas, se produciría diez veces más petróleo del que se está produciendo hoy en día”, compara. “El éxito de Estados Unidos se debe a un marco regulatorio súper atractivo para el sector. Es una excepción al régimen jurídico del resto del planeta: no es fácilmente replicable”, aclara. “Para que se desarrolle Vaca Muerta, una condición muy importante es la credibilidad, el costo del capital, que el Estado argentino cree las condiciones para la infraestructura necesaria”, dice.

La alternativa a la nacionalización de YPF hubiera sido la creación de las condiciones de credibilidad necesarias para que el sector privado pudiera invertir

“El shale implica otra manera de explotar. requiere invertir permanentemente para mantener la producción. En cambio, en Arabia Saudita, se hace una inversión inicial y se produce durante cuarenta años. En la Argentina, la explotación de shale implica invertir todo el tiempo”, explica y sigue: “El modelo de explotación del shale tiene una ventaja para la Argentina: hace que el riesgo político de invertir en la Argentina sea más bajo”. “La estatización de YPF, con una intención de hacerla una empresa asociada a empresas internacionales, fue un mejor equilibrio que el anterior. Pero no es que ése es el mejor equilibrio necesariamente, sino que lo anterior era tan malo que obviamente el nuevo equilibrio, en el que YPF sí empezó a invertir, era un equilibrio más sostenible en el tiempo”, explica. “Ése es el drama de América Latina: a veces comparamos entre regulaciones y sistemas subóptimos y unos mucho peores en vez de pensar en las mejores alternativas”, profundiza. “La alternativa a la nacionalización de YPF hubiera sido la creación de las condiciones de credibilidad necesarias para que el sector privado pudiera invertir”, concluye.

Desde Houston, Texas, donde reside, el respetado especialista en políticas energéticas y economía del petróleo, el venezolano Francisco Monaldi, estuvo en La Repregunta. Monaldi es uno de los expertos más consultados por inversores internacionales en el sector energético. Es director del Programa Latinoamericano sobre Energía del Baker Institute en Rice University, en Estados Unidos. Es economista y doctor en Ciencia Política, con foco en Economía Política, por la Universidad de Stanford.

Vaca Muerta: ¿está en riesgo la tabla de salvación de la macro argentina? Los mercados, ¿preocupados con el fallo Preska? De Repsol a Néstor Kirchner y los Eskenazi, ¿intervencionismo estatal con corrupción? ¿Una YPF estatal es necesaria? Monaldi hizo su análisis.

Aquí, la entrevista completa.

Vaca Muerta, ¿la tabla de salvación nacional? ¿La Argentina la está aprovechando? ¿Cuál es su presente y su potencial futuro?

-Otra vez hay muchísimo interés por el tema de Vaca Muerta a partir de este gran interrogante: ¿cómo quedará definida la situación propietaria de YPF? En relación a lo que representa Vaca Muerta en términos de riqueza energética, ¿cuán explotada está hasta el momento y cuál es su potencial futuro?

-El potencial es gigantesco. De hecho, es muy interesante que la Agencia Internacional de Energía acaba de hablar de la Argentina como uno de los lugares donde habrá un crecimiento mayor en la próxima década, fuera de Estados Unidos y Canadá y entre los países no OPEP. Ya había un crecimiento muy importante. Este año, el crecimiento de la producción de petróleo es de casi el 25 por ciento con respecto al año pasado, y de un 16 o 17 por ciento en relación a la producción de gas. El potencial es sin duda muy importante. Puede hacer de la Argentina un jugador importante en los mercados internacionales en los próximos años si las condiciones se dan.

-De estos 30 mil kilómetros cuadrados de extensión de Vaca Muerta, ¿cuánto está explotado en la actualidad?

-Ha sido explotada una fracción muy pequeña respecto del potencial de Vaca Muerta. Es una región que tiene muchísimos más recursos de los que probablemente van a poder ser explotados antes de que empiece a declinar la demanda mundial de hidrocarburos.

Según la Agencia Internacional de Energía, la Argentina es uno de los lugares donde habrá un crecimiento mayor en la próxima década

-Hasta antes de la guerra en Ucrania, el gran tema era ése: si la Argentina iba a ser capaz de aprovechar la ventana de oportunidad de la transición energética antes de que se reemplazaran los hidrocarburos por energías más limpias. En ese contexto, el gas era un recurso clave para esa transición. El cambio geopolítico de los últimos cinco años, ¿significa que esa ventana de oportunidad se amplió en el tiempo? ¿Se extiende esa posibilidad de aprovechar a fondo Vaca Muerta?

