Muchas personas desconocen su origen exacto y contenido preciso, pero la combinación de ese misterio con su popularidad en redes sociales convierte al chocolate Dubái en un posible caso de estudio para el marketing moderno. En menos de tres años, este producto pasó de ser un antojo particular en los Emiratos Árabes a una nueva categoría en el mercado de los dulces.
¿Cuál es el origen y recorrido del fenómeno Dubái?
El producto original es una tableta que combina un baño de chocolate con leche, pistachos, tahini —una pasta cremosa de semillas de sésamo— y trozos crujientes de masa kataifi, similar a la de postres tradicionales de Medio Oriente. La creación pertenece a Fix Dessert Chocolatier, un emprendimiento de Yezen Alani y su esposa Sarah Hamouda.
El fenómeno explotó en Europa cuando las imitaciones llegaron a grandes cadenas de supermercados. El retailer alemán Lidl lanzó su propia versión bajo su marca premium J.D. Gross, con una repercusión masiva.
Medios locales informaron que, en el Reino Unido, algunos puntos de venta limitaron la cantidad de barras por cliente debido a los continuos quiebres de stock. En la Argentina, las marcas locales replicaron rápidamente el concepto en versiones propias de alfajores, helados y hasta churros.
La crisis del pistacho a raíz del “boom”
La fiebre por el chocolate Dubái trajo consigo una consecuencia directa: la escasez del pistacho limita la producción. “Hoy, prácticamente ya no nos alcanza la oferta local que hay en San Juan, sino que tenemos que importar pistacho de otras partes del mundo para poder abastecernos”, admiten desde una marca que lo utiliza.
“Hacemos todo lo posible por conseguir más pistachos. Hoy trabajamos con una tanda de San Juan y negociamos otra de La Rioja, pero no alcanza. Este furor causa escasez de pistachos en el mundo”, detalla otro gastronómico involucrado. “Desde que lanzamos la variedad con pistacho, la producción fue bastante intermitente por los faltantes de la materia prima”, explica un administrador de un comercio que realiza churros con chocolate Dubái.
Un informe de la consultora Mordor Intelligence indica que, tras una caída durante la pandemia, el mercado del pistacho se recupera. Se prevé que el tamaño del mercado crezca de 4500 millones de dólares en 2023 a 5600 millones de dólares para 2028. Estados Unidos, Turquía e Irán concentran el 95% de la producción mundial. En la Argentina, la producción se localiza en las provincias de San Juan (57,5%) y Mendoza (23%), con un perfil mayormente exportador.
Este contenido fue producido por un equipo de LA NACION con la asistencia de la IA.
Muchas personas desconocen su origen exacto y contenido preciso, pero la combinación de ese misterio con su popularidad en redes sociales convierte al chocolate Dubái en un posible caso de estudio para el marketing moderno. En menos de tres años, este producto pasó de ser un antojo particular en los Emiratos Árabes a una nueva categoría en el mercado de los dulces.
¿Cuál es el origen y recorrido del fenómeno Dubái?
El producto original es una tableta que combina un baño de chocolate con leche, pistachos, tahini —una pasta cremosa de semillas de sésamo— y trozos crujientes de masa kataifi, similar a la de postres tradicionales de Medio Oriente. La creación pertenece a Fix Dessert Chocolatier, un emprendimiento de Yezen Alani y su esposa Sarah Hamouda.
El fenómeno explotó en Europa cuando las imitaciones llegaron a grandes cadenas de supermercados. El retailer alemán Lidl lanzó su propia versión bajo su marca premium J.D. Gross, con una repercusión masiva.
Medios locales informaron que, en el Reino Unido, algunos puntos de venta limitaron la cantidad de barras por cliente debido a los continuos quiebres de stock. En la Argentina, las marcas locales replicaron rápidamente el concepto en versiones propias de alfajores, helados y hasta churros.
La crisis del pistacho a raíz del “boom”
La fiebre por el chocolate Dubái trajo consigo una consecuencia directa: la escasez del pistacho limita la producción. “Hoy, prácticamente ya no nos alcanza la oferta local que hay en San Juan, sino que tenemos que importar pistacho de otras partes del mundo para poder abastecernos”, admiten desde una marca que lo utiliza.
“Hacemos todo lo posible por conseguir más pistachos. Hoy trabajamos con una tanda de San Juan y negociamos otra de La Rioja, pero no alcanza. Este furor causa escasez de pistachos en el mundo”, detalla otro gastronómico involucrado. “Desde que lanzamos la variedad con pistacho, la producción fue bastante intermitente por los faltantes de la materia prima”, explica un administrador de un comercio que realiza churros con chocolate Dubái.
Un informe de la consultora Mordor Intelligence indica que, tras una caída durante la pandemia, el mercado del pistacho se recupera. Se prevé que el tamaño del mercado crezca de 4500 millones de dólares en 2023 a 5600 millones de dólares para 2028. Estados Unidos, Turquía e Irán concentran el 95% de la producción mundial. En la Argentina, la producción se localiza en las provincias de San Juan (57,5%) y Mendoza (23%), con un perfil mayormente exportador.
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Un postre de Medio Oriente se viralizó y ahora marcas argentinas lo adaptan en helados, churros y golosinas; la alta demanda genera escasez de su ingrediente principal LA NACION