
Comúnmente, se dice que los tigres son los felinos salvajes más grandes del planeta; sin embargo, en esa acepción hay un error: no son felinos, según la ciencia. La explicación es muy técnica, pero da cuenta de las diferencias dentro de este linaje de mamíferos.
Los tigres son félidos panterinos. Además, son seres que están comprendidos en muchas mitologías del mundo debido a su tamaño y fiereza. Un tigre de Bengala, por ejemplo, puede medir hasta un metro más que un león macho y pesar unos 70 kilos más, por lo que son ambos de los mayores representantes de la familia de estos mamíferos.
Los félidos (Felidae) son mamíferos carnívoros que se diferencia principalmente por la forma del cráneo, un cuerpo musculoso con extremidades muy flexibles y, especialmente, por el hecho de poseer garras retráctiles. Esto significa que pueden sacarlas cuando las necesitan y ocultarlas dentro de una “vaina” cuando no las usan, por lo que se desgastan menos que las de otras especies, ya que son más frágiles en comparación.
Los félidos, a su vez, se dividen en dos subfamilias a pesar de compartir alrededor del 95 % del ADN: la de los panterinos (Pantherinae) y la de los felinos (Felinae). La principal diferencia es una atribución de los panterinos que los felinos no tienen: la capacidad de rugir. Gracias a que su laringe poseen unos tendones elásticos que les permiten emitir este sonido. Además, suelen tener un tamaño mayor y una musculatura más desarrollada, lo que los vuelve mucho más fuertes. En contraparte, los felinos suelen ser más esbeltos y ágiles, como sucede con los gatos.
En total, existen solo siete especies dentro de los panterinos, frente a 31 especies clasificadas como felinas. Sin embargo, es común que en el lenguaje cotidiano, e incluso en documentales, se utilice la palabra “felinos” para referirse a todos los miembros de la familia Felidae. También se usa la expresión “grandes felinos”, aunque es inexacta, ya que solo el león y el tigre son realmente mucho más grandes que el resto.
En cuanto al tigre, hoy en día sobreviven seis subespecies de ellos: el siberiano, el malayo, el indochino, el de Sumatra, el del sur de China y el bengalí. Este último es el más numeroso entre los aproximadamente 4500 tigres que aún habitan en libertad. Con una velocidad máxima de 45 kilómetros por hora y una mandíbula capaz de ejercer hasta media tonelada de presión, el tigre fue siempre protagonista de incontables leyendas, mitos y confusiones a lo largo del tiempo.
A pesar de su imponencia, en cautiverio muestran comportamientos similares a los gatos: se frotan cuando están cómodos, disfrutan del juego y pasan muchas horas dormidos. Sin embargo, a diferencia de los gatos domésticos, enfrentan un grave peligro: están en riesgo de extinción.
Comúnmente, se dice que los tigres son los felinos salvajes más grandes del planeta; sin embargo, en esa acepción hay un error: no son felinos, según la ciencia. La explicación es muy técnica, pero da cuenta de las diferencias dentro de este linaje de mamíferos.
Los tigres son félidos panterinos. Además, son seres que están comprendidos en muchas mitologías del mundo debido a su tamaño y fiereza. Un tigre de Bengala, por ejemplo, puede medir hasta un metro más que un león macho y pesar unos 70 kilos más, por lo que son ambos de los mayores representantes de la familia de estos mamíferos.
Los félidos (Felidae) son mamíferos carnívoros que se diferencia principalmente por la forma del cráneo, un cuerpo musculoso con extremidades muy flexibles y, especialmente, por el hecho de poseer garras retráctiles. Esto significa que pueden sacarlas cuando las necesitan y ocultarlas dentro de una “vaina” cuando no las usan, por lo que se desgastan menos que las de otras especies, ya que son más frágiles en comparación.
Los félidos, a su vez, se dividen en dos subfamilias a pesar de compartir alrededor del 95 % del ADN: la de los panterinos (Pantherinae) y la de los felinos (Felinae). La principal diferencia es una atribución de los panterinos que los felinos no tienen: la capacidad de rugir. Gracias a que su laringe poseen unos tendones elásticos que les permiten emitir este sonido. Además, suelen tener un tamaño mayor y una musculatura más desarrollada, lo que los vuelve mucho más fuertes. En contraparte, los felinos suelen ser más esbeltos y ágiles, como sucede con los gatos.
En total, existen solo siete especies dentro de los panterinos, frente a 31 especies clasificadas como felinas. Sin embargo, es común que en el lenguaje cotidiano, e incluso en documentales, se utilice la palabra “felinos” para referirse a todos los miembros de la familia Felidae. También se usa la expresión “grandes felinos”, aunque es inexacta, ya que solo el león y el tigre son realmente mucho más grandes que el resto.
En cuanto al tigre, hoy en día sobreviven seis subespecies de ellos: el siberiano, el malayo, el indochino, el de Sumatra, el del sur de China y el bengalí. Este último es el más numeroso entre los aproximadamente 4500 tigres que aún habitan en libertad. Con una velocidad máxima de 45 kilómetros por hora y una mandíbula capaz de ejercer hasta media tonelada de presión, el tigre fue siempre protagonista de incontables leyendas, mitos y confusiones a lo largo del tiempo.
A pesar de su imponencia, en cautiverio muestran comportamientos similares a los gatos: se frotan cuando están cómodos, disfrutan del juego y pasan muchas horas dormidos. Sin embargo, a diferencia de los gatos domésticos, enfrentan un grave peligro: están en riesgo de extinción.
Contrario a lo que se piensa, estos imponentes animales pertenecen a otro linaje con respecto a los gatos domésticos LA NACION