-Todo indica que los hidrocarburos van a seguir siendo un recurso importante por más tiempo del que pensábamos hace cinco años. Pero en particular, el petróleo va a ser rentable para la Argentina durante por lo menos diez años. El gas, obviamente, depende de que se pueda desarrollar la infraestructura de exportación del gas, que implica inversiones muy importantes. Si no se dan, obviamente no se desarrollaría el potencial de Vaca Muerta.

El futuro de Vaca Muerta… y el de Argentina. ¿Cuáles son las condiciones clave? Precio y credibilidad

-Siempre que se den ciertas condiciones, dice usted, ese potencial se puede realizar efectivamente. ¿Cuáles son esas condiciones?

-La primera condición no tiene que ver con la Argentina. Es, simplemente, que el precio del petróleo y del gas hagan que la exportación sea rentable. Vaca Muerta es un yacimiento muy productivo. Es competitivo en comparación con el petróleo de shale equivalente que se produce en los Estados Unidos. Pero es mucho más costoso que el petróleo del Medio Oriente. Entonces, si los precios del petróleo caen por debajo de 50 dólares, Vaca Muerta ve muy comprometida su rentabilidad, y ya lo hemos visto. Recuerda que con la pandemia y el período de caída de precios, hubo un desentusiasmo tremendo en relación al potencial de Vaca Muerta porque los precios no hacían atractivo invertir. En cambio, en los últimos años, hemos tenido precios que han hecho atractivo este desarrollo. Ahora, hay dudas acerca de si estos precios se van a mantener porque la OPEP está incrementando su producción. Pero en todo caso, ésa es una primera condición. La segunda condición muy importante es la credibilidad, el costo del capital, que el Estado argentino cree las condiciones para que se desarrolle esta infraestructura necesaria, sobre todo para el negocio del gas. La inversión para extraer petróleo es relativamente pequeña y rentable, a diferencia del gas que requiere inversiones muy importantes. En la producción de gas, los márgenes son mucho menores y requiere que estén todos los factores alineados para que realmente pueda ocurrir esta exportación de gas natural licuado.

-Sobre la primera cuestión, el precio: ¿por qué es más caro producir gas y petróleo en la Argentina comparado con los países de la OPEP, por ejemplo?

-No tiene nada que ver con la eficiencia argentina, aunque en este momento hay un tema de apreciación del peso: ha hecho un poco más costoso producir. Tiene que ver con la productividad natural de los yacimientos. El shale es un tipo de petróleo que tiene una gran ventaja: tiene ciclo corto, es decir, se produce y se recupera la inversión relativamente rápido. Ésa también es su gran diferencia. Para darte una idea: en Arabia Saudita, hay campos que hace cien años que están produciendo, y producen millones de barriles en un solo yacimiento. Los costos de producción de esos yacimientos son bajísimos no porque ellos sean muy eficientes sino, simplemente, porque la productividad del yacimiento es espectacular. América Latina está en el medio, entre los países de más alto costo, Canadá, Estados Unidos y el Mar del Norte, y los países del Medio Oriente, que son los de costo bajísimo. Para ser claro: si el precio del petróleo bajara a 10 dólares, Arabia Saudita todavía podría producir petróleo de manera rentable.

-¿Es porque esos yacimientos son convencionales, o también se trata también de yacimientos no convencionales?

-Arabia Saudita tiene yacimientos no convencionales, pero eso no es lo que están produciendo. Para Arabia Saudita, sería caro producir en yacimientos no convencionales. Sus yacimientos son convencionales y además, de altísima productividad. Son yacimientos muy grandes. Cada pozo produce muchísimos barriles.

-¿Es decir que la Argentina enfrenta el problema de que es más arduo tener alta productividad en un yacimiento no convencional y hacerlo competitivo en términos de precio? ¿Podemos resumirlo así?

-Sí, así es. Y además, el shale implica otra manera de explotar. El shale requiere invertir permanentemente para mantener la producción. En cambio, en Arabia Saudita, se hace una inversión inicial y se produce durante cuarenta años. En la Argentina, la explotación de shale implica invertir todo el tiempo.

-¿Pasa lo mismo en Estados Unidos en el caso de su producción de shale, tanto de petróleo como de gas?

