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lunes, julio 14, 2025
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Los invasores

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Les dicen “chinches del amor” por el modo en que se ensamblan durante los vuelos de apareamiento. Pero por estos días a los habitantes de Corea del Sur pocas cosas pueden resultarles menos amorosas que la invasión de “lovebugs” que asola al país. Aunque inofensivos para los seres humanos, el aluvión de estos insectos alteró la vida cotidiana. En esta imagen vemos a infinidad de “lovebugs” atrapados en telas adhesivas, un intento de los habitantes de esta vivienda escondida en las montañas Gyeyangsan, al oeste de Seúl, de poner coto al aluvión. En los centros urbanos proliferaron las expresiones de asco y la desesperación ante la cantidad desmedida de insectos y su insistencia en adherirse a cortinas, ropa, cabellos y vidrios de ventanas. Todo indica que detrás del descalabro estaría el cambio climático, padre y señor de unos cuantos desórdenes.

Les dicen “chinches del amor” por el modo en que se ensamblan durante los vuelos de apareamiento. Pero por estos días a los habitantes de Corea del Sur pocas cosas pueden resultarles menos amorosas que la invasión de “lovebugs” que asola al país. Aunque inofensivos para los seres humanos, el aluvión de estos insectos alteró la vida cotidiana. En esta imagen vemos a infinidad de “lovebugs” atrapados en telas adhesivas, un intento de los habitantes de esta vivienda escondida en las montañas Gyeyangsan, al oeste de Seúl, de poner coto al aluvión. En los centros urbanos proliferaron las expresiones de asco y la desesperación ante la cantidad desmedida de insectos y su insistencia en adherirse a cortinas, ropa, cabellos y vidrios de ventanas. Todo indica que detrás del descalabro estaría el cambio climático, padre y señor de unos cuantos desórdenes.

 Les dicen “chinches del amor” por el modo en que se ensamblan durante los vuelos de apareamiento. Pero por estos días a los habitantes de Corea del Sur pocas cosas pueden resultarles menos amorosas que la invasión de “lovebugs” que asola al país. Aunque inofensivos para los seres humanos, el aluvión de estos insectos alteró la vida cotidiana. En esta imagen vemos a infinidad de “lovebugs” atrapados en telas adhesivas, un intento de los habitantes de esta vivienda escondida en las montañas Gyeyangsan, al oeste de Seúl, de poner coto al aluvión. En los centros urbanos proliferaron las expresiones de asco y la desesperación ante la cantidad desmedida de insectos y su insistencia en adherirse a cortinas, ropa, cabellos y vidrios de ventanas. Todo indica que detrás del descalabro estaría el cambio climático, padre y señor de unos cuantos desórdenes.  LA NACION