-Exactamente, sí. La única otra región petrolera en que se está explotando el shale como en Estados Unidos es Vaca Muerta. Los paralelos son muy claros. Apenas baja el precio del petróleo, en Estados Unidos empiezan a perforar menos pozos y la producción deja de crecer.

-En ese sentido, tiene el mismo desafío que la Argentina.

-Sí, así es. Sin embargo, este modelo de explotación del shale tiene una ventaja para la Argentina: hace que el riesgo político de invertir en la Argentina sea más bajo. La diferencia con un proyecto como los de aguas profundas en Brasil o los de Arabia Saudita es que son muy riesgosos para el inversionista: hace la inversión inicial y después, le pueden cambiar las reglas del juego. Mientras que en la Argentina, si el Gobierno cambia las reglas del juego, la inversión no se hace e inmediatamente cae la producción porque hay que estar perforando tiempo, y en ese caso no se podría. Eso reduce el riesgo político.

-El modelo de explotación de esos recursos de shale es muy diferente y condiciona el modelo económico. Y en el caso del shale, tanto de gas como petróleo, baja el riesgo político.

-Sí, así funciona, excepto en el desarrollo de las inversiones para gas natural licuado, que son miles de millones de dólares y con una maduración de décadas.

YPF: ¿imprescindible para Vaca Muerta… o con privados era mejor?

-El Estado argentino tiene el 51 por ciento de las acciones de YPF, de manera que controla la estrategia de YPF. En Vaca Muerta, ¿cuál es el rol y cuánto pesa YPF como empresa estatal comparado con la participación de petroleras privadas, tanto nacionales como extranjeras?

-Es un tema muy interesante porque YPF se ha focalizado en el área más rentable de Vaca Muerta, que es la producción de petróleo más que en la producción de gas. En petróleo, YPF produce más de la mitad que se produce en Vaca Muerta. Hay otros actores, entre los que están las empresas locales argentinas, porque la Argentina tiene, comparado con otros países, un muy activo sector privado doméstico petrolero. Pero en el caso del gas, es interesante porque las empresas que dominan la explotación en Vaca Muerta son principalmente empresas argentinas que no son YPF. YPF también tiene un rol, pero están las empresas locales, además de Total, de Francia, que también es un jugador importante en gas.

-¿A qué empresas locales se refiere?

-Tecpetrol, Pluspetrol, Panamerican, que es una asociación entre los Bulgheroni y BP, Vista Energy en los líquidos de petróleo, la empresa que preside Miguel Galuccio. Estas empresas tienen un rol muy importante. Uno de los factores necesarios para que se desarrolle el potencial de Vaca Muerta completamente es que las empresas internacionales apuesten significativamente. Hasta ahora, han sido mucho más cautelosas y mucho más conservadores que las empresas argentinas.

-Una de las observaciones interesantes que surgieron por el conflicto entre Israel e Irán en las últimas semanas es que esta vez Trump pudo avanzar en términos militares mucho más agresivamente, comparado con Obama, porque el Estados Unidos de Obama no tenía todavía independencia energética y en cambio, por el desarrollo entre otras cosas del shale petróleo y gas, el Estados Unidos de Trump tiene independencia energética. Trump no puede ser chantajeado con un cierre del Estrecho de Ormuz, por ejemplo. ¿Por qué Estados Unidos pudo aumentar su productividad con mayor velocidad que Vaca Muerta en el mismo período? ¿O la velocidad ha sido parecida?

-No, la velocidad de los Estados Unidos ha sido realmente insólita. Ellos empezaron antes porque toda esta tecnología se desarrolló en los Estados Unidos, fundamentalmente en Texas. Entre Estados Unidos y Canadá, producen uno de cada cuatro barriles que se producen en el mundo (NdelE: Corresponde al 25 por ciento de la producción mundial). Es impresionante. Buena parte del aumento de la oferta petrolera de los últimos veinte años viene de Estados Unidos y Canadá. En el caso de Estados Unidos, shale; en el caso de Canadá, arenas bituminosas, ambos no convencionales: si el precio del petróleo no hubiera estado suficientemente alto, esos petróleos jamás se hubieran desarrollado porque su explotación es más costosa. Pero efectivamente, como tú dices, en los últimos años, Estados Unidos se convirtió en un exportador neto de petróleo. Si hay una suba en el precio internacional del petróleo, los consumidores americanos se verían afectados. Pero en términos netos, la economía de los Estados Unidos se beneficia cuando sube el precio del petróleo. Es una realidad totalmente diferente del pasado. China es el país que más depende hoy del Medio Oriente: si se hubiera cerrado el Estrecho de Ormuz, el principal afectado habría sido un aliado de Irán, que es China. Ciertamente, la geopolítica mundial energética en los últimos veinte años es otra.

El petróleo va a ser rentable para la Argentina durante por lo menos diez años

-Me interesa esa diferencia de efectividad en la producción de petróleo o gas no convencional en el caso de la Argentina. Entre quienes llevaron adelante la estatización, miembros de la gestión kirchnerista, sostienen, aún en medio de la polémica por el fallo Preska, que estatizar YPF fue la mejor decisión posible: eso permitió a YPF abocarse muy directamente a explotar Vaca Muerta. YPF pudo dejar de distribuir dividendos y en cambio, invertir en Vaca Muerta. ¿Cuán real es ese aporte de YPF en la explotación de Vaca Muerta? ¿Se pudo haber hecho con mayor participación privada?

-Sí. Primero déjame decirte que el éxito que ha tenido Estados Unidos se debe a un marco regulatorio súper atractivo para el sector: en Estados Unidos, los derechos de propiedad, los derechos de los minerales son privados, es decir que la regalía no se le paga a las provincias si no que se le paga a los dueños de la tierra. Y la velocidad con que se actúa en este sector en Estados Unidos es única en el mundo. Es una excepción al régimen jurídico del resto del planeta: no es fácilmente replicable. Ahora, en relación a tu pregunta, el tema es cuál es el contrafáctico: ¿cómo habría sido el mundo si no hubieran nacionalizado YPF? Y en ese caso, una de los interrogantes es si el marco regulatorio habría sido más atractivo. Porque la realidad es que Repsol no estaba invirtiendo en la Argentina porque no era atractivo invertir en el país. Se dio una especie de profecía autocumplida: el Gobierno de los Kirchner generó condiciones para que no se invirtiera en el sector petrolero argentino. Se hicieron importadores netos significativos de hidrocarburos, un desastre nacional. Y después justificaron la política de nacionalización.

-Me parece importantísimo el punto que está señalando porque la explicación más instalada en la última semana es que Repsol y el Grupo Petersen de la familia Eskenazi, que ingresó a la composición accionaria de YPF en una negociación con el entonces presidente Néstor Kirchner, usó los dividendos para repagar esa deuda y Repsol, para hacer inversiones en otros lugares. Hay una lectura demonizada del grupo de Repsol en el sentido de que no invertía en la Argentina. ¿Su planteo, en cambio, es que no invertía porque la misma política energética del kirchnerismo había generado condiciones de expulsión de los inversores?

-Sí, totalmente. Si uno ve la política energética a partir de la crisis macroeconómica de la Convertibilidad en la Argentina, las condiciones para invertir fueron empeorando. En ese sentido, fue una profecía autocumplida. El Estado argentino objetaba que Repsol no invertía, pero no invertía porque no estaban dadas las condiciones. La alternativa a la nacionalización de YPF hubiera sido la creación de las condiciones de credibilidad necesarias para que el sector privado pudiera invertir. A esa altura, la verdad que era difícil convencer a Repsol de hacer las inversiones necesarias porque ya tenían una historia muy negativa.

YPF, de Repsol al Grupo Petersen y Néstor Kirchner. La batalla por los dividendos

-¿Qué condiciones eran las que faltaban en la Argentina pero estaba en otros lugares?

-Primero, en la Argentina, en buena parte de este período hubo cepo cambiario. Las empresas internacionales no quieren invertir en un país que tiene el riesgo de no poder repatriar sus capitales. Pero encima, la Argentina es uno de los pocos países del planeta en que tú tienes que tener un permiso para exportar, o tenías que tenerlo porque Milei lo está cambiando. Qué empresa podía exportar era completamente discrecional. Además, en el mercado interno, te obligaban a vender a veces a precios menores que el precio internacional. Durante buena parte del kirchnerismo, las empresas tenían un precio máximo y si el precio del petróleo internacionalmente subía a 150 dólares, no se beneficiaban en nada porque seguían obteniendo lo mismo. Esas condiciones hicieron que el sector no fuera atractivo. Es muy interesante que una vez que el Estado adquiere a YPF de nuevo, (Miguel) Galuccio convence a los Kirchner de que hay que crear condiciones para que empresas como Chevron estén dispuestas a invertir en la Argentina. Se empezaron a tomar algunas medidas en la dirección adecuada en términos contractuales. Pero la parte macro hacía difícil que estas inversiones significativas ocurrieran. Yo doy una clase en que se estudia el caso de YPF, tanto la historia del Grupo Petersen, que es insólita porque básicamente se les dio un capital regalado y toda la historia de por qué la destrucción del sector petrolero argentino fue una profecía autocumplida.

Ideología, caja y petróleo. ¿El Estado tiene que ser el dueño? De YPF y Petrobras en Brasil a PDVSA en Venezuela

-Una gran pregunta es si es necesario para el sector energético que haya una empresa petrolera estatal. En el caso de la Argentina, ¿la conclusión que podemos sacar es que lo es si se está generando políticamente adrede una especie de monopolio estatal que excluye condiciones ventajosas para el sector privado?

-Sí, es muy interesante la pregunta que planteas porque en el mundo, en los países petroleros más importantes, tiende a dominar una empresa del Estado. ¿Por qué? Porque las rentas, las ganancias en el negocio petrolero son tan grandes que los gobiernos tratan de capturarlas lo más posible. Ojo, eso se puede hacer vía impuestos. Así lo hacen otros países del mundo.

-¿Qué países lo hacen de manera virtuosa?

-Hay países en que hay una mezcla muy sana del Estado con los privados. Por ejemplo, en Brasil. A pesar de los escándalos de Petrobras, la empresa es semi privada, igual que YPF, pero es una empresa muy eficiente, que ha sido capaz de invertir en offshore cantidades muy significativas y ha desarrollado ese sector de manera muy impresionante. Pero a diferencia de la Argentina, hay un órgano regulador de la competencia que es independiente y están en igualdad de condiciones las empresas privadas y Petrobras en términos de licitaciones, por ejemplo. Ese es un buen ejemplo. El ejemplo de una explotación completamente privada es el caso de Guyana, que es increíble. Se descubrió petróleo en 2015 y hoy en día produce 800 mil barriles diarios más que la Argentina en base a una sola empresa, Exxon, e invirtiendo cantidades gigantescas. Y por supuesto, están países como Estados Unidos o Australia, que no tienen empresa estatal y cuentan con un sector privado muy eficiente invirtiendo. Pero voy a tu pregunta sobre esta tendencia a que el Estado domine en el sector. A veces me pregunto si políticamente es posible un equilibrio puramente privado. La Argentina no fue el único país en que el equilibrio privado se revirtió: también se revirtió en Bolivia, se revirtió hasta cierto punto en Venezuela y en Ecuador. Pareciera que los gobiernos tienden a querer volver a ser parte del sector petrolero. Y quizás en un país como la Argentina, con una ideología tradicionalmente estatista, el único equilibrio posible es una mezcla como la que hay hoy en día de una empresa estatal y unas empresas privadas. Y quizás así puede funcionar el sector y desarrollarse.

-PDVSA en Venezuela es un caso de empresa estatal usada políticamente y destruida para ser usufructuada en términos ideológicos y políticos.

-Sí, así es. Ése es el riesgo que siempre tienen las empresas estatales. Una de las mejores empresas estatales de América Latina era Ecopetrol, de Colombia, una empresa modelo en la región. Lentamente, Petro la está convirtiendo también en una empresa estatal con propósitos no comerciales, y está deteriorando inevitablemente a la empresa. El riesgo de las empresas estatales siempre es que terminen siendo politizadas y convertidas en un instrumento de los gobiernos, y no de largo plazo.

-¿Es decir que la propiedad puede estar en manos del Estado, de los privados o un mix siempre y cuando se respete la eficiencia del sector, los objetivos comerciales, de exportación o de consumo interno, y no se aten a objetivos políticos o ideológicos?

-Sí, exactamente. Hay que garantizar que en el largo plazo los inversionistas puedan obtener un retorno de su inversión, incluyendo la propia empresa del Estado. Y si el Estado quiere subsidiar a unos consumidores, lo haga directamente y no en detrimento de la rentabilidad de las empresas. En períodos de alta inflación, la tentación para los Gobiernos es querer controlar el precio de los combustibles en el mercado interno, querer prohibir ciertas exportaciones. Eso es lo que destruye la viabilidad de largo plazo, el desarrollo del sector. Ése ha sido el drama de países como la Argentina, y como Ecuador, como Venezuela, como Bolivia, que deberían producir muchísimo más petróleo del que producen. Pero esos obstáculos son los que lo han limitado.

El fallo Preska y el futuro de YPF. ¿Cómo vieron los mercados el desembarco del Grupo Petersen?

-¿Cómo ve el mercado energético argentino los inversores extranjeros, o nacionales, que potencialmente pueden aportar a ese desarrollo de Vaca Muerta para que no se desperdicie esa gran oportunidad para la Argentina? ¿Cómo se ve desde los inversores todo el conflicto legal que se está dirimiendo en el juzgado de la jueza Loretta Preska? ¿Y antes, cómo se vio el rol de Néstor Kirchner y del Grupo Petersen? ¿Qué pensó el mercado cuando sucedió esa incorporación como accionistas?

-Es un caso de estudio en las escuelas de negocios de Estados Unidos: es evidente que lo que ocurrió fue que Repsol y el gobierno de los Kirchner le buscaron una vuelta a ese problema, que no se estaban creando las condiciones para invertir fuera atractivo para Repsol. Repsol quería retirar dividendo. La alcabala o tributo que le pusieron los Kirchner fue que entregaran una parte de la empresa, regalada literalmente, al grupo de los Eskenazi. Y el problema es que eso señalizó precisamente el nivel de intervencionismo del Estado en una empresa privada.

-¿Expuso sólo el intervencionismo del Estado o también la corrupción? Ese acuerdo de la familia Eskenazi y Néstor Kirchner para recibir gratis el 25 por ciento de YPF, a cambio de endeudarse basándose en los propios dividendos de YPF, es realmente muy opaco.

-Sí, tal cual. Así es estudiado en las escuelas negocios, como un caso de corrupción y de manipulación del sistema para el beneficio de un grupo cercano al Gobierno. Es muy interesante porque con ese mecanismo, se abrió una oportunidad para Repsol para repatriar sus dividendos. Funcionó como una especie de coima para lograrlo de la manera más brutal. De esos polvos vienen estos lodos que estamos viviendo hoy en día.

-Antes de pasar a estos lodos, una pregunta sobre el Grupo Petersen, en manos de una familia que no pertenecía al sector petrolero. ¿Cómo fue leído e interpretado ese hecho por los especialistas como usted, un experto que asesora a grandes inversores en este sector?

-Es evidente que un grupo que no tenía ningún expertise en el sector energético estaba allí por una razón completamente política. Esto se ha visto en otras partes del mundo, pero es precisamente una señal terrible para los inversionistas internacionales, en aquel caso, de cómo se manejaba en aquel momento el sector energético argentino. En algún sentido, la posterior estatización de YPF, con una intención de hacerla una empresa asociada a empresas internacionales, fue un mejor equilibrio, sin duda, que el anterior. Pero no es que ése es el mejor equilibrio necesariamente, sino que lo anterior era tan malo que obviamente el nuevo equilibrio, en el que YPF sí empezó a invertir, era un equilibrio más sostenible en el tiempo. Ése es el drama de América Latina: a veces comparamos entre regulaciones y sistemas subóptimos y unos mucho peores en vez de pensar en las mejores alternativas.

El éxito de Estados Unidos se debe a un marco regulatorio súper atractivo para el sector. Es una excepción al régimen jurídico del resto del planeta: no es fácilmente replicable

YPF y el fallo Preska. ¿Cómo lo ven los mercados?

-Viniendo ya a estos lodos, el fallo actual y la encerrona en la que se encuentra Argentina con el fallo de la jueza Preska, que le está pidiendo que entregue el 51 por ciento de las acciones de YPF para pagarle a los fondos Burford e Eton Park, ¿cómo es analizado por los potenciales inversores que se habían visto interesados, por ejemplo, a partir del lanzamiento del RIGI por parte del Gobierno, un nuevo marco de inversión?

-Sin duda el RIGI es atractivo sobre todo para las inversiones de largo plazo. Recuerda que el RIGI no aplica a la propia Vaca Muerta, a la extracción y producción en Vaca Muerta, pero sí a la infraestructura, por ejemplo, del gas natural licuado. Pero ciertamente el fallo de la juez Preska es un elemento de preocupación porque el modelo de desarrollo de Vaca Muerta está muy centrado en YPF. YPF tiene la mayor parte del área de Vaca Muerta y es la empresa que se asocia con las otras empresas. Entender el futuro de YPF es realmente importante para todos esos otros potenciales inversores. Por ahora, el mercado piensa que lo que está ocurriendo va a forzar a la Argentina a negociar. No creo que nadie piense que la Argentina puede pagar semejante cantidad a estos fondos. Es realmente triste ver que nuestros países terminan frente a estas decisiones judiciales por lo mal que se hacen las cosas. Llevan a resultados terribles en términos de los intereses del país. Evidentemente, el monto es totalmente desproporcionado y tiene que haber algún tipo de negociación. Pero ciertamente introduce ruido porque introduce una incertidumbre sobre el futuro de YPF, que sin duda alguna un actor central en el desarrollo de Vaca Muerta.

-Aún cuando ingresaran privados, necesitan de esa sociedad, de esa alianza estratégica con YPF.

-Sí, así es. Esa alianza no se da sólo en el petróleo, porque YPF tiene las mejores áreas, sino en el caso del desarrollo de la infraestructura para exportar gas natural. El liderazgo lo está tomando completamente YPF.

Vaca Muerta y el riesgo país argentino: ¿obstáculo difícil? El caso Venezuela: ¿por qué atrajo a Chevron?

-Últimas dos cuestiones. Si las condiciones contractuales sostenidas y garantizadas por un marco institucional razonable son tan clave, ¿por qué una empresa como Chevron se instaló en Venezuela y sigue operando en Venezuela a pesar del nivel de conflictividad entre Estados Unidos y Venezuela? ¿No siempre el capital privado le presta tanta atención a esa intervención estatal disparatada?

-Sí. Primero, siempre hay que pensar cuál es el contrafactual. Venezuela debería producir 5 millones de barriles pero produce 800 mil y Chevron debería producir en Venezuela dos y tres veces más de lo que produce. Es decir que ha habido un efecto negativo sobre la inversión de la empresa. Pero dicho esto, el expresidente de Chevron en América Latina, que también fue el que hizo el contrato con YPF, siempre decía que es riesgoso invertir en Venezuela pero más riesgoso es invertir en Chile donde no hay petróleo. La realidad es que Venezuela tiene un potencial gigantesco de recursos petroleros: eso hace que sea muy atractivo para las empresas asumir riesgos importantes en un país que tiene un potencial que, fuera del Medio Oriente, no tiene ningún otro país. Lo mismo ha primado en la Argentina.

El hecho es que las empresas internacionales tienen que buscar el petróleo donde está en cantidades muy significativas y donde hay riesgos geológicos muy bajos. Y ése es el caso de la Argentina. Allí es donde tenemos que comparar el potencial. Si Vaca Muerta estuviera en Texas, se produciría diez veces más petróleo del que se está produciendo hoy en día. Contra eso es que tenemos que compararnos. Pero ciertamente el negocio petrolero es un negocio de alta rentabilidad y las empresas buscan operar en los lugares donde está el atractivo geológico, así sean lugares riesgosos para operar.

Petróleo y prosperidad. ¿Por qué los países árabes son ricos pero América Latina, no?

-Última pregunta: ¿por qué los países del Golfo, los países árabes, o por qué Estados Unidos logran enriquecerse y convertirse en países ricos, en parte por esta explotación petrolera, y en cambio, los países de América Latina, como la Argentina, no lo han logrado? ¿Tiene que ver no tanto con sus recursos naturales, que Argentina los tiene, sino con sus condiciones políticas?

-Sí, la historia del sector petrolero en América Latina es una historia de falta de desarrollo del potencial. Y una segunda pregunta que surge es: una vez que un país logra desarrollar el potencial, ¿cómo lo sostiene? Por ejemplo, Venezuela lo logró durante un período largo, entre el año ‘20 y el año ‘70. Después, la cuestión es cómo usas esos recursos. Ése es un problema que, por ahora, la Argentina no tiene. Pero si Vaca Muerta llega a ser tan exitosa como esperamos, podría llegar a ser un desafío macroeconómico. Entonces allí la pregunta es: cómo manejar los ciclos de suba y baja de precio y el impacto que eso tiene en la macroeconomía argentina. Es una pregunta que por ahora nadie se hace, pero que más vale se la hagan más temprano que tarde.

 Vaca Muerta: ¿está en riesgo la tabla de salvación de la macro argentina? De Repsol a Néstor Kirchner y los Eskenazi, ¿intervencionismo estatal con corrupción? El especialista hizo su análisis  LA NACION